Húmedo, Caliente y Delicioso
14 de setiembre
- ¡Evans! ¿Quieres salir conmigo?
- NO.
28 de setiembre
- ¡Evans! ¿Quieres salir con…?
- NO.
17 de octubre
- ¡Evans! ¿Quieres…?
- NO.
30 de octubre
- ¡Evans!...
- NO.
22 de noviembre
- Evans, por última vez: ¿Quieres salir conmigo?
- NO.
- De acuerdo, Evans, no hay problema. Estoy seguro de que puedo enamorarme otra vez.
- Aja, claro. Espero ese día con ansias, Potter.
- Mi mundo no se va a acabar sin ti, Evans. Tú me necesitas más que yo a ti.
- Potter, el día en que yo te necesite, Sirius Black se declarara gay.
Lo que la chica pelirroja no sabía, es que quizá, ese día, no se encontraba tan lejano como todos pensaban…
Dos meses después:
Ya estaban en su sétimo curso, en el mes de diciembre, y eso es todo lo que la paciencia de James Potter pudo aguantar: seis años y tres meses de rechazos por parte de Lily Evans, el infierno pelirrojo.
"Todos dicen en el infierno abunda el color rojo, no creo que el cabello de Evans sea mera coincidencia"; frase típica de Sirius.
Bueno no exactamente "típica", pero si famosa en Hogwarts y muy recordada en la mente de James. Cada vez que Evans lo rechazaba, más o menos cuando se daba vuelta y lo azotaba con su cabellera, esta frase abordaba su mente, sin embargo no solía hacerle caso. Merlín, cuanto desearía ahora haberle hecho caso, al menos una de las 30 primeras veces. Porque ahora se daba cuenta de algo: si juegas con fuego, te quemas.
No hicieron falta largos meses de superación para que James llegara a sentirse librado de sus cadenas, unas que no sabía poseer, si no que todo sucedió al día siguiente de que decidiera darle la última oportunidad a Evans.
Cuando se despertó ese día y abrió los ojos, pensó que era la primera vez que los abría, los colores jamás le habían parecido tan vivos.
Se levantó de su cama, y fue como si una parte de sí mismo quedara adherida al colchón, como si dejara atrás una parte de su alma. Pero no se sintió vacío, si no más ligero. Fue hacia el baño a tomar una ducha, y cuando abrió la llave y noto el agua fresca recorriendo su cuerpo se sintió extrañamente purificado, todo lo malo se iba por el desagüe. Al salir del baño, podría jurar que el sol estaba más brillante, podría jurar que el cielo estaba más azul y las nubes más blancas, podría jurar que oía un león rugiendo dentro de sí.
Podría jurarlo, pero no lo hizo, por una simple razón: muchas veces había jurado a Lily que la amaría por siempre, pero una simple ducha fue suficiente para olvidarla.
Jamás volvería a jurar nada en su vida, si no lo hacía "solemnemente", por los siglos de los siglos, Amen.
"¿Cuándo demonios me volví tan cursi?" pensó James irritado, volviendo a prestar total atención a las uñas de hipogrifo que cortaba sobre una tablita de madera.
Esta mañana de diciembre los merodeadores se encontraban en clase de pociones. Tenían que preparar una poción de luz y la verdad no estaban teniendo mucho éxito.
A Sirius esto lo tenía sin cuidado, porque esa poción le parecía absurda con ganas. Después de todo, si alguien iba a querer preparar una poción de luz es porque no puede ver, y si no puede ver ¿cómo le hará para preparar la poción?
Eso era físicamente imposible.
- Ulma…ulmana rita…jato…
- ¿Eh? - pregunto Sirius.
- Anata…cuda poliso…pa raran…tato… ¡No entiendo este libro!
- Es que lo tienes al revés, Pete - lo corrigió Remus.
- Oh - susurro el animago y enseguida le dio la vuelta al libro, lo analizo por unos instantes antes de dar su conclusión - Aun no lo entiendo.
Ya arto, Remus, le arrebato el libro de las manos.
- Dice: agregar cuatro colas de rata bien trituradas y revolver por tres minutos.
- ¿¡Eso es legal!? - grito Peter espantado.
- Ojala que no - dijo Sirius - Ni quien quisiera comer sopa de ratón.
- Quizá, podríamos agregarle una pocas de tus pulgas, - intervino James - seguro que eso le daría un sabor agridulce.
- ¿Y acaso tú has probado mis pulgas para saber a qué saben? - pregunto indignado.
- ¿Y acaso tú sabes qué hago yo despierto a las 2 de la madrugada? Tienes el sueño tan pesado que podría violarte y ni cuenta te darías - aseguro, enviándole una mirada picara.
- Adelante, atrévete.
- Quizá lo haga.
"Ya empiezan" pensó Remus "¿Por qué siempre que estos dos hablan todo termina en sexo? Bien podrían estar dando una charla del calentamiento global y la cosa se resumiría en sexo"
- Déjense de tonterías y pásenme las colas - les ordeno.
Agradecido por el cambio de tema (aunque no quisiera admitirlo) Sirius le paso las colas de rata y Remus empezó a triturarlas con una piedra, ante la horrorizada mirada de Peter, quien se había llevado las manos a la retaguardia, quizá para protegerse el trasero.
Por otro lado, James, se encontraba perdido en sus pensamientos "¿…Podría violarte…? ¿En verdad le había dicho eso? Maldición"
Como ya he dicho, se encontraban en el mes de diciembre, la atmosfera navideña se respiraba por doquier y la perspectiva de las vacaciones ponía a todos de buen humor. James por su parte no podía dejar de disfrutar de su nueva libertad, lo que por supuesto, lo ponía de buen humor.
Era increíble la cantidad de cosas que se podían hacer al no estar una cuarta parte del día persiguiendo a Lily Evans. Ahora tenía una gran cantidad de tiempo libre, que podía usar en cosas que no solía hacer muy seguido… como pensar o dormir.
Esta primera acción en particular era una que había despertado su asombro. Jamás se hubiera imaginado en cuantas cosas se podía usar el cerebro, cuando este no estaba ocupado en un 80% por la famosa prefecta.
Pero sobre todo, era fascinante, la cantidad de cosas que se podía ver al no tener los ojos en permanente búsqueda de la melena pelirroja. Era como si un nuevo mundo se abriera ante ti.
Por ejemplo, ahora que lo observaba con detenimiento… ¿La sonrisa de Sirius siempre había sido tan deslumbrante? Quizá sí, y nunca le había puesto atención, porque claro que lo era y muuuucho.
"Diablos. De nuevo estos pensamientos absurdos" se regañó mentalmente, empezando a triturar, el también, un par de colas de rata.
Pensamientos como este cruzaban su mente desde hace algún tiempo atrás (dos semanas o por ahí) y la verdad ya se estaba acostumbrando:
"Oh, qué bien le huele el pelo a Sirius"
"Oh, que lindos son los ojos de Sirius"
"Oh, qué bueno está el culo de Sirius"
"Sirius, Sirius, Sirius"
¡BASTA!
No sabía que pasaba con el ¿Cuándo había empezado todo esto? Después de la ducha milagrosa, justo cuando bajo a la sala común y se encontró cara a cara con Sirius.
- ¿Y la pelirroja? - le había preguntado su amigo.
- Trae un destapador, será una larga búsqueda en el inodoro - le respondió James sonriendo.
Entonces, Canuto le devolvió la sonrisa y lo abrazo, haciendo que un escalofrió recorriera la espalda James. No tenía idea de que había causado eso, pero no le desagradaba, en absoluto.
Y desde entonces su mente solo grita: "Sirius, Sirius, Sirius" y lo estaba enloqueciendo. Fin de la historia.
- Al final la clase no estuvo tan aburrida - comento Sirius, cuando recién entraron a su dormitorio.
- Tienes razón, se puso interesante cuando nuestra poción estallo - se rio James tirándose sobre la cama de Sirius.
- Fue culpa de Peter - aseguro el ojigris acomodándose al lado de su amigo - el no quiso agregar las colas de rata, que pendejo.
- Remus de vengara de él, no me sorprendería que en este momento estuviera amenazándolo con triturar su propia cola y agregarla a la poción.
- ¿Crees que deberíamos ir a ayudarlo? - pregunto Canuto incorporándose un poco en la cama.
James lo imito y ambos se miraron dudosos…
- Nooo - dijeron al unisonó y se tiraron de nuevo uno al lado del otro.
Se quedaron en silencio por unos segundos, que rápidamente se convirtieron en minutos y finalmente en toda una hora. El silencio era incomodo, al poco normal entre ellos ¿Desde cuándo se quedaban silenciosos y avergonzados ante la compañía del otro?
"¡Hey! ¡Esa pregunta me la sé!" pensó Sirius "Desde… desde… ¡Ya se! Desde que James decidió darle la última oportunidad a…"
- ¡EVANS! - termino gritando en vos alta.
- ¿Perdón?
- ¡Evans! Eso es lo que falta ¡Eso es lo que cambio! - exclamo, incorporándose de nuevo en la cama.
- Me confundes Canuto - dijo James, sentándose para estar a la misma altura de su amigo - ¿Qué pasa con Evans? Te dije que no quería volver a hablar de ella.
- ¡Exacto, eso es! Desde que dijiste que supuestamente la ibas a olvidar, las cosas - "entre nosotros" recito en su mente - han cambiado.
- ¿Cambiado? ¿En qué sentido? - "además de que no puedo dejar de pensarte, claro".
- Pues, no sé. Solo que ahora es diferente. Eres un chico libre - "gracias a Merlín" - y con eso lo digo todo, porque hay que aceptarlo: para ti perseguir a Evans, era como un estilo de vida.
- ¡Oye! No era para tanto... - su amigo lo miro con una ceja levantada - Bueno, sí. Pero, ¿porque dices que supuestamente? Yo sí que estoy dispuesto a olvidarla, es más, ya la olvide - le aseguro.
Tras estas palabras, James observo con fiereza a Sirius, atravesándolo con la mirada, comiéndoselo con la mirada, y este se la sostuvo, hasta que sintió que se quemaba y solo por eso la desvió.
- Bueno, en ese caso, - dijo Sirius algo nervioso - me alegro por ti, Cornamenta. En verdad. Después de todo... Evans no es el último jugo de calabaza del desierto...
- Tienes razón, - Sirius le sonrió enormemente - seguro que hay montones de chicas que son mejores que ella - adiós sonrisa.
- Siii... chicas - suspiro, dejándose caer pesadamente sobre la almohada.
- ¿Pasa algo, Canuto? - se extrañó James.
- No, no, nada - evadió rápidamente - Solo… estaba pensando que quizá debería quitar esa lista del techo, ya no tiene mucha utilidad - aclaro, mirando fijamente hacia arriba.
Cornamenta se recostó al lado de Sirius, rozando sus hombros, y también dirigió su mirada hacia el techo.
Ahí pegado sobre la cama de Sirius, había un enorme pergamino (casi tan grande como la cama) que rezaba lo siguiente:
Lista de los Rechazos del Infierno Pelirrojo.
Y debajo del título estaban pintadas una infinidad de rayas verticales, una por cada rechazo que Lily le ha hecho James.
Esa lista había sido pegada en el techo en su primer año en Hogwarts, justo después de que el pequeño James le preguntara a Evans si quería ser su compañera en la clase de herbologia, desde entonces la chica lo rechaza en todo, y a Sirius se le ocurrió que valía la pena llevar un registro de los avances de su amigo…pero, al ver que había tales avances, termino por llamarla "Lista de los Rechazos".
Para ese momento la lista se había extendido tanto que a Sirius le daba demasiada flojera contar los palitos, simplemente se dedicaba a agregarlos y ver si algún día lograba llegar al otro extremo del techo…cosa que ahora no pasaría, claro.
- Es cierto - se rio James - De todos modos, esa lista siempre me desagrado. Nunca supe si la pusiste para darme apoyo o desanimarme.
- ¿¡Porque todo tiene que ver contigo!? Eso era simplemente MI pasatiempo y era muy divertido. Deberías sentirte avergonzado, acabas de terminar con mi actividad favorita - le reprocho en broma.
- Como sea - le dijo rodando los ojos - Vamos a quitarla.
Sin más que decir, James saco su varita del bolsillo y apunto con ella hacia el techo, con un ágil movimiento la "Lista de los Rechazos" desapareció.
- Sabes, ahora que lo pienso, la quiero de vuelta - decidió el ojigris, sacando su propia varita y haciendo aparecer la lista de nuevo.
- ¡No! - desapareció.
- ¡Sí! - apareció.
- ¡No! - desapareció.
- ¡Sí! - apareció.
- ¡Espera! Hagamos un trato - ofreció James, dejando su varita sobre la cama, entre él y Sirius - Hay que arreglar esto de la forma correcta.
- Te refieres a… ¿¡El que hace la burbuja más grande en los aros de quidditch!? - exclamo emocionado dejando su varita al lado de la de James.
- Así es - susurro mirándolo intensamente.
- ¡Acepto el trato! ¡Y te venceré, Potter!
- Ya lo veremos, Blacky.
El par de merodeadores se levantaron rápidamente de la cama, por lados contrarios, pero apenas se pusieron en pie se quedaron ahí, a espaldas del otro.
"Creo que olvide algo" pensaron los dos.
- … ¡Mi varita!
Canuto y Cornamenta se lanzaron a la cama justo al mismo tiempo para alcanzar sus varitas. Los dos cayeron de rodillas, pero se tiraron con demasiado impulso (tanto como para haber caído de clavado al otro lado de la cama), sin embargo algo detuvo la caída de ambos… algo húmedo, caliente y delicioso:
La boca del otro.
"Oh, que rico le sabe la boca a Sirius" pensó al instante una parte de la mente de James, al sentirse colisionar con los labios de su amigo, mientras que la otra parte (la medianamente racional), gritaba "¡Maldito subnormal! ¿No ves que estas besando a tu mejor amigo? ¿Y que además tu está gustando? ¡Apártate!"
Pero no quería apartarse. Ninguno de los dos quería.
De pronto sintió como las manos de Sirius acariciaban sus costados y se deslizaban desde sus muslos hasta llegar a su cintura, causándole un escalofrió. Los labios del ojigris empezaron a moverse lentamente sobre los suyos, profundizando apenas el beso, y James se lo devolvió, profundizándolo más.
Ninguno de los dos había cerrado los ojos, se miraban fijamente mientras se besaban, diciéndose mucho y nada a la vez. Porque ellos se entendían perfectamente, sabían lo que pasaba en la cabeza del otro aun sin saberlo y es que ellos no necesitaban saberlo para saber, simplemente lo sabían:
Solo sé que no sé nada, eso era lo que se decían silenciosamente y era todo lo que necesitaban saber, la certeza de que ninguno de ellos tenía ni la mínima idea de lo hacía, simplemente estaban… tanteando el terreno, experimentando.
"Demonios, que bien besa James" cantaba la mente de Sirius, justo cuando su amigo le mordía juguetonamente el labio inferior, y el por su parte se dedicaba a lamerle la boca y gemir con voz ronca, gemidos que se fusionaban con los de James y quedaban ahogados por sus bocas.
Se besaban en forma muy lenta y solo con los labios, en ningún momento hicieron ademan de pasar a mas ni de cerrar los ojos. El beso duro aproximadamente un minuto, hasta que ambos, como si se hubieran puesto de acuerdo, se separaron despacio.
Cuando el contacto se perdió, continuaron mirándose, más cerca de lo que jamás habían estado. En sus ojos se reflejaba lo mismo: vergüenza, confusión y deseo reprimido. Pero más importante que eso, es la pregunta que rondaba por todo el ambiente:
¿Y ahora qué?
¡Riiiiing…riiiiing…riiiiing!
Los chicos dieron un respingo, sobresaltados. El reloj de James timbraba como loco sobre su mesita de noche, anunciándoles la hora del almuerzo. Sirius maldijo el día en que se lo regalo para navidad, debió haberle regalado un par de condones, hubiera sido mucho más productivo.
- De…deberíamos ir a…a almorzar - tartamudeo Cornamenta.
- Si…va…vamos - susurro, excesivamente sonrojado al notar que aún no había retirado sus manos de la cintura de James.
Sin más que decir (bueno, en realidad con mucho, pero sin las agallas), ambos se levantaron de la cama y salieron de la habitación, con aparente normalidad.
Ja. Como si ellos fueran buenos para aparentar.
