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Mar de leche agria

Un fanfic de Jeffrey Rutsch
Traducción de Miguel García

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--Nabiki, pásamela, o...

--¿O qué? ¿Me vas a matar? ¿De dónde sacarías más "teriyaki",
en ese caso?

Era difícil seguir tan suelta de cuerpo. No solo porque Ranma...
y Akane también, fueran gente con sus buenos años de artes
marciales en el cuerpo..., sino la manera en que miraban. Cuando él
me decía que me iba a matar, de verdad sonaba como diciéndolo con
toda intención.

--¡Tenemos la plata!

--Se la puedo vender a cualquiera por lo mismo.

--¡Pero somos de la familia!

--La familia que trafica unida, sigue unida, ¿eh? Bueno, ya debes
saber que yo no dejo que la parentela interfiera con el lucro.

--¡Nabiki, si quieres te pagamos más!

--No, gracias.

Ranma y Akane parecían desesperados. Akane me sujetó y me
miró directo a los ojos.

--Nabiki..., la NECESITO. Los... los dos la NECESITAMOS.

--Haberlo pensado antes.

Era a Ranma al que más le tenía puesto el ojo. Yo quería llevar
las cosas lo más lejos posible sin sumir a Ranma en una enajenación
de furia. Y por lo visto, ya no me era posible seguir presionando
mucho.

--Bueno... Yo creo que hay un servicio que me podrían hacer...

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Akane, desnuda, lloraba más fuerte de lo que yo jamás la hubiera
visto llorar, o, mejor dicho, más de lo que jamás yo hubiera visto
llorar a nadie. Ranma-chan, vestida con lo mismo que Akane,
trataba de consolarla. Pero no parecía mucho más contenta que
Akane.

--No lo puedo creer... Nunca en mi vida me sentí tan... usada.
Tan poca cosa --sollozaba Akane. De verdad que daba lástima.

--Vayan acostumbrándose, señoritas. Se vienen más. Tengan.

Me metí una mano a la chaqueta, saqué una bolsita y se la tiré a Ranma
con toda calma. Costaba creerlo...; la última ronda de fotos había
hecho parecer las imágenes de Akane vestida de gi y Ranma-chan
en ropa interior como cosa recatada. No pude menos que reírme.
Me imagino que podía entender por qué se sentían tan mal, pero,
apenas les tiré la bolsita, los dos se olvidaron de todas las penas
y partieron raudos.

--No la usen toda de una vez. ¡Hasta la próxima!

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Kuno es mi papanatas favorito. A saber, es estrafalario, rico y
crédulo, a un grado muy explotable. Me era posible --y muchas
veces lo hice-- robarle hasta las cejas. Pero esta vez yo no
buscaba plata.

--Hola, Kuno-baby.

Kuno pareció algo irritado por el apelativo, razón por la cual le
digo así, pero puso rápidamente su cara más agradable.

--Hola, Nabiki. ¿Cómo se halla tu hermana, Akane Tendo?

--Justo de eso te iba a hablar.

--¡¿Más fotografías?! --dijo Kuno en una voz ávida, aunque baja.

--Eso. De ella y de la chica de la trenza. Créeme, estas están
para quitar el hipo. Ten, te dejo verlas gratis.

Le pasé a Kuno unas diez fotos.

Kuno no sabía ni qué hacer con las fotos, al menos al principio.
Cuando por fin recuperó la coherencia, me miró con ojos de delite.

--¡Increíble! ¿Las dos... juntas? Sin duda anhelando estar con mi
persona.

--No se me ocurre otra razón. ¿Y? ¿Te interesa comprar las fotos?

--¡¡¡Sí!!! ¡¿Cuánto?! --Ya no trataba de reservarse el entusiasmo.

Puse mi cara de póker más inmutable.

--Quinientos mil yenes.

--¿Quinientos mil yenes?

--Así es. Por cada una.

--¡Los mismísimos cielos llorarían con semejante precio!

--Me imagino que no las quieres, entonces.

Kuno puso cara de tristeza.

--Ni la magna hacienda Kuno es capaz de sufragar un precio
semejante. Pero quedo eternamente agradecido de que me hayas
mostrado estas fotos.

Justo lo que me esperaba, ningún pago. Cero problema. Kuno
continuaba casi comiéndose las fotos con los ojos.

--Espérate..., hay algo que se puede hacer. Y, ¿sabes qué?, te
puedo ofrecer dos rollos más, porque me caes bien.

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««»»

--¿Qué? ¿Qué quieres? --preguntó Kamiko.

Estábamos en el bosque. Hasta donde ella sabía, estábamos
solas.

--Nada más quería hablar de... negocios --dije--. Veo que te
ha ido bastante bien en el colegio.

--¡Porque no cobro veinte por ciento de interés diario! ¡¿Qué, me
pediste que viniera para taparme de elogios?!

--No, no es eso. Te llamé aquí para exigir que me pases todos
tus negocios a mí.

--¡Ni loca!

--¿Segura? --le pregunté, dándole la mirada más atemorizante
posible. Iba a ser muchísimo más conveniente que cediera por las
buenas.

--¡Por supuesto! ¡No pienso dar...!

Ni siquiera la dejé terminar la oración. Para qué estarme
arriesgando.

--Kuno, creo que ya sabes qué hacer. --Le pasé a Kuno, que
apareció de detrás de un árbol, el segundo álbum de fotografías, y
me dispuse a irme.

--¿Kuno? ¿Qué haces aquí? --La chica tenía un terror bien
justificado en la voz.

--¡Atrás, mujer corrupta!

Muy poco después, ella empezó a gritar. Y tampoco tardó mucho
en dejar de gritar. No me volví a mirar.

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««»»

--Ah, ¡hola, Nabiki!

--¡Hola, hermana!

--Te veo de muy buen humor.

--¿Qué puedo decir? Tuve un buen día.

--¿Sí? Qué bueno. En fin, más vale que te avise... Ranma y Akane
parecen estar resfriados. Durmieron hasta hace poco, pero ya
están en pie.

Los síntomas de resfrío de los que hablaba Kasumi eran, obviamente,
síntomas de abstinencia de un adicto de grado medio- bajo. Bien...,
pero mejor ponía cuidado. La gente que sufre de abstinencia puede
ser tan impredecible.

--¿Dónde están, Kasumi?

--Pues, ¡están los dos en el cuarto de Akane! --dijo Kasumi con
una sonrisa.

Le da tanto gusto a Kasumi ver juntos a esos dos. Pero bueno,
si mis planes fructificaban, Kasumi iba a quedar alucinada de
contenta. Fui al cuarto de Akane.

--Hola, chicos, ¿qué cuentan?

Ranma y Akane tenían un aspecto horrible. Como si hubieran tenido
un resfrío, como dijo Kasumi, pero el peor resfrío de sus vidas.

--¡Nos falta más, Nabiki! ¡No nos vengas con cagadas! ¡Todavía
tenemos la plata!

Sonreí:

--¡No sean tontitos! ¡Se las doy gratis!

Saqué una bolsa más grande que todas las demás.

--Eso sí, les pediría una cosita...

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Díganme ingenua. Pero era fácil rehusar la plata de Ranma y de
Akane..., sobre todo siendo tan insignificante en comparación a lo
que iba a ganar con los ex negocios de Kamiko. Y siempre he querido
que los dos se entiendan. Miré a Ranma y a Akane. Parecían
pensativos, y apenas un tanto drogados..., muy posiblemente
tratando de reducir las dosis para luego dejarla. Que la dejaran...
Con los negativos de la sesión de fotos, podía extorsionarlos por el
resto de sus vidas.

--Kasumi, esta comida tiene muy buena cara --elogió mi papi a
Kasumi.

--Gracias, papá. --Kasumi se sentó. Esa era la señal.

--Ehh... --empezó Ranma, y se interrumpió.

No tenía para qué decir nada, y, en realidad, no había qué decir.
Él y Akane se empezaron a desvestir, ahí mismo delante de todos.

--Ehh --dijo el señor Saotome, atónito.

Y bueno, ¿quién lo podía culpar? Yo también lo hubiera estado,
de no haber sabido lo que uno es capaz de hacer por la adicción a
la heroína. A juzgar por la experiencia de terceros, desde luego.

Después de que Kasumi me sacó de la sala, pensé en lo que
había hecho. ¿Y saben?, tanto tiempo y los dos jamás admitían lo
que sentían mutuamente, nunca se llevaban bien más que unos
segundos seguidos. Y ahora, gracias a mí, se llevaban muy bien.
Yo termino cientos de miles --tal vez millones-- de yenes más rica,
y Kuno queda con fotos de las dos chicas que nunca tendrá más
que en sus deseos.

Todos felices.

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««««««««««««««««««««««««««««««»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»

¡Hola!

¡Gracias por leer!

Pues, humm...

Charles Lewis me dio la idea hace un tiempo, de Ranma y Akane
convertidos en una pareja de drogadictos, entregados a una vida de
delito y prostitución. Así que escribí esto. En febrero pasado o
algo así. Y recién ahora lo posteo.

Estoy trabajando en una versión más larga. Va a ser mucho mejor,
en mi opinión. No sé cuándo vaya a estar lista. Lo que llevo
hasta ahora, junto con mis relatos completos, está disponible en
mi página web:
http:\wwwcsif..cs..ucdavis..edu/¨rutsch/story.html

Si te gustó el relato, ¡agradecería una respuesta! Por favor
escríbanme a:

jdrutsch©ucdavis..edu

Teriyaki es la jerga en japón para la heroína. Qué orgulloso
estoy de mi conocimiento cultural.