Los finales de temporada de Slayers siempre me inspiran para escribir porque son potentes. En esta ocasión acabo de terminar Slayers Next y podría decirse que esto es como un resumen del final. Es bastante más in canon que el anterior fic. Será un two-shot. Espero que os guste.

N/A: Estoy viendo el anime en castellano tal y como lo vi por primera vez así que he utilizado los nombres de la traducción española para los personajes.

N/A: Nuevamente se lo dedico a SrLanso por ser el culpable de todo esto~

Disclaimer: Slayers y todos sus personajes pertenecen a Hajime Kanzaka y Rui Araizumi. Esta historia fue escrita sin ánimo de lucro y con el único propósito de entretener.


Al fin había llegado. Lo que tanto temía, el momento que siempre se repetía en sus pesadillas. Desde que había viajado al desierto mágico y la guardiana le había mostrado aquella visión, cada vez que cerraba los ojos soñaba con esa profecía. Y ahora se había cumplido.

Reena se sentía incapaz de reaccionar. El amo del infierno tenía las vidas de sus amigos en sus manos y, como si fueran marionetas, se había deshecho de ellos uno a uno. Y ella no había hecho otra cosa que contemplarlo impávida, sin mover un dedo, porque tenía demasiado miedo de sí misma y de lo que su magia podía provocar si utilizaba el único conjuro capaz de vencerle.

El primero había sido Gaudy. Había vivido con la angustia oprimiéndole el pecho cada vez que respiraba desde que Fibrizo lo había secuestrado. Planeaba usarlo como moneda de cambio para que ella se uniese a su bando en su afán de destruir el mundo. Y pese a que Reena repetía con seguridad que aliarse con los demonios sería lo último que haría, lo cierto es que hubiera estado dispuesta a pagar ese precio si con ello podía salvar a Gaudy. Lo único que la retenía es que sabía que poner su poder al servicio de las fuerzas del mal sería condenar al mundo entero. Y él moriría de todas formas, así que debía pensar otra manera de salvarlo. Había estado a punto de matarlo cuando se enfrentaron a él sin saber que se escondía bajo la máscara del guerrero a las órdenes de Fibrizo. Y ahora la vida se le escapaba poco a poco, encerrado en ese ataúd de cristal.

El resto del grupo no tardó en correr parecida suerte. Ameria los había tomado a todos por sorpresa; no se esperaban que con tan solo un chasquear de dedos cayera al suelo sin respiración y casi muerta. Horrorizados, fueron testigos del inmenso poder del amo de infierno.

Zelgadis no había perdido el tiempo en correr hacia ella y sostenerla en sus brazos, pero era tarde. Su mirada vidriosa indicaba la ausencia de vida en su cuerpo. Y aun sabiendo que se exponía a lo mismo, que no tenía ninguna posibilidad y no siendo su estilo actuar ciegamente sin pensar en las consecuencias, se había lanzado hacia Fibrizo con una rabia demoledora que poco había podido hacer contra él. Fue el siguiente en caer.

Desesperada, Sylphiel había intentado de nuevo el conjuro matadragones. Ni siquiera combinándolo con la poderosa magia de Reena había conseguido hacerle un rasguño anteriormente, pero era lo único que le quedaba, no podía intentar otra cosa. Pero la magia negra no era lo suyo; ella se especializaba en magia curativa, por lo que ni llegó a terminar el hechizo. Le fallaron las fuerzas, tal vez a causa de la gran tristeza que cargaba en su interior. No hacía ni un año de la destrucción de su ciudad y la muerte de sus padres. Episodio que había tenido que revivir ya que el combate se llevaba a cabo en la fantasmagórica Sairaag que Fibrizo había creado como escenario, con las almas en pena de sus habitantes arrancadas de su eterno descanso. Volver a hablar con sus padres muertos había sido sin duda demasiado para ella, y ello unido a la desaparición de Gaudy, la persona a la que más quería, le habían hecho flaquear en el momento decisivo.

Zanglus ni siquiera tenía que haber estado allí, tal como pensó mientras atacaba al amo de infierno con el golpe más potente de su espada de viento. Prefería evitar los problemas cuando no iban con él, para una vez que intentaba hacer algo altruista y acababa muerto. Y todo por una mujer... Aunque en parte también entendía que si no hacían frente a aquella amenaza, el problema sería de tal magnitud que ni dándole la espalda escaparía a él. Aun así, tampoco pudo hacer nada y cayó en brazos de Martina, aunque antes al menos tuvo tiempo de regalarle su espada para que se defendiera.

Ella no era como los demás, no tenía ningún poder, ni sabía pelear. Así que hizo lo más sensato que se le ocurrió: pedir ayuda a Reena, porque por mucho que la odiara, era la única que podía salvarlos. Intentó hacerla reaccionar, en vano. Nada de lo que le decía surtía efecto. Como último intentó, recurrió a la espada que Zanglus había puesto en sus manos, pero ni sabía utilizarla ni era efectiva contra su enemigo. Su turno llegó igual que el de los demás. Y antes de desvanecerse del todo, como pudo se arrastró hacia Reena, la tomó de la capa y le rogó que hiciera algo antes de que el mundo llegara a su fin. Si eso no era motivación suficiente, si no había podido hacerlo por ellos, al menos que lo hiciera por Gaudy.

Gaudy. Todo había empezado por él, había llegado hasta allí dispuesta a rescatarlo. ¿Por qué ahora no podía moverse? Tal vez porque su mayor miedo se había hecho realidad. Ya no estaba segura de si sus amigos estaban muertos o no; según Fibrizo aún quedaba algo de vida en ellos, pero era imposible fiarse de la palabra de un ser tan malvado.

Repasó sus opciones: podía entregarse a él a cambio de la vida de Gaudy, o intentar el único conjuro que le daba una posibilidad de vencer, pero que podría desatar una fuerza maligna sobre la tierra aún peor que aquella a la que intentaba derrotar. Ese hechizo tenía tal potencial mágico oscuro que, si no era capaz de controlarlo, podría destruir el mundo entero.

Pero entre Gaudy y el mundo... Le prefiero a él. Para destruir a Fibrizo lo sacrificaré todo. ¡Todo! Hasta el mundo entero. Pero no a Gaudy. Le necesito a mi lado.

Y con ese pensamiento, regresó su resolución. No podía tener miedo, no era el momento. Iba a invocar a la mismísima reina de las pesadillas.

Más negro que la oscuridad, más rojo que la sangre...


¡Pasad a la segunda parte para leer la versión de Gaudy y el final de la historia! :)