Era un día normal en el Nuevo Mundo (dentro de lo que cabe), los mugiwaras estaban haciendo lo que les correspondía a cada uno, Luffy estaba pescando con Usopp y Chopper, Zoro estaba entrenando, Sanji estaba en la cocina preparando postres para tan agradable día, Nami estaba haciendo un mapa, Brook estaba tocando el violín recordando a Laboon, Franky se encontraba haciendo inspección al barco y Robin estaba leyendo un libro.
La morena termino su lectura y se dirigió afuera a disfrutar del resto de la deliciosa tarde, siempre teniendo a la vista el cuarto donde entrenaba el espadachín, entonces imaginó como se vería en esos momentos, llevaba un buen rato allá arriba encerrado, seguro estaría sudado, el simple hecho de imaginar las gotas de esfuerzo deslizándose sobre la piel del peliverde le daba una sensación agradable. -"ara ara, en que estoy pensando"- se dijo a sí misma recuperando el control.
De pronto de la cocina salió Sanji –¡Nami-swan, Robin-chwan! Les he preparado unos postres que de seguro les van a encantar.-
Nami salió de la habitación en que había estado guardada –un poco de postre estaría muy bien, gracias Sanji-kun- le dijo al cejas rizadas y este con ojos en forma de corazón y bailando le entregó sus respectivos postres.
-Gracias Sanji- le dijo la hermosa de cabello negro.
-Sanji, nosotros también queremos postre- dijo Luffy de forma quejosa
-Sí, sí, postre- lo secundaron Chopper, Usopp y Brook.
-Está en la mesa de la cocina bakas, pero ni crean que es igual que lo que les preparé a Nami-san y a Robin-chan- dijo el cocinero con voz indiferente.
Entonces la morena fue por uno de los postres de la mesa y al volver fue interceptada por Nami –acaso el postre que llevas ahí no será para cierta persona, ¿o sí?- dijo la pelinaranja con cierto tono insinuante.
-fufufu- se rió Robin, -supongo que estás en lo correcto navegante- dicho esto se dirigió al cuarto donde Zoro estaba haciendo ejercicio.
En el lugar se encontraba el peliverde con una pesa enorme, haciendo movimientos como si esta fuera una espada, al percatarse de la presencia de la mujer no se detuvo, -¿Qué quieres mujer?- dijo en tono despectivo.
-He venido a traerle un poco de postre espadachín-san- dijo la guapa mujer sosteniendo una copa donde se encontraba una especie de pastelillo en forma redonda.
-hmmp, supongo que está bien, deja la copa en la mesa de por allá- dijo dejando la pesa a un lado y dirigiéndose a otra pesa un poco más grande –"¿por qué esta mujer está trayéndome postre? Estoy casi seguro que me trata de confundir, eso es lo único que me causa, su misterioso comportamiento y además esos bellos ojos azules que tanto me gustan, espera ¿qué?, ¿bellos?, ¿Qué me gustan?, ¿qué me pasa?, todo es culpa de esa mujer"- pensó, iba tan distraído que no vio por donde caminaba y terminó tropezando con una pesa tirada en el suelo, para su mala suerte, la señorita que tantos enredos sentimentales le causaba, pasaba justo por enfrente de él regresando de dejar el postre en una mesita en la esquina del cuarto, el al darse cuenta de ello, se intento voltear para no caer encima de ella y logró esquivarla, pero ella al ver que el caía a un lado suyo le trató de ayudar dándole la mano, pero en vez de sujetarlo y evitar una caída, terminó cayendo sobre él, quedaron a escasos centímetros labio con labio, al mirarla de esa manera, como los ojos de la morena lo veían tan directamente, simplemente lo hechizaba, verla así sonrojada, no podía negarlo, se veía muy hermosa, al pensar en eso se sonrojó.
Él la sujetaba de la cintura y ella tenía ambas manos en el piso, de repente sus manos flaquearon, y la sensual mujer no pudo evitar las ganas, entonces cedió y se dejó caer dándole un dulce y anhelado beso. Zoro no podía creerlo ¿estaba besándolo?, ¿Era para confundirlo más?, estaba definitivamente perdido, más no se alejó de la morena ni rechazó su muestra de cariño, al contrario, correspondió, le parecía delicioso, tenía un peculiar olor a flores y sus labios tenían un dulce sabor –"Creo que me gusta esta mujer, espera, ¿qué?, no, no. Está confundiéndome otra vez, pero, me gusta la sensación que causa en mí, sus acciones me dan mucha curiosidad, pero… ¿por qué?"-
De pronto unos paso se escuchaban cerca, entonces Robin se separó del espadachín y se paró, él igualmente lo hizo y se acomodaron un poco la ropa, que se había desordenado con la caída. Llegó entonces Nami con una sonrisa traviesa en su rostro –Robin, me acompañas a… ara ara ¿interrumpo algo?- dijo con una risita pícara.
-No, para nada- le dijo la arqueóloga muy tranquila – ¿En qué te puedo ayudar?- dijo dedicándole una sonrisa a la pelinaranja –ahh si venía a decirte que si me acompañabas a ver si hay una tienda de ropa en la isla hacia la que nos dirigimos, llegamos en unos minutos y por órdenes de Luffy, pasaremos ahí la noche- dijo la navegante volteando a ver al espadachín que ya había reanudado su ejercicio.
-Me parece bien Nami- le dijo mientras esta se retiraba, cuando ya se había alejado lo suficiente, la ojiazul volteó a ver a Zoro con una mirada llena de malicia y una sonrisa tierna, -Esta noche me toca hacer guardia- dejó al aire el comentario y se alejó.
CONTINUARÁ…
