Disclaimer: Los personajes son propiedad exclusiva de mi querida Stephenie Meyer, pero la trama es de mi propiedad e imaginación.


Capítulo I : La Llegada y el Plan

A las mujeres hay que quererlas, no comprenderlas.

- Oscar Wilde -

Ansiedad. Esa es la palabra que mejor describe mi ánimo en este momento.

Tengo ansiedad por saber cómo será mi nueva vida aquí, en Forks; supe que tendría que vivir con los McCarty, por lo que ansiaba saber como estaban, y aunque tenía miedo de cómo sería mi vida acá, la ansiedad vencía al miedo; y por mucho.

Luego de un largo viaje en avión desde Phoenix, donde vivía con mi madre, llegué a Port Angels, donde un taxi me llevaría hasta mi nueva casa. Durante el viaje, observaba en la ventana como las gotas se deslizaban por ella, y a la vez por mi cara; me era duro dejar a mi madre, y en especial tener que quedarme en Forks, el lugar donde se encontraba la tumba de mi padre Charlie, antes vivíamos los tres acá, y mi padre, que era policía, tuvo un accidente y le dispararon; el no logró sobrevivir. Luego de ese episodio, mi madre conoció a Phil, su actual esposo, y seguíamos viviendo acá en Forks, hasta que al encontrarnos de vacaciones, nos enteramos de que nuestra casa se incendió, pero Phil tenía una vivienda en Phoenix, por lo que nos quedamos allí.

Pero la verdad, nadie me obligó a venirme a vivir aquí, solo que mi madre y Phil, se irían a vivir a Florida, y eso era muy lejos de aquí. Florida está al otro extremo de Forks, lo que significaría prácticamente dejar mi niñez atrás, cosa que no quería y en Forks me sentiría más como en casa que en Phoenix. Y mi madre tiene una amiga en Forks, que le ofreció que me quedara en la casa de sus hijos: Alice y Emmett McCarty, ambos eran amigos míos de mi infancia, pero ya casi no los recordaba, solo recordaba que ambos eran de tez pálida, ojos azules y cabello negro – si, una información muy básica -. Alice tiene mi misma edad – 17 años – y Emmett es un año mayor.

Estos días he andado muy inestable; digamos que me enojo con facilidad, o no logro poner mucha atención en algo – distracción –, u olvido cosas, etc. La verdad, no sé que me pasa, aunque me gustaría saberlo, ya que no es solo la inestabilidad, distracción, etc., sino que de repente suelo ser algo hostil con la gente que si quiero. Un ejemplo: los últimos días he sido muy mala persona con Renée, y eso no me hace sentir bien. Para evitarlo, simplemente me aislo, pero eso lo hace peor, puesto que simplemente lloro recostada sobre mi cama, con el volumen de mis audífonos a más no poder y total e interiormente ahogada, no tengo con quien hablar tranquilamente, siento que parezco una bomba: que con algo muy simple, podría explotar. Y si lo hago, lo más probable es que la persona con la que esté, termine lastimada; es algo de causa y efecto

- Señorita, hemos llegado – me avisó el conductor del taxi, efectué un pequeño salto del susto, ya casi se me había olvidado lo que hacía, iba ensimismada en mis pensamientos... Me froté los ojos y vi por la ventana, estaba el cartel que decía "Bienvenido a Forks". Para mi sorpresa, la lluvia había cesado.

Seguimos avanzando hasta que luego de un largo trayecto de un espeso paisaje verde llegamos a una reja negra, que estaba entre dos firmes muros de ladrillo blanco, por entre la reja se distinguía una linda casa – algo grande tal vez para mi gusto –; con un lindo jardín – también grande –. Se veía llena de detalles, ni una hoja marchita, todo limpio y organizado, ni una flor u hoja fuera de lugar.

Bajé del taxi y el conductor me ayudó con mis maletas. Toqué el timbre al tiempo que el conductor ponía en marcha el taxi y se iba, mientras se desvanecía en el horizonte, luego de que el sonido del taxi no se volviera a oír, se escuchó como contestaban desde adentro el timbre.

- ¿Quién es? – dijo una musical y femenina voz, supuse que sería Alice.

- Hmm, soy… - demoré en hablar, digamos que me shockeo la voz de Alice, puesto que no la escuchaba hace años, me aclaré la garganta y continué – Em, soy Bella – dije nerviosamente, me sentía extraña, tranquila Bella, todo estará bienme repetía un millón de veces a mí misma.

- ¿¡Bella! Oh, voy inmediatamente a abrirte – dijo Alice, y su tono de voz expresaba… ¿Sorpresa? ¿Emoción? Oh, vamos, ¿Por qué estaría emocionada de verme? Ni que fuera Kristen Stewart, reí por lo bajo. En eso, se abrió la gran puerta, dejando ver a una chica de cabellos negros desparramados hacia todas partes, de baja estatura, delgada, y con la misma gracia – o quizás más – que la de una bailarina. A sus espaldas, iba todo lo contrario: un chico enorme, de cabellos rizados, musculoso, y muy alto. Supuse que serían Alice y Emmett – obvio, ¿quién más? –.

Alice le llevaba unos pasos de ventaja a Emmett y con su gran sonrisa, acudió a abrirme la reja, al hacerlo me dio un gran abrazo.

- Oh, Bella – esperen, ¿está sollozando?, frotó sus ojos y continuó hablando -, mira que grande estás, y cambiada. ¿Cuántos años que no nos veíamos? Ay, no lo sé, ¿habrán sido 7 u 8? Por cierto, ¿cómo estuvo el viaje? ¿En qué te viniste hasta acá? ¿Qué hay de Renée? – luego me echó otra miradita mientras realizaba una pausa para seguir. Esto será largo… pensé -. Oh, pero mírate, casi ni te reconozco – luego de su apresurado discurso, me examinó de pies a cabeza -. Aunque creo que lo que no ha cambiado es tu sentido por la moda – dijo mirándome con los ojos entrecerrados, y entonces su semblante se iluminó – Hoy hay queeeee… - dijo con la sonrisa más grande del mundo a la vez que alargaba la e - ¡Ir de compras! – dijo y comenzó a dar saltitos de alegría. ¿Compras? ¿Enserio? Oh, por favor que alguien me salve…

- Vamos Alice, la agobias – dijo Emmett haciéndose espacio para pasar a saludarme, Alice en un 'maduro' comportamiento, le sacó la lengua a su hermano y se cruzó de brazos murmurando algo como no la agobio y mandando gruñidos -. Oh Bella, ¿cómo estás? – dijo Emmett con su masculina voz. Guau, cuanto han cambiado. Me dio un abrazo, más bien, un abrazote, puesto que casi quedo sin aire, jadeé y Alice lo notó.

- Emmett, la agobias – dijo con un tono burlón imitando a su hermano. Emmett, hizo los mismos gestos anteriores de Alice, pero de una forma más graciosa. Yo reí ante la imitación, pero fue una risa corta, ya que la mirada enojada de Alice se posó en mí. Y de mis pobres recuerdos de mi infancia, recordaba que no era bueno hacer enojar a Alice, o irritarla. En ese momento, bostecé, y en este caso, Emmett fue quien lo notó.

- Hmm – dijo poniéndose la mano en su mentón – Creo que estás cansada, Bella. Deberías entrar y descansar - dijo dedicándome una sonrisa, yo se la devolví y asentí. Emmett fue el atento caballero que me ayudó a llevar las maletas, pero la aparente fachada de caballero acabó cuando yo choqué con una planta y Emmett comenzó a reír, estoy segura de que por no ser el piso tan duro – ya que estábamos en una parte de cemento mezclada con plantas – se hubiera lanzado y habría comenzado a revolcarse de risa.

- El vivir contigo me hará sacar mínimo una risa diaria – dijo Emmett entre risas, yo hice una mueca de desagrado frente a la idea. Intentaría tropezarme o caerme lo menos posible, y hacer que Emmett se tragara sus palabras.

Fue en ese momento cuando todos miramos al cielo, se avecinaba una llovizna. Hice una mueca de disgusto, estaba acostumbrada al calor, días soleados, arena. No a frío, días de lluvia, bosques… Alice me apresuró a entrar, puesto que de lo contrario nos mojaríamos enteros, su ropa se empaparía y su maquillaje se correría, al imaginárselo, puso una cara de horror, con Emmett soltamos una pequeña risa, seguido a eso, entramos a la casa.

Más que casa: una real mansión. Con ver el salón, me bastaba para saber cómo sería el resto de la mansión: espacios amplios, tonos claros, bien decorados – lo bastante como para que no faltara nada y lo suficiente como para que no estuviera sobrecargado –. Miraba admirada cada rincón de la sala, era hermosa. Escuché el sonido de la puerta cerrarse y el de las gotas de lluvia comenzando a caer. Emmett llevó las maletas a mi habitación – que por cierto, aun no conocía – mientras yo me sentaba en el sofá a reflexionar un poco. Me sorprendió haber reído hace un rato, puesto que desde hace un tiempo ando aislada, fría y distraída.

- ¿Bella? – fue entonces cuando escuché a Alice, y me di cuenta que estaba al lado mío
- ¿Si? – dije, intentando sonar lo más relajada posible. Cosa que no funcionó y Alice notó al instante.
- ¿Te ocurre algo? – dijo Alice con una voz compasiva y de total amabilidad.

Si, muchas cosas. Me siento mal, distraída, fría…

- No, nada – mentí, y desvié la vista. Hecho muy notorio.
- Bella… - dijo Alice sentándose a mi lado en el cómodo sofá color crema de tres asientos. Me acarició el cabello. Ella fue mi amiga por 8 años, y me conocía lo bastante como para saber que algo me ocurría. Yo le contaría, pero me sentía ahogada, y si me intentaba desahogar, explotaría y no serviría puesto que simplemente lograría herirla. Aún recuerdo lo que pasó con mi madre hace algunas semanas…

Bella Flashback

- Hija, te pasa algo – dijo Renée segura de sí misma. Obviamente me pasaba algo, no había que ser Sherlock Holmes para saberlo. Sentía que algo me faltaba, algo necesito… Pero me harta que me pregunten a cada minuto del día que es lo que me pasa. Prefiero reservarme. Yo lo descubriré en algún momento, no es necesario que me cuestionen por cada comportamiento mío a lo largo del día.

- No te preocupes, Renée – dije intentando quitarle relevancia al asunto, aunque sabía que ella no lo pasaría por alto y seguiría cuestionándome o algo por el estilo.

- Cariño – dijo acercándose a mí para acariciar mi mejila -, cuéntame, soy tu madre, te comprenderé, sea lo que sea – se produjo un largo silencio incómodo. Primero que nada, no podía contarle verdaderamente lo que me pasaba porque no estoy segura, y segundo, sabe que no soy una persona muy abierta. Es mi madre, debería saberlo… - Acaso… - mi madre me miró fijamente a los ojos, un escalofrío recorrió mi cuerpo, no sabía con que cosa saldría mi madre ahora - ¿Consumes drogas?

- ¿Qué? Nooo – mi voz se elevó una octava, e hice un gesto de disgusto. ¿Cómo podría pensar eso? Oh, vamos, el estar distraída, distante, aislada, fría no son características de consumir droga…

- Entonces, ¿estás embarazada? – dijo mi madre como si estuviéramos hablando del clima. Abrí los ojos como platos. Primero, una madre no te preguntaría eso con suma tranquilidad, y ¿cómo podía llegar a esas conclusiones?

- No, y mamá, deja de cuestionarme. No me siento cómoda con preguntas a cada momento, me siento ahogada.

- Si quieres que el cuestionario se acabe, entonces cuéntame.

- No – dije seria y cortante.

- Bella…

- No, mamá. La 'n' con la 'o': No.

- Vamos, Bella… Soy tu madre confía en mé.

- No mamá, entiende, no.

- Isabella – me llamó por mi nombre completo -, dime que es lo que te pasa.

- ¿Quieres saber lo que me pasa? – dije mientras me ponía de pie y a la vez en frente de mi madre – Lo que me pasa, es que me siento ahogada con la atención que me ponen todos sobre mi repentino cambio de ánimo, y que mi propia madre, que ciertas veces no lo parece, se le ocurran supuestas 'conclusiones' sobre lo que me pasa que ni siquiera se acercan a el problema. Ni siquiera yo sé lo que me pasa, pero sea lo que sea prefiero reservármelo para mí y descubrirlo sola. ¿Suficiente para que me dejes de cuestionar? Pues espero que sí, porque más cosas no te diré.

Fue entonces cuando miré la expresión de mi madre: triste. ¿Pero por qué? Analicé mis palabras y comprendí. Mis palabras fueron las causantes de que el semblante de mi madre cambiara, y entonces me lancé a la cama.

- Lo siento, mamá – dije avergonzada. Me levanté de la cama de mi madre y fui a mi habitación, donde comencé a llorar desconsoladamente y comprendí que era mejor no conversar con nadie sobre eso. No hasta saber lo que ocurre conmigo.

Fin Flashback

- Alice, por favor. No quiero hablar de eso, ¿sí? – dije levantándome para poder ir a ordenar mis cosas. Mis maletas ya estaban en mi habitación como me había dicho Emmett hace un rato. Entonces sentí que una mano me detenía al posarse sobre mi hombro.

- Pero lo estás demostrando. Y aunque no quieras hablar, yo te haré hablar – dijo mientras se marchaba a la cocina – Por cierto, ¿te gustan las hamburguesas? – yo asentí con inseguridad. ¿Cómo es posible llegar a tal cambio de conversación, e incluso de ambiente? De un ambiente tenso a uno totalmente relajado y centrado en la cocina. Me fui a mi habitación. Era muy linda, las paredes eran azules, tenía un gran armario, Alice… pensé. Había una cama color crema, y un gran ventanal que daba hacia el patio de la casa – por cierto, muy lindo y amplio -, había una televisión, un computador y un equipo de música. Abrí mi maleta, comencé a sacar la ropa, abrí el closet y entonces ahogué un grito, justo en el momento que Emmett pasaba, entró a mi pieza y al ver mi rostro, y hacia donde iba dirigida mi mirada, comenzó a reír.

- ¿Qué es lo que te causa tanta risa, Emmett? – dijo Alice y Emmett entre risas logró apuntarme a mí, que aún seguía clavada al suelo.

- Alice, esta ropa no es mía, ¿cierto? – en el armario se encontraba una gama de ropas diferentes y distintos colores. En cada colgador había un conjunto de un pantalón con una polera, o falda y blusa, o un vestido, o un short y una camiseta, etc.

- Claro que es tuya, le pedí a Renee tu talla y me tomé la atribución de comprártela, de nada – dijo totalmente alegre. La miré incrédula, hubiera aceptado amablemente ir de compras y elegir yo, a que alguien me eligiera.

- Alice, enserio, no es que no te lo agradezca. Pero no es mi estilo de ropa – dije tratando de sonar sútil, digamos que faldas cortas y escotes provocadores no van conmigo.

- Pero, y si la usaras y vieras como te sientes… Tal vez es eso lo que te falta, cambiar tu estilo – dijo Alice.

- ¿Lo que me falta? – dije, aunque todavía sin dejar de prestar atención al amplio armario.

- Si. Tal vez no quisiste hablar conmigo, pero no soy tonta. Conozco a la gente – sonreí. Tal vez Alice podría ayudarme más de lo que yo creía, y desvié mi mirada hacia Emmett. Este tenía un semblante confundido aún más que el mío de hace un rato.

- Emmett, ¿puedes apagar el horno, y poner la mesa?

- Claro – dijo Emmett feliz de poder zafarse de una C.D.C.M.A.P.H (Conversación de Chicas Muy Aburrida Para un Hombre), como lo llamaba Emmett. En el momento en que Emmett se fue, Alice cerró la puerta y se sentó en un costado de mi cama. Oh, oh, esto será largo.

- Muy bien, Bella, ahora veremos qué es lo que te falta.

- Alice no…

- Nada de 'Alice no', yo te ayudaré. No me gusta verte así. Haremos un trato, cada semana probaremos algo nuevo, hasta saber lo que te falta – no era una mala idea, sonreí.

- Entonces, capitana, ¿qué es lo primero en la lista?

- Usarás mi ropa nueva - ¡Rayos! Había olvidado eso, hice una mueca. Muy bien, si quería saber qué es lo que me falta, tendría que probar de todo para descubrirlo – Mañana empezamos, y por si acaso… - se acercó al closet, lo abrió y sacó de él una hoja – Aquí están las combinaciones - ¿Combinaciones? Alice leyó mi expresión confundida y habló: - Colores que puedes usar juntos y los que no, recuerda no usar vestidos con zapatillas, o ropa casual cuando vayas a comer, o ropa elegante cuando salgas al parque. También hay un pequeño muestrario de posibles combinaciones de ropa en el segundo cajón de tu escritorio – me pasó el preciado papel para que lo viera: tenía muchos dibujos sobre cómo usar la ropa con maquillaje y peinados incluidos. Hice una notable mueca que incluso a kilómetros podría alguien notarla

Muy bien, este sería el inicio de una semana muy larga. ¿Qué me esperarían las otras semanas? No quería ni imaginarlo

Alice POV

Años sin haber visto a Bella, había cambiado muchísimo, su tez pálida, su cabello castaño y sus ojos color chocolate seguían hermosos, y aún más con su figura mucho más estilizada. ¿Por qué, digo yo, por qué no aprovecha su belleza? Llegó usando unos jeans algo gastados, un par de converse, y una polera negra de cuello redondo. Sólo eso. ¡Ni un par de aros, pulseras, o cualquier accesorio! Pero bueno, ahora lo importante es conocer que le pasa a nuestra querida Belly.

Ay, Bella, Bella, ¿Cuándo se dará cuenta de que la conozco mucho más de lo que ella piensa? Bueno, creo que se dio cuenta luego de nuestra conversación. Espero que estas semanas la ayuden a conocer que es lo que falta en su vida. Aunque no me sorprendería que fuera un nuevo armario.

- Bueno Alice, ¿hay algún cajón vacío para dejar la ropa que traje? – dijo Bella sacándome de mis pensamientos.

- Sí, claro – dije con tranquilidad, y apunté al lugar donde habían cajones vacíos, ella sonrió y comenzó a sacar lo que ella osaba a llamar ropa. ¿Es enserio? Pensé. Bueno, es su estilo, aunque creo que se notó mucho la mueca que hice al ver la ropa de Bella.

- ¿Qué pasa Alice? – dijo Bella en tono divertido - ¿Acaso estás pensando en llamar a los policías de la moda? – dijo bromeando. Si fuera por mí, ella estaría en problemas porque estaría en la cárcel de la moda. Suspiré.

- Bueno, mejor iré a la cocina, Emmett está callado, debe haberse comido las hamburguesas de la cena – fue una buena excusa para irme antes de que me diera un infarto, y muy cierta. Al menos en la cocina todo seguía normal, Emmett aún freía hamburguesas y tarareaba por lo bajito una canción.

Emmett POV

- Bella, las hamburguesas están listas, ven a comer – dije algo alto para que Bella me escuchara. Recibí un 'ya voy' como respuesta y, efectivamente, en un minuto estuvo Bella sentada a la mesa.

Estuvimos bastante rato mientras comíamos conversando con Bella sobre su vida en Phoenix desde que se fue, Alice le preguntaba sobre el colegio, sus amistades, y cosas bastante triviales. Una sonrisa cursó mis labios, tal vez había que preguntarle sobre otras cosas a Bella…

- Y, Bella – dije captando su atención inmediatamente - ¿Qué hay de los chicos de Phoenix? – Bella se sonrojó levemente.

- Nada interesante – dijo con una mini sonrisa.

- Y, ¿aún no…? – le dije pícaramente, Bella me miraba totalmente confundida, Alice tenía un semblante similar.

- ¿A qué te refieres…? – En ese momento Alice captó y comenzó a negar divertidamente con la cabeza.

- Vamos, ya sabes… ¿no has… ñiki-ñiki con ningún chico? – Bella captó el significado de mis palabras, se colocó rojísima, peor que un tomate, y comenzó a comer rápidamente lo que le quedaba para retirarse. Se retiró nerviosamente con temor a que le siguiera preguntando preguntas al estilo Gran Emmett, y se fue a dormir.

Nos quedamos solos conversando con Alice, me comentó lo que le tenía preparado a Bella para la semana… vaya que sería una divertida semana, ya veía a Bella con unos tacos aguja enormes moviéndose como una gelatina para no perder el equilibrio, solté una pequeña carcajada por la imagen mental. No sabes lo que te espera querida Isabella Marie Swan… Ni siquiera lo imaginas.


Hola! Este es mi primer fanfic que subo aquí, así que espero que sea de su agrado :D Ojalá dejen unos reviews para saber cómo va la historia y saber como continuarla y esas cosas XDD

Muchas gracias por estar aquí, leyendo esto y sería mejor si dejan unos reviews ¿está bien? :D

C.~