Aclaraciones: Esta historia surgió como una necesidad de rellenar los espacios en blanco y hacerle justicia a Remus y Sirius. Esta ambientada en el tercer año de Harry, pero desde la perspectiva de Remus. Esta influenciada por el MaraudersCrack! de Irati, el mejor fanfic jamás escrito, así que si reconocen algunos guiños a esa historia pues felicidades, significa que leyeron lo mejor de lo mejor xD piensen en ellos como easter eggs.
Todos los personajes le pertenecen a J. K. Rowling y Warner. No es necesario aclarar que yo no gano dinero con esto. Enjoy!
Capítulo 1 Still remains
Ahí estaba, parado frente al Expreso de Hogwarts, de nuevo. Tras doce años evitando pensar en cualquier cosa que tuviera relación con ese tren o con Hogwarts, o más específicamente con cuatro personas del pasado, ahí estaba. Claro que no había sido su idea, pero al final aceptó la oferta de Dumbledore, aunque no estaba seguro del porqué y francamente no quería pensar en eso.
Sujetó con fuerza su desvencijada maleta y caminó hacia el último vagón, pues no quería ser visto ni molestado por nadie. Llegó al último compartimento, entró y miró su reflejo en la ventana. Hace dos días había sido luna llena y su semblante aun mostraba las señales de la transformación: la piel pálida, el cansancio, el dolor y la tristeza que venían después. Acomodó la maleta en el portaequipaje y se sentó, deliberadamente había llegado media hora antes, esperando poder descansar un poco durante el viaje. Trató de cubrirse lo más posible con su vieja capa y cerró los ojos para dormir.
Ajeno al traqueteo que anunciaba la partida del tren siguió durmiendo, tampoco notó a los tres alumnos que entraban al compartimento. Aunque estaba cansado, inevitablemente soñó con Hogwarts, con los recuerdos que había escondido en lo más profundo de su memoria. Volvía a la torre de Gryffindor, subía las escaleras hasta la habitación que por siete años había compartido con ellos y abría la puerta. El calor del dormitorio casi se podía tocar, era envolvente y embriagante, las cortinas olían a frescura de primavera, a pesar de estar en verano, y los baúles de los chicos ya estaban ahí: uno negro y majestuoso, otro rojo y perfecto, el tercero pálido y rayado, el último era más pequeño y estaba bastante viejo. Ya había alguien en el cuarto, un chico alto de pelo alborotado y gafas redondas, con una sonrisa deslumbrante que solo podía significar una cosa: travesuras.
- Lunático – dijo James.
- ¿Ja…James?
Pero en ese momento la habitación se enfrío y una ráfaga de aire helado lo cubrió todo haciendo que el sueño se desvaneciera. Lo primero que notó fue que el tren ya no se movía. La oscuridad era absoluta, pues afuera llovía y las luces se habían apagado. Lo segundo que notó fue que el frío que había aparecido en el sueño provenía de la realidad, un frío que calaba hasta los huesos junto con una sensación de desesperación que parecía avanzar hasta donde él estaba. Dementores. Pero no podía ser, era el Expreso de Hogwarts. Sin embargo, sus sentidos de lobo no lo engañaban, podía sentir la presencia de los dementores en el tren.
Ahora que estaba más alerta se dio cuenta que había más personas en el compartimento. Estudiantes.
- Harry?
- Quién eres?
- Ginny?
Necesitaba que se callaran, necesitaba silencio para escucharlos. ¿Habían dicho Harry? ¿Sería el hijo de James?
- Silencio – dijo.
Los chicos guardaron silencio de inmediato y él pudo conjurar un hechizo para iluminar el lugar y dar un breve vistazo: había dos chicas en el compartimento, una pelirroja (como Lily, no pienses eso) y otra morena, además de tres chicos. Uno de ellos tenía el cabello negro y despeinado justo en la coronilla, gafas redondas y una brillante cicatriz en forma de rayo. Y ahí estaba, el hijo de James y Lily. Vaya que sí se parece a ellos. Ya había escuchado rumores sobre el niño, ya no tan niño, pero el parecido con sus padres fue abrumador. De no ser porque en ese momento escuchó algo deslizándose fuera del compartimento, seguramente se hubiera quedado paralizado de la impresión.
La puerta se abrió antes de que él hubiera llegado a ella. Maldito dementor. Una sensación de vacío lo invadió y se encontró reviviendo recuerdos que seguían doliendo demasiado. Él y Sirius la última vez que se vieron, la noche antes de la muerte de sus amigos, una pelea a gritos que jamás concluyó, la desconfianza…
Piensa en otra cosa, anda, piensa. Pero era muy difícil hacerle frente al dementor. Carajo, ni siquiera puedo enfrentarme a esos recuerdos sin estrés externo, ahora agrega un dementor. Pero tenía que reponerse y rápido, pues el dementor se había inclinado hacía Harry. Pensó en lo más feliz que venía a su memoria y el hechizo salió. Harry cayó al suelo y la criatura se fue. La luz volvió casi inmediatamente y la chica de cabello castaño se agachó para atender a Harry.
Después de unos segundos Harry recobró el conocimiento, estaba algo desorientado, pero bien. Remus lo observó mientras se sentaba en el sillón y les hacía preguntas a los demás. Trataba de no poner demasiada atención, pues podía imaginar la clase de recuerdo que él chico cargaba, pero no pudo evitar escuchar que Harry hablaba de un grito, alguien gritando. Esa noche, ¿será posible? Tenía solo un año. Por su bien, era mejor no pensar en eso. Aun no. Lo mejor sería tranquilizar a los chicos, afortunadamente siempre cargaba con una tableta de chocolate, así que la partió en trozos y la repartió.
- Cómanselo, iré a hablar con el maquinista, disculpen. – les dijo mientras salía del compartimento.
Camino unos pasos y se detuvo, necesitaba unos segundos para él, para recomponerse y cerrar el flujo de recuerdos, buenos y malos, que el dementor había abierto. Había conocido a Harry, por fin. No es que no lo hubiera querido conocer, era el hijo de sus dos mejores amigos, pero no creía que fuera prudente irrumpir en su vida, ya de por si complicada. Debido a su condición la estabilidad no era su fuerte y Harry no tenía que pasar por eso. Además, dolía verlo, era genial, pero no podía evitar que doliera. Supongo que así será siempre, nunca dejará de doler haberlos perdido.
Dejó atrás los recuerdos y avanzó hasta el principio del tren donde se encontraba el maquinista. Al parecer los dementores habían exigido acceder al Expreso de Hogwarts y el Ministerio les había concedido salvoconductos mientras Black estuviera prófugo. El apellido que tanto odió. Mandó una lechuza a Hogwarts para que Dumbledore estuviera enterado de la situación y la enfermera atendiera a Harry a su llegada, solo para estar seguros de que nada pasara. Cuando regresó al compartimiento los chicos aún no se habían comido el chocolate.
- No lo envenene. – les dijo sonriendo – Llegaremos a Hogwarts en diez minutos. ¿te sientes bien, Harry?
Aunque se veía aturdido no parecía haber sufrido daño, al menos no daño físico. Las heridas del alma son otra cosa. No estaba seguro de cómo convivir con Harry, así que volvió a salir y esperó en el pasillo a que el tren se detuviera en la estación. Cuando bajó pudo ver el imponente castillo que se erguía al otro lado del lago. De nuevo en Hogwarts.
