Disclaimer: Nada de esto es mío, si lo fuera, todo el mundo sabría qué

Este fic está escrito para el reto "Viñetas de emociones" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.


Mary McDonald es una chica con muchas virtudes. También tiene defectos, claro, pero ahora no vienen a cuento.

Si Mary tuviera que enumerar todas las cosas buenas de ella, en primer lugar, se pondría más roja que el cabello de Lily Evans. Pero cuando el rubor se le pasara, se pensaría seriamente la respuesta antes de darla, porque Mary McDonald es del tipo de chica que se piensa las cosas antes de decirlas. Tiene la firme convicción de que hablar por hablar es corromper la belleza del silencio. Y finalmente, tras morderse el labio inferior, miraría a su interlocutor y respondería "Soy sincera. Siempre digo lo que pienso"

En realidad, no es tan sincera como dice. Porque Mary no cree que esa sea su mejor virtud. La mejor de sus virtudes, según ella, es que es patológicamente incapaz de rendirse. O bueno, al menos eso le gusta creer. Hay días en los que no está tan segura, y como todas las otras cosas de las que no está segura, las esconde en un rinconcito de su mente, y sigue adelante siguiendo el camino de las cosas que sabe con certeza.

En cierto modo, tiene razón. La sinceridad es una de sus grandes virtudes, pero no la más importante.

Mary no es la única sangre sucia de Hogwarts, pero sí una de las pocas que no se avergüenza de serlo. Y eso, es extraño. Una persona normal, a esas alturas, tras cinco años recibiendo un insulto tras otro, ya habría escarmentado, y habría aprendido a agachar la cabeza y no mirar a nadie directamente a los ojos. Una persona normal ya debería saber que ser hija de muggles la convierte en algo que está por debajo del ganado, que es indigna de la magia que posee (o eso dicen). Pero, ¿qué hace Mary? Todo lo contrario. Camina por los pasillos de Hogwarts con una sonrisa de oreja a oreja, con la cabeza bien alta, y procura destacar sacando unas notas que no dejen a nadie indiferentes. Y si eso significa que en cada esquina le van a llover docenas de miradas acusadoras y que cada vez que pase frente a la mesa de Slytherin tendrá que escuchar insultos cada vez más ofensivos fingiendo que no le importa (aunque sí lo haga), que así sea.

Su forma de ser a menudo la convierte en el blanco de bromas pesadas, pero a ella no parece importarle. (Aunque a veces sus ojos brillan tanto que aunque no llegue a soltar ni una sola lágrima, quién la mire atentamente sabrá que ha estado a punto de echarse a llorar). En cambio, cuando las victimas de esas bromas son otros, esa fuerza que nunca aplica a si misma explota, y Mary deja de ser la señorita sonrisas para convertirse en el Basilisco McDonald que fulmina con la mirada y te despierta el (injustificable) deseo de confesar todos tus pecados y disculparte.

Luchadora de causas perdidas, heroína anónima, en el fondo Mary McDonald es una soñadora. A los demás los defiende, pero para si misma se conforma con soñar despierta, y dejar que sus ojos verde-azulados brillen cada vez que cree que ha dado un paso hacía adelante en el camino por lograr su meta.

Sueña que un día, no habrá un "sangre sucia" escrito en su pupitre. Sueña que algún día, su procedencia no importará. Y sobre todo, cuando despierta se convence que para cambiar el mundo lo primero que tiene que hacer es defender a capa y espada esa utopía con la que fantasea noche sí y noche también. Por ello, alza la cabeza orgullosa de lo que es, defiende a los que son como ella pero menos valientes para que sepan que no están solos, y sobre todo y muy importante, nunca, bajo ningún concepto, deja que se escape la esperanza.

Sí. Sin duda, la mejor de las virtudes de Mary McDonald es que siempre, bajo cualquier circunstancia, es capaz de mantener viva la esperanza.