CAPÍTULO 1
"Reino Caído"
Mundo de ?
Se escucha el cantar de los pájaros, el día recién empezaba y los rayos del sol entraban por las ventanas de las casas del reino, tanto así que la luz llegó a un puente de piedra hasta llegar a iluminar una fortaleza amarilla, de portones dorados y techos puntiagudos color azul. Dentro de esta en uno de los largos pasillos, un unicornio macho con crin naranja degradado a amarilla, ojos dorados como el sol, pelaje blanco y con una armadura puesta que hacia relucir su corona de oro que lo marcaba como rey, caminaba de un lado para otro preocupado y en cada paso que daba observaba la puerta que tenia en frente.
El unicornio por solo prestarle atención a la entrada de la habitación, no se dio cuenta de la presencia de alguien mas. Aquella poni que tenia la crin blanca, pelaje morado y ojos azules claro, lo detuvo con uno de sus cascos sorprendiéndolo al instante.
—¿Aun no hay noticias? Damian— preguntó con su suave voz mientras miraba preocupada al rey Damian quien con delicadeza apartó el casco de la yegua.
—No, ninguna Stern, los doctores no han querido que entrara...estoy preocupada por Laylah— contestó desanimado cerrado sus ojos en espera de que le abrieran la puerta.
—Ella va a estar bien, mi hermana es una yegua fuerte— indicó Stern sonriendo sintiéndose confiada de que hermana estaría bien.
En ese momento, la puerta se abre y el rey Damian abre los ojos acercándose rápido hacia la entrada, donde una enfermera interrumpió su paso.
—Rey Damian, ya puede pasar...la reina Laylah ya dio luz, enserio le doy felicidades— dicho esto se apartó dejando pasar al rey y a Stern.
El rey Damian se acercó con duda y miedo a una cama donde tendida estaba una bella poni terrestre de crin azul que degrada a un tono mas claro, su pelaje era morado oscuro y sus ojos color azul pálido. Aquella poni que presenciaba era la reina Laylah, que lucia agotada y débil por el trabajo del parto pero a pesar de tener los cascos temblorosos podía sostener a dos bebés que abrazaba con cariño.
—Querida...— Damian sonríe por la bella escena y se acerca alegre a su familia.
Stern pidio a los doctores y enfermeras que se retiraran, las ordenes fueron acatadas mientras que la reina Laylah descubrió a las pequeñas, una de ellas tenia el pelaje blanco como la nieve, con cascos, dos rayas y crin negra como el azabache. Por otra parte su hermana era lo contrario, su crin, cascos y rayas eran blanca y brillantes cual luz de luna, mientras que su pelaje era negra como la noche.
—Son preciosas...— halago Damian contento mientras acariciaba las cabezas de sus hijas.
—Opino lo mismo querida hermana, son bellas y espero que tu y Damian junto con mis sobrinas formen una hermosa familia— comentó Stern estando del otro lado de su hermana admirando a sus sobrinas dormir.
—Gracias Stern, pero recuerda que también eres parte de la familia y siempre estaremos contigo— esas palabras de Laylah provocaron cierto sonrojo en su hermana que sonriente le dio un abrazo.
—¿Como se llamaran?— pregunta Stern arqueando una ceja —No toda la vida las puedo llamar bebés jajaja.
—Uhm...Se llamaran, Halia y Amaris— respondió el rey con una leve sonrisa y dándole un beso a su esposa.
—Me gustan los nombres— comentó la reina contenta correspondiendo el beso del rey con cariño.
—¿Puedo cargar a mis sobrinas?— preguntó Stern extendiendo sus cascos.
—Por supuesto— aceptó Laylah que estaba a punto de darles a las pequeñas, sin embargo el sonido de un rayo la detuvo.
La familia real miró por la ventana mas cercana, como el cielo se nublaba, Stern se acercó mas a la ventana y vio pasar una especie de humo negro con rojo que horrorizada la hizo retroceder y caer de espaldas.
—Es...Es ella...¡Es Schatten!— exclamó aterrorizada mirando hacia atrás, en sus ojos y en los ojos de los reyes se podía ver el miedo y horror.
—¿¡Que hace ella aquí!?— Damian rápidamente activo su magia creando un campo de fuerza que se extendió solamente para cubrir el castillo pero no logró cubrir al reino entero.
Aquel humo conocido como Schatten se esparcía por las casas de los pueblerinos, gritos de horror se escuchaban, las almas de los inocentes eran arrebatadas dejando caer sus cuerpos inertes en la tierra. Cruzando los pueblos del reino se podía escuchar la marcha de los ponis que se acercaban al castillo, era un gran ejercito pero para sorpresa del rey Damian estos ponis tenían unas extrañas colas, los machos poseían una cola de escorpión con un ojo, mientras que las hembras una cola de cobra. Detrás de ese ejercito venían mas jalando cañones enormes siendo en su totalidad diez.
El rey a su pesar, dejó a su esposa con su hermana, retirándose de la habitación seriamente, fuera del castillo el soberano alistó una armada completa superando el número de sus enemigos, pero juzgando por sus expresiones esos seres no parecían tener miedo.
—Stern...ve y ayuda a Damian, te necesita...— decía Laylah abrazando a sus hijas mas fuerte y mirando con preocupación a su hermana.
—¿Perdiste el juicio? No te dejaré aquí sola mucho menos con Schatten fuera, Damian se deshará se la barrera y Schatten podría aprovechar para venir y atacarnos, tengo que estar aquí para protegerte y...— las palabras de Stern entraron por uno y salieron por el otro oído de su hermana, que se manera alterada la toma del casco.
—¡Ve rápido! Estaré bien, no te preocupes por mi, además...eres buena con la espada...podrás derrotar a nuestros enemigos, mantendré a las niñas a salvo— insistió Laylah con una sonrisa débil.
Stern miró con asombro a su hermana y le devolvió la sonrisa, ambas se despiden con un fuerte abrazo y se retira insegura si fue la mejor decisión dejar a su hermana y sobrinas solas.
Y como había dicho Stern el rey había deshecho la barrera, no tardaron en desenvainar sus espadas los soldados y fueron hacia ellos. La sorpresa fue algo grande tras ver como esos ponis con sus colas podían penetrar sus armaduras, el aguijón del escorpión atravesar la armadura e inyectar su veneno, lo mismo con la cola de cobra solo que estas mas ágiles atacaban el cuello.
Uno de ellos sacó un arma, con el cual pudo cortar una ala de un guardia, mas el veneno de la cola de escorpión no era letal, solo dejaba al individuo inmóvil pero indefenso por lo que aparte el aguijón además de atravesar las armaduras cortaba también las cabezas y lo mismo pasó con aquel guardia y con muchos mas cuyas cabezas fueron cayendo poco a poco mientras la sangre manchaba sus cascos. En cambio con las hembras, su veneno no solo mataba a su oponente, si no también lo hacia arder por dentro hacia afuera dejando sus cuerpos carbonizados.
—¿Que cosa son?— se preguntó un soldado al tener a una hembra sometida a punto de degollar.
—Somos...los poisonous— respondió con una sonrisa maliciosa que mostraba sus colmillos, algo que tomo por sorpresa al guardia que reacciono recién tras sentir la cola cobra de ella mordiendo su estómago y arrancándole un pedazo de carne, de una patada lo quito de encima suyo y se levantó como si nada —Patético.
Desde la entrada del castillo estaban el rey Damian junto con el comandante que no podían creer como sus mejores soldados caían ante tales bestias.
—Esto no tiene nombre...— comentó el comandante asqueado por la masacre que realizaban los poisonous.
—Ugh...— Damian miró hacia arriba y vio como Schatten se esparcía al rededor del castillo —Espero que Stern la pueda proteger.
—¡Damian!— Stern aparece a su lado dejando intrigado al rey.
—¿¡Que haces aquí!? ¡Se supone que debes cuidar a Laylah!— exclamó el rey que seguía viendo a Schatten entrar por la ventana.
—Me pidió que viniera a luchar— se excusó Stern molesta e hizo ver su espada.
—Pues hazlo, yo debo cuidar a Laylah— el rey se fue apresurado dejándolos a ellos solos.
Tanto como Stern y el comandante se lanzaron a pelear por defender el castillo. Por otra parte, la reina Laylah estaba buscando en los cajones de su cómoda con desesperación hasta encontrar dos collares de plata, Halia recibió el primer collar que tenía un dije de sol mientras que Amaris recibió el segundo que tenia un dije de media luna. A las dos las envuelve en mantas y las carga con delicadeza pero con fuerza a la vez, sintió un escalofrío recorrer su lomo pero al voltear no había nadie, hasta que miró arriba el techo negro.
—Vaya vaya...¿a donde vas?— pronuncio una voz femenina proveniente del humo.
—Schatten...¡Vete! Largo de mi reino— exigió la reina molesta preparándose para "atacar".
—¿Tu reino? Que chistosa, pronto Solde sera todo mio y nadie me va a derrotar— contradijo Schatten intentando acercarse a la reina.
—Te equívocas, dos nobles guerreras lo harán— Laylah se dio cuenta de como se acercaba Schatten por detrás, a lo que ella corrió hacia un armario tirándolo, detrás de este había una pasadizo secreto por donde se fue galopando lo mas rápido que podía.
—Ugh, maldita perra— Schatten expulsa de su ser cuatro seres encapuchados que la miraron atentamente esperando sus ordenes —Muerte, Peste, Hambre y Guerra, vayan tras la reina Laylah y aniquilenla...y a sus hijas también.
—A sus ordenes reina Schatten— dijeron los cuatro al unisono entrando al pasadizo secreto.
La reina Laylah podía escuchar que venían tras ella, solo pudo apresurar su paso hasta abrir una puerta de madera llegando a un tembló, solo se limitó a cerrar la puerta sin tener algo con que poder bloquear el paso a quienes la seguían, dejo a sus hijas en el centro del templo, con unas lágrimas en sus ojos toco los collares de sus hijas y un aura dorada entro en estos.
—Perdón si mami no puede estar con ustedes...espero que lleguen pronto— susurró la reina y escuchó la puerta abrirse de golpe pero en ningún momento volteo hacia atrás.
Aquellos seres que entraron se transformaron en una masa de humo que empezó a rodear a la reina haciéndola desaparecer, lo mismo iba a pasar con las pequeñas sin embargo sus collares brillaron y alejaron a la masa de ellas.
—¿¡Que fue eso!?— preguntó Muerte sorprendido.
—No lo se, no me interesa pero debemos matar a esas niñas— insistió Guerra y todos a la vez se abalanzaron sobre las niñas, pero volvió a suceder.
Las puertas principales del templo se abrieron y una ráfaga de viento aparto mas a los seres del apocalipsis que aturdidos igual intentaron acercarse a las pequeñas, pero, lo que los detuvo fue un escudo de magia blanca cegador y al abrir los ojos las niñas ya no estaban.
—¡Maldición! Escaparon...espera, son bebés ¿como pudieron escapar?— preguntó Hambre despegándose de sus hermanos para morderse el labio.
—No seas idiota Hambre, los guardianes salvaron a esas mocosas— respondió Peste molesto por la ignorancia de su hermano.
—Schatten nos va a matar— comentó Muerte pero por unos momentos se quedó pensando lo que dijo —Mejor dicho, nos destruirá.
—Dudo que los guardianes dejen que esas niñas vuelvan...y si lo hacen las mataremos— Guerra se acercó a una columna y la derrumbó de un toque —Vámonos de aquí, por mientras digamosle a Schatten que están muertas.
Los demás asintieron con la cabeza y se hicieron humo, escapándose del derrumbe. El rey Damian había llegado tarde a la habitación sin lograr encontrar a Laylah y a sus hijas, miró por la ventana e intrigado ve como el templo cuyo lugar era escondite para la reina había caído haciéndose añicos.
—N-No...¡MALDITA SEA!— controlando toda su fuerza, enojo y odio, el rey pudo lograr hacer nuevamente otra barrera de magia que cubrió el castillo y echo a los Poisonous quienes con sus cañones lanzaron bolas de fuego hacia la barrera pero no hubo efecto alguno, ni siquiera lograron hacer una grieta.
No solo logró el rey expulsar a los Poisonous, si no también a Schatten y a los seres del apocalipsis, ninguno de ellos podía entrar al castillo, furioso sale de la habitación, su cuerno seguís brillando y para dejar tanta cantidad de magia todo se lo da a su corona, que podía mantener el campo de fuerza por un largo tiempo si es que no se debilitaba.
Solo unos cuantos soldados volvieron entrar al castillo, el comandante estaba herido pero traía sobre él a Stern que estaba delicada y tenia serias heridas en su cuerpo, el rey Damian preocupado se acercó a todos y con su magia, a pesar de estar débil logra aliviar el dolor y sanar las heridas, pero en Stern fue diferente, ella no despertaba aún y solo pudo lograr parar el sangrado. Preocupado carga el mismo a la yegua y con cuidado.
—Llevaré a Stern a sus aposentos, envienme al doctor del castillo de inmediato— ordenó el rey al comandante.
—Esta bien, su alteza— afirmó el comandante retirándose para llamar al doctor.
El rey se lleva a Stern a su habitación, recostándola con cuidado sobre su cama y tomando su pulso, escuchaba sus quejidos de dolor por las heridas, él solo dio un suspiro y frustrado por la perdida de casi todos sus seres queridos decidió sentarse a los pies de la cama en espera del doctor.
MUNDO DE EQUESTRIA
El mundo que conocían como "Equestria" ya no existía, casi todo era un caos y aquel hermoso reino lleno de paz y armonía estaba dividido en dos, en el lardo izquierdo el sol brillaba con mucha intensidad mientras que por el lado derecho la luna con su noche traía el frío. Para ya no ser uno solo la tierra comenzó a temblar y tanto los cielos diferentes de ambos reinos comenzaron a nublarse, pero todo se detuvo tras abrirse un portal en una zona muerta entre ambos lugares. En esa zona no había vegetación, ni casas, solo habían huesos de ponis con armaduras y toda esa zona era de un kilometro que dividía el reino del sol del reino de la luna.
De aquel portal blanco, salen cuatro seré con capuchas blancas cuyos rostros no podían ser vistos, pero dos de estos traían en sus cascos a las bebés Halia y Amaris que a pesar de haber presenciado un escandalo no se habían despertado.
—Son tan tiernas ¿No lo crees South? — preguntó quien tenia en cascos a Halia, su voz era femenina y un poco chillona, actuaba de manera emocionada.
—Comparto tu opinión, Apofis— dice la guardiana que estaba a su lado cargando a Amaris.
—Uh, oye...North ¿Estas seguro que debemos dejarla en ese mundo? Mira el cielo, no hay orden, no siento armonía y esta zona esta muerta— comentó uno de ellos en un tono serio mirando al rededor.
—Si, debemos dejarla aquí y no te preocupes, esta zona divide dos reinos, Apofis y yo iremos al lado del sol mientras que tu y South irán por el lado de la luna, ya saben que hacer— ordenó North acercándose a Apofis y alejándose de sus otros dos compañeros tomando camino a la parte clara.
—Bien, vámonos South— avisa el guardián que para no tener alas se eleva en el aire al igual que su compañera para cortar el camino.
Dado a que era de día, North y Apofis no podían utilizar tal técnica, puesto que podían ver ponis fuera de sus casas que podían sospechar de ellos, por lo que prefirieron seguir su camino detrás de las casas, atravesando callejones pero sintieron los quejidos de Halia que empezaba a despertar.
—Debemos darnos prisa North, no se calmar los llantos de una bebé— advierte Apofis mirando a la criatura.
North suspira y mira a ambos lados para revisar que nadie estuviera cerca, toma a la bebé y la tira lejos dejando helada a Apofis que se le cayó la mandíbula. North se desvanece y en el aire atrapa a Halia estando cerca de un castillo con parecer blanca y techos naranja, con portones de oro, Apofis no tardó en aparecer a su lado agitada y asustada.
—¿¡Te volviste loco!? ¡Pudiste matarla!— exclamó alterada Apofis quitándole a la bebé y revisándola por si no se hizo daño.
—No seas exagerada, esta bien, además debemos dejarla en algún lugar...— North tomo de nuevo a la bebé y junto con Apofis se escondieron detrás de unos arbustos mientras observaban desde ahí las entradas posibles del castillo.
—Mira, un balcón— apuntó Apofis a la torre mas alta pero antes de hacer algo decidió subir levitando sin alertar a nadie —Oh, es muy elegante, parece la habitación de...
—¡Ahí te va!— exclamó North tirando a la bebé hacia ella.
Por un momento, los ojos y lengua salieron de su cuerpo y con nervios atrapa a la bebé.
—¡Estas completamente demente!— le gritó Apofis y entrando a la habitación, donde hacia mucho calor para ella —Oh por los vientos del oeste, hace tiempo que no sentía un calor así— la guardiana mira a todos lados y se acerca a una cama grande de doble colchón y al parecer aprueba de fuego debido a que las barandas que estaban en llamas —No se si sea un buen lugar para dejar a una bebé aquí...pero este es el único lugar donde podrías pasar una buena vida, nos veremos pronto princesa Halia.
La guardiana escucha unos pasos acercándose a la habitación, rápidamente dejó en la cama a la bebé Halia y se tiro por el balcón aferrándose a la orilla por un lado donde podría ver y escuchar lo que sucedería. La puerta se abre de golpe, se escuchaba el gruñido de una yegua muy molesta que dejaba huellas de quemaduras por cada paso que daba.
—Estúpida hermana mía— se quejaba la soberana del reino, Daybreaker que se miraba aun espejo admirando su belleza.
—Que vanidosa...— pensaba Apofis y sintió como North levitaba hasta llegar a su lado para ver también.
—Kuku...— fue lo que dijo Halia antes de empezar a llorar de manera descontrolada capturando la atención de la reina del sol.
—¿¡Que!? ¿¡Que hace esta intrusa en mis aposentos!?— se preguntó Daybreaker enojada acercándose a su cama —Agh...¡Callate bebé apestosa! Estúpidas sirvientas de seguro una de ellas dejo a su cría aquí, mala suerte, la voy hacer arder.
Los guardianes estaban por intervenir pero antes de que Daybreaker pudiera lanzar un ataque de fuego, ella misma se detiene y acerca su rostro a la cría, con su casco le quita las mantas y nota la nariz de la bebé húmeda.
—Mmm...Debe tener hambre...ah ¿que estoy diciendo? Te voy a destruir maldi...— la reina no pudo terminar su oración tras ver como la bebé tocaba con sus pequeños cascos su estomago, solo miro de izquierda a derecha y se recostó a su lado acercando a Halia cerca de sus ubres viendo como al instante ella empezó a tomar leche de ellos —Esto es extraño...pero, je, eres muy tierna...y me puedes servir para derrocar a mi tonta hermana de una vez por todas.
—No se si habrá sido buena idea dejarla con ella— comentó susurrando Apofis sin estar convencida por las palabras de Daybreaker.
—Ni yo pero, es lo mejor que hay supongo...me preguntó como les estará— le decía a Apofis bajando del balcón.
Del lado oscuro del reino, en la torre mas alta del tenebroso castillos con paredes azules grisáceas, en el salón del trono se podía ver a Nightmare Moon que daba de amamantar a Amaris, tal vez su sonrisa en la monarca de la luna era aterradora para todos pero para la bebé no, al contrario después de tomar su leche extiende sus cascos hacia ella para que la cargara.
—Oh pequeña...— la alicornio carga a la potra y con una sonrisa que mostraba sus colmillos observó a Amaris —Tu seras quien me ayude a llevar a mi estúpida hermana a la destrucción ¡JAJAJAJA!
—¿Crees que hicimos mal dejarla con ella?— preguntó South observando a su compañero.
—Uhm, no, estará bien solo espero que les haya ido mejor a North y a Apofis, ojalá no hayan dejado a la princesa Halia con una loca como esta— opinó él seguro de que las potras estarían en los cascos adecuados para ser criadas y educadas.
IMPERIO DE CRISTAL
En la cima de la torre mal alta del imperio, la princesa Flurry Heart observaba el reino preocupada y el cielo dividido en dos, suspiró y se toco la frente con su casco pensando en que podría hacer para mantener a su pueblo protegido para futuras guerras.
—¿Sentiste eso Flurry Heart?— preguntó Twilight Sparkle acercándose a ella y tomando su hombro.
—Si...Sentí una presencia extraña a lo lejos, sin embargo, no sentí que fuera mala— respondió Flurry estando mas calmada y esbozando una sonrisa —Tía ¿Has logrado sacar del cómic a Spike?
—Aun no, no e podido, ya lleva un año ahí dentro, no se porque no puedo sacarlo de ahí— contesta Twilight bajando sus orejas mirando hacia abajo desconsolada.
—Debemos entenderlo, después de la muerte de Rarity y de las demás...Creo que quiere pasar sus momentos a solas, pero no te preocupes tía, Spike ya no es un bebé dragón y puede cuidarse solo— comentó Flurry para calmar las angustias de la princesa de la amistad.
—Tienes razón, por cierto ¿Has visto a Millecent por aquí?— volvió a cuestionar Twilight arqueando una ceja.
—Creo que esta en la parte detrás del castillo entrenando— responde Flurry retirándose con su tía del balcón.
—Que gracioso, ella es igual a su madre— bufo la alicornio pasando por los pasillos con su sobrina abrazándola con un ala.
¡Hola! Espero les haya gustado el capítulo de hoy, no olviden comentar que les pareció y nos vemos hasta la próxima, bye bye.
