Disclaimer: nada me pertenece


Josh bajó al salón. Llevaba una toalla al hombro con la que se secaba el pelo. Aidan estaba sentado en el sillón. De repente, frunció el ceño, como si algo oliese fatal.

―Otra vez ese olor.

―¿Qué pasa? Me he duchado.

―No. Es ese olor... a hombre lobo ―dijo mientras le miraba.

Josh bufó.

―Vaya, pues lo siento, ¿vale? Pero yo soy así. Lamento que seas tan perfecto y que huelas tan bien.

De repente, Josh enrojeció. Aidan sonrió de manera pícara.

―¿Huelo bien? Bueno, soy un vampiro.

―No he querido decir nada.

―Lo que tú digas.

Al día siguiente, los dos estaban en la cocina, cenando. Bueno sólo Josh, ya que Aidan no comía.

―Dime ―dijo Aidan, de repente ―. ¿Ahora huelo bien?

Josh rodó los ojos mientras dejaba el tenedor sobre la mesa.

―Está bien. Basta. ¿Quieres saberlo? Hueles bien. Hueles de puta madre, tío. Jamás había olido semejante aroma. Ojalá yo pudiese oler así. Pero no, sólo huelo a perro. Peor, cuando me ducho huelo a perro mojado.

―Vale, tranquilízate. No bromearé más. Cualquiera diría que ahora quieres besarme. O acostarte conmigo.

Se hizo el silencio y ambos amigos se miraron. Josh lo hacía de reojo, sin desmentir lo que Aidan había dicho. Y este parecía alarmado. De repente, los dos hablaron.

―¡No!

Y se levantaron y se fueron. Minutos después, se disponían a pasar la noche. Josh estaba cepillándose los dientes. De repente, Aidan entró.

―Vale, me ha parecido que querías tener algo conmigo.

―No seas idiota, Aidan. Jamás me acostaría contigo. Sólo he dicho que hueles bien y que me gusta tu olor. Nada más.

―Pues yo eso lo veo como una declaración de intenciones.

Entonces, Aidan se puso detrás de él. Muy cerca, casi como si lo rozase. Tanto que Josh podía sentir su gélida respiración en su cuello. Y eso lo estremecía. Aidan le olió el cuello. Entonces susurró algo a su oído, provocando que Josh cerrase los ojos.

―Tampoco es que tu olor me disguste, ¿sabes? Resulta ser algo... salvaje. Imprevisible. Peligroso.

Y entonces, Josh se dio la vuelta y rápidamente besó a Aidan. Este se apartó.

―¿Qué haces?

―¿Qué haces tú? ―preguntó Josh.

―Me has besado.

―Me has provocado.

Aidan se percató de que Josh tenía una erección. Entonces se lanzó a besarle en los labios. Más salvajemente. Lo cogió de las piernas y le ayudó a sentarse en la pila del lavabo mientras seguían besándose. Josh ayudaba a Aidan a quitarse la camiseta, aunque quizás debió ser por su condición lupina que más bien se la arrancó.

Aidan masajeaba la entrepierna de Josh. No sólo este utilizaba sus garras para arañar y desgarrar la espalda de Aidan, que se curaba enseguida, sino que este mordía literalmente los labios de Josh, provocando que sangrase.

Minutos después, ambos se encontraban tumbados sobre el suelo, desnudos. Josh tenía boca ensangrentada y había manchas de sangre por todo el baño.

―Creo... que tenemos que tener más cuidado la próxima vez ―dijo Josh.

―Cierto... Aunque me ha gustado ―confesó Aidan.

Los dos se miraron y se rieron.