Siempre contigo
Él estaba ahí sentado en lo que parecía una banca de parque, tembloroso e incrédulo abrazaba con fuerza a su pikachu quien trataba de tranquilizarlo. Él no podía creer que lo tenía frente a él, después de tanto tiempo. No pudo contener sus lágrimas, agacho su cabeza recargándola en la de pikachu, él no sabía qué hacer, como reaccionar. Frente a él había otra banca en la cual había un hombre maduro, con atuendos militares, y cargando una cara cansada y manchada de sangre la cual no podía hacerle frente a una mirada del más tierno amor. El chico no podía verlo a los ojos, sentía que era muy débil, después de tanto tiempo lo más difícil para él era el que podría decirle. El hombre se levantó de su banca y comenzó a caminar, cojeaba mucho lo que hacía que tambaleara y aun en esa situación su mirada era la misma. Cuando llego frente al joven lo miro un rato para luego inclinarse un poco, sujeto su cabeza la cual beso tiernamente y dijo:
-Eres mi orgullo, nunca debes rendirte-
Se irguió y comenzó a caminar a paso lento por su cojera. El chico reacciono y se levanto con pikachu de la banca, observo como aquel hombre se marchaba y no pudo evitar sentir desesperación, él no quería que se marchara, no de nuevo.
-¡¿Por qué?!-grito el joven.
El hombre volteo su mirada y con una sonrisa respondió:
-Porque quería que pudieras seguir tus sueños, que quisieras ser el mejor, que fueras feliz. Lo único que me duele es no poder estar ahí para decirte todo el tiempo lo orgulloso que estoy, pero si lo vivo contigo, por que recuerda, siempre estoy contigo hijo mío, mi pequeño Rojo- respondió con tanto amor aquel hombre.
El hombre continuo con su torpe caminar, pero el joven se negaba a decir adiós de nuevo así que corrió tras él, corrió como nunca antes lo había hecho, pero no fue suficiente ya que aquel hombre se desvaneció como humo. El chico cayo en sus rodillas, derrotado y en un mar de llanto. Fue entonces que el chico despertó, sudoroso y con sus ojos llorosos. La conmoción que le había provocado ese sueño no le permitía dejar de llorar, apretaba los puños con mucha fuerza, sus pulmones dolían de tanto llorar y su corazón era el más dolido. Cuando se pudo calmar abrazo a su pikachu y fue ahí cuando se dio cuenta, él tenía algo en su mano. Cuando extendió su mano temblorosa encontró una medalla, un hermoso corazón purpura, una conmemoración a la lealtad, valor y sacrificio. El joven Rojo miro con amor ese pequeño corazón, y con el mismo o mucho más amor pronuncio en voz baja:
-Te amo padre-
