[La bella durmiente]

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Adrien se sentía más y más tonto con el paso de los años, pero ahora él verdaderamente entendía el valor del dinero, así que no se quejaría por una o dos sesiones de fotos que tuviera que realizar de más. Aquel verano, Adrien utilizó las vacaciones para trabajar y poder hacer algo de dinero extra. Al principio,él se resistía a modelar para otro que no fuera su padre, pero pronto se dio cuenta de que su estatus de modelo consagrado en el negocio podía darle mejores trabajos.

Adrien se re acomodó la corbata y le sonrió a la cámara. Él aún recordaba las duras palabras de Gabriel Agreste el día que le dijo que planeaba irse de la casa, vivir solo, pagar sus propios gastos y, por consiguiente, hacer sus propias reglas. El principio fue duro, él no tenía mucho dinero para comenzar, y rápidamente se dio cuenta de que muchos de sus antiguos conocidos dejaban de frecuentarlo al ver que ya no contaba con el dinero de papá.

A pesar de todo, él nunca había sido tan feliz como en aquella época. Adrien empezó a estudiar en la universidad poco después de acabar las vacaciones de Navidad. Estaba más que claro que le había arruinado las fiestas a su padre con su sorpresivo anuncio, pero eso no le impidió conseguir una cómoda aunque muy pequeña habitación cerca del campus. El primero en quejarse fue Plagg, pero luego se acostumbró a la nueva situación.

Adrien había planeado dejar el modelaje en cuanto pusiera un pie fuera de su casa, pero rápidamente se dio cuenta de que los trabajos disponibles no pagaban igual de bien que una sesión. No le costó conseguir una nueva agencia, al parecer, muchos en la industria habían esperado por años a que Gabriel Agreste perdiera sus derechos de exclusividad, por lo que pudo ganar dinero al tiempo que continuaba con sus estudios.

— Creo que hemos terminado por hoy, señoras y señores — anunció el fotógrafo mientras hacía a un lado su cámara— me gusta trabajar contigo Adrien, no eres una diva y siempre acabo muy rápido, todo un profesional — opinó el fotógrafo mientras le palmeaba amigablemente el hombro.

Adrien agradeció el cumplido y se dio prisa a tomar el metro para llegar al café en frente de las oficinas de "Gabriel" en donde su papá solía almorzar cuando no tenía citas de negocios. Adrien no se explicaba porque querría hablar con él, pero a pesar de todo, los deseos de su padre aún eran atendidos como si se tratase de órdenes.

—Llegas tarde— dijo su padre a modo de saludo y sin despegar su mirada de su periódico.

— Por lo visto, ahora también haces publicidad para tiendas por departamentos — dijo Gabriel con cierto desprecio al ver la foto de su hijo en el diario.

—Trabajo es trabajo, ayuda a pagar las cuentas, y eso es todo lo que necesito—contestó Adrien encogiéndose de hombros, mientras se sentaba en la silla frente a él.

—Si esa es la forma en la que piensas ahora, entonces, creo que aceptaras mi oferta —comentó Gabriel haciendo su periódico a un lado.

—¿De qué se trata?

—Una campaña publicitaria completa, para la línea de invierno, y otra para la femenina.

—¿Cuánto?

— La propuesta la tiene tu agente, pero creo que te agradará, es mucho más de lo que debió pagarte la tienda por departamentos— dijo Gabriel Agreste con el mismo desdén.

Pese a lo incómodo del almuerzo, y a lo difícil que podía llegar a ser su padre, Adrien aceptó el trabajo, lo necesitaba si quería pagar su cuenta en la universidad y quedar libre de deuda al finalizar su carrera. Él llegó muy temprano al set el primer día de trabajo, lo alistaron y vistieron a una velocidad increíble, por lo que tuvo que esperar a que hicieran lo mismo con su compañera.

—¿Quiere una taza de café señor Agreste? — preguntó una de las asistentes. Adrien la recibió con una sonrisa, que solo dejó su rostro hasta que vio una de las escenas que sucedía cerca de allí.

—Soy tan torpe, no puedo creer que sea tan torpe— se quejó la modelo con quien compartiría la escena.

—Soy una torpe, rasgué el dobladillo del vestido con el tacón— le comentó la modelo a Adrien. De repente, la chica abrió los ojos de par, pues acababa de recordar quién era el papá de Adrien.

—Por favor no se lo cuentes al señor Gabriel, este trabajo es una gran oportunidad para mí— pidió desesperada.

— No te preocupes, lo tengo todo controlado— dijo una de las asistentes que se encontraba sentada en el piso, frente a la modelo. Adrien reparó por primera vez en ella, y se sorprendió alver a Marinette Dupain sosteniendo un diminuto costurero de bolsillo. La chica sacó un hilo de color similar al del vestido y lo cosió con gran habilidad.

—¡Está listo! — anunció Marinette alegremente.

—Oh gracias, gracias, gracias — dijo la modelo emocionada.

—Marinette Dupain sigue tal y como yo la recuerdo, siempre dispuesta a salvar el día— bromeó Adrien al tiempo que le dedicaba una sonrisa. Marinette levantó su mirada y se sonrojó.

—¿Ustedes se conocen? — preguntó la modela intrigada por lo que prometía ser un gran y jugoso chisme.

— Marinette fue mi compañera de escuela por cuatro años, aunque creo que nunca le simpaticé completamente, ella apenas me hablaba, y hoy ni siquiera quiso saludarme— le reprochó Adrien quien aún recordaba que tan nerviosa podría llegar a ser Marinette.

—Lo lamento... Yo... Tú estabas ocupado, pensé que no me recordabas— dijo la chica sonrojándose aún más y poniendo uno de sus mechones por detrás de su oreja.

— ¿Qué no te recordaba? — preguntó Adrien- pero si salimos de la escuela hace tan solo tres años.

Marinette volvió a sonrojarse, gesto que Adrien encontró completamente adorable. Ella estaba aún más linda de lo que recordaba, sus ojos azules estilizados, sus largas pestañas y sus labios sonrosados, que aunque se encontrarán pintados de rojo, seguían siendo igual de tentadores. Adrien estiró su mano para ayudar a levantarla, ella la tomo y se paró sin mayor dificultad, mientras que la modelo los miraba como queriendo memorizar una a una las escenas para no olvidar aquel maravilloso chisme.

La sesión de fotos comenzó y terminó sin mayores imprevistos, y ninguno de ellos fue ocasionado por culpa de Adrien. Nuevamente, a él no le costaba trabajo demostrar que era un profesional, desvío su mirada unas cuantas veces hacia Marinette, y tal y como solía hacerlo cuando tenía quince años.

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Aquella noche Adrien salió a hacer vigilancia con Ladybug. Su relación con había cambiado mucho con el paso del tiempo, para comenzar, su enamoramiento disminuyó bastante. Él sabía que esto se debía a que no conocía su identidad, aquello se había vuelto más y más importante para él, tenía la impresión de que nada sería completamente verdadero hasta que pudiera caminar con ella por la calle como una persona normal.

Adrien recordó un día hacía tres años, poco tiempo después de haber comenzado a vivir solo. Él se encontró con Chloe en la mitad de la calle, pero ella ni siquiera pareció conocerlo, es más, lo ignoró abiertamente. Adrien sabía que se debía a su dinero, o mejor dicho, a la falta de él. Era extraño, pero aquel incidente le hizo preguntarse qué clase de persona seria Ladybug en la vida real, ¿cómo reaccionaria la chica ante una circunstancias como aquella?. Lo cierto era que la vida real tenía sus altibajos, y la heroína solo conocía una faceta de su personalidad, una relación así no funcionaría.

A pesar de lo anterior, Adrien sentía que su amistad se había fortalecido, él podía confiarle muchas más confidencias que antes, cuando se encontraba demasiado ocupado tratando de conquistarla. Pero no todo era fácil, los enemigos habían cambiado, Papillon fue sustituido por otros.

— Buenas noches, mi Lady — la saludó Chat Noir al tiempo que se ponía junto a ella en una de las tantas azoteas que usaban para sus encuentros.

— Hola minino, ¿liso para trabajar?

— Como ordenes, bugaboo — dijo Chat sacando a relucir uno de sus peores apodos.

— Eres un tonto— río Ladybug.

—Puede ser, pero soy tu tonto— respondió el muchacho.

Los dos súper héroes pasaron un par de horas haciendo rondas, hasta que fue obvio para los dos que aquella noche No encontrarían problemas sobrenaturales de los que encargarse, por lo que decidieron sentarse en una terraza cerca de allí.

—Hoy me pasó algo muy extraño, Ladybug— dijo Adrien.

—¿Qué?

—Me encontré a una antigua amiga, siempre me gustó un poco, si no hubieses estado tu, habría salido con ella sin pensarlo— le narró Adrien. — a veces me arrepiento de no haberlo hecho.

—Sabes Chat, es curioso que me cuentes eso, yo también vi a una persona que solía gustarme mucho, para ser honesta, aún me gusta — confesó Ladybug — tengo que admitir que por un corto tiempo pensé que podrías ser tú, pero me pareció que era una coincidencia demasiado grande como para ser verdad.

—¿Quién era? — preguntó Chat Noir.

— Nada de nombres, minino, ya conoces las reglas.

—¿Tú también te arrepientes, Ladybug? — preguntó Adrien.

—Si, jamás sabré que habría pasado si hubiera tenido el valor suficiente. Por un largo tiempo, pensé que no lo volvería a ver – dijo la heroína casi melancólicamente.

—Yo también pensé que así sería, y creo que ahora me atrae aún más.

—Deberíamos hacer un trato—dijo Ladybug— yo le contaré todo, si tú también lo haces, o por lo menos, prometeremos acercarnos en menos de un mes ¿te parece bien? — preguntó.

—Es un trato— respondió Chat Noir con una sonrisa gatuna.

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Al día siguiente Adrien volvió al set con ánimos renovados. La sesión de fotos se llevaría a cabo en un antiguo palacete a las afueras de París, el perfecto escenario para comenzar a coquetear con ella, y no morir de vergüenza en el intento.

Marinette lo saludo, aunque de una manera más relajada de lo que nunca lo hubiese hecho, por su puesto, ella ya era una mujer, no una niña, y muchos de sus ademanes habían desaparecido. Marinette ayudó a la modelo a vestirse mientras que Adrien permanecía recostado contra el borde de una mesa, en tanto tomaba su café.

—Es hermoso, ¿No lo crees, Marinette? —preguntó Nicole, quien era la modelo.

—Claro que lo es, y a juzgar por los fruncidos y la pedrería, este vestido tiene horas de trabajo encima. El señor Agreste debió tardar meses en tenerlo completamente terminado— comentó Marinette. Adrien permaneció en silencio tomando su café mientras la veía moverse de aquí a allá, acomodando el vestido, y cortando hebras sueltas. Ella parecía una mariposa. De repente, Marinette tuvo que marcharse, por lo que Adrien se quedó solo con Nicole.

—Si es que vas a mirarle el trasero con semejante descaro, por lo menos deberías invitarla a tomar un café. Es lo mínimo que le debes. —Dijo la chica dirigiéndose a Adrien, quien por poco escupe su café.

—Yo no le estaba mirando el… espera un momento, este no es problema tuyo.

— Se lo estabas mirando, pero tranquilo, no importa, ella también te estaba mirando el tuyo— dijo Nicole. Adrien no contestó nada, pero le gustó escuchar aquello.

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Dos semanas después, Adrien no había terminado todos los comerciales y vallas publicitarias para la colección, ya que su papá agregó su aparición en unas cuantas revistas de moda, casi se sentía como en los viejos tiempos, pero la diferencia era que esta vez le pagaban, y mucho. Sin embargo, no había podido invitar a Marinette a salir, no era la primera vez que quería flirtear con alguien, es más hacía dos años había tenido la típica novia de primer año, la que como en todos los casos, terminó en desastre, pero las cosas con su antigua compañera de escuela eran diferentes, ella lo ponía más nervioso de los usual. Adrien ya era un adulto, no había razón para actuar de esa manera.

— Adrien — dijo Marinette quien tomó un par de boletos de su pizarra y se los entregó.

— ¿Qué es esto? — preguntó Adren retirando el vaso de café de su boca.

— ¿El señor Agreste no te dijo? — comenzó Marinette sorprendida — son unas invitaciones para el evento que se hará en Toulouse, estos son los tiquetes de avión y aquí están tus viáticos, debes firmar aquí para confirmar que has recibido todo— le indicó. Adrien se inclinó sobre la mesa para firmar la planilla que ella le puso en frente. Normalmente, le hubiera molestado que su papá dispusiera de su tiempo de aquella manera, pero aquella era la oportunidad perfecta.

— Marinette — comenzó Adrien — ¿quieres ir conmigo a esa gala? — preguntó el chico mientras le devolvía los papeles. Ella sonrió con emoción y abrazó la planilla contra su pecho, pero su felicidad murió tan rápido cómo nació.

— No puedo— dijo la chica — tengo que trabajar esa noche, soy una de las encargadas de ese evento, tendrás que ir con alguien más.

—¿Con alguien más? No lo creo, solo quería ir contigo — comentó despreocupadamente mientras le entregaba las hojas. Marinette sonrió y apretó con más fuerza la pizarra contra su pecho. Adrien no podía creer que hubiese tenido el valor de decir aquello.

— Lo lamento, pero puedo acomodarte en donde te quieras sentar, solo dime y lo haré.

— Bien, eso no compensa el rechazo del todo, pero me alegraría mucho que me pusieras muy lejos de mi papá, y de todo el bullicio, no quiero tener nada que ver con esa tontería— dijo Adrien.

—Lo tengo todo anotado, te podré junto al buffet —contestó Marinette mientras escribía en su pizarra con clip.

— ¡Perfecto! — exclamó Adrien — no podría haber lugar mejor.

— Y Adrien — agregó Marinette— eso no fue un rechazo.

Él sonrió ante la posibilidad de que ella dejara la puerta abierta a una nueva invitación.

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Adrien ya iba por su cuarto vaso de whiskey cuando Marinette se acercó a él. Ella se veía hermosa durante la noche de la gala, aunque ninguno de los dos había tenido mucho tiempo de hablar con el otro, en especial la chica, quien prácticamente se encontraba a cargo de la fiesta. Adrien presintió que ella debía ser buena en lo que hacía, ya que Nathalie jamás habría dado a una pasante tantas responsabilidades como las que tenía la muchacha en aquel momento.

Marinette se paseó frente a él con su vestido rosa de organza labrada, el que seguramente había confeccionado ella misma. Se veía como una visión, Adrien no podía dejar de preguntarse como se sentiría su piel debajo de todo aquello.

— Tu papá te está mirando — le advirtió Nicole quien llevaba una sonrisa fingida en los labios — ya se ha dado cuenta de que estás hasta el cuello de alcohol, así que si yo fuera tu, dejaría ese vaso en ese instante.

— Bah, a quien le importa lo que el grandioso Gabriel Agreste quiera, me dará trabajo de todas formas, le gusta mucho saber que tiene control sobre mi como para dejarme ir — dijo Adrien quien volvió a llevarse el vaso a los labios.

— Puede ser, pero si él lo desea puede arruinar tu carrera, y los dos sabemos que esa universidad tuya no se pagará sola, tienes que trabajar, a menos que quieras volver a pedirle dinero a papá — murmuró la modelo. Adrien hizo al lado el vaso sin pensarlo dos veces, y tomó uno de los bocadillos que ofrecían los meseros.

— Buen punto— dijo Adrien masticando su bilini con resentimiento.

Marinette se ubicó junto a Nathalie, mientras que parecía darle un informe de la noche. Adrien sonrió, él podía lidiar con la asistente en jefe, después de todo, había pasado toda su adolescencia con ella, si sabía como pedirlo, le dejaría un rato libre a la chica.

— Hola Nathalie, hola Marinette — saludó Adrien quien se acercó a ellas con ambas manos en los bolsillos.

— Oh, por todos los cielos — murmuró Nathalie al verlo — Marinette, consíguele algo de comer y sácalo de aquí hasta que se sienta mejor.

Adrien se sintió ofendido, pero no alcanzó a decir nada, ya que Marinette lo tomó del brazo y lo condujo hasta la entrada, antes de salir, le quitó una de las bandejas con bilinis a uno de los meseros.

— Voy a necesitar esto, por favor — se disculpó la chica. Marinette y Adrien se sentaron en una banca del parque del hotel en donde se llevaba a cabo el evento.

— Come esto— le indicó — ¿te encuentras bien? — preguntó la chica.

— No te preocupes, no bebí tanto — rió Adrien.

— No lo parece — respondió Marinette en tono de reproche.

— Me estás regañando.

— Supongo que sí, lo estoy haciendo.

— ¿Papá se dio cuenta? — preguntó Adrien quien quería una confirmación a las advertencias de Nicole

— Puedes estar seguro de que lo hizo. Es una suerte que me halla topado con Nicole antes de que…

— ¿Tu enviaste a Nicole a advertirme? — preguntó Adrien de repente, ante lo que Marinette se sonrojó.

— Sí, yo lo hice— admitió Marinette.

— ¿Por qué te da vergüenza admitir que me ayudaste? Esta es otra locura tuya, igual que todo el asunto de la bufanda — murmuró Adrien por lo bajo.

— ¿De qué estás hablando?

— De la bufanda que me diste cuando cumplí quince años— explicó Adrien sonriéndole descaradamente — ¿Qué? ¿pensaste que no me iba a enterar?

— Yo…

— Un día, cuando estábamos en último año, yo estaba enfermo y tu fuiste a mi casa a llevarme la tarea, Natalie respondió: "fue la chica que te regaló esa bufanda azul" cuando cayó en cuenta de que había cometido un error, ya había sido demasiado tarde. Ella tuvo que confesármelo todo — explicó Adrien— jamás te confronté porque pensé que tenías tus razones para mantenerlo en secreto, pero ahora me gustaría saber porque lo hiciste.

— Yo no quería que supieras que el señor Agreste no te la había comprado, sabía que te deprimirías— confesó Marinette mientras jugaba con el borde de su vestido.

— Oh Marinette… — suspiró Adrien dejando la frese inconclusa. — Aún no puedo creer que Nathalie halla hecho algo como eso, prácticamente robó tu diseño.

— Sí, pero ahora la entiendo, trabajar con el señor Agreste puede ser difícil— dijo Marinette — Además, ella es mi jefe, y ahora sé que es una bruja. — agregó, por lo que Adrien rió.

— Espero que ya te sientas mejor — dijo Gabriel Agreste quien había aparecido en el jardín de repente. Marinette levantó su rostro con la mirada cargada de preocupación

hacía su jefe, quien tan solo se veía molesto con su hijo.

— Estoy bien, estoy bien, por lo menos no hice el ridículo, que es lo que en verdad te importa — respondió Adrien de mala gana. Marinette palideció ligeramente al ver que Gabriel Agreste fruncía aún más en entrecejo, si es que ello era posible.

— señorita Dumolin

— Dupain — corrigió Adrien — ella no se llama Dumolin, su nombre es Marinette Dupain — dijo el muchacho, quien se sentía furioso, ya que sabía que en aquel gesto de su padre había algo profundamente arrogante.

— Dupain — comenzó nuevamente Gabriel — ¿sería tan amable de llevar a mi hijo a la habitación que usted y Nathalie le reservaron? — preguntó, pero era claro que aquello no era una sugerencia sino una orden. Gabriel Agreste estaba luchando con todas sus fuerzas por no gritar a su hijo en medio del parque.

— Sí señor — asintió Marinette quien tomó a Adrien del codo y lo arrastró asta el lobby del hotel.

— Marinette— agregó el diseñador— creo que ya nos has ayudado bastante por hoy, puedes irte a descansar — dijo Gabriel Agreste haciéndole entender que no quería volver a verla durante el trascurso de la noche.

— S- si señor. — murmuró Marinette.

— No entiendo porqué tenías que hacer algo como eso— murmuró Marinette, era la primera vez que Adrien la veía molesta con él.

— Él no tiene el mínimo respeto por nadie, solo quería hacerle entender que es un cretino.

— No me refiero a lo del nombre, Adrien, tu ni siquiera estás tan ebrio, tan solo un poco mareado, pero nada más ¿qué te pasa hoy? — preguntó la chica mientras se paraban en la recepción.

— Marinette, no sé si lo has notado, pero papá y yo no tenemos la mejor relación, cuando estábamos en la escuela, lo que más deseaba yo en todo el mundo era complacerlo a como diera lugar, siempre el perfecto, educado y obediente Adrien, pero resulta que aquello nunca sucedió, papá no es más cariñoso ni me trata peor ahora de lo que lo hacía en aquel entonces, la única diferencia es que ahora no me da un centavo, pero no importa, por lo menos puedo hacer lo que yo quiero — dijo. Adrien se sintió como si se hubiera quitado un peso de encima al decir aquellas palabras.

— Oh Adrien— suspiró Marinette tomando su mano — ven, debo llevarte a tu habitación, será mejor que duermas.

Adrien se dejó conducir hasta el cuarto piso. Marinette no estaba bromeando cuando dijo que trataría de conseguirle lo mejor de lo mejor, aquel cuarto era toda una suite, con un pequeño comedor, una sala de estar, cocina y una cómoda terraza. El cuarto quedaba en la habitación continua. Adrien miró la cama doble, allí cabrían los dos sin ningún problema, si es que pudiera convencerla de acompañarlo. En ese momento, el sonido del teléfono lo alertó, por lo que corrió a contestarlo, era una llamada de la recepción.

— Buenas noches señor Agreste— dijo la mujer al otro lado del auricular — tengo entendido que la señorita Marinette Dupain se encuentra con usted, ¿podría pasármela?

— ¿Ocurre algún problema?

— No, bien, en realidad si, la señorita Marinette dejó una maleta esta mañana en la bodega, confiábamos en que habría una cancelación o algún espacio libre, pero me temo que no ha sido posible encontrarle una habitación — dijo la chica. Marinette se encontraba parada junto a él, probablemente ya habría intuido el motivo de la llamada, ya que se veía preocupada.

— Esta suite en la que me encuentro es una reserva doble, ¿no es verdad?

— Sí señor

— Entonces, dígale al botones que traiga las maletas de Marinette hacía acá, nos acomodaremos como podamos.

— ¡Si señor! — exclamó la recepcionista quien se oía aliviada — muchas gracias por su colaboración.

— No hay de que — respondió Adrien.

— No tenías que hacer eso por mi — dijo Marinette preocupada.

— Y tu no tenías un sitio en donde dormir — contraataco Adrien — ¿tienes alguna explicación?

— Olvide hacer mi reserva — confesó Marinette completamente frustrada consigo misma — acomodé a todos y a cada uno de los invitados en diferentes hoteles de Toulouse, menos a mí. Cuando llegué aquí pensé que podría contar con alguna cancelación, pero ya ves.

— Es una suerte que estés aquí conmigo, habrías tenido que buscar un hostal o algo parecido a mitad de la madrugada, habría sido peligroso— dijo Adrien.

— Muchas gracias, no puedo decirte cuanto significa para mi lo que has hecho esta noche. — Marinette abrió el armario auxiliar, y tomó las mantas que tendió sobre el sofá.

— ¿Qué estás haciendo? — preguntó Adrien sorprendido.

— Voy a acostarme en el sofá— dijo Marinette como si fuera lo más obvio.

— No, no lo hagas — respondió Adrien — quiero que duermas conmigo.

— ¿Qué? — preguntó Marinette con el seño ligeramente fruncido — Adrien, no es que me desagrades, pero tu y yo ni siquiera hemos salido una sola vez, yo…

— No estoy sugiriendo que hagamos nada, solo quiero que duermas conmigo— insistió Adrien. Marinette miró hacía el suelo y se mordió el labio.

— ¿Sólo dormir? —preguntó Marinette.

— Solo dormir.

Adrien se cambió a una camisa sin mangas y el par de boxers que usaba para dormir. Después, se metió en la cama y se puso de espaldas a la puerta del baño en donde permanecía Marinette alistándose para la noche. Él cerró los ojos por un instante, con la esperanza de descansar por unos segundos, pero no despertó sino hasta después de varías horas. Adrien escuchó la respiración detrás de él y supo de inmediato que se trataba de ella, quien yacía a su lado.

Lentamente, él se dio la vuelta y se encontró frente a ella. Marinette se hallaba boca arriba, completamente dormida, casi como si hubiera tomado algún tipo de somnífero Adrien la miró con los ojos expectantes, se sentía culpable por aprovecharse de un momento tan intimo, en el que ella se encontraba prácticamente indefensa ante su escrutinio. Su camisón no era nada especial, ni mucho menos sensual, tan solo una sencilla bata de tiras de encaje pero le dejaba entrever cada rincón de su cuerpo. Marinette yacía con los labios entreabiertos y los bazos a cada lado de su cabeza, mientras que su cabello negro se esparcía por la almohada, Adrien hubiera deseado que fuera más largo para poder tocarlo sin riesgo de despertarla.

Muchas ideas cruzaron por su cabeza, cómo lo que diría Ladybug si se enterara de que hacía cosas como aquellas, pero el recuerdo más nítido fue aquel rumor que escuchó de que en el Japón habían hombres mayores que pagaban grandes sumas por dormir con mujeres a las que no podían tocar, tan solo podían permanecer justo al lado de ellas, viéndolas dormir. En aquel momento, ya no le pareció tan descabellado todo aquello, pues a pesar de su sentimiento de culpa, él también disfrutaba de ese pequeño momento de intimidad que le estaba robando a Marinette.

El pasado volvió a su memoria. Él había sospechado que Marinette era Ladybug, y aún no estaba seguro de que se encontrara completamente equivocado. Aunque su curiosidad era enorme, ya no sentía aquel deseo casi enfermizo de saber la verdad. Había llegado al punto en el que aquello no importaba, él necesitaba algo más, algo de fondo, algo real, algo como Marinette. Adrien estiró la mano, que fácil hubiera sido despertarla, llenarla de besos y pedirle que pasara con él la noche, después le daría la cita que ella pedía, le daría todas las citas del mundo si eso era lo que deseaba, tan solo a cambio de que se quedara a su lado.

— Tikki trasffff… — balbuceó Marinette. Adrien presintió que ella estaba soñando, pero no dejó de observarla.

— Despierta, Marinette, despierta — murmuró. Ella no abrió los ojos, ni siquiera se movió.

Adrien hubiera querido moverla un poco para ver cómo abría los ojos, pero no tuvo el valor para hacerlo. Ella se encontraba muy cansada por todo el ajetreo del día, además, él le había dado su palabra, le prometió que no pasaría nada y así sería. Tras un par de horas despierto, Adrien finalmente se durmió. Tuvo sueños incoherentes y bizarros. Soñó con brazos de mujer que lo envolvían en una caricia, con Ladybug quien saltaba por los tejados de París, sin dejar que pudiera alcanzarla mientras que su risa se colaba por sus oídos.

Cuando Adrien despertó, se encontró completamente solo en la habitación. Marinette se había marchado.


Hola a todos, estoy de vuelta con un nuevo long fic, no es tan largo en realidad solo van a ser como dos o tres capítulos lamento que no halla subido nada últimamente, diría que he estado muy ocupada pero no es verdad, fueron las vacaciones de navidad y me puse perezosa, después entré a trabajar… en fin, ahora que sí estoy ocupada es cuando realmente quiero escribir, a veces me parece que soy medio masoquista.

Sobre el fic, bueno… hace poco leí la Casa de las Bellas Durmientes de Yasunari Kawabata, tengo sentimientos encontrados respecto a él, me gusta mucho como escribe, la historia, todo es sencillamente precioso, pero no me deja de perturbar un poco la visión de la mujer que parecen tener todos los grandes escritores viejos, en especial los de los 50's… en fin no voy a hablar más de eso, ese es un tema que me daría para varías hojas. Sé que es algo tonto decir que me inspiré en una de las grandes obras de la literatura para escribir un fanfic raiting M de una serie para niños (eso sonó horrible en mi cabeza) pero no sé, me hubiera sentido como plagiando algo si no hubiera hecho referencia al libro. En fin, espero que les haya gustado nos leemos en la próxima.