Advertencia importante antes de que nos linches: Esta historia está marcada como USUK, en realidad es un FrUKUS y como veras, tenemos bastante morro como para empezar un USUK con un capítulo prácticamente FrUK en el que hay hasta lime. Bien, si eres una fan del USUK, puedes saltarte este capítulo, aunque es importante para entender por que Inglaterra hará lo que hará en adelante, o si no, créeme, no lo hubiéramos incluido en esta historia.
Hidekaz Himaruya esta inmiscuido en esto de alguna forma macabra
Inglaterra en su oficina en el palacio de Westminster lee por vez diecisiete los papeles que le trajeron ayer, dando vueltas mientras se muerde lo que le queda de uña del dedo meñique de la mano izquierda (la de la derecha ya se la ha comido en la mañana).
Se trata de unos permisos relativos a la afluencia de los trenes por el eurotúnel en pro de las especulaciones de gente que va a desplazarse a Londres debido a las Olimpíadas.
No es como que no pueda pasarlos por fax ya que definitivamente no se trata de un asunto específicamente prioritario, pero por otro lado...
Bueno, no es como que realmente requiera una escusa para cruzar el canal de la Mancha, puesto que él no tiene ningún interés en hacerlo a no ser que sea estrictamente imprescindible.
En los días pasados Paris había sido un hervidero de emociones encontradas para ambos y ninguno había podido arreglarlo a base de sensatez. La situación se presentaba como una olla a presión que no fue liberada hasta que se encontraron en Ottawa y más tarde en Berna a perfectas espaldas de Estados unidos y del mundo entero.
A pesar de todo, después del mutuo acuerdo de odiarse para siempre adornado con una sonrisa cínica. Inglaterra toma una decisión, sale a por su gabardina beige Burberry y se sube al mini cooper verde botella con la bandera británica en el techo para, al cabo de unas horas, volver a estar en la maison azul y blanca.
Aparca en el jardín. ¡Ups! ¡Si se ha cargado un parterre de flores! ¡Que desafortunado accidente! Cierra el coche sonriendo con malicia y se va a la puerta, toca el timbre.
Francia, que se ha quedado dormido como un anciano venerable, no se entera. El inglés saca el teléfono y marca a casa de Francia hasta que lo oye sonar desde la puerta, luego cuelga y vuelve a tocar el timbre.
El francés termina por despertarse y camina zombie a la puerta. La abre.
Inglaterra sigue en el porche poniéndose nervioso el solo al recordar la ultima vez que estuvo allí... La voz de América "no debería haberse ido" aun resuena cruelmente en su cabeza.
Cuando Francia abre la puerta, se sonroja sin poder evitarlo.
—H-Hello, frog —saluda vacilando un poco, tratando de olvidarse de todo ese asunto. Francia le sonríe mientras se despereza.
—Oh... Rosbif. Pensaba en ti antes de dormir —dice sin pensar, quitándose de la puerta. Inglaterra se paraliza al oír eso con lo que estaba recordando, por que además ahora acaban de venirle imágenes de la última vez que vino aquí. Mas sonrojado y sin mirarle, refunfuña algo en la línea de la decencia, y lo de quedarse dormido fuera de tiempo y sobre tener la culpa de todo en general, entrando.
—Cher, ¿cómo estás? ¿Todo bien con le garçón? —Pregunta mirándole y tratando de peinarse un poco, ignorando los refunfuños.
—Yes, no he hablado con él hoy —explica quitándose la gabardina.
—Vino hace rato —miente como si cualquier cosa. Inglaterra levanta las cejas.
—Ah, yes? qué raro, no me dijo nada... ¿A qué?
—A lo mismo que tu —sonríe cínicamente. El británico se pone colérico un segundo.
—Sorry? —y luego se recuerda a si mismo que no ha venido a eso y se sonroja—. I mean... ¿Cómo sabes a qué he venido yo?
Francia lo mira unos segundos, algo divertido, sonriendo de lado.
—Bien, bien. Antes que nada, el garçón no vino, solo quería ver tu cara. Pero no está de más saber que vienes también por sexo —camina a la sala y se sienta.
El británico se sonroja otra vez en la puerta y luego sale corriendo detrás suyo, un poco tarde.
—No he venido por eso, bloody wanker! —se cruza de brazos—. Solo vengo a que firmes un bloody permiso por el eurotúnel.
Francia le mira y sonríe.
—Mmmm oh... Oui, el eurotunnel. Siéntate, cher, ¿quieres algo de tomar?
—No, no, thank you —responde sentándose en una butaca, absurdamente lejos de donde esta Francia, empezando a sacar los papeles—. La última vez que me diste vino se me subió a la cabeza a los treinta segundos —protesta—. Además, quisiera acabar cuanto antes, tengo más trabajo —añade aun tratando de disipar la idea de que pueda haber venido por cualquier cosa que no sea el permiso.
—Puedo darte agua, mon ami... Yo solo te estoy ofreciendo algo de tomar, nada más —lo mira a lo lejos—. ¿Qué fue lo que dijiste? No te oí...
—Que tengo más trabajo —repite más alto— bloody sordo —murmura. Francia pone los ojos en blanco.
—Bueno... Entonces vamos a firmar eso tan importante para lo que has venido personalmente o no? —pregunta con cierta sorna. Inglaterra se revuelve en su asiento.
—Of course, para eso he venido, para que accedas y firmes —explica.
—No estoy seguro de lo de acceder por las buenas, pero bien... —le sonríe—. Claro esta que, por la molestia, vamos a tener que negociar loa términos de esto.
—¿Qué molestia? yo soy quien ha venido hasta aquí, deberías firmar tal cual —exige.
—Es una molestia... Que estés aquí y que planees augmentar la frecuencia de trenes, unos gastos en mantenimiento y combustible, cher —protesta un poco por protestar, levantando un brazo y recargándolo a lo largo del respaldo del sillón —. Ve aquí a sentaste junto a mi.
Inglaterra le mira unos instantes y vuelve a sonrojarse un poco.
—No, thanks, creo que estoy bien aquí. Aunque haya esos gastos suplementarios, el turismo y la afluencia de gente los cubrirán a la perfección.
—¡Oh, venga! Afluencia de turismo y gente de la que tu vas a salir claramente beneficiado, quizás podrías... complacerme un poco y venir a sentarte aquí —sonríe y le cierra un ojo—. Es posible que así acepte en tu favor.
El inglés vuelve a mirarle incomodo y se muerde un poco el labio.
—No seas ridículo, no vas a firmar solo por que me siente ahí, frog, te conozco.
Francia levanta las cejas y baja el brazo, mirándolo con suspicacia.
—Bueno pues, entonces no hay mucho más de qué hablar —se encoge de hombros y se levanta, empezando a caminar a la puerta.
Inglaterra sonríe de lado un momento sin poder creer lo que ve y frunce el ceño en cuanto se levanta.
—Por supuesto que hay que discutir —sentencia sin levantarse.
—Mmm... ¿Tu crees? —pregunta sin mucho interés, aún caminando hacia la puerta.
—Of course, aun planeo que firmes, así que pon un precio —exige, recostándose en la butaca dando a entender que no piensa moverse.
Francia se detiene y se gira a mirarle.
—Ya puse UN precio, cher, y no pareces interesado en ello... así que —se encoge de hombros.
Inglaterra levanta un ceja y le mira... se levanta y se sienta en el sofá al lado de donde estaba antes Francia.
—OK, ahora firma —pide.
Francia sonríe sinceramente.
—No dije que te sentaras ahí, dije que te sentaras junto a mi, que hace alguna diferencia —explica caminando de regreso al sillón.
—No es mi culpa si te has levantado —se encoge de hombros.
Francia hace los ojos en blanco y se sienta junto a él, levantando el brazo de nuevo y volviéndolo a poner en el respaldo del sillón, atrás de Inglaterra.
—Entonces, cher... dime...
Inglaterra tensa la espalda y carraspea cruzándose de brazos, apartando la vista con expresión fastidiada.
Francia baja un poco el brazo y le roza el pelo a Inglaterra, mirándole directamente.
—¿De qué trata ese permiso?
El británico da un pequeño saltito al notar cosquillas en el pelo de la nuca, poniéndose cada vez más histérico.
—P-pues ya lo sabes, —balbucea intentando ignorarle—. Augmentar la constancia de tránsito en el eurotúnel.
—Quizás podrías tranquilizarte, mon amour... —dice dulcemente mientras le pone la mano en el cuello, con delicadeza.
—Estoy perfectamente tranquilo —miente cerrando los ojos.
—Bueno, eso es mejor. Siempre es más placentero.
El británico se sonroja aun con los ojos cerrados al oir esa palabra en ese tono.
—¿Qué tal si firmas y ya? tengo más cosas que hacer, ¿sabes? me... están esperando para cenar —se inventa.
—Que lastima —confiesa sin mover la mano, pensando "que lastima por ellos".
—Pues así es, soy un hombre ocupado, no te creas —reafirma.
—Bien, entiendo. Todos —mueve un poco la mano haciéndole cariños—. Bueno, el permiso cher... ¿Qué tanto me beneficia?
Tiene un escalofrío en la espalda y como quien no quiere la cosa cruza las piernas.
—Ya te lo he dicho, la afluencia de turismo y... —trata de seguir mientras el francés le hace un cariño en la mejilla, Inglaterra da un saltito histérico—. Y la publicidad y…
Francia le acomoda el pelo mientras el inglés sigue sutilmente el movimiento y luego sacude un poco la cabeza tratando de centrarse.
—La publicidad siempre es un beneficio muy importante a tener en cuenta.
—Oui, es posible —se ríe un poco y sigue con la mano hasta su oreja en donde hace otros movimientos y roces suaves—. ¿Y que hay de tus beneficios? —sonríe.
Inglaterra vuelve a sonrojarse y a ponerse tenso pensando en ese bloody punto tras la oreja que él nunca es capaz de encontrarse solo, pero que al parecer para el francés es como encontrarse su propia nariz. Se el acelera un poco el corazón.
—Pues... Well, you know… L-la gente podría llegar más fácilmente desde el continente y… —responde con menos seguridad de la que pretendería mientras Francia se acerca un poco más rozándole la mejilla con su nariz y dándole un beso en ella.
Inglaterra vuelve a apartar un poco la cara mirando hacia el otro lado, tratando de resistirse mientras se sonroja de nuevo, tensándose por la cercanía, descruzando los brazos e inconscientemente poniendo una mano en la rodilla de Francia, según él, por si tiene que detenerle... Y medio mundo le mira con una ceja levantada, "quizás llegas un poco tarde si lo que querías era detenerle, cariño"
—¡La gente podría llegar más fácilmente! —exclama Francia sonriendo al sentir la mano y se le acerca más, poniendo la otra mano en el pecho de Inglaterra —. Sacrebleu, eso es novedad. ¿Desde cuando quieres que lleguen más fácilmente?
—Me refiero a gente de todo el continente, no solo franceses — susurra cerrando los ojos tratando de concentrarse en serio, fallando miserablemente. Francia finalmente le besa tras el oído y luego el cuello, desabrochándole el primer botón de la camisa y separándose un poco.
—¿Sabes, Angleterre?
—I... I... —responde con la respiración agitada y todo él en tensión—. No quiero a los franceses de hecho, no hago... —suspiro— nada más que... —intento fallido de camuflar un gemido en un carraspeo— pelear.
—Non? Vaya, pues esta debe ser una pelea muy poco seria, mon ami —vuelve a besarle el oído y pone su mano sobre la mano del inglés en su rodilla. Inglaterra sigue haciendo verdaderos esfuerzos por resistirse, sin poder evitar empezar a dar la hora en punto.
—I...
Francia se separa un poco del oído de Inglaterra y con la mano que tenía hundida en au pelo le gira la cabeza hasta que lo mira de frente.
—Mon amour, si vas a poner la mano ahí... —murmura y aprieta la mano de Inglaterra, moviendo hacia sus propias regiones vitales—. Vas a tener que hacer ALGO más que solo ponerla ahí.
Inglaterra se sonroja completamente al encontrarse la mirada de Francia en tan inapropiado momento para el corazón del pobrecito, aparta la vista soltando sus manos y llevándolas a sus propias regiones vitales, ordenándoles mentalmente que se calmen y vuelvan a su estado decente, mientras aprieta los dientes y se odia por esto.
—I... don't do... this—miente girando la cara. Francia se ríe y cubre con una mano las manos del inglés sobre sus regiones vitales. Con la otra mano, vuelve a girarle la cara hacia él.
—Entonces sigamos sin hacer nada —susurra con ESE tono de voz, mientras se acerca a besarlo.
Inglaterra entra en pánico al sentir la mano de Francia sabiendo que no hay nada que pueda decirles ya a sus regiones vitales para que no reaccionen, quita de ahí sus manos para ponerlas en la cintura de Francia entreabriendo la boca al notar sus intenciones de besarle.
Francia se detiene a un milímetro de la boca de Inglaterra, al sentir las manos en su cintura. Sonríe... y espera.
Inglaterra por inercia, le acaricia el abdomen buscando el bajo de la camisa para meter las manos por debajo y cuando nota que Francia se para, se queda otra vez paralizado en esa posición que le hace sentir idiota y darse cuenta de lo que esta haciendo, avergonzándole como solo eso puede hacerlo.
En cuanto se detiene, Francia avanza de nuevo, dándole ese clásico beso en la comisura de los labios y volviendo a encontrar, el punto aquel tan conocido detrás de la oreja de Inglaterra.
—¿Por qué te detienes? —ronronea el francés al separarse del beso.
Inglaterra casi se muere con lo de la oreja mientras se recuerda a si mismo que se supone que se esta resistiendo a esto.
—I... don't...
Con mucho cuidado de mover la mano que descansa sobre las regiones vitales del inglés SÓLO un poco, de manera casi imperceptible, se separa un poco otra vez mirándole nuevamente a la cara, ya que tiene los ojos cerrados.
Inglaterra abre los ojos de golpe con un escalofrío recorriendo toda su espalda y soltando a Francia de pronto por el hecho de que se haya separado, con la cara tan encendida que seguro podrían freír un huevo sobre ella.
Francia sonríe y le acaricia la cabeza, quitando la mano que tiene sobre sus regiones vitales y tomando la orilla del chaleco de rombos antes de besarle de nuevo, de manera un poco más persistente esta vez.
Cuando el cerebro del inglés esta fundido y mas que fundido, se desespera completamente con la bloody tentación, así que toma a Francia de las manos y solo con la fuerza de sus rodillas, se pone de pie, levantando a Francia también, de un fuerte tirón, aprovechando la (asumiremos) estupefacción del francés, lo tira contra el sofá para invertir las posiciones.
—Mon...—se cae en el sillón—... dieu! —exclama y sonríe sólo un poco, de lado—. Este es un interesante cambio en los eventos —confiesa dejándose hacer y esperando pacientemente a que Inglaterra continúe.
El británico, con el ceño fruncido, se da cuenta de donde está y de lo que acaba de hacer y pasar. Se sonroja sin saber que hacer un instante, mientras mantiene a Francia agarrado de las muñecas y respira agitadamente.
—Game over —suelta por fin.
—Merde... —protesta mirándole—. ¿Cómo que Gaim Ová?
El de ojos verdes le sostiene la mirada. Por la reina, ¿por qué siempre acababa? Si ahora se le abalanza, será mas que evidente, pero si no lo hace...
—Bloody bloody bloody buggery bollocks.
—Continua o sueltamente —ofrece Francia en tono dulce—. Yo quiero que sigas —agrega.
Inglaterra lo valora... Y se sonroja y por un momento sonríe un poquito como idiota... Y rápidamente vuelve a fruncir el ceño, soltándole las manos.
—I hate you —protesta.
—No, you do not —Y Francia aprovecha para invertir de nuevo las posiciones, sin permitirle a Inglaterra pensar o hacer algo más besándole con bastante furia (y bastante enojado, por cierto, por soltarlo).
El inglés es tomado por sorpresa cayendo de espaldas y dejándose llevar, sorprendido por la reacción, así que él también puede tentar a Francia... medio sonríe triunfante.
[CENSORED]
Unos cuantos minutos más tarde, Francia gira sobre si mismo recuperando el aliento, sonriendo. Abraza un poco a Inglaterra, quitándole el pelo de la cara y tratando de acomodarse en el sillón junto a él.
Inglaterra sigue respirando con dificultad con algunos espasmos todavía.
—Bloody... —consigue más o menos pronunciar en mitad de un suspiro y le deja un poco de espacio a Francia en cuanto se da cuenta.
El francés se acomoda al fin con el espacio que le deja, con la sonrisa puesta en la cara, abrazándolo todavía.
—... hell —completa la frase, hundiendo su cara en el pelo del inglés, quién se ríe un poco por que haya acabado la frase.
—¿Te he dicho... Últimamente... Todo lo que... Te detesto? —pregunta entrecortadamente. Francia hace los ojos en blanco.
—Yo también te detesto, cher... de manera absoluta, total e innegable —levanta la cara del pelo de Inglaterra y le da un beso en la frente, y uno en la oreja, mordiéndole un poco.
El británico cierra los ojos, relajado y tiene un brazo bajo Francia con el que hace dibujos en su espalda mientras tanto que no recupera el ritmo normal de respiración y cardiaco y todo lo demás.
—Firmaré el permiso —dice el francés después de unos segundos de silencio. El británico le mira y frunce el ceño.
—Quoi? —pregunta en cuanto ve que frunce el ceño.
—¿Cuál es el precio?
—Lo de la publicidad y... ¿el precio?
—Pues es algo que me beneficia a mi más que a ti —explica tratando de incorporarse un poco. Francia lo mira con el ceño fruncido.
—A mi también me beneficia.
El británico termina de incorporarse, aun con el ceño fruncido, sin estar muy convencido y Francia se sienta también, ligeramente molesto de que Inglaterra... bueno... da lo mismo. No es como que quisiera quedarse abrazado a esas cejas por mucho tiempo, evidentemente.
—¿Qué es lo que no te parece de que firme? No quieres que lo haga, entonces... —se detiene a si mismo, cruzando los brazos.
—No sé tu, pero yo no acostumbro a hacer estas cosas —protesta el inglés buscando su ropa. Francia se pellizca el puente de la nariz, fastidiado.
—Pues parecía salirte bastante natural... —Suelta y el de ojos verdes se paraliza, mirándole, pensando que no puede estar hablando en serio. El francés le mira y sonríe levemente—. Sarcasmo, mon ami... sarcasmo.
Inglaterra se pone los calzoncillos en los pies y se levanta subiéndoselos sin decir nada.
—No sé, honestamente, a que viene todo esto... —comenta Francia buscando sus propios calzoncillos. El británico le mira y luego vuelve a sus propios pantalones.
—No quiero pagarte con bloody sexo —explica—. Esto no funciona así, de modo que ponle un bloody precio.
—Oui, oui... asumí que ibas por ahí, Angleterre —confiesa poniéndose de pie poniéndose su ropa interior—. Desgraciadamente, esto parece sólo funcionar así últimamente. He de ponerte migas como la bruja de Hansel y Gretel para que... —agrega buscando un bolígrafo en la mesita del teléfono— Bueno. Da lo mismo.
Francia toma los papeles leyéndolos por encima y mira a Inglaterra de reojo. Ël le mira de vuelta y se pasa una mano por el pelo antes de suspirar. Francia sonríe de lado negando con la cabeza y firma.
—Me debes una libra.
Inglaterra le mira, se levanta, busca en los bolsillos de su pantalón una moneda no tiene ninguna moneda de una, pero con la calderilla consigue sumar, se la tiende. Francia extiende la mano, sonriendo.
—Eres un estafador —protesta el inglés, pero no en serio.
—Lo sé, ningún acuerdo que te beneficie en lo más mínimo vale más de media libra —toma las monedillas y las hace una torre encima de la mesita de centro—. Pero veo que no he perdido el toque —le cierra un ojo—. Una decena de cientos de años después, sigo siendo capaz de estafar al "imperio británico" —concluye riendo.
—Pues no es como que un acuerdo que te beneficia a ti también sea tan caro tampoco, pero en fin, todo sea por no discutir, después de todo, tu negocias en esa moneda que no vale casi nada, el euro, supongo que te hace gracia el dinero de verdad —replica.
—No me hables del euro, cher, a menos de que quieras de verdad ponerme de malas —se pone de pie—. ¿Cenas?
—¿Qué tienes? —pregunta Inglaterra de vuelta cínicamente como si aun valorara la posibilidad de decir que no. Francia le mira por encima del hombro, caminando hacia la cocina.
—Comida.
—No lo digas como si fuera obvio, Frog ¡tu eres el de la nuvelcuisin esa que hace cosas raras! —protesta mientras se levanta para seguirle.
—Pero estoy hablando contigo, Rosbif... no estoy seguro de que entiendas con algo más que con la descripción de "comida".
No lo ha dicho, pero es obvio que ni valora la posibilidad de negarse y el francés no planea reclamar la confirmación que le obligaría a hacerlo. Es como un baile, un pacto silencioso "tu no me exiges a decir que sí voy a cenar contigo y yo no agarro el portante y me largo".
—Of course I understand —protesta—. Y mucho mejor que tu, si no fuera por que todo el mundo tiene una conspiración en mi contra... y contra el marmité —añade.
—Oui. Una conspiración. Creo que pasas demasiadas horas con le garçon, mon ami... —se ríe por lo bajo sacando algo del refrigerador y mirando a Inglaterra—. Pon la mesa —ordena prendiendo el fuego de la estufa y empezado a preparar la cena. El inglés frunce el ceño por la burla, yendo a buscar el mantel.
—No, no, esto no son las estupideces de the kid, esto es en serio, hay una especie de creencia injusta e infundada al respecto de mi gastronomía, que podría apostar, sé de donde ha salido.
Francia levanta las cejas mientras saca unos platos.
—Oui? Ilumíname, s'il vous plait!
—¡Pues de ti! of course! —le acusa acabando de extender el mantel— lo que no entiendo es por que todo el bloody mundo parece hacerte caso —añade mientras empieza a sacar cubiertos—. ¿Pongo cucharas?
—Mmm... Non —le mira de reojo—. Claro que puedo hacerte una sopa si se te antoja.
—No, lo pregunto por que no sé que vas a preparar —explica dejándolas en su sitio—. El caso es que te hacen caso, vete tu a saber por qué... ¿sabes que Seychelles tuvo el morro de compararnos? Estoy seguro que tú le metiste esas tontas ideas en la cabeza.
El francés saca una cacerola profunda y camina al refrigerador, sacando unos cuantos ingredientes más de todos modos, ignorando el comentario.
—¿Seychelles comparó nuestra comida? Mon dieu! debe haber sido absolutamente vergonzoso —comenta sonriendo y mirándolo—. Yo no le he metido ideas a nadie en la cabeza, mon amour. La comida habla por si misma.
—No, no lo fue, por que no hay tanta diferencia... —replica mirándole y luego vuelve a los cubiertos— además, ella es una señorita, es educada, yo mismo me encargué de ello. ¿Sabes que me dijo Sealand? —pregunta sacando los vasos. Francia vuelve a levantar las cejas, aún más divertido.
—Non.
—¡Que iba a hacer de las hamburguesas su bloody comida nacional! ¡Es... inaudito! ¡Un escándalo! —exclama mirándole, con los vasos en la mano. Francia se ríe mirando a Inglaterra.
—¿Las hamburguesas? Hombre... depende de qué hamburguesas, pero quizás sea hora de que lo traigas aquí a que coma comida de verdad si lo que considera mejor en el mundo es la comida del garçón...
—Yo no sé que tiene Japan en la cabeza —sigue protestando el británico, yendo a la nevera—. Por que fue en... cuando estaban de campamento o lo que sea. Como se entere la reina... no quiero ni pensarlo —se queda mirando la nevera—. ¿No tienes cerveza?
—Debe haber algunas latas de Prusse en algún lugar si es que no se las terminó la última vez que vino —contesta bajando el fuego de la estufa y agregando un poco de alguna especia misteriosa a la mezcla—. Japon? ¿Estas culpando a Japon de esto? Hombre, si serás absolutamente cínico, mon cher —comenta bromeando y luego se gira a mirarlo, señalándolo con la cuchara de la sopa—. Lo que tienes que hacer y te lo he dicho MIL veces, es aprender a cocinar ALGO que no sea comida anglaise.
—Todo lo que yo cocino es cocina "anglé", git —responde—. Aunque cocinara cosas de los demás. Y no hay nada de malo por que es buena y saludable, no como esas bloody... hamburguesas. ¡Hamburguesas, France! ¡Hamburguesas! ¡Es increíble! ¿Cómo puede ser posible?
—Es buena y saludable... —asiente— como el carbón —agrega un poco más quedito, sacando los platos hondos y empezando a servir la sopa que mágicamente acaba de preparar en como minutos... (es Francia)—. Puede ser posible porque Sealand es un enfant y a les enfants les gustan ese tipo de cosas. A ti te gustaban mucho mis crêpes, por ejemplo —razona haciéndole una seña para que se siente en la mesa y poniendo los platos en cada lugar.
—Yes, but... —responde sin pensar, desinteresadamente y saca el agua de la nevera—. No me has dicho si querías vino o qué —recuerda—. Yes, I know... es pequeño y todo eso, por eso estoy seguro que tampoco le gustaría tu comida y acabarías indignado —se burla—. Pero venga, el fish and chips es bueno —nota la sopa—. ¿No has dicho que no pusiera cucharas? —protesta yendo a buscarlas con los ojos en blanco.
—Es de lo menos malo... —concede Francia.
Cuando Inglaterra vuelve con las cucharas, por algún mágico motivo (seguramente las hadas tienen que ver en ello en alguna que otra medida, llega a la conclusión para si mismo), se acuerda de que antes ha dicho que había quedado con alguien para cenar... aunque fuera mentira, Francia no debe saberlo, así que saca su teléfono fingiendo escribir un mensaje.
—Te he hecho sopa a ti, Angleterre... Ahora te la comes —protesta el francés—. Quiero vino, desde luego. ¿Encontraste tu cerveza? —pregunta sacando igual dos copas.
Inglaterra se vuelve a la nevera para sacar el vino mientras hace como que escribe y luego se guarda de nuevo el teléfono sacando la botella.
—Yes, —responde sacando también una lata—. Alemana... bueno, no está mal. ¿Sabes que me van a reñir por tu culpa? no es de gentleman avisar tan tarde que no acudiré a una cita.
—Pensé que Alemagne e Italie estaban en casa de Espagne visitando a Romano —responde Francia con cara de inocente mirándolo de reojo mientras descorcha la botella. El inglés se sienta a la mesa.
—¿Y qué tiene eso que ver? —pregunta descolocado.
—Debe ser otro Alemagne al que se refería... —sonríe—. ¿No me estas diciendo que ibas a cenar con él?
—What? —pregunta y luego entiende la confusión—. No, no... Hablaba de la cerveza, que es alemana —se la muestra.
—Ahh... ¿Y la cena? —sonríe con más malicia.
—¿Q-Qué con ella? —pregunta apartando la vista.
—Tu tenías una cena, non? ¿Con quién?
—Ah... yees… —responde moviendo la mano y quitándole importancia—. No es nada, ya he dicho que no puedo ir. Me van a reñir pero ¿qué se le va a hacer?
Francia lo mira sonriendo por unos instantes y luego se acerca a la mesa, sirviéndose el vino.
—Bueno, puedo asegurar que con quien fuera, aquí vas a comer mejor.
—Eso está por ver —le pica relamiéndose un poco por el olor—. Si comiera con... por ejemplo Austria...
El francés levanta las cejas hasta el techo.
—Oui?
—Pues... no sé si se podría decidir quien lo hace mejor —explica con una sonrisa, disfrutando un poco de ver que no se ve tan seguro.
—Pardon? —pregunta ligeramente mosqueado. El británico se ríe un poquito por lo bajini.
—O por ejemplo Italy —sigue mientras mezcla la sopa y se lleva una cucharada a la boca.
—Yo podría garantizarte, cher —hace una pausa y lo mira—, que tu hoy no tenias ninguna cena a la que acudir y lo inventaste intentando poner un buen pretexto.
Inglaterra levanta las cejas dejando de comer.
—¡No puedes saber eso! —exclama en respuesta, con la boca abierta.
—Non... Pero tu sí —sonríe—. Y también sé que mi comida es la que más te gusta —agrega probando la sopa. El inglés se sonroja un poquito.
—Tampoco puedes saber eso... —susurra volviendo la vista al plato.
—Y se también que en relación al sexo... —hace una pausa, dándole oportunidad de interrumpirle. Inglaterra abre los ojos como platos y se sonroja aun más, mirándole.
—¡Por la reina! ¡y todo esto por un permiso! —exclama en grito, demasiado rápido, cambiando de tema. Francia se ríe y prueba el vino.
—No solo es por el permiso —contesta más o menos bajito. El británico se ríe nervioso.
—Y pensar que... lo nervioso que estaba yo, por the kid... —sigue a su rollo, incomodo—. I mean… tenía que venir aquí a que firmaras esto, ya sabes.
—Aaah! Hablas de eso —come un poco más y sonríe—. Oui, era absolutamente obligatorio.
—Yes, y era importante, por que necesitaba tu firma cuanto antes para que se pudieran a ello—se defiende, mirándole—. The kid no…
—No te preocupes... NADIE quiere que Amerique se entere, cher.
Inglaterra baja la vista al plato y mezcla un poco la sopa que queda, desinteresadamente, pensando.
—Aun así… —empieza cuando Francia le corta.
—Me preocupa un poco... —confiesa después de un instante. El ingles vuelve a bajar la vista a su plato y permanecen en silencio unos instantes.
—Maybe... —empieza a plantear después de unos segundos pensando y se le hace un nudo en el estomago.
—Quizás quoi? —levanta las cejas, algo alarmado y le mira, serio. Inglaterra niega con la cabeza con un gesto de real malestar.
—Tengo que pensarlo bien.
Francia se vuelve a la sopa en silencio, con un nudo en el estomago también, haciendo conjeturas. El británico termina la sopa con desgana dándole vueltas, en silencio.
El francés se acaba la sopa y se levanta a quitar los platos, sirviendo los nuevos frente a Inglaterra quien sale de sus pensamientos echándose hacia atrás en la silla en cuanto le pone el plato de nuevo.
—Bueno... Hay sal ahí por si quieres más —explica mostrándole el salero—. Errr...
—Thank you —responde suavemente con la voz quebrada.
—Angleterre... —le mira serio, sentándose en su lugar, absolutamente histérico. El inglés levanta la vista para mirarle—. ¿Quizás...? —pregunta de nuevo, en tono de suplica.
El de ojos verdes suspire.
—I don't know... I don't know, France —niega con la cabeza—. ¿Tu qué crees? esto no está bien... y no pensar en ello no lo hará desaparecer.
Francia sonríe de lado sin tocar el plato.
—Lo sé... —susurra prácticamente. Inglaterra trata de tragar saliva mientras sigue comiendo y nota como el nudo en el estomago se le sigue haciendo cada vez más grande.
—Tú eres el experto en estas cosas, ¿qué piensas?
—Nunca... —suspira y luego niega con la cabeza.
—¿Nunca? —pregunta el inglés sin entender.
—Pienso... Pienso que eventualmente... —se le hace el nudo en el estomago—. Creo que la respuesta es más que evidente, Angleterre.
Inglaterra le mira, deja los cubiertos en el plato y se masajea las sienes.
—No te lo tomes como algo personal, pero creo que he perdido el apetito...
Francia se levanta y quita ambos platos, el suyo también intacto. Los tira a la basura, con un escalofrío. El inglés lo ve con cierta tristeza, después de todo estaba bueno... y luego se enfoca de nuevo en el problema principal.
—Quizás será mejor que vuelva a casa... —propone.
—Si te sirve de algo saberlo... —empieza el francés de espaldas. El británico le mira en silencio, sin levantarse, esperando a que siga hablando. Finalmente el de ojos azules niega otra vez con la cabeza y se gira a mirarlo—. Non, no puedo decirte eso, Angleterre —confiesa con voz quebrada— No me obligues, s'il vous plait, a ser yo el que te de esa idea... —agrega casi a modo de suplica.
Inglaterra se queda en silencio unos segundos, se pasa la mano por el pelo apretando los dientes con rabia y se levanta.
—Si quieres hablar de ello —agrega el francés.
—Tengo que pensar con calma —decide el británico en respuesta, dirigiéndose a buscar su maleta con los documentos.
Francia camina a la puerta a esperar a Inglaterra, quien recoge sus cosas y se detiene en la puerta, mirándole.
El francés le mira tristemente pensando en todas las cosas que podría decirle
—Desearía... —empieza e Inglaterra levanta las cejas, escuchándole—. Dieu... —mira al cielo, y suspira—. Que me dijeras que vas a hacer una vez que pienses —opta por decir, pese a todas las ideas.
—Antes o después lo sabrás, seguro —responde cerrando los ojos con fuerza.
—De haber sabido... En que acabaría la noche, me habría esforzado aun más —sonríe de lado y le dan ganas de golpearse a si mismo por su comentario estúpido.
El británico le mira pensando en si será alguna especie de broma para relajar el ambiente... Y en el fondo, agradece el intento, pero no esta de humor en absoluto.
—I'm sorry —es lo único que logra responder, dirigiéndose a la puerta. Francia lo sigue y detiene la puerta... Tragando saliva con dificultad.
—Angleterre... P-Piensa en lo que... Bueno, yo no tengo... —balbucea—. Merde... Hablamos luego —se despide, sin cerrar la puerta. Inglaterra le mira y luego cierra los ojos.
—No, no lo creo... —susurra de forma prácticamente inaudible, abriendo el coche y andado hasta él. El francés le mira caminar hasta el coche y antes de que se suba, le grita en pánico.
—Angleterre... !
Inglaterra se detiene, con la puerta del coche abierta.
—Yes?
—Hagas... Lo que hagas... —camina un poco hacia él, con los ojos llorosos. El británico se vuelve mientras siente el nudo en el estomago otra vez.
—Somos... A... —bufa un poco—. Tú y yo somos más que... Todo esto que esta mal.
—You... —cierra los ojos con fuerza y se siente aun peor. Vuelve a abrirlos, levanta la mano acariciándole la mejilla a Francia—. Don't worry, OK?—trata de tranquilizarle. El francés cierra los ojos, apretándolos.
—Cuídate, Angleterre.
Inglaterra deja el maletín con sus documentos en el asiento del copiloto y se sienta al volante cerrando la puerta. Mira a Francia un segundo pensando que mas decir para despedirse y no se le ocurre nada, así que solo pone en marcha el coche.
Francia mira a Inglaterra y trata de sonreír un poco, viéndole salir en reversa para irse.
Estupendo, nuevamente una historia con actualización espontanea y sin glosario. YUPI. Así funciona La Vie en Rose.
