Bella pensaba en la pena que habitaba en su corazón, como la persona que más amo la destruyo, sabe que él es feliz y se alegra de ello. Edward era el mejor amigo de Emmett, él tenía 17 años cuando Emmett lo llevo a cenar a su casa. Ella tenia 11 cuando lo conoció, fue amor a primera vista, al menos por parte de Bella.
Recordaba aquellos momentos de su infancia tan emotivos y felices, llenos de juegos y alegrías. Sus padres decidieron mudarse a Forks cuando ella tenía 8 años, ella estaba feliz por vivir en un nuevo lugar.
Junto con su mellizo Jasper, salían a recorrer el bosque perteneciente a la propiedad, fingiendo estar un safari en África. Cuanto deseaba no haber crecido, seguir siendo aquella niña cuya mayor preocupación era que cenarían esa noche.
Si tan solo la situación no la hubieran obligado a casarse, si esa boda hubiera sido una decisión mutua y no una imposición, tal vez habría funcionado, pero no fue así. Un amor adolescente, sin preocupaciones, sin meditar que algo podría fallar. Un embarazo no deseado, la culpa de haber decepcionado a sus padres. Embarazada a los 17 años, del mejor amigo de su hermano.
Ella recuerda las palabras de Edward –debemos casarnos, para darle a ese niño la familia que se merece-. A los 17 años aquellas palabras fueron la gloria, pero hoy sabe que lo hizo solo por una amenaza, por no defraudar a sus padres, que en verdad no la amo.
Fue una gran decepción para su padre saber que su bebita estaba embarazada y esa impotencia lo empujo a amenazar a Edward para casarse.
Mira a su pequeño durmiendo sobre el sofá de Jasper, como ama a su hijo. Son 3 años en los que no ha vuelto a Forks, pero así como un día decidió que lo mejor era irse, ahora regresa para quedarse.
