.


Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer

EL INVIERNO QUE PRECEDE A LA PRIMAVERA


.


Prólogo


.

.

"El amor no se mira, se siente, y aún más cuando ella está junto a ti." Pablo Neruda

–Dime que me amas. – Le repetí abriéndome paso en su interior lentamente de nuevo, sintiendo el placer que solo ella era capaz de hacerme sentir. Su calor, su humedad y su entrega.

–Sí… Te amo… – Jadeaba. –No pares, por favor, no lo hagas… – Sus palabras sonaban ahogadas, fruto de las poderosas sensaciones que la embargaban.

–No, no pararé, no te dejaré… – Contesté haciendo mis movimientos un poco más intensos al mismo tiempo que estrechaba con más fuerza nuestras manos entrelazadas a la altura de su cabeza.

– ¡Oh, Edward! – Gimió en mi oído, dejando húmedos besos debajo de mi oreja, en mi mandíbula y en mi boca por fin, cuando la alcancé.

–Bella… te quiero…– Murmuré con el corazón en la mano.

Sería la última vez que estaríamos así en mucho tiempo y quería aprovechar al máximo su cercanía, el fresco e intoxicante aroma que su cuerpo desprendía, la suavidad humedecida de su piel, la dulzura, la fogosidad y la pasión de sus labios besándome, y aquellos sonidos celestiales que su garganta dejaba escapar capaces de estremecerme hasta límites insospechados.

Quería fundirme aun más en ella, aún más, de manera que nunca tuviésemos que separarnos.

La cúspide atrapó abrasadoramente por completo todos mis sentidos, tensándome al mismo tiempo que sentía como su cuerpo contestaba de la misma manera. Desde siempre habíamos sido como una misma persona. Habíamos nacido para estar juntos, y el goce desbordante que nuestros cuerpos disfrutaban con aquella intensidad y en ese mismo instante era solo una prueba más.

Su anatomía había reconocido, desde la primera vez que unimos nuestros cuerpos, la mía y por supuesto, mi cuerpo al explorar por primera vez el suyo, entendió que no habría nada más hermoso ni cálido que ella.

–Abrázame. – Me pidió ahogadamente. –Fuerte, más fuerte, no me sueltes. Quedémonos así… – Noté como su voz se quebró al decir aquellas dos últimas palabras aun con la respiración agitada.

No había sido una decisión completamente mía.

Ella siempre había formado parte de mi vida y por es, la consideraba una parte más de mí, alguien esencial para seguir viviendo; mi otra mitad, mi media naranja. Me pertenecía y yo le pertenecía a ella. Para siempre, no cabía duda.

Sería difícil para ambos separarnos, pero era algo que debíamos hacer por el bien de nuestro futuro y por nosotros mismos. Después tendríamos tiempo de seguir disfrutando de nuestro idilio perfecto; de las mañanas a la luz del cálido sol en nuestro prado, de la brisa fresca mientras nos sentábamos en la hierba con las manos entrelazadas o sintiendo su cabeza en mi pecho, de los paseos por la playa en la Push, de su risa satisfecha y alborozada, de sus caricias electrizantes y revitalizantes, del brillo de sus ojos transmitiéndome miles de sensaciones que yo sabía interpretar como un único sentimiento. El inmenso amor que nos profesábamos.

–No llores, por favor. Me parte el alma verte así y me siento culpable. – Le susurré sin dejar de abrazarla, quitando un mechón de su frente para poder besarla.

–No… – Contestó levantando la cabeza, con las lágrimas desbordadas y tranquilizando su respiración. –Es lo correcto, es lo que debemos hacer.

Fijé mi mirada en la suya, buscando algún atisbo de calumnia en aquella afirmación que acababa de salir de sus labios, pero solo encontré franqueza y humildad. Tristeza también, por supuesto, pero no había nada que pudiese detener su inmenso altruismo, porque nuestro amor para ella era tan valioso y, en especial, el amor que sentía por mí era tan grande que solo pensaba en lo mejor para nosotros, para mí.

Nunca pensé odiar su abnegación hasta en esos momentos; hasta que fue la causante de nuestra separación.

–Nos veremos de todas formas. – Ahí estaba su mirada, demostrando un poco de consuelo después de todo lo malo.

–No lo haremos hasta Acción de Gracias. – Ella sonrió dejando un beso sobre mis labios y rompiendo el íntimo vínculo que nos había mantenido unidos hasta ese momento para apoyar su cadera en el colchón, dejándome un poco más vacío.

–Nos llamaremos todos los días. – Continuó sin dejar de sonreír y volviendo a besar mis labios. –Te recomiendo que no olvides tu móvil en ningún sitio o me enfadaré mucho si cuando te llame no contestas. – Ahí estaba una mirada de advertencia muy clara. Yo suspiré y me removí en el colchón, de forma que los dos quedamos tumbados de lado y de frente.

–Siempre eres tú la que termina consolándome, ¿cómo lo haces? – Le pregunté mientras perfilaba con mi dedo pulgar su labio inferior, hipnotizándome de nuevo por el color y la tersura del que gozaba. Ella se encogió de hombros antes de atrapar mi dedo con sus labios. Yo sonreí.

–No creo que sea verdad.

–No sabes cuánto voy a echarte de menos… No puedes hacerte una idea. –Susurré acercándome a ella.

Bella se giró quedando de frente al enorme ventanal de mi habitación y yo rodeé con mi brazo su cintura estrechándola contra mi cuerpo, sintiendo su espalda pegada a mi pecho. Hundí mi nariz en su cabello y una vez más me embadurné de su aroma, queriendo retener su exacta fragancia para los difíciles días que me esperaban. Después besé su cuello.

–No me dejes nunca… – La escuché murmurar, sorprendiéndome. – Por favor… – Su voz casi sonaba a súplica. – No sabes el dolor que causarías en mí.

–Dios, Bella… – Murmuré abrazándola más fuerte. – ¿Cómo crees que podría dejarte? Nunca lo haré. Vamos a estar juntos para siempre. ¿Lo entiendes?

–Tengo miedo… – Susurró sin responder a mi pregunta.

–Estoy loco por ti. Yo confío en ti, ¿por qué no habrías tú de hacer lo mismo conmigo? – Solo me respondió el silencio y su pequeña mano estrechando más la mía, que descansaba en su estómago. – Bella…– La llamé dejando de abrazarla para inclinarme sobre su cuerpo y poder verla.

–No me sueltes. Abrázame. – Volvió a pedirme, dándose la vuelta para hundir su cabeza en mi pecho, rodeando mi cuerpo con sus brazos con toda su fuerza. –Conocerás a muchas chicas… preciosas e inteligentes, podrías enamorarte fácilmente de alguna.

–Mi novia es preciosa y muy inteligente, y la amo a ella. Siempre voy a quererte a ti. – Respondí separándome y subiendo mis manos a su rostro para poder mirarla a los ojos. –Solo estás tú. – Ella sonrió tristemente. – Anda duérmete, ya casi está amaneciendo.

–No quiero dormir, solo quiero sentir que estás conmigo, mirarte y perderme en el verde de tus ojos… Me ahogaría en ese color si fuese preciso. – Yo reí entre dientes.

– ¿Y qué haría después sin ti? – Pregunté algo divertido. Ella a cambio me dio un golpe juguetón en el pecho. – Duérmete. – Casi le ordené. – Debes estar agotada… No ha sido una noche muy tranquila. – Dije haciendo alusión a las numerosas veces que ya habíamos hecho el amor.

–Eres demasiado perfecto. – Susurró ignorando mis comentarios. – Tanto por fuera como por dentro. ¿Cómo no voy a tener miedo? – Volvió a repetir. Yo suspiré algo cansado ya.

–Solo confía en mí, es lo único que debes hacer. Haría lo que fuera necesario por ti. Sabes que nuestra compatibilidad es perfecta, no pienses en nada más. – Contesté. – Y duérmete. – Repetí de nuevo dejando un beso en sus labios. Ella suspiró rendida. Estaba seguro de que aquel comportamiento era una clara evidencia de su cansancio.

–Quiero quedarme dormida mirándote… Eso sí me lo vas a permitir, ¿cierto? – Yo sonreí.

–Cierto.

– ¿Me despertarás cuando tú lo hagas? Eres capaz de dejarme aquí mientras tú te vas con tus padres al aeropuerto, y yo quiero acompañarte también. – Dijo entrelazando nuestras piernas.

–Haré lo que me pidas, princesa. – Dejé un beso más en sus labios.

– ¿Me prometes que siempre me llamarás así? ¿Todos y cada uno de los días que estemos separados?

–Jamás dejaré de llamarte así.

– ¿Me amarás por siempre?

–Por siempre…

–Te amo… – Dijo ella con la voz rota de nuevo, intentando mantenerse entera para no llorar, guardando silencio después hasta que finalmente el sueño ganó la batalla.

–Y yo a ti… – Susurré permitiendo que Morfeo cantara victoria por partida doble.


.

Lalalalala... Me asomo más rojita que un tomate por aquí. ¡Hoooola de nuevo! Parecía que nunca iba a volver por aquí... pero por fin ha llegado el día! Nerviosita perdida os dejo el prólogo y ahora subiré el capítulo I... Espero que os guste.

También podéis pasaros por mi perfil si queréis ver el video que hice para que os hagáis una idea de lo que será la historia, y creo que también edité alguna imagen... :)

La historia está completa, así que actualizaré dos días a la semana. Probablemente el lunes y el viernes, o el lunes y el jueves... ya veremos! pero dos días seguro ;)

En fin... pues de verdad espero que os guste...

Un besazo enorme!

Ana.