Hola! Hoy es mi cumple :D -baila eufórica- y para celebrarlo os traigo una mini historia :3 Espero reviews como regalo de cumpleaños e_e jajaja


Theo Nott caminaba a paso decidido por el amplio pasillo con la carta en la mano, descendió hacía las mazmorras e incluso le gritó a un par de niños de primero ganándose miradas de odio, pero poco le importaba ahora.

Entró en la sala común y divisó rápidamente a su amigo Blaise.

- Dime que no es verdad - masculló Theo tirándole la carta a la cara, ante el silencio afirmativo del otro Slytherin la rabia brilló en los ojos oscuros de Theo - ¿Porque Blaise? Dijimos que nos negaríamos.

-No lo entiendes Theo - respondió Blaise con voz grave - uno no puede negarse ante él...no tiene compasión, además no podía decepcionar a mi familia.

Theo no dijo nada y salió de la sala común, dirección al Gran Comedor. No podía creérselo, desde que habían tenido conciencia de lo que pasaba ambos habían decidido que no se convertirían en mortífagos y ahora Blaise...

Se sentó en su mesa esperando a que apareciese la cena, ignoró a Malfoy tratando de ligar con Astoria Greengrass y se dedicó, como llevaba haciendo desde hacía días, a observar la mesa de Ravenclaw. Luna Lovegood estaba sola leyendo esa extraña revista, ella era diferente al resto y aunque la molestaran y marginaran por eso ella seguía siendo ella misma y por esas cosas él la admiraba.

Como si supiera lo que el Slytherin estaba pensando, Luna levantó la cabeza y lo miró para luego dedicarle una sonrisa dulce, Teo desvió la mirada hacía la famosa carta de su madre y le echó un segundo vistazo:

Querido Theodore,

Espero que sigas los pasos de tu amigo Zabbini y te unas a las filas Señor Oscuro muy pronto. No defraudes a tu familia hijo.

Besos y cuidado con los sangre sucias y traidores a la sangre,

Jade Nott

Theo volvió a mirar a la rubia, pero ésta estaba saludando a un Gryffindor que le devolvía el saludo con timidez.

-Aun siendo extraña y diferente ha encontrado verdaderos amigos - pensó Theo y con una última mirada a la caligrafía de su madre levantó su varita y murmuró - Incendio.

No le importaba si le desheredaban o sus amigos le daban la espalda, él seguiría sus propios ideales y sería feliz, porque a veces ir contra corriente no es tan malo.