Título: Bob Lennon.
Fandom: 20th Century Boys.
Personaje: Otcho.
Palabras: 370.
Advertencias: spoilers tomo 6.
Notas: regalo de cumpleaños de Serena M. Lupin, por sus diecinueve añazos ^O^.
Dentro de las húmedas paredes de la celda, Número 3 respiraba. Era un sonido ronco y áspero, casi doloroso; pero era la prueba de su propia existencia. De que no importaba cuántas horas, días o años llevase encerrado entre los ladrillos mugrientos de la cárcel, cargando con el peso de las cadenas que lo mantenían en pie. Él seguía y seguiría viviendo. Cada bocanada de aire denso que recibían sus pulmones era un acto de insubordinación contra el maldito infierno donde le habían apresado.
En su cabeza, una guitarra desafinada retumbaba con una melodía lenta y acompasada. Recordaba haber oído esa canción tiempo atrás, tanto que parecía sólo un sueño. Una voz grave acompañaba los acordes del instrumento. No era especialmente bonita, ni se podía decir que cantase bien; pero el recuerdo de aquella voz llenaba el cuerpo de Número 3 del calor inexistente de la celda. Como una presencia fantasmal que le alentaba a sostenerse sobre sus dos piernas y a respirar.
Porque Número 3 no se rendiría. Shogun tampoco. Otcho sabía que viviría. Viviría por él. Porque él no quería ver más muertes.
Vámonos todos a casa.
No pueden detenernos.
Nadie tiene derecho a detenernos.
Decía la voz ronca al compás de las notas de la guitarra.
Nadie tenía ese derecho, ¿no? Nadie. Y, sin embargo, a él precisamente se lo habían arrebatado. El derecho a regresar a casa, sano y salvo, con la pequeña Kanna.
Por eso Otcho sabía que viviría, no importaba a cuantas torturas le sometiesen en esa prisión. Mientras el recuerdo de aquella canción, el recuerdo de Kenji, permaneciese imborrable en su cabeza, él tendría la voluntad de vivir. Aunque sólo fuese con el ánimo de vengar a Kenji, seguiría adelante. Él había muerto arriesgándolo todo por salvarlos. Por salvar el mundo.
Cuatro paredes frías y sucias y unas cadenas alrededor de sus muñecas no serían suficientes para vencerle.
Siempre que la música de Kenji resonase en sus oídos, habría esperanza. Siempre.
La noche cae sobre la tierra,
y yo me doy prisa por llegar a casa.
La noche alrededor del mundo,
el mundo entero se apresura para llegar a casa.
Y rezo para que estos días
continúen para ti,
para siempre.
-fin-
