Título: Un día normal
Género: (Intento de) Humor
Clasificación
: PG / T
Advertencias: ¿Vocabulario?
Palabras
:559
Beta: Papaveri y Halfwolf
Nota
: No soy fanática de estos dos, pero cuando la idea se me ocurrió... no opuse mucha resistencia, evidentemente xD.


Es otro día normal en Ikebukuro. Es un día hábil, mucha gente va y viene, el cielo está despejado exceptuando por una o dos nubes. Y en una de las calles de la susodicha zona, un joven de abrigo negro escapa de otro vestido de barman y de fuerza sobrehumana. Sí, es otro día normal en Ikebukuro.

Izaya va en zig-zag, de aquí hasta allá, todo para evitar ser golpeado por una serie de objetos (máquinas expendedoras de todos los tamaños y colores, semáforos, señales de tránsito, bicicletas, motocicletas; todo lo que caiga en las manos de su oponente, para resumir) que Shizuo le lanza sin piedad. Afortunadamente para él, no le es muy complicado esquivarlos.

Mientras la selva de concreto y acero se inunda de palabras feroces que salen del falso rubio, a Izaya se le ocurre algo. Una idea que hará este juego más divertido.

—¿Sabes, Shizu-chan? —salta hacia la izquierda, esquivando un objeto que no se detiene a inspeccionar.

—¿Por fin vas a dejarme estrangularte de una vez por todas? —pregunta con voz áspera, mientras arranca una señal de "prohibido estacionar".

—Nah, eso no sería divertido —le sonríe ampliamente—. Estaba pensando… ¡de seguro que estás enamorado de mí!

¡Ah! Esa señal ha pasado muy cerca de su cabeza. Demasiado cerca. Izaya toma nota mental: no bajar la guardia la próxima vez que se burle del otro. Sin más remedio, se echa a correr.

—No sé qué mierda estás pensando, ¡pero voy a matarte!

—¡Piénsalo bien, Shizu-chan! ¡Cada vez que nos encontramos, sólo piensas en mí! —gira sobre sí mismo y de nuevo sonríe. Cuando el barman se encuentra más o menos cerca, le hace ojitos—: ¿No te parece eso súper romaaaaantico?

Antes de que el más alto logre poner sus manos sobre él (un puñetazo dirigido a su cabeza, más exactamente) da un par de brincos hacia un lado, casi danzando. Mientras el pavimento donde había estado parado es destruido por fuerza sobrehumana, recibe su respuesta de parte de una voz furibunda:

—Lo único que quiero es aplastarte, cortarte, golpearte, patearte, machacarte, estrujarte…

—¡En serio sólo piensas en mí, qué considerado!

—¡Dejaré de hacerlo una vez que estés muerto! —Shizuo toma el cartel de una cafetería y se lo arroja. Sin embargo, Izaya está tan escurridizo como de costumbre.

—Oooh, ¡pero entonces Shizu-chan estaría muy solito!

Ya es hora de ir acabando el juego, al menos por hoy. El pelinegro utiliza una de sus típicas estrategias para escapar: se escabulle entre la gente para que Shizuo lo pierda de vista y no se atreva a lastimar los transeúntes inocentes. Cuando entre los automóviles encuentra una potencial ruta de escape, la toma, y es tan afortunado que detrás de él pasa un camión que le impide al rubio avanzar.

Hecho una fiera, Shizuo examina a su alrededor hasta que una molesta y conocida voz pronuncia su nombre. Del otro lado de la calle Izaya le hace señas para que lo encuentre. Al saberse notado por el más alto, le tira un besito con sus dedos índice y mayor juntos.

—¡Otro día volveré a por ti, amor mío! ¡Piensa mucho en mí!

Izaya desaparece casi instantáneamente y Shizuo no puede contener un grito, que se asemeja mucho a un rugido.

Ha sido otro día normal en las vidas de éstos dos, así como la de Ikebukuro.