Hola! Aquí les dejo una historia para que se despejen un poco y pongan una sonrisa en sus rostros : D

Fanfic.

Ni una sola lágrima más (NSLM)

Autor único.

Romance/Drama – SasuHina.

Rated T.

DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto. (Gracias por el Naruhina!)

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CAPÍTULO I

SALIDA CLANDESTINA

Cómo poder distinguir a una ilusión fingiendo ser una realidad ¿Acaso nuestro raciocinio siempre es factible al diferenciar entre la verdad y la ficción? o quizás... ¿El escenario que creamos no es más que una cruel utopía ocasional?

Hinata llegó al punto de encuentro a la hora indicada. Una explosión de sentimientos la embargó de pies a cabeza.

¿Nervio, ansia… emoción? Todas parecían palpitar al unísono dentro de sí.

Al estar a unos segundos de reencontrarse con su divino tormento, de disfrutar de su cálida mirada y contagiarse de su angelical sonrisa, todos los presentimientos y angustias que la habían tenido prisionera, desaparecieron sin dejar rastro, como si nunca hubieran existido.

A tan solo tres meses de haberse comprometido, su novio se había visto obligado a realizar un inesperado viaje de trabajo. Su separación se había prolongado por dos meses. En ese tiempo, se permitió dar rienda suelta a su imaginación planeando los proyectos que emprenderían una vez después de casados, y porque no, en la vida que tendrían a lado de sus futuros hijos.

A sus veintiún años su vida se visualizaba perfecta. Era increíble que después de tanto tiempo de sufrir en silencio por el afecto de su verdugo éste repentinamente confesara su amor secreto y le propusiera matrimonio. Aquello era digno de una novela, ambos enamorados y obligados a callar por temor a no ser correspondidos. Agradecía a Kami-sama que le hubiera dado a él el coraje para declararse.

Aunque la alegría atestaba su corazón la mayor parte del tiempo, en ocasiones era víctima de unos insipientes atisbos de recelo, que sin mucho esfuerzo rompían la burbuja de felicidad en que vivía sumergida. Existía una impiadosa sospecha que rondaba su cabeza constantemente y que le era imposible de enfrentar. A veces se recriminaba así misma por boicotear su propia tranquilidad, pero… ¿Cómo ignorarlo?

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Hinata sintió gran incomodidad al ingresar en la frialdad de aquel lugar, claramente dominado por aristócratas y burgueses, quienes con sus gestos y actitudes dejaban a entrever la alta estima en que se tenían. Entre ansiosa y cohibida, se fue haciendo camino entre mesas cubiertas de lino y afamadas obras de un desconocido. Los pares de ojos curiosos y altivos escrudiñando cada pestañeo que daba, le activaron un molesto sentir de deja vu que la hizo transportarse a las lujosas estancias de los Hyuga, donde su padre siempre la obligaba a asistir mientras él ofrecía algún cóctel para sus intolerantes amigos de negocios.

Realmente le era imposible no extrañarse por la transversal elección de su prometido. Él nunca la había invitado a un restaurante así, y estaba segura que no era la clase de lugar que a él le gustara frecuentar.

¿¡A dónde había quedado su pregonada fidelidad por Ichiraku Ramen!?

A pesar de su agobio, sonrió divertida al llegar a ese cuestionamiento. Estaba más que feliz por el regreso de su amado, y ya muy poco le importaba que solo la hubiera llamado escasas veces durante su ausencia, o que no hubiera sido él, sino su secretaria quien le informara de su regreso y de su cita en ese lujoso establecimiento.

Sin poder avistarlo, sus grisáceos ojos dieron con una profunda mirada azulina y una divertida sonrisa traviesa. Al principio titubeó por la oscuridad en que estaban sumergidas aquellas facciones, pero luego no vaciló más. Era indudable, esos mechones dorados y esa melada finura no podían ser más que del causante de sus desvelos e insomnios. ¡Uzumaki Naruto!. Con su corazón latiendo precipitado, Hina bajó su cabeza, ocultando su rostro entre los mechones negros de su cabello. Le daba pena que él pudiera descubrir la alegría que estaba a punto de salírsele de pecho. Tal vez era ridículo que aún sintiera vergüenza con él, pero la verdad es que no habían convivido lo suficiente para que esta desapareciera.

Al cerciorarse que él no se había percatado de su presencia, dibujó su mejor sonrisa y se acercó con un paso firme y adecuado hacia su mesa. Sin embargo, al caer un silencio sepulcral causado por el cambio de melodía de la orquesta y dejar atrás una columna que impedía parte de su visión, un escalofrío subió por su cuerpo y la sonrisa que muy dispuesta había adquirido desapareció sin dejar rastro.

¿Él, ella… juntos?

Por inercia, sus pies se movieron solos, dirigiéndola detrás de unas de las pilastras que mantenían en pie aquella monstruosa edificación. Sin poder controlarlo, su corazón comenzó a palpitar con más fuerza que antes, pareciendo que en cualquier momento saldría expulsado de su pecho. Y sus manos cambiaron drásticamente de temperatura, simulando ser un par de rocas de hielo unidas a sus brazos. Con recelo, volvió a dirigir su atención hacia la persona quien acompañaba a su prometido y recibía atentas caricias de él. La complicidad que mostraban, la perturbó.

La ojiperla quiso poner resistencia ante la oscuridad que empezaba a destruir su utopía, no obstante, le fue imposible imponerse. La insipiente duda que antes le había estorbado ahora se había convertido en una turbulenta realidad que iba drenando lentamente su sangre. No podía aceptar las atenciones que se dedicaban su mejor amiga y su novio ante la vista de los demás… de la suya. Acaso ¿Todo era un mal entendido? ¿Solo una muestra de casto afecto entre amigos?

Estando aún oculta detrás de la corpulencia de la columna de cemento, sus ojos se abrieron exageradamente al otear la expresión más pura de una traición. Un beso. Inmediatamente, su rostro palideció y su mirada se dilató. Solo… no podía creer lo que veía.

Las expresiones que se le escapaban eran confusas. ¿Ira, decepción, amargura? Todas parecían manifestarse en su rostro al mismo tiempo. Quiso susurrar el nombre del pecador amado, pero una importuna sensación se lo impidió. Su voz había sido cortada por los incontenibles sollozos cautivos en su garganta. En su desconcierto, sintió que la tierra se sacudía… o tal vez, era su cuerpo siendo atacado por una terrible opresión.

Sin pensar en lo que hacía, se agarró del pedazo de piedra en el que yacía oculta, aferrándose a la solidez que tanto necesitaba y que no podía conseguir. Se exigió serenidad y control, pero la horrorosa escena que aún continuaba presenciando no le permitía siquiera coordinar sus ideas. Se sentía ridícula y humillada… Su primo le había comentado de sus sospechas, pero ella se negó a creerle. Ino le había dado sostenibles argumentos de su engaño, pero la ignoró completamente. Incluso, la propia Sakura le había advertido que no se fiara de Naruto… ella, la propia amante de su prometido, su supuesta amiga. ¡Qué estupidez! no duraría que fuera ella quien la hubiera citado en ese lugar. Cuanto se habrían reído a sus espaldas. Cuantas miradas de penas y lástima le habrían lanzado…

En unos cuantos minutos su mundo se había desboronado ante sus ojos. El sabor dulce de la vida se había tornado amargo, y su brillante futuro… ya no existía más. Pero en plena felicidad… ¿Cómo haber previsto que su ilusión fingía ser una realidad?

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¿Cómo había logrado salir sin dejar el corazón en el camino?... Definitivamente no lo recordaba. En sus pensamientos no había lugar más que para el recuerdo de su prometido delineando las mejillas de su amiga, tatuándola con sus tiernos besos azucarados y haciéndola acreedora de un afecto que a ella nunca le había demostrado. Decir que aquello solo le dolía o le irritaba, era un disparate.

En la usual oscuridad de su habitación, con su cuerpo aún adherido a la puerta y una turbosa mirada pérdida en el abismo, gota por gota fue cayendo un divino líquido por sus mejillas. La huella de humedad que inició como un delgado hilillo rápidamente se convirtió en una austera fuente de amargura, y la voz perdida de su garganta no tardó en hacer eco en aquella soledad. Kami, le lastimaba mucho. Su corazón estaba tan inflado que temía podría estallarle sin piedad.

Se reincorporó de la frialdad de la puerta y se dirigió hacia la calidez de su cama. No pudo dar su tercer paso tambaleante cuando sus pies se enredaron y se vio cayendo estruendosamente al suelo. Se sintió empequeñecida al apreciar como su cuerpo temblaba descontroladamente y sus penas empezaban a crear un charco de lágrimas. Le hacía daño, mucho daño. La herida en su alma era insoportable. Llorar, gritar… maldecir, no parecía suficiente para contrarrestar aquel brutal castigo.

Hizo intentos por levantarse del suelo, pero su cuerpo se tornó tan torpe y flácido que ni siquiera pudo apoyar correctamente sus manos contra este.

¿Por qué… me has lastimado, Naruto?— murmuró entre constantes respingos—. ¿¡Por qué me traicionaste tan despiadadamente!?... Te amo. Siempre te estuve esperando, pero ahora… pero ahora…— le fue imposible reprimir un profundo lamento— ¿¡Por qué!? ¿¡Por qué!?— gritó, golpeando a puño cerrado el inclemente piso que la consolaba—. Por favor… salté de mí corazón. Me haces mucho daño…

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DOS SEMANAS DESPUÉS…

—Hinata-sama… ¿¡Se encuentra bien!?— emitió imprevistamente una alarmada voz masculina, que le hizo dar un ligero salto de sorpresa.

—Hee… ¿Neji-san, qué…?— alzó su rostro dubitativa, dejando que parte de sus facciones se vieran alumbradas por la tenue luz de la luna.

— ¡Es increíble que haya pasado las dos últimas horas en este lugar! — exteriorizó su primo con reprensión— ¿¡Cómo pudo aventurarse a adentrarse en esta parte alejada de los jardines!?

— Dice… ¿Dos horas? — susurró casi para sí misma.

No intentó decir nada más. Honestamente ignoraba cuanto tiempo llevaba en aquel sitio. Lo único que lograba recordar es que la luz del día todavía dominaba cuando decidió tomarse un momento para disfrutar del despabilador aire que abundaba en esa parte de la mansión Hyuga.

— ¿¡Cómo ha podido ser tan descuidada!?— espetó él, sacándola de ipso facto de sus transitorias cavilaciones—. Los empleados no han descansado buscando su paradero desde que dejó el salón— la oteó con dureza desde la altura de sus ojos—, y su padre está más que indignado por la descortesía que ha tenido con los invitados y con su prometido.

Hinata apartó su mirada de aquellos intensos ojos grisáceos y la hundió en las macabras sombras que se formaban por las espesas ramas de los árboles a lo lejos.

—No fue mi intención… provocarles tantos inconvenientes— repuso ella, con una delgada voz solo interferida por el viento—, pero perdí la noción del tiempo…

El rostro de Neji se tornó de un rojo sangriento y sus mandíbulas parecieron contraerse severamente. No tardó en refutarle.

— ¡Esa no es una excusa, Hinata-sama! Su padre es demasiado severo con la etiqueta que se debe mantener en estos eventos, y que su primogénita no las cumpla es inaudito…Por su bien le recomiendo vuelva inmediatamente. Además, su padre pidió hablar con usted y su prometido antes que terminara la velada…

El apelativo que utilizó no tardó en causar eco en sus adormitados sentimientos. Su prometido…hace mucho tiempo que no lo veía así, menos lo sentía así.

—Lo siento mucho…— murmuró Hina, decidiéndose a abandonar la terrorífica vista nocturna por otra no más alentadora que la primera. No entendió el porqué, pero por unos segundos Neji pareció huir a su mirada, cómo si algo le hubiera inquietado. Cuando la volvió a posar en ella, ésta había perdido el filo de la molestia y había sido sustituido por un brillo de pasividad.

—No, al contrario…— repuso él con un tono de voz transversal al que había utilizado segundos atrás— Discúlpeme usted a mí.

— ¿Por qué se disculpa?— replicó confusa—. Usted tiene toda la razón en disgustarse conmigo. Mi comportamiento no es el correcto y lo he hecho preocuparse innecesariamente. Prometo no volverá a suceder— ladeó sus labios en lo que fue una tímida sonrisa.

El zambullido de una rana dentro del estanque frente suyo, dio pase un cargado mutismo entre ambos. Hina no resintió aquel silencio ensordecedor, al contrario, agradeció tener tiempo para prestar cuidado a las pequeñas ondas que se formaban en éste, y que provocaban que el reflejo de la luna se viera distorsionado.

—Todo está bien, Hinata- sama— emitió luego, mientras se aproximaba escasos pasos y se sentaba a su lado, copiando al instante una adhesión por la oscura agua estancada—. He exagerado la situación. Después de todo el cóctel no ha terminado.

—Neji- san… Me g-gustaría saber sí…— se acobardó— sí N-Naruto. Bueno, sí él… No. No me haga caso— sonrió desanimada—, mejor olvídelo.

Sintió sus mejillas árdeles y su corazón achicarse al verse de nuevo presa de sus tortuosos sentimientos. Semanas atrás se había exigido concluir con aquella insana relación y pensar que todo había sido un mal sueño, pero le había sido imposible mantener una firme indiferencia contra su bien arraigado amor. Llegó también a pensar en encararlos y avergonzarlos por su falta, tal vez y conseguía una disculpa de su parte y la promesa de no volver hacerlo nunca más, pero estaba segura saldría más lastimada. Entre ella y Sakura, no dudaba quien saldría victoriosa.

—Él se preocupó mucho por usted, Hinata-sama…—volvió reticente a ella, pareciendo adivinar lo que cruzaba por su mente—. Estuvo buscándola alarmado por los corredores de la mansión y entretuvo muy bien a Hiashi-sama para que no aumentara su molestia.

La ojiperla se entieso en el acto, y por instante, se vislumbró como una muy bien elaborada estatua de hielo, brillando bajo el acogedor manto de la luna encendida. Con reserva alzó su encogida mirada hacia él, y las cálidas facciones que ahora su primo le ofrecía, frenaron unos molestos líquidos que picaban en sus ojos.

— También…— agregó—, su amiga Sakura- san llamó por teléfono, y se le escuchó angustiada por Usted. Se nota que ambos se preocupan sinceramente.

Hina sonrió amargamente y buscó la protección de sus padecimientos tras los mechones de su larga cabellera. Esas palabras fueron las justas y necesarias para hacerla volver a la realidad y bajarla de la insipiente nubecilla en la que ya se había vuelto a subir. La herida infectada otra vez estaba abierta.

Un soplo de viento cruzó la grama y envolvió sus rostros en una melancólica caricia. Ambos parecieron resentir el gélido aire que caló por sus huesos, pero dejaron que un aflictivo mutismo taladrara el ambiente.

—Vi a mi padre muy entusiasmado con este evento…— quebró ella con el silencio, al tiempo que rozaba la oscura humedad del estanque—. Deben ser personas muy importantes quienes nos acompañan esta noche… ¿Conoce quiénes son?

"Especula, habla de cualquier cosa, Hinata. No pienses en él. No. Por favor…El clima, tu padre, los invitados, de cualquier cosa…"

—Son los Uchiha…— contestó Neji.

— ¿Los Uchiha? — susurró desconectada, solo para no dejar que la mudez se volviera a asentar entre ambos.

—Sí. Ellos son los principales distribuidores de nuestro producto aquí en Konoha. Es normal que usted no esté familiarizada con esto, pues Hiashi- sama la mantiene…— titubeó al razonar sus palabras— un poco alejada de los asuntos de la empresa.

Ella no hizo ningún comentario.

—Según las palabras de Hiashi — carraspeó Neji, claramente apenado por su impertinencia—, los Uchiha están un poco inquietos por la cercanía entre las empresas Hyuga y Uzumaki. Lo más probable es que estén preocupados ante la posibilidad de perder la exclusividad de marca que le hemos otorgado.

Hina continuó hundida en su ensimismamiento, pero esta vez no tuvo intención de murmurar alguna banalidad y evitar el silencio.

— Hinata-sama, es mejor que volvamos— se reincorporó ágil de la grama—. Hace mucho frío y no me perdonaría que cogiera un resfriado.

Sus miradas se cruzaron. Se desconcertó al ver que de nuevo él apartaba su vista y endurecía levemente sus facciones. Esta vez tuvo el impulso de preguntarle el porqué de su actitud, pero temió que su voz saliera quebrada, así que se limitó a asentar sumisa y preparar sus pies para levantarse. Al reintegrarse y dar una última repasada a aquel mágico lugar, condujo sus manos a su rostro. Se quedó helada al apreciar unas lagrimillas revolando libres por sus pómulos. Ella había creído haberlas reprimido… pero al parecer no había sido así.

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Le dijo a su primo que se adelantara, que entraría luego pues su cuerpo aún resentía la caminata. Él accedió y la dejó sola. Desde entonces había permanecido de pie, observando la claridad que salía debajo de la puerta y traspasaba sus tobillos. Sabía que Naruto se encontraba dentro, podía percibir su fragancia dominando el ambiente en forma de deliciosa advertencia, y esto no hacía más que incrementar sus nervios. Le era frustrante, pero mientras se visualizaba dando un paso para entrar, deliberadamente su cuerpo hacía lo contrario, haciéndola retroceder en lugar de avanzar. Ya llevaba cinco minutos en esa lucha y se sentía como una desequilibrada mental. Sabía que tenía la obligación de volver y enfrentarse a esa traicionera mirada amistosa, pero solo el hecho de hacerlo en su mente, provocaba que su pulso se acelerara y su voz se perdiera antes de iniciar a buscarla.

En un momento, su cuerpo le respondió y llegó a alzar su mano hasta la perilla de la puerta, pero sus temores la flagelaron. Subyugada, apartó la mano del desenclave y la dejó caer a sus costados, como un flácido fideo. Vencida, alzó su vista a lo lejos y se condujo hacia una larga mesa de madera en pleno jardín, la cual albergaba bebidas y bocadillos que no alcanzaron ofrecerse. Agarró el primer vaso con el que su mano se topó y bebió un poco de su contenido, procurando que el dulce sabor del refresco apaciguara un poco su amargo sentir.

Inadvertidamente, un escalofrío recorrió por su cuerpo y un estruendoso rayo le hizo pegar un grito. Llevó su mano hasta su pecho buscando aplacarse, pero de nuevo volvió a sentir un estremecedor frío calar por sus huesos. Por inercia, su mirada se volvió hacia la penumbra de unas pesadas ramas de un árbol. Oteó con detenimiento la barrera de oscuridad que parecía encerrarla en un círculo, pero no pudo discernir más que espectros nocturnos acechándola. El súbito clamar de otro rayo hizo que diera un brinco de sorpresa, y al tocar la luz menguante la profunda negrura que la rodeaba, no tardó en apartar su vista frenética. Su corazón iba y venía acelerado al creer haber divisado una fantasmagórica sombra observándola. ¡Kami, se estaba volviendo loca!

Posó ambas manos sobre la mesa e intentó coger un hilillo de cordura, pero su mente estaba volando demasiado lejos para lograr sosegarse. De pronto, el crack de un pequeño tallo quebrándose activó sus sentidos. Antes de tener tiempo de voltear y encarar aquel sonido, el crujir de la grama acercándose lentamente hacia ella, como sí tuviera vida propia y entonara una leve sinfonía macabra, la espantó. Sus manos cambiaron drásticamente de temperatura y una gota de sudor frio bajó por su sien. Sin pensar en sus impulsos, cerró fuertemente sus ojos y corrió hacia la puerta que la llevaría al salón principal. En ese instante lo único que pasó por su mente fue correr, correr hasta que sus piernas no pudieran más y sus ojos alcanzaran la luz del salón.

De improviso, mientras el viento golpeaba su rostro por la velocidad que iba adquiriendo y el volado de su vestido se movía en una misma sonada, chocó con lo que parecía ser una roca de hielo. Presintió que caería de espaldas por el impacto, sin embargo, pudo mantener el equilibrio en el último momento.

Al abrir sus ojos y querer revelar la pared contra la que había impactado, tragó hondo al percatarse que no era algo con lo que se había estrellado… sino alguien.

— ¡Discúlpeme, por favor! — exclamó severamente apenada, inclinando su cuerpo en un gesto de disculpa. Kami, sus nervios siempre le jugaban malas pasadas. ¡Qué vergüenza! ¿Y ahora cómo justificaría ese comportamiento?

Esperando por una respuesta, sus a perlados ojos vueltos todavía hacia el suelo, dieron con una pequeña copa de vino tirada sobre la grama. De ipso facto, su atención se dirigió hacia la blanca camisa de aquel desconocido, la cual yacía manchada por un líquido rojizo.

—D- dispénseme… ha sido un accidente— emitió con hilo de voz, al tiempo que acercaba su mano en un intento de remediar el incidente—. No sé en qué estaba pensando…

—No molestes— la apartó aquel sujeto tajante.

Hina se encogió ante su áspera actitud, y le fue imposible encontrar un poco de carácter para enfrentarlo, por lo que se vio precisada a adoptar el mismo gesto de exoneración de antes.

—Eres una bruta— repuso él con acidez—. Acaso consideras que la gente normal anda corriendo con los ojos cerrados, o eres un tipo de animal con esa habilidad desarrollada.

Sus mejillas se ruborizaron grabadamente al escucharlo hablar con ese desdén e ironía. Era cierto que se vio muy mal al dejarse atemorizar por la aterradora visión nocturna, y aún más, en salir corriendo con una visión nula de su camino, pero no se consideraba acreedora de esos duros comentarios.

—Lo s-siento mucho— intentó que su voz saliera serena, pero flaqueó al oír un irritado gruñido—.Lamento haberlo importunado por mi descuido… Prometo le pagaré por los daños que causé a su camisa— casi se mordió la lengua por la rapidez con que salieron sus palabras.

Él no hizo comentario alguno, pero el pesado sentir de su mirada fue suficiente para hacerle saber que no estaba satisfecho con sus disculpas. Inquieta por el tensionado mutismo que se acrecentaba, se aventuró a reincorporarse de su pasiva postura y alzar por primera vez su vista hacia aquel intransigente sujeto. Todos sus sentidos se crisparon al otear un par de ojos azabaches carbonizándola y unas severas facciones castigándola. En frente de ella no parecía encontrarse un hombre, sino un fiero demonio caudillo del odio y la antipatía. Presa otra vez de su miedo, sus pies accionaron solos y retrocedió unos pasos atrás.

Él pareció ver el temor reflejado en su mirada, y no tardó en pintar una ligera sonrisa en sus rectos labios.

— ¡Perdón!— replicó Hina de inmediato, temiendo que la situación se le escapará aún más de las manos—. No quise ob… Bueno, me refiero a que… es decir, me dio un poco de miedo…— sus palabras se atoraron en su garganta.

Éste hombre, sin dosificar un milímetro la gravedad de su fisionomía o la rigidez de su cuerpo, recobró la distancia retrocedida por ella, produciendo un sombrío sonido al sufrir la grama bajo sus pasos.

—La próxima vez que cometas el error de toparte conmigo, mocosa…— se acercó impetuosamente hacia su rostro, obligándola a mantenerle la mirada y a aguantar el bochorno que dominaba sus mejillas—. Sabrás realmente lo que es tenerle miedo a un demonio.

Hinata quedó petrificada. ¿Por qué le decía eso? La dureza de su voz era alarmante, y el significado de sus palabras más que aterrador. En ese instante deseó cerrar sus ojos y salir corriendo despavorida de ahí, pero ahora su cuerpo quedó presa en aquella carbonera mirada, mientras sus manos empezaban a dar primeras señales de espasmos.

¿Realmente… se encontraba frente a un demonio?

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Espero les haya gustado este capí! Comenten, please! B D. Habrá otro capítulo el próximo sábado.

Muy agradecida con Laaulyy, Lagui y Binge Eater por comentar en mi fic anterior "Not Alone". Por mala fortuna no pude terminarlo, pero gracias por sus ánimos y consejos.