Disclaimer: Katekyo Hitman Reborn! pertenece a Akira Amano.
Claim: Nuts/Uri; 2759 + un Bonus Vouyerista. (El orden de los factores no altera el producto).
Advertencias: Está raro, y es un drabble corto ºoº.
Notas: Para Lexy D Miyu quien me lo pidió en un meme.
Era normal que Uri se le arrimara a Nuts. Siempre.
Cada vez que dejaban libres a sus animales de cajas, estiraban sus patitas y cada uno arrancaba a hacer su mundo. Era una libertad que les otorgaba el extenso terreno de propiedad Vongola, que a sus veinte años Tsuna era el dueño al ser el Capo.
Y en cada ocasión, el gato con las llamas de Tormenta perseguía a donde fuese Nuts, tímido y despistado como su amo, se había acostumbrado de a poco la constante presencia de Uri. Acostumbrarse al punto en que al pequeño león del Cielo le gustaban los mimos del gato; morderle suavemente la oreja, juguetear con su cola o simplemente acurrucarse a su lado cuando la temperatura descendía.
Reborn, con su gran habilidad de observador, siempre tomaba nota a lo lejos del comportamiento del par. Que no eran nada más que el verdadero reflejo de sus dueños.
Lo realmente divertido e interesante para él fue cuando Nuts había comenzado a corresponder los felinos mimos.
Con un brillo de victoria en los ojos, cámara fotográfica en mano, no perdía de vista los movimientos de ambos.
Nuts se acercaba tímidamente a Uri.
Nuts jugaba con sus patitas.
Nuts era el que aseaba con su lengua el pelaje de Uri.
El gatito se dejaba hacer, y como podía correspondía en su momento.
Y si no fueran gato y león, Reborn juraría que las vueltas en círculo que hacía Nuts alrededor de Uri eran de cortejo. Por supuesto que no que ese momento épico se quedara en el olvido: sin flash y de un solo movimiento ya los tenía inmortalizados en incontables fotografías.
Planeó esa misma noche ir a mostrárselas a Tsuna. Esa iba a ser una más de sus jugadas para avergonzar a su pupilo.
Sólo que esa vez no pudo llevar a cabo su plan.
Porque nada más al dar un salto hacia la ventana, estando lo suficientemente cerca para escuchar los escandalosos ruidos y gemidos que provenían del dormitorio del Jefe. Y el Arcobaleno sabía exactamente de quienes se trataban.
Reborn sonrió más ampliamente, mirando de reojo como los animales estaban durmiendo más juntos de lo habitual. Guardó sus fotos en su chaqueta y sacó de nuevo su cámara fotográfica.
Allí tendría un material mucho mejor con el que torturar a su alumno (por fin con hormonas) al día siguiente.
