Brillo de luna
Por: Andy Yogima.
Aviso importante: Todos los personajes y de más situaciones relacionadas con el mundo de Harry Potter son propiedad de J. K. Rowling, a quien agradezco por el 6º libro, aunque aún yo no pueda leerlo -- Alguno que otro detalle y personaje extraño naturalmente es mío -
Capítulo 1. Objetivo común
Suspiro con satisfacción firmando el último documento en su escritorio. Había pasado toda la mañana leyendo todo tipo de solicitudes para los nuevos estudiantes que ingresarían a su grupo de aurores. Siendo uno de los más capacitados en la central, era su deber hacer revisiones constantes y pasar horas releyendo. Y tras una semana de arduo trabajo entre papeles y ataques mortífagos, finalmente había terminado.
Se reclino en su silla mirando el calendario. Marcado en un círculo rojo, relucía el 19 de septiembre. Ese día Hermione cumplía 23 años pero ni él ni Ron lo celebrarían con la chica, ya que desde hacía más de 6 años Hermione desapareció de sus vidas sin dar razones ni señales de su paradero. Y los insistentes ataques por parte de los mortífagos no ayudaban mucho a sus esperanzas de volver a verla.
El silencio de su oficina fue roto por la irrupción de Ron quien lucía molesto y agitado. Pasó rápidamente deteniéndose frente al escritorio; unos pasos más atrás un joven de cabello castaño y expresión culpable, seguía al pelirrojo frotándose nerviosamente el brazo.
–¡Estoy harto! –estalló golpeando la mesa- ¡no soportaré un día más a ese niño! –Harry miro a espaldas de Ron la expresión intranquila del más joven y supo que estaba realmente arrepentido por lo que fuera que había hecho.
–Ron, tranquilízate. ¿Qué fue lo que paso?
–Intenté seguir a un grupo de mortífagos pero por las imprudencias de éste nos descubrieron. ¡Casi pierdo la pierna por salvarlo! –gimoteo levantando su pierna vendada, en un movimiento que lejos de ser preocupante era gracioso.
–Bien, hablaré con él. Ve a la enfermería.
–¿Es todo lo que vas a decir! –grito histérico- ¡no pienso seguir siendo su niñera!
–Ron, ya habíamos hablado de eso…
–¡No¡Tú le diste vueltas al asunto¡Jamás llegamos a un acuerdo!
–Bien, pero primero hablaré con él, luego lo discutiré contigo.
Con un último resoplido abandono la oficina. Harry sonrió débilmente tratando de no soltar la carcajada, su amigo realmente parecía un niño haciendo berrinches como ese. Le hizo una seña al joven para que se sentara frente al escritorio.
–De verdad lo siento –balbuceo claramente apenado- no era mi intención que el señor Weasley saliera lastimado, solo…
–Calma, calma –se levanto acercándose a él- Peter, llevas dos semanas bajo la guardia del señor Weasley y ya debes conocer su forma de ser. Se desespera fácilmente.
–Lo sé, pero…
–Descuida, seguirás bajo su responsabilidad pero sé más cuidadoso¿de acuerdo?
–Gracias –se encamino a la puerta, visiblemente más tranquilo y contento pero repentinamente se detuvo. Giro extendiendo un pequeño dije dorado con una cadena acorde- cuando perseguíamos a los mortífagos, uno de ellos dejo caer esto.
Harry tomó la pieza mirándola con detenimiento. Estaba bastante sucia y el brillo que alguna vez pudo tener se veía opacado por un poco de tierra que retiro cuidadosamente con un pañuelo descubriendo una sencilla inscripción: "Amy Wingther". Le dio la vuelta al dije donde tenía impresas las letras: "G.G." Termino de limpiar el collar y tras darle un último vistazo, la envolvió cuidadosamente en un pañuelo guardándolo en su bolsillo.
Escucho la alarma que indicaba un ataque mortífago y suspiro con cansancio. Tomó su túnica azul oscuro, aseguro su varita y tras guardar el dije en su escritorio, se encamino a cumplir con su trabajo.
…
El ataque se centraba en Hogsmeade, a pocos metros de los terrenos que rodeaban Hogwarts. Un equipo a cargo de Harry y Ross Saint había sido enviado a rodear el poblado con la intención de evitar que cualquier mortífago se acercara al colegio. Mientras, Alastor Moody había llegado a Hogwarts para dar aviso al director.
Se trasladaron lo más rápido posible al lugar del ataque pero por alguna extraña razón fueron olímpicamente ignorados por los mortífagos, que en realidad parecían perseguir a algo o a alguien que se acercaba a Hogwarts. Por supuesto, dentro de los planes de los aurores no estaba el de permitirles el paso. Y ahí comenzó la lucha, pues los enmascarados se aferraban a irrumpir en el castillo y los aurores formaron una barrera en el último camino que conectaba al pueblo con el colegio iniciando su ataque desde ahí e intentado que retrocedieran.
Harry estaba situado al final de la barrera junto con Saint, ambos como última oportunidad de detener a los mortífagos de un ataque que no les estaba resultando muy favorable. Afortunadamente tanto él como Saint eran de los mejores aurores; al lado de Lupin, Moody y Jack Morch siendo los cincos representantes de la central de aurores pero aún así, ese día en particular los mortífagos se mostraban más decididos que en veces anteriores. Aunque lo curioso era que solo habían centrado sus ataques en guarderías, colegios muggles y en general lugares donde residieran niños; algo extraño pero que ahora se salía del contexto al atacar Hogwarts y Hogsmeade.
–¡Harry! –escucho el comunicador transmitiendo la voz de Ron- ¡hay un encapuchado, no sé en que bando este pero los mortífagos lo están atacando!
–¡Síguelo y mantenlo cerca! –respondió esquivando un par de hechizos aturdidores- ¿dónde rayos están los refuerzos? –se quejo al sentir un hechizo que, tomándolo desprevenido lastimo su antebrazo izquierdo.
–Tranquilo, Potter –dijo Saint, a su lado, cuidándole la espalda- lo más seguro es que no lleguen –sonrió mezcla de burla y confianza.
Internamente, Harry sonrió con algo de tranquilidad, cosa que normalmente le pasaba al estar cerca de Ross, y es que la auror era sumamente hábil en su trabajo y compensaba con su agilidad la escasa resistencia física que tenía. De hecho era extraño que estuviese presente en ese enfrentamiento, normalmente ella era la encargada de las estrategias pero la ausencia de personal en la central la había obligado a presentarse. Y aunque la mujer se mostrara tranquila, Harry empezaba a inquietarse por el número de aurores que caían inconscientes, no que los mortífagos salieran bien librados pero eran mayor número.
Tras dejar inconscientes a un par de mortífagos, Harry giro en redondo vislumbrando a una mujer de cabello castaño oscuro que corría con un bulto entre los brazos, tras ella cinco mortífagos la seguían lanzando hechizos a discreción. Rápidamente, el moreno se encamino a ella pero entre aurores y exceso de mortífagos no pudo llegar a tiempo, la mujer cayó claramente herida aferrando fuertemente el pequeño bulto. Harry continúo acercándose al ver como los mortífagos se abalanzaban sobre ella y repentinamente dos de ellos salieron volando gracias a un hechizo lanzado por Ron quien llegó al mismo tiempo que Harry logrando que los mortífagos restantes salieran huyendo mezclándose con la multitud.
Harry se hinco junto a la mujer revisando sus signos vitales: si no era atendida pronto, moriría. Alarmado, se dispuso a levantarla pero un haz de luz lo obligo a girar mirando a un encapuchado en rojo oscuro que les apuntaba con su varita. Harry se levanto, a su lado, Ron había conjurado un escudo al sentir la amenaza. Lentamente, como analizándolo, el intruso se acerco a ellos pasando de largo hasta la mujer.
–Tiene que ser atendida pronto –dijo Harry sabiendo que cada segundo era valioso para la vida de esa mujer. Pero el extraño ni se inmuto, acerco el rostro a la mujer como queriendo escuchar algo y al segundo siguiente se levanto sacando una manta con la que cubrió el cuerpo, ahora inerte, haciéndolo desaparecer.
Aún sin prestar atención a los aurores, acercó la muñeca a sus labios y pronunció algo que ni Harry ni Ron alcanzaron a escuchar. A lo lejos, los mortífagos eran atacados por un grupo de encapuchados en rojo oscuro. En cuestión de segundos, la amenaza fue exterminada y los nuevos atacantes se reunieron lejos de los aurores, que en su mayoría estaban heridos.
–Señor Potter, tenemos problemas –se escucho por el comunicador de Harry- los mortífagos traían un paquete y éstos tipos de rojo se lo quieren llevar.
Rápidamente tanto Harry como Ron se acercaron al grupo donde los aurores intentaban hacerse del paquete. Aunque de nuevo se veían superados en número, ya que la mayoría de ellos habían sido trasladados a la central o a San Mungo, según la gravedad de sus heridas. Mientras que los extraños eran cinco veces más que ellos.
–Deben saber que eso es evidencia, y nos corresponde tenerla –dijo Harry mirando al hombre que encabezaba a los de rojo.
–Esto nos pertenece, debieron darse cuenta que los mortífagos se lo arrebataron a aquella mujer –señalo discretamente el lugar que había ocupado el cuerpo inerte, a unos metros de ellos.
–No importa, tenemos obligación de revisarlo o que por lo menos respondan un par de preguntas.
–No tenemos tiempo para esto…
Mientras discutían, al fondo del grupo en rojo dos hombres escoltaban a una joven que lucía claramente cansada, su mejilla derecha cubierta por una ligera capa de tierra y los ojos entrecerrados. Vestía igualmente en rojo pero la capucha estaba algo desacomodada dejando entrever su cabello castaño. La acercaron hasta uno de los hombres que sostenía el pequeño bulto, se lo entregaron cuidadosamente y ella lo sostuvo casi con miedo como si nunca lo hubiese visto. Repentinamente, el bulto entre sus brazos comenzó a moverse y el llanto de un bebé se hizo presente interrumpiendo la conversación sostenida entre el líder de ellos y Harry.
–No pienso seguir hablando, nos pertenece y punto –dijo el encapuchado recibiendo el extremo de una cuerda que a su vez cada integrante del grupo sujetó. Al segundo siguiente, las cerca de 60 personas desaparecieron.
Resignado y molesto, Harry giro sobre sus talones y con un gesto indico que era hora de la retirada. Cansados y adoloridos, los pocos aurores que lo acompañaban emprendieron el camino de regreso, tranquilos por haberse librado de una segunda batalla de la que obviamente no se hubieran salvado.
El área fue rápidamente despejada, pero Ron se mantuvo en su lugar, sin fuerzas ni intenciones de moverse. Miraba fijamente el lugar, ahora vacío, donde estaba ese extraño grupo de encapuchados, más específicamente el lugar que había ocupado la mujer a quien se le entrego el bebé. Y en su mente podía ver una y otra vez el rostro de esa joven, y en especial sus ojos. Sus brillantes ojos castaños, los mismos que podían emitir destellos claros y oscuros; los mismos que tantos años, siendo joven, soñaba y rezaba a cada momento porque solo se fijaran en él.
No había duda alguna, podría reconocerla en cualquier lugar, bajo cualquier circunstancia. Esa chica, era Hermione. Su Hermione.
…
Un par de horas después del incidente, descansaba cómodamente en la habitación que le había sido asignada, en aquel pequeño hotel de Londres. Luego de tomarse una ducha y recibir los respectivos cuidados en las leves heridas que había recibido, podía darse el lujo de descansar. Miro por la ventana el profundo color negro de la noche moteado por infinidad de estrellas. Suspiro. No, no podía descansar, y menos ahora que las cosas empezaban a complicarse. Sencillamente no. Se reincorporo un poco para recargar la espalda cuando escucho un golpeteo en la puerta. Tras dar la indicación para que pasara, un joven alto de cabello castaño oscuro con betas doradas y ojos verdes igualmente oscuro, se acerco a ella extendiendo al pequeño bebé que dormía cómodamente entre los brazos del joven. Ella se levanto y tomó cuidadosamente al infante para colocarlo en su cuna, aún lado de la cama.
–¿Está bien? –preguntó arropándolo.
–Si. Le hicieron una revisión completa, afortunadamente no tiene nada –explico acercándose a la ventana- vaya cumpleaños, Hermione.
Sonrió débilmente con ironía y acciono la caja musical que estaba pegada a la cuna. Volvió a ocupar su lugar en el sillón mirando al joven junto a la ventana, que mantenía su mirada fija en la nada.
–Dan –llamo con un ligero tono nervioso en su voz.
–Y tú¿estás bien? –interrumpió sin mirarla.
–Lo siento, me descuide, por eso yo… es que… Jane… -se cubrió el rostro soltándose en llanto- no es justo…
Dan permaneció unos segundos frente a la ventana pero finalmente se acerco a la joven y sentándose a su lado la abrazo, acariciando su espalda en un intento por calmarla. Aunque sabía que era inevitable, estaban ahí por una misión de suma importancia y por tanto peligrosa. Para él no era más que eso, una misión; pero para Hermione había muchas cosas involucradas, además de su vida. Jane, su amiga de la infancia, era una de tantas.
–Lamento lo que paso –musito limpiándose el rostro y separándose del chico- por mi culpa casi lo arruino todo.
–Descuida –recogió un mechón castaño tras su oreja- pero a partir de ahora debemos estar más alertas.
–Lo sé… y además, hice una promesa. No puedo faltar a ella, y no quiero hacerlo –dijo con decisión.
–Y yo estaré ahí para ayudarte –sonrió con ternura tomando su mejilla.
–Dan… -un leve rubor cubrió sus mejillas mientras sus rostros se acercaban lentamente.
Se fundieron en un suave beso que ayudo a Hermione a tranquilizarse, sabiendo que siempre podría confiar en Dan, que él estaría a su lado, siempre. El suave sonido de la caja musical le recordó el motivo por el que había vuelto a Londres, luego de años fuera del país. Y aunque no los había visto a la cara, sabía que entre los aurores que los habían interceptado se encontraban Harry y Ron. Eso fue lo último que supo de sus mejores amigos, antes de irse, que se habían unido al grupo de aurores. Por supuesto, eso significaba que se encontrarían de nuevo, y que tendría que dar muchas explicaciones a los Gryffindor. El problema era que no podía hablar demasiado, o mejor dicho, no debía hablar nada; pero eran sus amigos…
…
De vuelta en la central, Harry volvía a su oficina luego de cerciorarse de que todos los aurores a su cargo hubiesen regresado, por supuesto, la mayoría estaban heridos pero al fin vivos. El único que no se había presentado era Ron, aunque estaba seguro de su bienestar, y pensando que habría vuelto a su casa sumamente molesto por lo ocurrido, prefirió dejarlo tranquilo.
Se sentó en su escritorio y abrió el primer cajón encontrando el pañuelo donde había envuelto el dije, lo extrajo recordando lo que pensaba hacer antes de que sonara la alarma, hacía ya varias horas. Guardo el dije en su túnica y volvió a salir de la oficina sin dejar de pensar en lo ocurrido. Más exactamente en la chica, que a su parecer, estaba relacionada con aquel bebé que los mortífagos buscaban: Hermione. Estaba casi seguro que era ella pero, o no los reconoció o no quiso hacerlo, porque había ignorado todo el mundo excepto al bebé.
Bebé. Una luz se encendió en su cabeza y parecía que todo cuadraba. Durante los últimos meses, los mortífagos se habían dedicado a asaltar sitios donde convivieran niños o bebes; quizás buscaban a uno en especial, tal vez el bebé que vieron esa tarde.
Llegó a una nueva oficina, acercándose a uno de los magos que estaban a disposición de los aurores para realizar cualquier trabajo de oficina.
–¿Se le ofrece algo, señor Potter?
–Si, quisiera que investigara todo lo relacionado con Amy Wingther.
–Wingther –anoto el nombre en un papel- mmm, nunca he escuchado ese nombre, veré que puedo hacer.
–Gracias –giro para salir y en medio del pasillo algo pareció tener sentido.
Amy Wingther. Recordó que aquel dije lo tenía un mortífago en el momento en que atacaban una de tantas guarderías. Si buscaban a un niño, tal vez ese niño, o más bien niña fuese Amy Wingther. "Hermione¿en qué rayos te metiste está vez?" pensó con preocupación.
Continuará…
Notas de la autora: Y aquí estoy, con una nueva historia entre manos que promete tener mucho misterio (o al menos esa es la intención --) así que deben estar muy atentos a los detalles¿eh, y en la que hago mi debut como autora malvada, pienso hacer sufrir a los personajes un poquito más de lo que acostumbro, habrá triángulos amorosos, por supuesto en torno a los protagonistas y ya veremos con el tiempo que otras cositas se irán agregando. Ahora solo espero sus reviews, ya saben, para cualquier comentario, queja, sugerencia, unirse a la fiesta por el 6º libro de HP, amenaza de muerte, etc., etc. Cualquier cosa es bienvenida D
Tal vez me tarde un poco en la próxima actualización pero solo será mientras me adapto. Cuídense mucho.
Su amiga,
Andy Yogima.
Auto-denominada defensora de Albus Dumbledore.
