Algunos de los personajes de esta historia son de la querida Stephenie Meyer, y otros son propiedad mía. Yo solo narro lo que dicta mi imaginación.
Queda prohibida su adaptación o copia sin permiso de la autora.
Trailer de la historia: www. youtube watch ?v=n4uhG xeF504 (sin espacios)
Capítulo 1: Perdida
Por centésima vez, Isabella se sintió frustrada al no poder quitarse la ropa en la playa por culpa del calor infernal que hacía en Florida. Miraba a toda chica extrañada, preguntándose cómo es que podían vivir con su piel descubierta. Ella usaba ropa común que cubría una gran parte de su cuerpo. A partir de los doce años, llevaba un velo cubriéndole a cabeza solo cuando salía de casa.
El Corán: el libro sagrado de los árabes, dicta una de las leyes que implicaba ocultar la belleza de una mujer para todo hombre excepto para su marido. Todas las mujeres de ésta religión usaban grandes ropas holgadas las cuales ocultaban su figura. Bella era diferente, ella ya no quería seguir esas leyes.
Isabella nació en Marruecos pero se crió en Florida. Su padre era de Florida. Se quedaron viviendo allí ya que era el único recuerdo de él. Ahora solo tenía a Devra; su madre, con quien compartía sus vivencias, con la que solía charlar sobre la posibilidad de olvidarse de su religión. Pero eso era solo una locura de su parte.
Suspiro de nuevo antes de tomar su pequeño bolso, cruzarlo por su pecho y sacudirse la arena de su ropa. Tenía que regresar temprano a su casa antes de las seis de la tarde. Camino por toda la orilla, con paso lento perfecto. Sus clases de danza con su madre le ayudaron bien para caminar con una delicadeza magnífica y llena de elegancia. En su cuerpo también era notorio que danzaba, ya que era esbelta y sus piernas tenían bastantes músculos. A simple vista parecía una chica insignificante, pero ya estaba más que lista para que un hombre -de su tierra- la cortejara y después contraer matrimonio.
Alzó la vista cuando estuvo a punto de llegar a su casa. Varias personas rodeaban el edificio donde vivían. También había policías y ambulancias en el lugar. Entonces Isabella se preocupo por su madre. Corrió hasta el edificio, encontró a Clarisa; una buena vecina y amiga de Devra. Se acerco a ella.
—Clary, ¿qué sucede? —pregunta eufórica y preocupada. Quería pasar pero no le permitían el acceso. La cara de Clarisa se torno triste y mortificada. Algo andaba mal.
—Pequeña... —su voz fue interrumpida por un jadeo de tristeza.
—¿Que sucede? Dímelo —exigió.
—Tu mamá... tu mamá. A tu mamá la atropellaron, saliendo del edificio.
—¡¿Qué?! —sus lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas al escuchar, que efectivamente se trataba de su madre. No dijo nada mas, fue abriéndose paso entre las personas llegando así hasta la ambulancia principal, en donde se encontraba su madre severamente lastimada —¡Mamá! ¡Mamá! —gritaba cuando sabía que no la podía escuchar.
—¿Usted es hija de la paciente? —pregunto un paramédico acercándose hacia ella. Solamente asintió tristemente. —Acompáñeme por favor. —la llevaron hasta la ambulancia donde se encontraba su madre.
En la camilla yacía lastimada, con raspones en la cara, la sangre emanaba de su frente era tanta que su cabello se veía húmedo. Pero aun cuando se encontraba gravemente herida, cuan su piel perdió su bronceada y su labios estaban blancos seguía siendo hermosa y radiante como lo era su hija.
Isabella tomo su mano, la cual aún conservaba su calor y la beso. Susurrándole «Todo estará bien» sabiendo que quizás esto se complicaría. Los paramédicos hacían su trabajo, Isabella solo estaba concentrada en su madre, admirándola como siempre lo hacía e ignorando todo a su alrededor.
Llegando al hospital le informaron que sería llevada al quirófano por una posible hemorragia cerebral. Sus pocas lágrimas se transformaron el llanto. Trato de tranquilizarse, necesitaba estar bien para cuando su mamá estuviera recuperada. Ahora solo quedaba esperar.
No sabía cuántas horas había pasado desde que llegaron. La luna estaba a todo su esplendor, iluminando la noche calurosa en florida. Isabella estaba cansada, pero nunca dijo nada. Clarisa se encontraba junto a ella, quien siempre le ofrecía su constante apoyo. Sabía que Isabella y Devra se tenían una a la otra, solamente. Y si no sabía cómo sería la vida de la castaña si su madre faltara.
A los pocos minutos que Isabella regreso de la cafetería, el doctor llego y por su expresión de desilusión no parecían buenas noticias.
—Lo lamento, hicimos lo que pudimos. La hemorragia era más extensa a comparación de la que creímos... —Isabella ya sabía cuál era la respuesta del doctor. Ella yacía llorando en el suelo, no escucho nada más y se hundió en su miseria. Su madre había muerto y ella era lo único que le quedaba en la vida.
Sus padres ya no estaban. Ella quedo sola, a su suerte en Florida. No conocía a nadie más que a Clarisa y algunas de sus amigas del instituto. Pero en esos momentos de dolor a la única persona que quería era a su madre, la única que calmaba sus dolores con un buen consejo y un buen abrazo. Por desgracia ya no estaba.
Al recuperarse un poco de la grave tragedia salió del hospital junto a Clarisa. Fue hora de partir. Salir de un lugar para entrar a otro nuevo, una historia nueva comenzaba después del final de una antigua. Tenía que viajar a Marruecos, ya no tenía a nadie en Florida. Sus parientes se encontraban del otro lado del mundo, era tiempo de ir con ellos.
Llego al aeropuerto de Marruecos donde la esperaban Nadira; su prima y Liynaa; el ama de llaves, que más bien era como su segunda madre. Las veces que iba a visitarlas la trataba muy bien. Desde el primer momento supo que era una buena mujer y que le tendría la confianza que tuvo con su madre.
En el primer momento en que las vio, esperándola. Fue corriendo hacia ellas dándoles un fuerte abrazo a ambas. Contuvo la sensación de llorar, pues aun le afectaba un poco la muerte de su mamá.
—*Salam Malecum —Liynaa le dio la bienvenida. Llevaba una larga vestimenta holgada. Su velo de color gris ocultaba su cabello. Le sonreía ampliamente. Tenía ojos grandes y labios gruesos. No pasaba más de 40 años, se veía más joven.
—*Hayley Con Shalam —respondió Isabella dándole un abrazo fuerte a Liynaa. Volvió a su prima y también la abrazo —Es bueno estar en casa.
—Oh Isabella, lamento mucho tu perdida. *Maktub —su prima le brindo su apoyo. Aquella chica era tan guapa como Isabella, tenía la piel bronceada y ojos claros. Sus labios parecían más rosas bajo la luz del sol y su rostro se veía más autentico cuando sonreía. Al igual que Liynaa portaba ropa holgada –pero con colores más vivos- y un velo que hacia juego con sus vestiduras.
—Lo sé. Ahora tengo que seguir con mi vida —Isabella tomo su maleta y continuo su camino. Un pequeño viaje les esperaría para llegar hasta la cuidad.
—Tu tío Abdel está muy emocionado por verte de nuevo —le informo Liynaa muy feliz por tener a su *Swina con ella de nuevo.
—Yo también tengo muchas ganar de verlo de nuevo. Espero siga siendo un buen hombre y no un abuelo gruñón —bromeo, pero aquellas bromas había perdido su brillo, ya no eran como lo solían ser.
—Tenlo por seguro. Ya es más civilizado —confirmo Nadira.
Tardaron un poco más de treinta minutos para llegar hasta la cuidad. Por todos lados se veían grandes comerciantes junto con sus productos variados. Las calles eran muy estrechas, abundaban muchos clientes y turistas llenaban los mercados.
Isabella no recordaba muy bien, fue observando cada cosa que se cruzaba frente a sus ojos. Se quedo mirando las hermosas joyas adornadas por oro. Cuando quiso volver con Liynaa y Nadira no las encontró. Miraba para todos lados para ver si las encontraba. Pero no tuvo resultado. Comenzó a caminar preocupada, se había perdido y no tenía ni idea como llegar a la casa de su tio. Entonces recurrió a otra medida más sencilla; comenzar a gritar el nombre de su nana.
Después de un par de minutos, los cuales sintió eternos, comenzó a darse por vencida y resignarse a no encontrarlas. Por poco y rompía en llanto de no ser por un ¿desfile? Que cruzaba por una de las calles. Las mujeres hacían un ruido extraño, su mano ocultaba la boca con la que hacían ese sonido. Regalaron un pedazo de comida, parecía un rollito de Sushi. Al final terminaron mostrando una sabana, en medio; una mancha de sangre.
De pronto sintió que la tomaban del brazo. Era Liynaa. Su alma volvió a su cuerpo, pero tenía muchas preguntas en su cabeza. Era como una niña pequeña que apenas comenzaba a caminar por las pequeñas calles de Marruecos.
—¿Que fue eso? —pregunto incrédula.
—Las mujeres están presumiendo que la novia era pura antes de su noche de bodas —explico
—¿Y que pasa si no son puras?
—Las devuelven a su familia y ellos la sacrifican.
—¡No lo pueden hacer! Se ha comprobado que hay mujeres que no nacen con su "virginidad".
—Eso es porque te criaste en otro lugar. Recuerda que aquí es diferente, y nuestra forma de pensar va de la mano con nuestra religión —hizo una pausa —anda vámonos que ya hemos perdido tiempo.
Caminaron unas calles más. Se encontraron con una puerta de madera con unos detalles adornándola. Por fuera parecía pequeña, pero al entrar era enorme. A un par de metros de la entrada de encontraba un estanque al centro con varias plantas alrededor. Frente al estanque estaba una puerta que llevaba a la sala principal. La habitación era muy grande llena de grandes reliquias marroquís, se encontraba alfombrada.
—Llenas de luz esta casa — escucha Isabella al otro lado de la habitación. Un hombre alto de bigote y con una tenue marca en la frente, que vestía una túnica de rayas. Elevo los brazos, se acerco más a ella y la abrazo.
—Tio Abdel —murmuro Isabella en el pecho del hombre.
—Bella —susurra, aquel diminutivo de su sobrina. Solo él la llamaba así. Su padre le había puesto el nombre de Isabella ya que era en honor a su abuela que fue una norteamericana —Me alegra que por fin estés con nosotros.
—Gracias tío.
—Ven, ven —la llevo hasta un sofá muy amplio —necesitamos hablar un poco.
—Dime tío.
—Tú te has criado en América, vivas entre ellos. Pero fuiste educada con las leyes del Corán y supongo que haces tus oraciones cada día.
—Si, rezo. No a las horas exactas pero rezo.
—Aquí te reconciliaras con tus raíces, Bella. En este país se están modernizando mucho, pero en esta casa se vive de acuerdo a las leyes que dicta el Corán. Veras que en poco tiempo te acostumbraras. —Hizo una pausa —¡Liynaa! Ve a preparar té. Hoy haremos una comida para celebrar que mi niña ya está con nosotros —ordeno el tío Abdel.
Después de un momento llego Nadira halo a Bella hasta su habitación. Sin antes disculparse con su tío. Era momento de que ellas charlaran un poco. Aparte de primas eran como hermanas.
—¡Hoy por fin mi futuro esposo me conocerá! —grito emocionada. Los matrimonios se arreglaban, así se mantenían las alianzas de las familias. Los parientes del hombre se encargaban de escoger a la mujer perfecta y dependiendo si a él le gustaba en unos días se casarían.
—¿De verdad? Eso es estupendo. Me alegro mucho por ti —se sentó en la cama, sintió que había aplastado algo, miro y era un traje hermoso de color azul con varios adornos de color dorado. —¿Qué es esto?
—Es el traje que usare para la danza del vientre. Especialmente para mi marido —responde emocionada.
—¿Se puede usar esto? —mostro el sujetador que venia adornado de una manera maravillosa.
—Claro que sí, siempre y cuando sea solo para tu marido y nadie más. Puede probártelo si gustas.
—¿De verdad?
—Sí, anda ve. Si quieres puedes bailar. Y muéstranos que Devra te enseño bien la danza del vientre —rio.
Después de quince minutos más las mujeres de toda la casa se reunieron en un pequeño salón. La música comenzó a resonar por toda la habitación. Bella salió portando el conjunto; una larga falda que solo estaba formada por tiras y el sujetador. Comenzó a bailar, primero lento y suave después sus movimientos iban aumentando.
De pronto una sombra cruzo el umbral de la puerta. Bella había quedado frente a ella. Con el velo frente a su rostro. Las mujeres que se encontraban ahí soltaron un grito ahogado. Bella bajo el velo azul y se cruzo con una mirada de color verde. Observándola fijamente y con una sonrisa deslumbrante, un hombre de cabello cobrizo estaba justo enfrente de ella –casi semidesnuda-.
—Bailas muy bien —murmuro y todo se perdió a su alrededor.
* Salam Malecum: La paz ente con nosotros
*Maktub: Está escrito
*Swina: Hermosa/Guapa
Bien nuestro primer capítulo. Espero que les haya gustado. Esperen un poquito más que viene la manera de pensar de nuestro misterioso hombre.
Si no es mucho pedir su bella opinion que anima mucho a seguir escribiendo
