TAN SIMPLE COMO ESO
1
EL CHICO DE LA SONRISA ESTÚPIDA
Desganado, pateé unas cuantas piedras que estaban sueltas sobre el asfalto antes de atravesar aquella reja medio pintada, medio oxidada, que delimitaba el área que sería, a partir de aquel nublado día, mi nueva escuela. Seguí con mi marcha pausada hasta llegar a la puerta principal, donde se comenzaban a juntar ya, pequeñas pandillas de muchachos rebeldes y chicas atolondradas, noté como las miradas de muchos de ellos se posaron sobre mí antes de volver cada uno a sus actividades.
Parado, esperando a que algo sucediera, eché un vistazo a mi reloj por quinta ocasión y descubrí que llegaba a tiempo como de costumbre. Luego levanté la mirada y comencé a buscar.
- ¡Oye, tu!- me dirigí, sin saberlo, a quien sería mi compañero de clases- ¿Sabes dónde está el grupo 3-A?
-Si- me respondió con una sonrisa que, en el momento, califique de estúpida- el salón está en el tercer piso del primer edificio, es fácil llegar.
Habiendo obtenido la información necesaria, di media vuelta y caminé al lugar indicado.
-¿No das las gracias?- alcancé a escuchar mientras seguía mi camino.
Por los pasillos de azulejos desgastados y ladrillos viejos se veían algunas personas cargando libros y cuadernos, la mayor parte de los que estaban allí eran profesores; supuse que, como en la mayor parte de los colegios de esa clase, los estudiantes esperaban el último momento para entrar corriendo al salón vociferando infinidad de excusas absurdas.
Por fin me encontré frente al salón. Amplio cierto, pero desordenado. En el pizarrón se podía leer aún el curso anterior y las bancas fuera de lugar daban un aspecto de suciedad al aula. Como pude, me elegí un buen lugar, cerca del escritorio del profesor, pero no en la primera fila, nunca me gustó esa fila, los profesores parecen siempre prestar más atención a quienes se sientan allí.
Saqué mi cuaderno y escribí unas cuantas frases sin sentido, cualquier cosa que me viniera a la mente. Seguido de las frases dibujé y raye sobre las lisas hojas.
Aburrido, al cabo de unos minutos miré de reojo la cara plana y redonda del reloj, la profesora se había retasado más de cinco minutos. La primera impresión lo dice todo; estuve seguro que mi profesora era una mujer irresponsable y desalineada.
Después de unos instantes moví bruscamente mi torso para volverme hacia la puerta al momento que escuche que alguien entraba. Una bandada de chicas venía acompañada por la profesora, seguidas de cerca por algunos cuantos muchachos. En unos segundos ya se llenaba todo el salón, y las risas y charlas no dejaban de escucharse, hasta que interrumpió la profesora.
-Es bueno saber que por primera vez comenzamos un curso a tiempo ¿no les parece?
Se escucho un "sí" estruendoso al unísono. Yo por mi parte me sorprendí, miraba las manecillas de mi reloj indicar que ya habían pasado diez minutos desde que la clase debió comenzar. No pude callármelo.
-Disculpe profesora ¿No vamos con diez minutos de retraso?- ella al momento esbozó una mirada de confusión, acto seguido miró el aparato que descansaba sobre su muñeca.
-Pero que dices, estamos a tiempo, son las ocho en punto. Tal vez tu reloj esté adelantado.
Me senté, un tanto avergonzado por la falsa acusación, pero ni por un momento lo demostré, simplemente le saqué más punta a mi lápiz, luego, bajo la mesa ajusté mi reloj.
Llevábamos avanzada la mitad de la clase cuando la puerta se abrió bruscamente.
-Luego nos vemos- gritó quien estaba frente a la puerta agitando el brazo.
-Toma asiento por favor- con toda tranquilidad pidió la maestra.
Me asombré de la simplicidad con que había marchado el asunto, pero me limité a observar, no quería decir algo fuera de lugar…nuevamente.
El recién llegado se sentó en un rincón junto a la ventana. Al principio no le reconocí, pero en cuanto saludó a sus amigos con una sonrisa, recordé su rostro. Era el chico que me indicó la ubicación del salón. De inmediato me pregunte sobre cuales habrían sido sus razones para llegar tan tarde, lo cierto era que parecía no importarle mucho, o al menos, no tanto como a mi.
-Usui- pronunció la maestra- ya deja de jugar.
-Lo siento, es que el primer día siempre me da mucha flojera.
Y la clase siguió sin novedad.
Al cabo de horas encerrado en el horrido lugar que era mi salón, salí a tomar aire fresco y de paso comprar un poco de leche en la cafetería. Algunos de mis compañeros pasaron junto a mí chocando sus hombros contra el mío. Me moleste, pero decidí no darle mucha importancia, después de todo en unos meses mi vida volvería a la normalidad y no tendría que soportar más nunca este tipo de situaciones.
Sin notar que alguien me seguía muy de cerca, entre al sanitario para mojar mi rostro. Incliné me cabeza sobre el lavabo y froté con agua fría mis mejillas, intuí en ese momento a lo que se refería aquel chico cuando dijo que el primer día siempre da flojera.
Al levantar el torso noté que en el espejo manchado se divisaban unas siluetas, eran quienes minutos atrás chocaran contra mí. Terminé de limpiarme la cara y decidí que era un buen momento para salir, pero uno de ellos, el más alto, jaló forzudamente de mi brazo.
Seguido de este, otro de ellos me golpeó fuerte en la boca del estómago, uno más golpeó mi cara, atinando justo al ojo, en ese momento caí de rodillas, apretando como pude mi torso para recuperar el aire. Nuevamente, el más grande estuvo cerca de mi, listo para patearme. Me levanté. Lo de antes me agarró por sorpresa, pero ahora me quedaba claro qué debía hacer.
Alcé mi puño, sabia que si lo golpeaba recibiría un buen castigo por parte del director, pero si me dejaba golpear el regaño sería interno. No fue difícil descargarme contra el chico, le rompí la nariz de un simple golpe, o al menos eso me hizo creer el chorro de sangre que salía de ella. Disgustados, sus compañeros se formaron alrededor mío, listos para atacar. Apenas me hube girado un poco hacia el que prometía más cuando a mis espaldas escuche un golpe y luego alguien caer.
Usui, según recordaba había dicho la maestra, estaba parado en el lugar del incidente.
-Oigan, vayan a pelear a otro lado, no ven que tengo que… Bueno ustedes saben- y al momento coreografió una extraña danza con las piernas bien juntas moviéndose de uno a otro lado.
Nos quedamos solos él y yo por unos minutos. Yo regresé hacia el espejo, para comprobar que no se hubiese inflamado mi ojo; acariciando levemente con el índice el lugar dañado comprobé que, en efecto, al otro sujeto le fue peor. Él por su parte hacia de cuenta que yo no existía, andaba atendiendo sus asuntos, o la menos eso pensé. Limpié la pequeñísima gota de sangre acumulada en la piel e intenté salir, pero su voz me hizo dar la vuelta.
-Será mejor que no te metas con ellos, tal vez la próxima vez no esté para ayudarte.- dijo y al momento su torpe sonrisa apareció de golpe sobre su rostro.
-Y quien dijo que necesitaba de tu ayuda, yo puedo arreglármelas solo- crucé los brazos y apreté un poco más el entrecejo, tratando de terminar con la conversación.
Pasados unos segundos me di cuenta de que seguía allí parado, sin saber por qué. Suspiré.
-Vaya que te golpeó fuerte.- uno de los dedos de aquel muchacho tocaba ligeramente mi herida.
-No me toques, no quiero tener nada que ver contigo.- reaccioné golpeando su mano para alejarla de mí y fue hasta entonces que logré lo que me había propuesto desde hacía mucho: salir del baño.
Luego, caminando por los pasillos hacia la cafetería me di permiso de recordar cómo había ido a dar en esa escuela tan peculiar.
--FLASH BACK--
-Ya te lo dije, no vale la pena desperdiciar más dinero en sus estudios- dentro del salón bien amueblado al más puro estilo chino, sus gritos resonaban como truenos.
-Como sea, no hay necesidad de que lo mandes tan lejos- suplicaba la bonachona de mi madre
-Cerca de la que será su nueva escuela vive alguien que me hará el favor de ver por él- con un tono más tranquilo se dirigió a ella, sin mirarla, sabiendo que sus ojos irradiando ternura podrían, de un momento a otro, convencerlo de no cometer tal locura.
-Pero…
-Que haga lo que quiera, que me mande si quiere a estudiar a otro país, realmente no me importa, porque…aún así, no me convertiré en médico.- interrumpí para luego largarme a mi habitación.
A ese hombre nunca le importó lo que yo decidiera hacer con mi vida, pero obligarme a ser algo que no quiero sólo para continuar con la famosa y prestigiosa tradición de la familia, era ir demasiado lejos. Le odiaba profundamente por nunca hacer el menor intento para entenderme, pero sabía perfectamente que sintiera lo que sintiera, él no iba a cambiar de parecer.
Resignado me senté sobre la cama mirando hacia la nada, con los brazos, como la mayor parte del tiempo, cruzados sobre mi pecho. Traté de no darle demasiada importancia al asunto, porque, según había entendido, lo único que pasaría conmigo sería que cambiara de escuela a una de menor boga, y que eso era sólo una forma de presionarme para que abandonase todos mis sueños y me convirtiera en la marioneta de mi padre. Así que lo único que debía hacer era aguantar estoicamente todo lo que se me presentara, nada complicado.
Sin embargo, el simple hecho de levantar la voz contra mi padre era motivo suficiente para tenerle enfadado toda la semana y el hecho de dejarle a mitad de una conversación sumaba puntos a su enojo, aún así, nunca imaginé que eso fuera la razón por la cual tomara literalmente mis palabras y me enviara a estudiar al extranjero, a Japón para ser precisos; y no sólo eso, sino que decidiera meterme a una de las escuelas con más baja reputación de todo el país.
--FIN DEL FLASH BACK--
-Y unos meses después, heme aquí- murmuré por lo bajo.
Pronto caí en cuenta de Usui iba detrás de mí, lo supe al escuchar unos pasos burdos sobre el mismo suelo que yo, segundos antes, pisaba. Más que enfadado me volví contra él.
-¿Qué acaso no entiendes? Te dije que no quiero tener que ver nada contigo- le grite
-Tranquilo picudito, es sólo que nos dirigimos hacia el mismo lugar- señaló hacia enfrente con la misma ridícula cara de siempre.
-¿Picudito¿A quién crees que llamas así? Cabeza de puerco espín.- exploté repentinamente y me acerqué a él, tratando de intimidarle, pero lo que logré fue ponerme en una situación un tanto más complicada.
-¿Acaso quieres pelear?- levantó su puño mientras me sostenía la mirada
-Mf- bufé y volví a mirar hacia la cafetería, para poder encaminarme hacia ella, aún ahora no sé si lo que hice fue por mostrar desdén o porque realmente no tenía ganas de pelear con aquel sujeto, fuera cual fuera el caso, él no me dejó irme tan fácilmente.
-¿Qué pasa¿Acaso tienes miedo?- sentí la sangre hervir dentro de mis venas y velozmente me posicioné frente a él.
Mi puño cerrado cayó sobre su cara con una fuerza brutal y tal fue el impacto, que su rostro se torció hacia la derecha y sus piernas flaquearon; luego, con la manga del uniforme limpió la sangre sobre su labio superior mientras sus extremidades recobraban la postura inicial.
Su mirada pasó del suelo a mis ojos parsimoniosamente, la fuerza que se dejaba vislumbrar en sus pequeñas pupilas negras me estremeció, más no por otra cosa que la emoción de haber encontrado, después de tanto, un rival digno de mi.
Sin quitarme la vista de encima ladeo una sonrisa completamente distinta a la que ya le conocía, luego sin más, se abalanzó contra mí. Los golpes venían uno seguido de otro, tal como la lluvia. Él parecía disfrutarlo, yo trataba de disimular mi agrado.
Cuando todo hubo terminado, lo que quedó fueron dos cuerpos tumbados sobre el suelo, con las respiraciones aceleradas y el aliento entrecortado.
Antes de que él lo hiciera, me incorporé y seguí mi camino, no sin antes dirigirle una mirada. Con la camisa algo desabotonada y el cabello revuelto sobre su frente, sostenía con amabas manos la cinta que se le cayera en el combate, sus labios de tenue color carmín, manchados de sangre sonreían satisfechos.
Acomodé mi saco como era debido y sacudí un poco del polvo sobre mis hombros. Y unos pasos más adelante, el suceso anterior parecía haberse esfumado en una tenue neblina de olvido. Pues no era la primera, ni sería la última vez, que yo me involucrara en una pelea con mis compañeros de clase, así que para mi, era sólo parte de la rutina.
Después, entrando a la cafetería, noté, como en la mañana, que los chicos y chicas del lugar dejaban de lado sus actividades para posar sus curiosos ojos sobre mí; me importaba un carajo lo que pensase la gente, sin embargo, llegaba a ser fatigoso.
Hice fila mientras trataba de encontrar mi dinero, pero mi turno llegó antes de lo planeado; pedí un bote de leche y luego volví a buscar en mis bolsillos. Sin embargo, debido a que mi búsqueda a tientas no tuvo resultado agaché la mirada.
-Aquí tiene- oí su voz
Usui había pagado mi leche y algunas golosinas más.
- No tienes por que hacer esto, idiota- le insulté.
-Es que dejaste tu cartera tirada en el baño- alzó la mano en la cual sujetaba mi articulo, comprendí entonces, que no sólo había pagado con mi propio dinero mi reciente adquisición, sino que había aprovechado para comprarse alimentos con él.
-¿Quién demonios te has creído?- le arrebaté la cartera
-Tu nuevo mejor amigo- le vi directo a los ojos y entendí que se tomaba muy enserio lo que acababa de decir.
-Ya te lo dije antes, no quiero tener nada que ver contigo. Así que si quieres ser mi amigo, te recomiendo que te apartes de mi camino- tomé rumbo fijo hacia el patio y di el primer paso, cuando, como en coacciones anteriores, su voz me hizo saber que con él, jamás llegaría a ser yo el que dijera la última palabra.
-Un placer conocerte, me llamo Horo ¿y tú… picudito?
-Ren- simplemente lo miré con el rabillo del ojo. "Amigo" pensé para mi, tal vez sea el primero.
NOTAS:
Bien, después de muuuucho tiempo, he regresado -para gusto de algunos ydesagrado de otros- y esta vez, tal como lo prometí, estoy más compromentida con las historias que escribo.
Ésta en particular, trata de demostrar que una relación entre chicos no es tan hermosa como parece, ya sea por los prejucios sociales o por el choque de peculiaridades que delimitan la personalidad de cada uno de los protagonistas y que, los hombres, no son tan sentimentales y cursis comoanteriormentehe cometido el error de describir. Así mismo, procuro que, a pesar de ser ununiverso alterno, todos los personajes de la serie queden incluidos, tratando de no inventar ninguno y procurando concerbar, por lo menos un poco, de las características de cada uno de ellos, por mínima que sea su participación.
Bueno, ya que eso sería todo, me despido, deseando disfruten leer este fic.
