¡Hola Chicas/os! ¡Espero que estén bien! Soy nueva en el mundo de Fanfic, a ver les cuento un poco sobre mí, me llamo Vanessa soy de algún país de Latinoamérica, no al sur, más del norte hehehe, tengo 20 Año, próxima a los 21 (Que nervios), desde pequeña me llamaban mucho la atención estos fic, y siempre quise hacer uno así que… ¡Tadaaaaa! de hecho esta es mi segunda historia, es un Mimato se me ocurrió utilizar un tema un tanto maduro, cuando lo lean se enteraran ;)

No sé qué más decirles de mí, he leído muchas novelas en este sitio, que están buenísima, y tiernísimas ¡awww! Pero bueno aquí les presento el primer capítulo, espero que le den una oportunidad dejen cometarios para saber si les gusto o que y no sean bruscos conmigo, voy empezando.

Sin más preámbulos les presento MALOS ENTENDIDOS

DigimonNome pertenece

Malos Entendidos:

Capítulo I

Mimi Tachikawa permaneció en un extremo de la fiesta y confió en que la expresión serena que había practicado frente al espejo durante la última semana siguiera en su sitio.

El hecho de que sus obligaciones como la esposa del dueño de una de las cadenas de hoteles más lujosos e importantes de todo el Mundo rigieran su vida personal era un gran inconveniente, sobre todo aquella noche, en que ella se sentía nerviosa por la necesidad de compartir las noticias que había recibido de su médico de Miami

Para garantizar la absoluta discreción había ido a los Estados Unidos a hacerse aquel examen médico tan particular. Ahora casi se arrepentía de haberlo hecho. Porque si la prensa se hubiera enterado de lo ocurrido al menos se habría ahorrado tener que darle la noticia a Yamato.

Sabía que era una cobardía aquel pensamiento. Y ella no era cobarde le dio un sorbo a su copa, Solo una hora más y volvería a casa con su esposo, de pronto sintió como los ojos zafiros de su amado se posaban en ella, observo como el con un gesto se alejó de sus invitados y se acercó a ella, regalándole una de sus mejores sonrisas, y besándola fugazmente en los labios

–Lamento no poder estar contigo como debería, princesa- Murmuro el joven rubio de treinta años que vestía un traje Armani hecho a la medida

– Algunas veces la vida de la esposa del mejor empresario de Japón es como estar encarcelada - contesto la Castaña mientras se alisaba su vestido verde favorito y le regalaba una dulce sonrisa

Los labios de Yamato se torcieron en un gesto que daba a su cara un aire cínico.

—Se lo diré a tu padre - dijo él

—Ni se te ocurra

A Yamato le divertía la tendencia a escalar socialmente del Padre de Mimi, pero ella era menos tolerante con su padre. Ella, al fin y al cabo, era la escalera por la que el esperaba escalar

—No tengo ganas de escuchar el sermón de mi madre acerca de lo afortunada que soy, ni de lo privilegiada que soy por tener esta vida

—A lo mejor tu madre puede comprender mejor que yo tu evidente decepción por lo que te ha tocado en la vida -el tono de Matt hacía ver que sólo estaba bromeando a medias

—No estoy decepcionada con lo que me ha tocado.

Se sentía más bien destrozada. Pero aquél no era el momento de decírselo. Sabía que le costaría entender, a ella misma le pareció poco creíble que fuera asi, pero las muestras estaban allí; el dolor seguía presente… ¿tal vez debería darle una antesala de lo que iba a decir esta noche? ¡No! Mejor no, Yamato se preocuparía más de lo que estaba, sabía que unos de los hoteles de la cadena las cosas no estaba bien, sobre todo cuando el noto una desviación de fondo que estaba haciendo un empleado en la misma. No valía la pena no ahora mismo

—Tachikawa-la llamó una mujer para luego llamar a su esposo - ¡Yamato! Te estaba buscando

Mimi apretó los dientes y se giró hacia Graziana Ricci, la esposa del ministro de Economia de Japón. La mujer se acercó a ellos con una sonrisa radiante empastada en su maquillado rostro.

—¿Cómo estás?- dándole un beso en cada mejilla- ¡Yamato!-dirigiéndose al rubio- Todo un príncipe, es una lástima que mi hija te haya dejado, ambos hubiesen hecho una pareja tan Mona ¿no es así Mimi?

—Señora Ricci, yo creo que con la única persona que hago una pareja "Mona"- haciendo señas con sus dedos en señal de comilla, respondió el rubio sonriendo despectivamente- es con quien me case

La señora Ricci frunció exageradamente el ceño- yo no lo considero así, pero bueno a veces la clase alta tiende a buscar nuevos retos, con alguien-observo a Mimi de arriba hacia abajo- inferior, ¿pero yo que sé de esto cierto querido? ¡oh! Creo que acabo de ver a Natsuko, un placer verte siempre Yamato- sonriendo exageradamente sin mostrar líneas de expresión debido a que el Botox las había borrado- Tachikawa

Mimi hizo un gesto solemne- cada vez es más difícil

¿Decías algo?- indago el rubio

Ella se giro sonriendo- no, -negando con su cabeza, mientras él le ofrecía su brazo para que ambos se dirigieran a la pista de baile; donde la orquesta comenzó a tocar. Mimi se relajó y sonrió, dispuesta a disfrutar una agrada ble experiencia, junto a su esposo, luego del baile y los aplausos por el mismo, los esposo Ishida continuaron socializando con los invitados de la fiesta, hasta que el agasajo culmino y regresaron a su mansión

Mimi estaba en su baño mirándose en el espejo, respira profundo mientras se coloca su bata de baño para cubrir el camisón y salió en busca de su esposo, encontrándolo sentado en la cama con un gesto pensativo y su torso desnudo, ¡era tan guapo! Él era el sueño de toda mujer, el tipo de príncipe para un cuento de hadas. Tenía el cabello Rubio, los ojos Azules, y la altura de un atleta profesional. Su cuerpo era musculoso, sin un gramo de grasa, y su rostro podría haber sido el de una estrella de cine.

Sus pensamientos fueron interrumpido cuando el hablo–Acerca de lo que dijiste… en la fiesta- hizo una pausa, al ver el rostro confuso de la castaña- sobre lo difícil que es ser mi Esposa- medito un momento – "es como estar encarcelada"-imitando en broma la voz de la castaña

Ella tuvo que tragar saliva dos veces antes de contestar:

—Es verdad —suspiró ella—. Pero no he querido ofenderte

—No estoy ofendido, más bien estoy preocupado —dijo él sinceramente.

Ella se sintió culpable.

Yamato no había hecho nada mal. Excepto elegir a la mujer equivocada para ser su esposa.

—Ha sido un día un poco duro. Eso es todo.

Él le agarró la cara con ambas manos y la obligó a mirarlo.

—¿Por qué? —preguntó.

—Me he pasado toda la mañana con representantes de Odaiba de una organización femenina hablando de la necesidad de guarderías y de escuelas.

Yamato frunció el ceño como si no pudiera comprender qué le molestaba a ella de aquello. Él había tenido muchas reuniones como aquélla, y todas habían ido bien.

— ¿y qué sucedió? Tu eres una mujer sumamente inteligente, supongo que pudiste manejar el tema- manteniendo la calma- ciertamente tú te has informado suficiente como para hacerle frente

—No, según las delegadas. Ellas sintieron que una mujer sin hijos, no podía comprender los desafíos a los que se enfrentan las madres trabajadoras. Las delegadas creen que Hikari es ideal para este trabajo al ser la esposa de una de los dueños del grupo Ishida- Comento encogiéndose los hombros- y que yo debería mantenerme al margen

— ¿Te han dicho eso a ti?

Él no parecía ofendido por la actitud de las delegadas, sino meramente curioso. No se imaginaba cuánto le había dolido a ella el rechazo de aquellas mujeres.

Se sentía agotada después de aquella llamada telefónica de su médico de Miami.

—Sí.

—Me alegro entonces de que seas serena- comento sin más

—¿Quieres decir que te alegras de que no las haya mandado al diablo?

Yamato chasqueó la lengua, como si no pudiera imaginársela haciendo semejante cosa.

—Como si fueras capaz de hacerlo… —dijo.

—Quizás lo haya hecho.

—Te conozco. No hay ninguna posibilidad.

—Tal vez no me conozcas tanto como crees.

No sabía el dolor que le ocasionaba a ella, presenciar como el miraba con ojos esperanzadores Taiki y Suri, los hijos de sus amigos Taichi y Sora, o a los pequeños de Hikari y Takeru no sabía que llevaba meses sufriendo en silencio para no preocuparlo a el…

—¿Lo has hecho?

—No, pero tuve ganas de hacerlo.

—Lo que queremos y lo que nos permitimos hacer rara vez es lo mismo.

Ella se apartó de él y se abrazó a si misma sintiendo pena por sí y su relación.

—¿Te sientes desgraciada, Mimi?-

—No más que la mayoría de la gente —admitió.

¡Estaba tan cansada de fingir!

—¿No eres feliz? —preguntó Yamato con un tono de sorpresa.

—Dos de las delegadas fueron muy poco sutiles al expresar su opinión de que ya era hora de que yo debería darte ya un heredero—dijo Mimi en lugar de contestar.

—¿Y eso te ha disgustado?

—Un poco.

—No debería. Pronto tendrás buenas noticias en ese sentido.

Ella sintió como si le hubieran echado sal a la herida.

—¿Y si no puedo? —preguntó ella, tanteando un terreno en el que todavía no estaba preparada para entrar.

Yamato puso sus manos encima de sus hombros y la obligó a mirarlo.

— ¿Te sientes disgustada porque todavía no hemos podido tener un niño?-pregunto con dulzura, e inmediatamente agrego- no lo estés. Sólo llevamos un año intentándolo. El médico dijo que las mujeres que han estado tomando la píldora durante un tiempo prolongado pueden tardar más en quedarse embarazadas, pero pronto ocurrirá.- besando suavemente su frente, apartándose de ella para verla a los ojos, vio como estos comenzaban a tornarse rojos y algunas lágrimas se escapaban, limpio su rostro y la beso con todo el cariño y amor -Te amo… -últimamente no se lo decía casi, ella pensaba que quizás el ya no la amara, no como antes

Ella solo enterró su cara en el pecho de él llorando- Lo la-la..mento- hipando

Ten paciencia princesa- respondió el abrazándola más fuerte- Después de todo, sabemos que todo está en orden.

Aquellas palabras la afectaron más aún.

Antes de casarse con Matt, hacía cuatro años, ambos se habían sometido a rigurosas pruebas médicas para determinar su compatibilidad, realizaron pruebas que iban desde grupo sanguíneo, hasta la compatibilidad del esperma de él con la mucosidad del cuello del útero de ella. Aunque sabía que todo sonaba frio y mecánico, eran exigencias del patriarca de la familia Ishida es decir el abuelo de Yamato, Senjun Ishida con la finalidad de que existiera más generaciones Ishida, a ellos no le importó puesto que se amaban con locura, y afortunadamente los resultados eran normales. Absolutamente compatibles para concebir, y ella era tan fértil como cualquier mujer de su edad.

La mayor sorpresa para ella había sido saber que él quería esperar un tiempo para tener hijos. Ella no lo había comprendido. Aún en aquel momento no sabía por qué había querido que esperasen. Pero ahora sabía que cualquier posibilidad de tener niños había terminado.

Luego de eso ella se apartó. Él pareció molesto., últimamente ella lo rechazaba, ya no quería que la tocase, no como antes. Hubiera querido agarrarla y preguntarle ¿por qué después de cuatro años de matrimonio lleno de amor? aunque esa hubiera sido una reacción primitiva y sabia su frágil Mimi no merecía ningún comportamiento arcaico por parte de el

—¡Venga! Vamos a dormir-dijo el cambiando el tono de voz y tomando la mano de su amada, una vez sobre la cama y arropados con los edredones, el volvió hacer el intento de abrazarla pero ella se aparto el rechazo físico de Mimi no era una novedad. Llevaba meses rechazándolo. Pero cada vez que la veía apartarse de su contacto, él se sentía en estado de shock. Después de Tres años de respuestas apasionadas por parte de ella cuando él la tocaba, era comprensible que él se sintiera incapaz de comprender su repentino cambio.

Su rechazo físico había empezado un mes después de que Mimi dejara de tomar la píldora para que pudiera quedarse embarazada. Al principio él lo había achacado a una cuestión hormonal, pero luego la cosa había empeorado.

Algunas veces ella hacía el amor como lo había hecho antes, y él se quedaba tranquilo. Pero luego volvía a aparecer su rechazo.

Últimamente aquello se repetía más y más.

Él no estaba acostumbrado a que las mujeres lo rechazaran, y que lo hiciera su esposa le parecía totalmente inaceptable.

—Mimi…- susurro el observando la espalada de su amada y levantando su mano y acariciando el cabello de esta- ¿No quieres tener un hijo mío? ¿Tienes miedo de lo que vaya a suceder?

Ella inhalo aire y lo exhalo muy lentamente—Sí, quiero tener un hijo tuyo. Más que nada en el mundo. No sé cómo puedes pensar que no lo deseo.

—Entonces no sé por qué te altera tanto esta situación.- hablo bajito acercándose lentamente a ella, colocando su mano en su muslo izquierdo y acariciándolo -Pronto podrás silenciar a esa gente con la realidad de tu embarazo- beso la piel que el camisón dejaba al descubierto- Y en cuanto a los de la delegada simplemente haz que se reúnan con Hikari.

—Y con eso ya está todo arreglado, ¿no?

—Debería ser así. No entiendo el porqué de tu reacción. Has tratado con gente bastante más difícil que estas mujeres.- contesto el rubio besando el cuello de la chica, con suma lentitud seduciéndola

—Me duele un poco la cabeza Yama…-hizo una pausa- esta noche no quiero- respondió la chica cerrando fuertemente los ojos para retener en vano las lágrimas que amenazaban con deslizarse por su rostro.

—Está bien- contesto el con desgana separándose del cuerpo de ella- ¡Buenas Noches Mimi!- ¿Tendría un amante con quien compartiese su naturaleza afectiva?, se preguntó él al verla tan fría.

Él sintió rabia al pensarlo. Era lo único que podía ocurrírsele para explicar su actitud distante. Y encima a veces parecía ausente Conocía a Mimi más que muchos hombres conocían a sus esposas, y por lo que sabía de su carácter, ella nunca haría algo tan deshonroso como tener una aventura. Ella además de ser una mujer íntegra, también había sido muy apasionada…

Si una de las dos cosas cambiaba, ¿cambiaría la otra?

¿Habría algún desconocido a quien dedicase su secreta sensualidad? No podía creerlo de ella, pero aunque pareciera improbable, tenía que saber la verdad.

Llamaría a la agencia de detectives y pediría una investigación acerca de las actividades y movimientos de Mimi durante el último año. Hawke, el dueño de la agencia de detectives internacional, era muy discreto y el mejor en su profesión.

De una forma u otra, llegaría al fondo del misterio del comportamiento de su esposa. Si había otro hombre, él lo averiguaría y manejaría la situación de acuerdo con la información.

La idea logró que una rabia primitiva hiciera presa de él.

—¡Buenas Noche Yama!- murmuro la chica con su dulce voz, interrumpiendo sus pensamientos