Saga 1
Capítulo 1
Viaje de Negocios
Hola. Me llamo Christopher Carridge. Y bueno… tengo un secreto. Pero para llegar a comprender el alcance del mismo, tendríais que saber mucho más sobre mí. Veréis… mi padre se llama Neil Carridge, y es el director Tecnológico de una empresa armamentística separada de industrias Hammer hace un tiempo. Como tal, se pasa la vida viajando de un lado a otro, y no conforme con eso, también es uno de los principales accionistas de la empresa, por lo que cree que puede compensar el tiempo que pasa sin hacerme caso con dinero. Se podría decir que soy un chico bastante listo, al menos más que mi padre. Y ese hombre de pelo canoso tuvo la idea de dejarme el sótano y diversos materiales que le sobraba a la empresa para mí. Su excusa era "Algún día llegarás a ser como yo, y tienes que empezar a esforzarte para ello". El problema es que el sótano en cuestión estaba lleno de máquinas para hacer ejercicio y musculación… cabe destacar que el sótano era el antónimo directo de la palabra "enano".
Bueno, el caso es que desde que heredé ese sótano, lo transformé a mi manera, pasándome horas y horas, ahí encerrado, entrenándome física y mentalmente, haciendo ejercicio y diseñando planos y creando diversas cosas con la tecnología que me daba mi padre. Tras tres años haciendo lo mismo día tras día mi padre decidió enseñarme como trabajaba para que en un futuro conociese todos los caminos y trucos para alcanzar el éxito. Ni que decir tiene que nada de eso me interesaba. Por el contrario, ya había llegado a diseñar tecnología que superaba con mucho a la que creaba su empresa, y hasta había diseñado un software propio mucho mejor que el que él utilizaba. La única tecnología que aun, o eso pensaba yo, me superaba era la de Stark, pero obviamente no podía ni pensar en igualarla.
Siguiendo con lo de mi padre, el tenía que hacer un importante viaje al reino de Wakanda para negociar con su rey, bastante conocido por ser el hombre conocido como Pantera Negra, que había sido un Vengador, sobre una inversión a cambio de obtener algo de Vibranium. No creía que T'Challa fuera a ofrecerle su tan preciado Vibranium a mi padre así como así, pero no pensaba decirle nada, porque, por una vez en su vida, iba a llevarme con él en un viaje de negocios, y Wakanda me interesaba especialmente.
Así pues, partimos temprano un domingo por la mañana. Cogimos el jet privado de papá (ya veis como el dinero no le faltaba precisamente a mi padre) y llegamos bastante más pronto de lo que esperaba, o quizás eran imaginaciones mías por haberme quedado dormido en el avión, cosa comprensible cuando te despiertan a las 4 de la madrugada un domingo habiendo estado despierto hasta la 1 de la madrugada trabajando en unas botas con electroimanes en la suela, en el sótano de tu casa.
Como llegamos muy temprano a la capital del reino, unas 3 horas antes de la reunión, mi padre me dio luz verde para darme una vuelta por ahí, advirtiéndome que tuviese cuidado con lo que hacía porque el país estaba muy anclado a la tradición, cosa que yo veía difícil debido a lo impresionantemente tecnológico que lo veía todo. Me sentía como en una película de ciencia ficción, con todos esos edificios gigantes de formas extrañas y a veces hasta me parecía sentir las vibraciones del metal más abundante de ese reino. Paseaba tranquilamente, sin prisa alguna, pero sin detenerme ni un momento. Eso era bastante raro en mi, ya que generalmente me gustaba observar todo lo que había a mi alrededor cuando iba a algún lugar nuevo, y me quedaba parado mucho tiempo analizando detenidamente lo que veía por si en un futuro me era útil, pero había algo allí que me hacía estar más alerta de lo normal y tenía la ligera sensación de que si me quedaba quieto pasaría algo.
De pronto, mi teléfono móvil sonó, casi provocándome un infarto de lo repentino de la llamada. Saqué mi teléfono del bolsillo extrañado, ya que había dicho a todo el mundo que no me llamasen que estaría en el extranjero y que les costaría un ojo de la cara llamarme. El número no me resultaba familiar, ni siquiera lo tenía guardado en mis contactos. Con el ceño fruncido, contesté la llamada.
— ¿Diga?
— ¿Chris? Soy Karen.
— ¡Ah, hola! ¿Por qué me llamas? Te dije que estaría en Wakanda, como tu padre vea la factura del móvil…
—Ah, no te preocupes por eso, es su móvil de empresa, creerá que fue alguna de sus eternas llamadas. ¿Cómo te va por el país de la Pantera?
—Bueno, algo aburrido, me despertó mi padre a las 4 de la mañana solo para llegar con tres horas de adelanto.
—Viniendo de ese hombre no me extraña, la verdad. Pero te imaginaba más entusiasmado con esto, en clase siempre estabas haciendo todo tipo de planos que no entendía ni aunque me los explicases cien veces y siempre tenías todos esos proyectos tecnológicos… ¿y me dices que estás aburrido en la ciudad más tecnológica del mundo?
—Es que tengo una extraña sensa…
Justo en ese momento la señal se cortó. Extrañado, miré a mí alrededor, dándome cuenta de que me había alejado completamente de la ciudad y había llegado a un bosque de aspecto extraño. Cuando me dispuse a volver atrás sobre mis pasos oí un crujido de una rama proveniente de algún lugar a mi espalda. Me giré todo lo rápido que pude a tiempo de ver como una lanza se dirigía hacia mi cabeza, logrando esquivarla por muy poco, habiéndome llevado de recuerdo un pequeño corte en el brazo derecho, insertándose esta en un árbol a mi espalda. Un dolor agudo se extendió por todo mi brazo, dejándolo paralizado y tembloroso durante unos instantes. La lanza estaba electrificada.
Giré la cabeza frenéticamente en busca del agresor, pero el bosque era demasiado espeso como para poder divisar algo, así que tuve que dejarme guiar por mis otros sentidos. Cerré los ojos y esperé quieto a que algún sonido delatara su posición. Bingo. Una fuerte pisada me advirtió que alguien se encontraba a mi izquierda. Abrí los ojos y me giré hacia allí justo en el momento en el que un hombre de tez oscura y ropas tribales se abalanzaba sobre mi alzando una lanza idéntica a la que se había clavado en el árbol. Esta vez estaba preparado. Cuando aquel tipo llegó hasta mi, dejé caer el peso de mi cuerpo en la pierna que tenía retrasada, lo agarré de las muñecas y con un giro rápido me aparté de su rumbo tirándolo al suelo tras de mi. Una segunda lanza me atacó por un costado, casi sin darme tiempo a reponerme del anterior ataque, por lo que solo pude saltar hacia adelante, rodando por el suelo. Cuando me levanté, el segundo hombre volvía a atacar con la lanza mientras al que había tumbado se levantaba apretando su mano fuertemente contra su costilla derecha, al parecer le había dado justo contra una roca que allí había. Me agaché ante el envite del segundo hombre y me lancé contra él, tumbándole en el suelo. Apenas me había puesto en pie cuando el primero se lanzó hacia mí de nuevo, intentando alcanzarme con la eléctrica hoja de su lanza. Moviéndome tan rápido como pude, sostuve la lanza del tipo por la parte del mango y lo partí, lanzando la punta bien lejos para que no pudiese usarla. El segundo ya se había puesto en pie y un tercero había surgido de entre el follaje, aunque éste último venía desarmado, por lo que intuí que era el dueño de la lanza clavada en el árbol… ¡La lanza!
Retrocedí de un salto hacia donde se encontraba la lanza clavada y la saqué de un tirón con mi máxima fuerza. En el momento justo en que la cogí, los dos armados me atacaron al mismo tiempo, aprovechando que estaba acorralado. Con un movimiento rápido lanzado con todas mis fuerzas, rechacé ambas lanzas y me dispuse a atacarles, pero retrocedieron a tiempo, aunque pude enfocarme a tiempo hacia el desarmado y darle un golpe con la hoja de la lanza en el pecho, provocándole un shock que le dejó inconsciente. "Uno menos" pensé. Antes de poder recuperarme, la hoja de la lanza, del único que quedaba que la poseyese, me dio en la mano y la corriente eléctrica que la recorrió me hizo soltar la lanza y una maldición. Pero no le di tiempo a hacer nada más y le propiné una fuerte patada que le quitase su lanza de las manos también, aterrizando esta bien lejos. Aún así, ambos se abalanzaron sobre mí con la intención de golpearme.
—Basta.
Una voz profunda resonó en aquella zona del bosque, haciendo que los guerreros se detuvieran repentinamente. Busqué con la mirada la voz de mi salvador, con la respiración agitada por el esfuerzo que había supuesto esa lucha. Al fin pude ver como un hombre de tez morena se acercaba a nosotros a un paso lento pero majestuoso. Su vestimenta y manera de actuar ya me daban una pista de quien podía ser, pero no fue hasta que se acercó a la luz y pude verle el rostro que reconocí a quien había visto tantas veces en televisión. T'Challa, rey de Wakanda, también conocido como Pantera Negra.
—Has aguantado bien luchando contra mis hombres siendo tan joven, chico—me dijo, antes de dirigirse a los guerreros—Este chico y su padre son mis invitados, no suponen ninguna amenaza. Podéis volver a vuestros puestos.
Los guerreros hicieron una leve reverencia y se perdieron en la espesura del bosque. T'Challa los siguió con la mirada hasta que desaparecieron del todo y se giró de nuevo hacia mi, mirándome de arriba abajo como si me evaluara.
—No deberías haber entrado aquí, mis guerreros son muy susceptibles a que cualquier extranjero supere los límites de la ciudad.
—Lo siento, me distraje con el teléfono y no se como acabé aquí.
—De todas maneras, he podido ver que tienes buenos reflejos y sabes defenderte. Muchos militares estadounidenses no habrían podido con ellos, luchas muy bien para ser tan joven. Además tengo entendido que eres bastante inteligente. Cuando termine mi reunión con tu padre quiero que vengas a mi habitación, quiero hablar de algo contigo. Hasta entonces, me despido.
Con estas palabras, el rey de Wakanda se marchó por donde había surgido y desapareció al igual que aquellos guerreros suyos. Lentamente, mi mente procesaba todo lo que había pasado. Hablando con mi mejor amiga Karen había llegado a un bosque donde la señal telefónica se había perdido. Luego me emboscaron tres guerreros, al parecer de élite, sin venir a cuento, y después de defenderme a duras penas el mismo rey del país había detenido la pelea y me había citado en su habitación más tarde. Era algo totalmente inverosímil así que hice lo que cualquier ser inteligente haría en mi situación: Darse un pellizco para comprobar si estaba soñando.
Ya comprobado que estaba bien despierto, y que la sensibilidad había vuelto por completo a mi brazo derecho, me volví para regresar a la ciudad de nuevo, hasta que mis pies tocaron algo que no era hierba. Al mirar hacia abajo pude ver la punta de lanza que arranqué a aquel tipo. Me agaché y la toqué con una pequeña placa de hierro que siempre llevaba conmigo, (formaba parte de mi primer proyecto tecnológico fallido, las botas "TAU", en la cual solo quedaban las letras "TA"). Según parecía la punta ya no contenía corriente alguna cruzándola, así que la cogí con delicadeza y me la guardé en el bolsillo interior de la chaqueta, reemprendiendo el camino de vuelta.
Con los nervios a flor de piel, me coloqué frente a la gran puerta que tenía ante mí. A pesar de no ser la estancia principal del palacio, ya que solo eran los aposentos del rey, la puerta de roble estaba grabada con todo lujo de detalles y parecía de una calidad extremadamente buena. Di unos suaves golpecitos en la misma que se propagaron velozmente y con una asombrosa claridad a través de toda la puerta. Como toda respuesta recibí un leve "adelante" proveniente de una voz, que ya me era familiar, del interior de la estancia. Abrí la puerta con sumo cuidado, como si se pudiese romper al mínimo roce, y entré. La estancia era digna de a quien pertenecía. La habitación del rey era como tres veces la mía propia. De paredes de tonos claros y símbolos Wakandianos y reliquias desperdigadas por todas las paredes. Una cama de matrimonio con dosel que parecía extremadamente cara y lujosa. El hombre conocido como Pantera Negra se hallaba mirando a través del gran ventanal que había en uno de los lados de la habitación. Me acerqué a él lentamente y con cuidado, pero no parecía prestarme atención. Es más, ni siquiera sabía si se había percatado de que ya había entrado.
—Esto… señor…
—Buenas tardes, señor Carridge. Quiere saber porque le he llamado aquí ¿verdad?
—Si… eso mismo—su alta e imponente figura se giró lentamente hacia donde yo me hallaba y clavó su solemne mirada en mis ojos. He de admitir que me encogí un poco ante su presencia. En su mirada se notaba un algo que haría estremecerse hasta al más duro, pero también había un brillo de amabilidad en ellos.
—Verás, tu actuación frente a mis guerreros me ha dejado realmente impresionado. Estaba bastante claro que no habrías podido aguantar mucho más tiempo contra ellos, pero no es una hazaña menor conseguir noquear a uno de ellos y desarmar a otro. Fue realmente impresionante, si añadimos también que partiste la madera del mango de una de las lanzas. En realidad, me recuerdas un poco a mí a tu edad, por eso estás aquí. Hay algo que quiero preguntarte.
—C-claro, dígame—fue todo lo que pude pronunciar.
—Lo diré directamente: ¿Qué harías si tuvieras el poder de cambiar el mundo?
La pregunta me dejó en un estado de shock. Realmente no sabía que clase de pregunta era aquella, ni a cuento de qué venía. ¿Que haría? Sabía que además de ser el gobernante de una nación como aquella era un héroe y un vengador, pero hacerme una pregunta de esa índole a mí… No podía entenderlo bien, pero me dispuse a responder con toda la sinceridad de la que era capaz ante tan inusual pregunta.
—Pues… si tuviese el poder de cambiar el mundo… supongo que trataría de dar lo mejor de mi mismo para evitar que la gente sufra más daño, ya que por cada persona que pierde la vida detrás hay una familia, unos amigos, que también sufren. Por cada persona que resulta herida por la actuación de gente que solo busca su propio beneficio o que no piensa en las consecuencias de sus actos hay gente que se preocupa y lo pasa mal. Que lo que en el mundo sucede afecta a las personas y yo, con ese poder, haría lo posible por ayudarlas.
Yo mismo me sorprendí de oír esas palabras salir de mi boca. No había pensado detenidamente lo que acababa de decir, me salió directamente del corazón. Era lo que sentía que era correcto. Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de T'Challa, que se giró y avanzó hacia su cama, sacando de debajo de ésta un cofre de un blanco nacarado. Llevó el cofre ante mi y lo dejó caer ante mis pies, provocando un gran estruendo al caer, parecía pesar bastante.
—Ábrelo.
Con sumo cuidado, abrí el cofre. La superficie y el cierre parecían estar hechos de un material metálico bastante resistente, supuse que sería Vibranium. En el interior, enterrado en lo que parecía terciopelo, se hallaba una katana enfundada, cuya empuñadura y vaina eran de un color blanco puro. Me quedé asombrado al verla y me quedé un rato observándola, sin atreverme a tocarla. Tras haberla mirado repetidas veces, pasé mi vista hacia el rey, con una mirada indefinible.
—Es una katana tremendamente ligera y con hoja de Vibranium. Fue un regalo, pero el blanco no es un color que use demasiado, por tanto no la suelo usar. En cambio tú has demostrado merecer la espada, te la regalo. Úsala bien.
— ¿Cómo? Pero…
—Yo que tú me daría prisa en volver al hotel. Tu padre se sintió un poco decepcionado con la reunión y dijo que partiría pronto.
Y sin decir más se dio la vuelta y centró de nuevo su atención en el ventanal. Cogí la katana con sumo cuidado y me fui de la estancia con paso firme pero rápido, para comenzar a correr hacia el exterior del palacio al llegar al pasillo. Cuando mi padre tenía prisa no era bueno llegar tarde.
