El Pottererso pertenece a Rowling, así como todo lo que reconozcáis en esta historia y os suene a que lo dijo ella, bien en los libros, bien en entrevistas.


ADVERTENCIAS: Slash.


Entropía


SINOPSIS: La entropía es el desorden del Universo. Y, según el segundo principio de la termodinámica, tiende a aumentar. James no tiene ni idea de entropía ni de termodinámica, pero desde luego su vida se está enredando y convirtiendo en un caos que no sabe cómo remediar. Primero su novio y después la caja...


Capítulo 1: Asuntos de trabajo

You know the one thing you're fighting to hold
will be the one thing you've got to let go.
And when you feel the war cannot be won,
you're gonna die to try what can't be done.
You're gonna say, say out that you don't care.
Now, is there nothing like that inside of you anywhere?
MuteMath-Spotlight (Twilight Mix)

Cuando despierta esa fatídica mañana de abril, James Sirius Potter aún no tiene la menor idea de que el rumbo que va a tomar su vida se asemejará mucho a una montaña rusa muggle.

Como los últimos casi diez años (que se dice pronto), la imagen que lo recibe al abrir los ojos es la de la espalda desnuda de su novio, que disfruta de sus últimos minutos de sueño antes de que suene el despertador, respirando lenta y acompasadamente. Y James, que hoy se ha levantado juguetón, lo abraza por detrás y dirige sus manos al punto justo que sabe que despertará a Elijah.

—Pero ¿qué…?—exclama él, alarmado. Entonces descubre que lo que lo ha despertado ha sido la mano de James donde no debía. Coge todo el aire que puede, dispuesto a mantenerse frío y hacer gala de esa serenidad e indiferencia que son impensables para cualquier Gryffindor, y aún más para James—. Suéltame. No me apetece.

—Sí, ya lo veo—replica él en su oído. A Elijah se le pone el vello de punta al sentir su cálido aliento en la oreja, y detesta a James por conseguir que su cuerpo contradiga sus palabras, de nuevo. Y él se da cuenta, claro que sí, y justo entonces el condenado hace que sus manos vuelvan a una posición inocente. Sin saber exactamente para qué, Elijah se vuelve hacia él, con los ojos grises mostrando la ligera frustración que siente—. Si no quieres, nada—agrega James—. No voy a ser yo quien te obligue… ¿Desayunamos?

Odiándolo profundamente por ser capaz de anular su voluntad con tanta facilidad, Elijah aparta las sábanas y se sienta sobre las piernas de James.

—No—responde—. No desayunamos—y que conste que es James el que se lo ha buscado. Elijah se inclina para besarlo, dedicándole un mordisco en el labio inferior para que sepa que ser tan revoltoso tiene consecuencias. James libera sus piernas sin excesiva dificultad y las flexiona mientras rodea a Elijah con los brazos para acercarlo aún más hacia él, el brillo travieso de sus ojos más intenso que nunca.

Apenas se escucha algo más que gemidos que chocan, suspiros que se mezclan y besos que se quedan grabados a fuego en la piel. James mordisquea el cuello de Elijah mientras se deja hacer, como si quisiera comérselo; bueno, en realidad, el joven quiere comerse a su novio, para que así no sea de nadie más que suyo. Y lo único que le impide hacerlo es la certeza de que haría daño a Elijah. De modo que se limita a saborearlo, como un helado que no quiere terminarse para disfrutarlo eternamente.

Sin embargo, un empujón más fuerte de lo normal hace que James se distraiga de su cometido, comprendiendo al oír su gruñido que Elijah requiere su atención. De modo que deja su cuello en paz y clava los ojos en esos iris grises que hacen que se olvide del resto del mundo. Elijah lo besa, y apenas unos momentos más tarde se termina, para los dos. James sonríe y enreda los dedos en el pelo de Elijah, con el rostro tan sonrojado como el de él. Por su parte, su novio se despega un poco de él para respirar hondo, porque está acaloradísmo. Y eso que aún están en abril.

—¿Y ahora?—inquiere James, recordando la conversación (o algo por el estilo) que estaban manteniendo antes de acalorarse—. ¿Desayunamos?

Elijah no puede evitar echarse a reír.

Una vez vuelven a tener sensaciones térmicas acordes a la época del año en que están, se duchan, se visten y, al fin, desayunan. James devora las galletitas que le mandó su tía Angelina el otro día, mientras lee la sección de deportes de El Profeta. Elijah, por su parte, repasa y agrega los últimos retoques al artículo que le han pedido.

—Mm… James—lo llama cuando se termina el café y juzga que su escrito es presentable. Él lo mira con la boca llena y los carrillos hinchados—. Merlín, trágate eso—ordena con cierto desagrado.

James obedece, no sin dificultad. Tras unos minutos, consigue despejarse la boca, ayudando a que la comida pase con dos vasos de zumo.

—¿Qué?—inquiere.

—Estamos a veinte de abril—James se encoge de hombros, en un gesto que claramente significa ¿Y qué?—. El veinticuatro es nuestro aniversario—aclara Elijah con fastidio, al ver que James no se ha dado cuenta. Su novio es un encanto, no lo niega, pero nunca se acuerda de ninguna fecha importante, salvo la de su cumpleaños. De no ser por él, no sabría ni en qué día vive.

—¡Ah!—exclama—. Guay. Podemos salir por ahí o algo—sugiere.

—O hacer una cena en casa—replica Elijah. Entonces se le ocurre mirar el reloj—. Porras, llego tarde, y hoy es cuando venía la niña de diez años… Bueno, hablamos por la noche, ¿vale?—James asiente y lo ve coger sus cosas y salir rápidamente del piso—. ¡Hasta luego!—se despide antes de cerrar la puerta.

James termina de desayunar y friega los vasos, los platos y los cubiertos con calma; por la noche le tocará a Elijah, y además él entra a trabajar después. En realidad, la jornada de su novio empieza en veinte minutos, pero él siempre se empeña en estar antes por si surge algún imprevisto.

Pese a que ni uno ni otro tenía la menor idea de a qué dedicarse tras salir de Hogwarts, con el tiempo terminaron por descubrirlo.

Bueno; en realidad, Elijah no descubrió su vocación. Más bien la vocación lo descubrió a él. Apenas unos meses después de salir del colegio, recibió una maldición que lo dejó parapléjico en una serie de circunstancias que no son relevantes en nuestra historia. Tras demostrar que puede ser tan terco como James durante su rehabilitación y conseguir volver a caminar, decidió que quería ayudar a la gente que estuviera pasando por lo que pasó él, y tras un montón de cursos y prácticas acabó siendo sanador en San Mungo, ayudando a los minusválidos a dejar de serlo en la medida de lo posible, porque por desgracia no todos tienen la suerte que tuvo él de recuperar la movilidad al completo.

James, por su parte, tardó algo más en encontrar su lugar en el mundo laboral. Probó en el Ministerio, pero era muy aburrido; probó en la tienda del tío George, pero resultó ser menos divertido de lo que uno pensaría a priori; probó a intentar ingresar en algún equipo de quidditch, pero tenía que aguantar que lo comparasen con la archifamosa cazadora Ginny Weasley, que para más inri es su propia madre. Tras probar muchas cosas más, incluidos varios trabajos muggles, un conocido le sugirió intentarlo en la empresa Nimbus, que fabrica escobas. A James le gustó, porque era un trabajo que exigía iniciativa y creatividad para introducir mejoras en las escobas; no obstante, lo que realmente lo convenció fue su jefe con sus palabras de bienvenida: "Si crees que te vamos a regalar el sueldo porque tu padre se cargase a un mago tenebroso y tu madre fuera buena en quidditch, vete por donde has venido, porque aquí tu apellido nos importa tanto como el color de tus ojos". Que resultó ser justo lo que James iba buscando, y por eso lleva casi seis años ahí, trabajando duro y ascendiendo por sí mismo y no por su familia.

El muchacho coge sus cosas y sale de la casa, no sin antes detenerse en el espejo del pasillo e intentar (obviamente, en vano) peinarse. En estos momentos le gustaría parecerse un poco más a su madre; tiene la cabeza llena de remolinos y parece que se pasa la vida recién levantado. Resignado, cierra la puerta y se desaparece.

Se materializa en el vestíbulo de la empresa, saluda a Sarah, la joven que está tras el mostrador de atención al cliente, y sonríe divertido cuando descubre una caída de pestañas en los ojos de su compañera. Pese a que todo el mundo mágico conoce su orientación sexual y Elijah ha ido varias veces para verlo o a llevarle algo que se le ha olvidado en casa, la muchacha sigue sin querer darse cuenta de que debería cambiarse de sexo para tener una oportunidad, por ínfima que fuese, de tener algo con James (y tampoco es como si James la ignorase; que es bastante entretenido dar esperanzas a la muchacha).

Sin embargo, cuando entra en su oficina, la encuentra ocupada. Rick, el director de su departamento, lo saluda efusivamente y le pide que se siente.

Al principio, Rick lo trataba con más dureza que al resto de empleados, llamándolo "niño mimado". James creyó que le tenía manía hasta que cayó en la cuenta de que lo hacía para evitar que se creyera superior al resto por ser hijo de quien es. Bastaron unos meses para que James demostrase que era tan igual como los demás, y de ahí hasta ahora su relación ha mejorado bastante. Y el apelativo ha pasado de ser despectivo a cariñoso.

—¿Qué pasa?—pregunta James. Entonces entorna los ojos con sospecha—. No irás a despedirme, y me has hecho sentarme para que no me caiga, ¿no?

Rick se echa a reír.

—No, para nada—replica—. No; resulta que Alfred se nos jubila—James arquea las cejas, sorprendido. Alfred es el encargado de su sección, un hombre algo mayor, pero… ¿tanto como para jubilarse?—. Le han diagnosticado una enfermedad un tanto fastidiosa—explica Rick—, y aunque la lleva bien, para cuando se recupere ya no estará en edad de trabajar, así que ha decidido quitarse ya de en medio.

—Oh, lo siento por él—comenta James—. Bueno, si se va a recuperar está bien, pero aun así… ¿Y esto a qué viene?—inquiere entonces, cayendo en la cuenta de que lo que está contando no tiene nada que ver con él.

—Aquí viene la buena noticia—explica Rick—. Hemos estado hablando y hemos decidido que eres el mejor candidato para ser tú encargado de sección.

James se queda boquiabierto.

—¿Qué? ¿Yo?

—Bueno, llevas bastante tiempo aquí y sabes cómo funciona esto, y hasta ahora la única queja que podemos tener de ti es que tus dietas nos cuestan el triple que las de los demás… así que sí. Y como te niegues se enfadarán contigo, y yo el primero… así que ¿qué dice el niño mimado?

—Viendo que no puedo negarme…—James se encoge de hombros.

—Pues ya está todo dicho. Ahora, ya puedes levantarte y pasarte por mi despacho para ver el contrato—James se levanta y ambos salen de la oficina, recorriendo la planta—. A grandes rasgos, el sueldo, que es lo que más te interesará, supongo, viene a ser casi el doble del que tienes ahora…

James sonríe, preguntándose qué hará él con tanto dinero. Se propone ahorrarlo para ir de viaje con Elijah a algún lado.


A diferencia de James, Elijah no está teniendo hoy su mejor día precisamente.

La niña a la que tenía que ver, Annie, nunca va a poder volver a caminar. Lo único que se puede intentar es que al menos recupere la movilidad de los brazos. Desde el accidente que sufrió con dieciocho años, Elijah odia los coches, y ahora aún más; sobre todo, cuando no se conducen con cuidado. Ahora hay una niña a la que explicar que nunca volverá a corretear por ahí.

Se lo dice a sus padres con la mayor suavidad posible. Como esperaba, la madre se echa a llorar y el padre lo mira con odio, como si la culpa fuera suya y de nadie más. Elijah rememora a la sanadora que le comunicó a él que se había quedado parapléjico y deja de detestarla tanto; seguro que ella lo pasó tan mal al decírselo como él ahora. No obstante, después de varios minutos, el matrimonio se recompone un poco y acepta que trabaje con la pequeña para, al menos, ayudarla a poder utilizar las manos.

De modo que Elijah entra en la habitación, donde la niña observa el techo con curiosidad. Es muy bonita, con el cabello castaño claro cayendo en bucles a ambos lados de su rostro regordete y unos ojos pequeños, oscuros y profundos.

—Hola—la saluda.

Annie aparta la vista de las alturas y lo mira.

—Hola—responde—. Tú eres el que ha estado aquí antes, ¿verdad?—el accidente la ha dejado un poco confundida, y le cuesta retener algunos sucesos. Elijah asiente—. ¿Me vas a ayudar a andar? Eso es lo que ha dicho mi madre.

Elijah intenta mantener la expresión serena.

—De momento, vamos a ver cómo les va a tus brazos, y luego veremos qué tal.

—Vale—Annie sonríe—. Es un rollo, porque mi madre tiene que darme la comida igual que a mi hermana. ¿Qué tengo que hacer?

Elijah no puede evitar sentir admiración por esa niña. Tan pequeña y con tantas ganas de superarse. A lo mejor, piensa, si su recuperación es razonablemente rápida y con unos cuantos hechizos podrá apañárselas bien en septiembre, cuando vaya a Hogwarts.

De modo que se acerca a ella para comenzar con los ejercicios, sintiendo un extraño desasosiego al pensar en cómo se tomará la noticia de que sus piernas ya no sirven para nada. Casi se alegra de que comunicárselo sea una misión de sus padres y no suya.

No obstante, cuando termina la sesión porque Annie está agotada, Elijah está convencido de que es lo suficientemente fuerte para aguantar lo que le echen. Sobre todo por los comentarios que hace sobre cómo podría apañárselas hasta que, según ella, logre volver a andar. El joven tiene que admitir que la niña es bastante ingeniosa.

Sale de la habitación y cierra la puerta para dejar de ver al matrimonio arrullando a Annie para que se duerma, mientras ella protesta porque ya está demasiado grande como para que sigan cantándole nanas. Elijah contiene la risa, más animado de lo que estaba hace un par de horas.


Para su decepción, cuando James llega a casa después del trabajo, Elijah aún no está ahí. Algo enfurruñado, porque él quería hablarle de su ascenso y de que ya ha decidido que el destino de sus vacaciones será Rumania (porque siempre ha querido ver un dragón, han ido absolutamente todos sus primos y su madre nunca ha tenido la decencia de llevarlos a él, a Al y a Lily porque considera que es muy peligroso), se entretiene comiéndose las galletas que no se ha terminado durante el desayuno y leyendo las cartas que han llegado mientras él estaba fuera: una de Lily comentándole lo maravillosamente bien que está con Scorpius, otra de Louis sugiriéndole que pase por su casa porque últimamente no lo ve, la reglamentaria de sus padres preguntándole cómo va todo… no obstante, la que más llama la atención de James es la de su hermano Albus:

Querido James:

¿Cómo estás? Mamá últimamente dice que estás perdido, aunque ya sabes que desde que decidiste no dedicarte al quidditch está un poco molesta… En fin, cosas suyas. Papá está muy ocupado capturando a los que la estuvieron liando estos meses pasados; ya sabes, los asesinatos y eso. Como dimitieron un montón de aurores, los que quedan están muy estresados. Y hablando de ello, Rose está muy contenta porque las cosas con Lorcan están mejorando.

Vale, y ahora tengo que decirte por qué te escribo. No es para que veas cómo estamos todos, porque supongo que los demás te escribirán… Bueno, el caso. Sé que te vas a reír cuando lo leas. Creo que por eso te he escrito una carta en vez de contártelo directamente. Verás; desde que murió su hermano, Naira está un poco rara. Al principio pensaba que era sólo porque estaba triste, pero el otro día me contó que me había engañado.

Sé que te estás riendo.

Sí, James se está riendo. A carcajadas. Empieza otra galleta y continúa leyendo la carta de Al:

Pues te vas a reír más cuando te cuente el resto. Me ha engañado con Alison Prewett. Sí, Jamie, una tía. No sé si romper con ella o pedirle que se líe con la otra mientras yo miro… que tampoco es mala idea. Pero en serio… ¿cómo Naira puede ser lesbiana? Si es que lo es… Es decir; en el colegio tú te liabas con tías y eres gay, ella también puede liarse con tías y ser hetero, ¿no? ¿Qué hago? ¿La dejo, o espero a que decida qué diablos le gusta?

Cuando me veas te vas a reír hasta que te ahogues. No te creas que no lo sé. Pero también sé que eres el único que no va a ir con el cotilleo a toda la familia.

Con cariño,

Albus

PD: Dale recuerdos a Elijah de mi parte.

James no se ríe más porque corre riesgo de asfixia. Pero no es para menos. La idea de que Al tenga cuernos es rematadamente divertida. Aunque siente algo de lástima por su hermano; Albus quiere mucho a Naira y no es justo que ella lo engañe… pero James no cree que la muchacha sea lesbiana. No sabe por qué, pero esa posibilidad no le parece probable.

Escucha la puerta del piso y dobla la carta antes de metérsela en el bolsillo; no cree que a Al le haga mucha gracia que Elijah se entere. El joven entra en el salón con cara de pocos amigos y se deja caer junto a James en el sofá.

—Quiero morirme—murmura—. He estado con una niña que no va a andar nunca.

—Vaya, lo siento—replica James de corazón—. Pero no es tu culpa; lo sabes, ¿verdad?

Elijah asiente y apoya la cabeza en su hombro.

—Aunque al mismo tiempo… James, esa niña es increíble. No tienes idea de lo que se ha esforzado hoy—comenta Elijah—. Deberías haberla visto.

James sonríe. Nunca ha comprendido por qué a su novio le gusta tanto ese trabajo que muchas veces conlleva desengaños como el de hoy. Pero supone que Elijah valora más los logros que consiguen las personas con las que trabaja de esa manera; aún recuerda lo contento que vino hace tres meses cuando logró que una mujer que había pasado tanto tiempo en coma que tenía los miembros anquilosados le dedicó uno de sus primeros movimientos coordinados abrazándolo en agradecimiento por haberla ayudado.

—Por cierto, tengo una buena noticia—comenta. Aún apoyado en su hombro, Elijah lo mira—. Me han ascendido a encargado de mi sección.

Elijah sonríe.

—Vaya, eso está bien… ¿A cuántos puedes mandar ahora?

—A unos cuarenta—responde James—. Y voy a tener hasta secretaria… me dan ganas de pasarme los días con los pies en la mesa, sin hacer nada. Lo malo es que Rick no tardaría ni una semana en echarme—comenta con fingida desilusión.

—Bueno, pues ya tenemos dos cosas que celebrar el sábado—comenta Elijah—. El aniversario y tu ascenso.

—Mm—James se muerde el labio. Sabe que lo que tiene que decir a continuación no va a ser del agrado de su novio—. Oye, Elijah, respecto a eso… verás, el sábado tengo la primera reunión como encargado de sección y como éstos del negocio de las escobas son tan pijos… pues… el caso es que tengo que pasar el día en un chalé de Blackpool.

Elijah encaja el golpe más o menos bien.

—Bueno, si quieres yo lo preparo todo y cenamos cuando vuelvas—sugiere. Al ver que James va a protestar, agrega rápidamente—: No pasa nada. Todas las mañanas te toca fregar los platos; por una vez que yo me esfuerce no creo que se me rompa ningún hueso.

James ríe.

—Entonces, vale.


Notas de la autora: Vale... No sé si será de vuestro agrado, pero este fic me está costando sudor, lágrimas y... sangre no, de momento. Más que nada, porque al principio tenía sólo la trama sentimental, y ahora se me han ocurrido tantas cosas que no sé cómo meterlas. En fin. La trama no-amorosa aparecerá dentro de unos capítulos, sólo para que lo sepáis.

Otra cosa: el segundo principio de la termodinámica no es exactamente así, pero es que la palabra entropía me encanta desde la primera vez que la oí y encaja perfectamente con lo que le espera al pobre James.

Se aceptan reviews, críticas, tomatazos y sugerencias. Y se agradecen mucho más que el que añadáis la historia a favoritos.