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El viento de Suna en esa época del año es lo suficientemente fresco para salir a mirar el paisaje arropado con una frazada. Sin embargo, Sabaku no Gaara sólo quiere sentarse un rato en la arena y simular que está observando con interés los grises de esa tarde desdibujarse en el cielo sobre el desierto que se extiende delante de él. A su espalda Sunagakure permanece silenciosa, los relieves casi artísticos de su estructura le dan el aspecto de una extraña figura esculpida en las dunas.

Al Kazekage se le da muy mal eso de disimular. No es que la mire intensamente o desvíe los ojos cuando ella se da cuenta, pero lo cierto es que hay algo hipnótico en la forma en como ligeros cúmulos de arena lamen los pies desnudos de Hinata Hyūga.

El viento le levanta la cortina larga de cabello azul profundo y también la falda mostrando la cremosa piel de los muslos, quizá demasiado. Gaara entierra sus propios pies en la arena, e inconscientemente prensa sus brazos cruzados con los dedos cuando se imagina que Hinata se interna un poco más en el páramo, tan despacio que podría hacer que el instante durara una eternidad, y la arena —árida, erosionada— le sube lentamente entre sus piernas dejando un rastro sutíl; alcanzando más allá de lo que Gaara debe permitirse fantasear, estremeciéndole.

Igual que un beso.

Uno de esos largos y placenteros. Censurados.

Porque Hinata no es más que una niña con formas de mujer y mirada diáfana, jugando en el desierto; mientras Gaara se inquieta por lo poco dispuesto que está para interrumpir esas impresiones.

Es tan hermosa. Se justifica.

Pero le parece más como esa pintura que ha visto en algún libro, en el que una joven desnuda flotando sobre una concha marina llega a tierra por el soplo de unos ángeles.

Gaara piensa que el podría soplar sobre el rostro de Hinata para quitarle los granos de arena que han sido arrastrados hasta allí por el viento, pero se conforma con recibirle entre sus brazos cuando la niña decide que es demasiado sensible para ese clima. Gaara huele la sal en su pelo y percibe el temblor de la piel fría contra la suya, demasiado real, demasiado cercana.

Tiene la impresión de que eso que siente no es bajo el influjo de una ilusión sino algo real, y eso le da más miedo porque desconoce el poder que esos sentimientos puede tener en él...


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N/A: Ciao amori!

Me hallaba deseosa por escribir sobre la topic otra vez, sucede que me encanta n_n, amo a Gaara-sama es tan bello y complejo, tan tierno y sensual (*^ω^*) lo adoro!

Comentarios, críticas constructivas; todo es bien recibido sí es con respeto^^

Ja ne~!