Disclaimer: Todos los personajes conocidos pertenecen a J.K Rowling (lamentablemente)
Despertó, exaltada, otra vez el mismo sueño, la misma frase, repetida de sus labios, su cuerpo en manos de un extraño.
Miro el reloj, aún tenía tiempo para pasar por un chocolate.
Que día mas lindo para tomar un delicioso chocolate antes de ir a su largo día de trabajo en el ministerio.
-Si, Hermione Granger, otro día mas, sin novio, sin mis amigos, pero totalmente tranquila- pensaba aquella castaña sentada en la hermosa cafetería semi-muggle.
Amaba ese lugar y si le preguntaran el motivo por el que siempre acudía antes y después de su largo día de trabajo, tendría mas de una respuesta; en primero que casi nunca había gente y normalmente iba gente mágica, otra, porque tenia una vista hermosa de la ciudad, pero en especial, había dos razones aun mas grandes; la cafetería estaba en planta alta y en la planta baja, se encuentra nada mas y nada menos que una hermosa florería y a un costado un consultorio dentista, que podría ser mejor que eso, tener el hermoso aroma de flores, pasto, dentífrico, chocolate y pasteles "todos esos deliciosos olores por la mañana" ¡Su delirio!.
Le tranquilizaba más que nada estar ahí, aunque aún así, un pequeño, casi nulo sentimiento de soledad la invadía o por lo menos no le daba mucha importancia, para que no se expandiera.
Hacia 5 años que ya no estaba en Hogwarts y ella estaba algo diferente, su cabello cambio, era mas lindo, mas manejable y caía en hermosas ondas al fin notables, bueno a decir verdad ella había cambiado algunas cosas, su cuerpo también había tenido un drástico cambio y no se quejaba, no tenía muchas curvas solo las necesarias, se arreglaba un poco mas. Lo que le molestaba era que no frecuentaba mucho a sus amigos, solo a Ginny, que ahora estaba de lo mas feliz porque se acercaba su boda.
Todos esos pensamientos que la invadían, fueron arruinados por un chillido que le saco de los mismos y se rotó para buscar el motivo del desorden en el lugar, una cabellera rubia se encontraba llegando, ella le observo de soslayo.
-Quiero, un chocolate y el pay de manzana- afirmó aquel chico con un tono, grosero y prepotente, la castaña solo miro la espalda de aquel joven engreído y rodó los ojos con desagrado, le recordaba a su enemigo de la infancia.
- Malfoy - susurró para si misma, se encogió de hombros, esperando nunca volvérselo a topar al "engreído" ese mucho menos ahí, que arruinara uno de esos días la tranquilidad que le proporcionaba el lugar, así lanzo un leve suspiro para dar el último sorbo a su chocolate y marcharse.
Camino sin mirar atrás y sin darse cuanta que había logrado llamar la atención del joven arrogante.
-Adiós, señor Thomas- se despidió del hombre blanco regordete con una sonrisa, mientras caminaba entre las mesas abriéndose paso a la salida
-Que tenga lindo día señorita- dijo el hombre, quien llevaba el pedido del joven, mismo que no quitaba la mirada de la escena y mucho menos de la castaña.
-Aquí tiene joven- afirmó el señor Thomas, el chico sonrío y el hombre quedo totalmente extrañado al notar la sonrisa y miradas dirigidas hacía la castaña que se marchaba.
-Gracias, puede irse- respondió sutilmente el chico, dando un sorbo a su chocolate y disimulando una sonrisa torcida, quedo totalmente perdido en sus pensamientos. "Tal vez era mejor, acudir al chocolate por las mañanas".
Bajo, rápidamente las escaleras al notar que ya era algo tarde
-¡Maldición! 7:40, tengo que llegar a tiempo- decía la chica en susurro, cargando su bolso y abrigo en mano.
-Que tenga lindo día señorita Granger- se despidió la dueña de la florería, una joven como de la misma edad de Hermione y con cabello lacio y obscuro hasta la cintura
-Gracias, Kathy, tú igual- se despidió rápidamente la castaña con la mano y salio como una bala de lugar, sin antes dar un gran respiro para acaparar aquellos aromas que la volvían loca, tenía muy claro que era una extraña costumbre. Por la tarde regresaría a la florería ya que Gin, quería especialmente arreglos muggles para su boda. Igual que su padre Arthur encantados con lo muggle.
Y al llegar al ministerio ahí estaba, su querida amiga Ginny Weasley comiendo un bollo relleno de mantequilla, Hermione alzo la mano para saludarla desde lejos, y la pelirroja corrió hasta ella, logrando que pedazos del bollo cayeran al suelo sin importarle.
-!Hola Herms! - saludo Ginny con una hermosa sonrisa y dándole un abrazo
-!Hola Gin! ¿Cómo estas?- pregunto la castaña al deshacer el abrazo
-Bien, por cierto he estado escuchando que el ministro enviara a un corresponsal para un extraño caso en Alemania puedes ser tú Herms, ¡seria genial! Te hace falta despejarte.- decía una muy entusiasmada pelirroja.
-No lo creo Ginny, hay mucha gente capacitada para ir, pero ya veremos que pasa- platicaban animadamente, mientras esquivaban a las personas en el camino a sus oficinas.
Después, de un largo día de trabajo, antes de regresar a casa, tenía que ver aquellas flores para los arreglos de su amiga
-Ginny, es tan exigente- se dijo para si misma mientras caminaba por las calles de un hermoso Londres atardecido, al llegar a la esquina, el aroma invadió todos sus sentidos, cerro los ojos respirando así todo lo que pudo hasta que sus pulmones se hincharon, abrió la puerta de aquél lugar embozando una sonrisa tontamente.
-Hola, señorita Granger-saludo la florista
-Hola, de nuevo Kathy- le saludo Hermione mientras miraba un ramo de gerberas en la entrada.
-Son hermosas- dijo la castaña con un brillo diferente en sus ojos y con una media sonrisa.
En la obscuridad de las calles un rubio de ojos grises, caminaba ya exhausto de un día agotador lleno de trabajo, miraba el suelo pero no perdía el maravilloso porte de su traje, deslumbrante para cualquier fémina. Todo un caballero, músculos marcados y una hermosa mirada gris azulina, introdujo su mano por el interior de su saco y con un movimiento desapareció de aquellas calles solitarias.
Y de pronto reapareció, en la esquina de aquella cafetería, aun con la cabeza baja camino hasta llegar a la entrada "Bar-Chocolat Petite" sin notarlo paso por un lado de una chica de cabellera castaña quien miraba con ilusión un ramo de flores en aquella entrada.
-Buenas noches Señor- saludo Kathy la empleada, quien no podía dejar de mirarlo con un brillo en sus ojos, él solo movió la cabeza en forma de saludo sin notar el revuelo que causaba en la joven y subió por las pequeñas escaleras hacia la cafetería.
Después de un rato la castaña estaba cansada de ver tantas flores y no decidirse por ninguna, para aquellos arreglos de su exigente amiga
-Sabes Kathy, necesito pensar los gustos de Ginny y tomar un chocolate o un café para poderme decidir- afirmó la castaña con mirada pensativa
-¿ya cerrarás?- pregunto la castaña alzando la mirada algo apenada
-Si, señorita, pero no se preocupe la esperare, yo aquí vivo ya lo sabe, usted podrá ver las flores en cuanto termine su chocolate- afirmo Kathy con aire amable y una sonrisa.
-Gracias Kathy ¿Qué haría sin ti?, subiré antes de que tu padre cierre- dijo la chica algo apurada, sacando su cartera del bolso
-No se preocupe, mi padre también la esperará esto es Bar recuerda, además aun hay gente-grito la chica mientras Hermione corría escaleras arriba.
-¿Aún hay gente?- se preguntó al entrar y no ver a nadie, observo hacia el pequeño balcón del lugar y pudo ver una figura solitaria y al otro costado una "pegajosa pareja" de enamorados.
-Señorita- una mano se deposito en su hombro y la voz hizo que se sobresaltara
-¡Señor Thomas!- la castaña mantuvo una mano en su pecho
-...terminará matándome de un susto- exclamó la castaña sonriendo.
-Lo siento- se disculpo el Señor Thomas algo enrojecido
-¿Le ofrezco algo de tomar?- pregunto el hombre amablemente
-¡Oh no se preocupe!- Hermione le resto importancia y sonrío
-Un chocolate caliente por favor y gracias por atenderme tan tarde-
-No es nada, además esto es un bar, pero que le parece si va a su mesa y ahora le llevo un chocolate- dijo el señor mientras caminaba hacia la barra.
Hermione seguía rebuscando entre su bolso y se coloco en la mesa de siempre, sin mirar aquel hombre que se encontraba en el lugar, tomo asiento y cerro los ojos al sentir un corriente de aire venir y ahí estaba la mezcla de aromas que siempre la hacían sentirse totalmente relajada, movió la cabeza de lado y saco un libro que tenia en su bolso, para comenzar a leerlo. Sin darse cuenta que estaba siendo observada.
Había algo en ella que le parecía conocido, ese cabello enrulado, esa forma de leer ¿Quién era esa chica que le parecía conocida? Se preguntaba una y otra vez, el ahora dudoso rubio, escucho unos pasos venir y se acomodo en su asiento, para no ser descubierto, siguió jugando con el anillo que tenia en su mano y con su copa de vino blanco.
Hermione continuo con su lectura, dejando que el viento jugara con sus cabellos rizados, el señor Thomas le entrego el chocolate caliente amablemente y ella le sonrío, después de que el hombre se fuera se acerco a la taza y respiro con anhelo el vapor que la taza desprendía, cerrando los ojos y embozando una sonrisa, pero el viento, merlín o vaya a saber quien le jugo una mala pasada, un aroma fresco y mentolado, invadió sus pulmones dejándola embelesada, abriendo los ojos como platos.
Su pensamiento había reaccionado.
-Por Merlín, y sus apóstoles, que olor tan, tan maravilloso, supera al pasto recién cortado, las flores, el fresco del amanecer y el dentífrico, pero ese olor le era conocido, dulce, fuerte, con personalidad, coraje y frescura a la vez, tan dulce como el abrazo de un niño y tan fuerte como el mar, tan fresco como el viento de invierno y tan tibio y acogedor como una frazada tersa
-¡Señorita Granger! ¿Gusta un pay de frambuesa?-pregunto Thomas con una sonrisa, pero aquella voz había retumbado en el lugar, solo cuatro personas, en un mismo lugar, aquellos cabellos que un día fueron enmarañados, aquellas manos que siempre estuvieron sosteniendo libros, esa forma de leer, todo y cada detalle solo pertenecía a una persona y él la conocía, la recordaba y lo peor había estado pensando en ella.
-La sangre sucia, la rata de biblioteca, la come libros- pronuncio en un susurro aquel rubio emblanquecido, la mano que sostenía su copa, tembló levemente provocando que está cayera, llamando la atención de Hermione y Thomas
- Señor Malfoy, se encuentra usted bien- pregunto el viejo Señor Thomas, la castaña quedo pasmada, como si hubiera visto al mismísimo Voldemort regresar, el chico no respondió y ambos sabían quienes eran, solo ellos conocían sus nombres, ¿Por qué les pasaba esto? y ahora ambos recordaban, encontraban su pasado.
El señor Thomas levanto rápidamente la taza, con algo de miedo y temblor en sus manos
-Ahora le traigo otro whiskey, Señor Malfoy- decía el señor Thomas mientras caminaba rápidamente hacia la barra a traer lo dicho. Hermione estaba en shock, sin mirar atrás y con las manos temblorosas, tomó el chocolate y continúo releyendo los mismos papeles.
El señor Thomas, llego con la copa del chico
-Aquí tiene señor Malfoy si necesita algo mas, solo llámeme- dijo el hombre pero antes de marcharse, notó como el joven rubio se puso de pie y como si hubiese sido un accidente, tiro la copa de whiskey, el hombre extrañado roto su mirada a la del ojigris, Hermione había cerrado los ojos ante lo que suponía había pasado
-No pienso quedarme un segundo más en un lugar donde está una sangre sucia- exclamó con voz arrogante, su porte aristocrático y mirando hacía la castaña con el labio fruncido de asco y desprecio dejo unos galeones en la mesa y desapareció del lugar, el señor Thomas, después de recoger los pedazos de vidrio se dirigió a atender a los hombres que llegaban y se acomodaban en la barra.
Sin mirar a la entristecida castaña, que intentaba seguir con su lectura.
-¿Por qué le seguía doliendo las palabras del hurón albino?- se pregunto la castaña, como era posible que después de años de no verlo, el muy ¡idiota! Aun se creía superior ¿Qué no se daba cuenta que el era la escoria del cuento? Una lagrima rodó por su ojo izquierdo, talvez por el hecho de ser hija de padres no mágicos, Ron le había dejado, solo cerro los ojos tratando de convencerse que todos esos pensamientos eran una estupidez, pero en el fondo de su corazón todos esos años y hasta ese momento ella le daba un poco de razón al hurón, como odiaba a ese chico después de lo sucedido en los años del colegio, después de que cada día le recordara quien era ella, y de donde venía y al parecer ¡Merlín! Tenía algo en su contra que lo seguía poniendo en su camino.
Con una sonrisa arrogante, el rubio caminaba en la mansión Malfoy, tomo una manzana de una cestilla en la cocina y camino hacia la mesa del comedor, se quedo sentado en la mesa tratando de imaginar el rostro de cierta castaña
-¿Te hice sentir mal, Granger?- pregunto el chico al aire y comenzó a reír para después darle una mordida al fruto en sus manos
-¿Pasa algo Draco?- pregunto una voz de mujer sacándolo de sus pensamientos
-No, no, nada madre - dijo el chico dando otra mordida a su manzana, su madre le miro con el ceño fruncido
-¿Por qué reías?, ¿Hay algo que deba saber?¿Que haz hecho Draco Malfoy?.-pregunto la mujer con mirada inquisidora
-¡Por Salazar! Madre, no puedo divertirme y sonreír un poco insultando a una sangre sucia, porque tú ya insinúas que asesine a alguien-respondió Draco, con la misma sonrisa arrogante que lo caracterizaba
-¿Y si fue así, que diablos te importa?- aseguro el chico poniéndose de pie, y dejando en la mesa la manzana mordida, la mujer se había quedado con las palabras en la garganta.
¡Su hijo jamás le había hablado de esa manera!
-¿Desde cuando te importo? Tú y mi padre siempre haciéndome a su manera, siempre me dejaron solo, nunca te opusiste cuando no quería portar la marca ¿era por el bien de la familia no? y después me creías ¿Qué? - un silencio
-Muy débil, así que ahora no me vengas con que te importa lo que hago madre.- le hablaba entre dientes con furia contenida en el cuerpo.
-Todo ha cambiado, Draco- afirmó la mujer con un nudo en la garganta, después de la guerra había entendido todo y cuanto amaba a su familia, se había vuelto más sensible. Con una sonrisa forzada, se roto hacía su hijo, y le miro con los ojos inundados de lagrimas.
-Lamento tanto, haberte perdido hijo, lamento no haberte dado el amor que merecías, pero ahora veo que todo ha cambiado, ahora me doy cuenta de lo equivocados que siempre estuvimos, espero que entiendas que si alguno de estos días necesitas algo siempre estaré aquí de la manera que nunca estuve antes- exclamo la mujer con las manos en el pecho y sollozando al ver la frialdad de su hijo hacía ya tiempo que no se hablaban y el casi no llegaba a dormir a la casa.
-Para mí todo sigue igual, a mí todos me ven como el traidor y el asqueroso motífago, lo único bueno es que me siguen temiendo y que mejor que te teman, a que te escupan en la cara por una decisión que tú no tomaste, tengo sueño- dijo el rubio, regresando en sus pasos para tomar el resto de manzana y después sacar de su abrigo un pañuelo que le tendió a su madre.
-Será mejor que me marche- dijo el chico y sin mirar a su madre salio de el salón para dirigirse a su habitación
-Salazar, Merlín o quién sea que me escuche pero que Draco encuentre una alguien que le muestre la luz- dijo la mujer en un susurro, apretando el pañuelo de seda blanca entre sus manos.
Después de 3 tazas de chocolate, decidió bajar a escoger aquellas flores de su amiga, Kathy aun la esperaba
-Perdona, la tardanza Kathy- se disculpó Hermione
-No importa señorita Granger ¿ya sabe cuáles llevará?- pregunto Kathy mientras Hermione, volvía a ver aquel hermoso ramo de flores en la entrada
-Si en verdad le gustan las gerberas, ¿Porque no las lleva?- pregunto la morena, mirándola con una sonrisa
-Quiero que el día que reciba unas, sea de alguien especial, además no que queda mucho tiempo para verlas o cuidarlas- dijo la castaña, con una sonrisa inocente y un brillo especial en sus ojos, como si fuera lo más maravilloso que hubiera visto.
Después de un rato Hermione se decidió por unos arreglos de flores maravillosos, a su amiga le encantaban las frutas así que opto por unos que portaban una vela en el centro y estaba rodeado de flores blancas, rojas y frutas, al igual que espigas de trigo.
-Creo, que a su amiga le encantarán- afirmo Kathy
-Si eso es lo que espero o me matará en plena boda- y ambas rompieron a reír
-Es hora de marcharme-afirmo la chica
-Si señorita, tenga mucho cuidado ya es tarde- Hermione asintió con una sonrisa y se despidió dejándole como encargo los arreglos para el fin de semana siguiente de semana.
Mientras caminaba rumbo a su casa, pensaba en todo lo que tenia que hacer al día siguiente, bueno ese día, solo que al amanecer.
Camino despacio por las calles del antiguo Londres, estaba cansada y sin ánimos, pensando que era viernes y el sábado de la próxima semana seria la majestuosa boda de su mejor amiga y aun no tenia un vestido que ponerse
-Vaya, que inteligencia te cargas Herms ¿el vestido? no lo tienes-se reprimió a si misma por su olvidadiza memoria y eso no era normal pero con tanto preparativo ayudando a su amiga se le había olvidado, lo único que la ayudaba era que saldría temprano del trabajo y así podría buscar algún vestido que le acomodara por lo menos bien, así entre pensamientos llegó a su casa, con un extraño latir en la sienes no muy común.
-¡Que extraño! - se masajeaba las sienes mientras caminaba hacía su habitación.
-Esto solo pasa cuando tengo algún disgusto-se dijo a si misma, colocando su bolso en la mesita a un costado de la puerta de su habitación y entonces recordó
-¡Malfoy! maldito mortífago de quinta, ¿En que momento se le ocurrió a Merlín ponerte en mi camino?- suspiro
- Como si no fuese suficiente con tu recuerdo, ególatra, engreído, mal nacido- decía levantando aun más la voz con ambas manos en la cabeza, caminando hacia la ducha.
Amaneció, el despertador mágico lo anunciaba constantemente 5:30am
-Ah! Maldito, sonido ensordecedor- decía un chico de ojos grises furioso, busco con la mano su varita en la mesita de noche y lo hizo explotar, después de una noche de insomnio, estaba muy estresado.
-¿Pasa algo Draco?- pregunto una voz desde afuera de su habitación
-No madre, ¡nada!- exclamó el chico con desgana.
Camino a grandes zancadas hacia el baño y ahí se mojo la cara para después mirarse al espejo
-¡Maldición! ¿Cómo no puedo dejar de pensar en esa sangre sucia?- se preguntaba para después pasar una de sus manos por su ahora cabello rubio
-Ha de ser por la horrible coincidencia de haberle visto- dijo al espejo y así se dirigió a tomar un baño.
La luz de algunos rayos que se dejaban ver entre las nubes grises, anunció su entrada por el ventanal, haciendo despertar a una castaña, Hermione se tallo los ojos y miro hacia la mesita de noche
-¡Maldición!- exclamó –Las 7:20... y tengo tantas cosas que hacer, ir al misterio y después a comprar el vestido- y rápidamente se puso de pie para darse una ducha
-Hermione te voy a matar, no mejor primero mató al hurón, si que lo haré retorcerse del dolor por arruinar mi maravillosa vida, será a ambos mejor, ya que no he podido dormir, ni por mi de estúpida, ni por el intento de mortífago barato y sus insultos prehistóricos, de paso me llevare a Merlín por ser tan condenadamente malo conmigo- chillaba la castaña mientras tallaba su cabello rápidamente
-Por Merlín Herms, tu nunca culpas a nadie por nada- seguía cubierta de jabón y comenzó a resbalar por su cara, mientras se enjabonada el cuerpo
-Y que maravilla, hoy no podré ir a saborear el rico chocolate, bueno tiene su punto a favor, no lo veré, eso es bueno- el jabón resbalo de su mano, como estando en contra de aquella afirmación
-¡Ah! Merlín que tienes en mi contra?- preguntaba la chica mientras se agachaba a levantar a coger el jabón y ahí resbalo, dando un duro golpe en la espalda para que después el jabón rebotara y pegara en su frente
-¡Auh! Espero sobrevivir a este ataque- decía la chica mientras a duras penas, trataba de levantarse.
Un maravilloso rubio, conducía por las mismas calles de la mañana anterior, mientras iba sumido en sus pensamientos. Llegó a la cafetería y aparcó frente a esta
-Hola señor Malfoy, hoy viene temprano- saludo Kathy, con una sonrisa de ilusión
-Buenos días- contesto el chico con un tono de superioridad, y así ingreso al lugar tomo asiento.
Odiaba pelear con su madre, desde que salio de Hogwarts no se la quitaba de encima, había llegado mas temprano de lo normal las 6:45am solo para no tener otra pelea con su madre, pero ya era casi las 8:00 y tenia que trabajar, así que extrañado se puso de pie y pago la cuenta al señor Thomas que le miraba con miedo "Que novedad" pensó el rubio y salio del lugar.
La castaña, caminaba rápidamente con el cabello húmedo y algo desordenado por la humedad de la llovizna
-Las 7:55, tengo que llegar- se decía la chica mientras comenzaba a correr por las calles,
-Nunca, antes he llegado tarde al trabajo, este día no será la excepción- después de todo seguía siendo Hermione Granger, tal vez mas tranquila, menos encerrada en su mundo, mas alegre, pero siempre iba a ser responsable.
-¡Lo único que me faltaba!- pensó, a dos cuadras del punto de aparición al ministerio se desato la lluvia, y aunque traía sombrilla, nunca imagino que alguien en auto estaba gustoso de arruinarle la vida y así fue totalmente mojada por aquel auto negro de lujo, la castaña se roto a mirarse la ropa y después al auto, donde logro captar a un rubio blanquecino que reía a carcajada abierta, dejando a la castaña furiosa en la esquina
-Maldito Hurón- grito la chica
-¿Merlín que tienes en mi contra?- preguntaba la chica mientras se sacudía e intentaba secar, aquella falda negra en tubo y el saco del mismo color.
