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Siento mucho el retraso, mi traductora me dejo varada y me tarde más de la cuenta traduciéndome a mí misma (escribo primero en inglés y luego los paso al español), espero no me haya quedado tan mal y sea entendible, lo hice con mucho cariño, en serio.

Bueno, pues últimamente el clima en México ha sido muy frío, pero la ventaja de haber vivido en países como Rusia, UK y Finlandia es que yo me siento como en pleno verano jajajajaja, honestamente creo que yo voy a sufrir cuando sea época de calor aquí, porque según me han dicho la temperatura en estos lugares sube mucho, pero a ver qué pasa…

Éste fic participa en el Intercambio de San Valentín 2016 del Foro I am Sherlocked.

Mi tema del reto es: Omega!verse, Alternate Universe (AU): John es apicultor y Sherlock quiere aprender el oficio. El resto de la trama a gusto del autor.

N/A: Los personajes son medio Ooc, hay dos escenas un poco (muy poco) violentas pero termina en final feliz.

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John Watson, así se llamaba aquel ermitaño que vivía en una acogedora casita en lo alto de la colina que estaba en los límites del pequeño y pintoresco pueblo. Todos en el lugar se conocían, la mayoría había nacido y crecido ahí, así como sus padres y los padres de sus padres, sin embargo, el ermitaño John era un forastero que arribó al poblado hace poco más de una década, nadie sabía de donde venía, solo lo vieron instalarse en la, hasta entonces deshabitada casita al final del camino rumbo a la colina.

Los pobladores en aquel entonces, como era de esperarse, fueron recelosos con el nuevo inquilino y más aún al detectar en él, el aroma característico de un alfa sin unión y que entre sus pertenencias solo estaba una vieja maleta y una caja de madera de tamaño mediano. "El forastero rubio", fue como le llamarón en sus primeros días, ya que éste no se dignó a salir a visitar a los lugareños en toda la primera semana y está por demás decir que todos se morían de curiosidad, en especial uno de ellos, un jovencito de 17 años, alto y delgado, de piel blanca y cabellos rizados de color azabache, Sherlock era su nombre.

-Deja de espiar al nuevo vecino, pareces un acosador, esa no es la forma de comportarse para alguien de tu posición y clase –Le reprendió su hermano mayor Sherrinford, cuando lo vio asomado disimuladamente por la ventana que daba hacia la casa en la colina.

Sherlock lo miró desafiante y después regresó su mirada hacia la ventana, ignorando de éste modo lo mandado por su hermano mayor. Sin embargo no duró mucho en su posición, pues aunque ya sabía lo que iba pasar por desobedecer, no previó que su hermano reaccionara de forma tan violenta, pues le tomo fuertemente del brazo para hacerlo voltear y seguidamente le dio una sonora bofetada que lo hizo perder el equilibrio y terminar en el suelo.

-Deja de comportarte como un chiquillo caprichoso y de estarte exhibiendo como prostituta en la ventana –Le dijo mordazmente –Por actitudes como estás ni Mycroft ni yo hemos podido encontrarte un buen alfa que esté dispuesto a tolerarte.

-Yo no quiero que me consigan nada –Murmuró desde el suelo.

-¿Qué has dicho? –Siseó el mayor de los Holmes, mientras se acercaba amenazadoramente hacia su hermano menor.

-Déjalo ya Sherrinford – Dijo un pelirrojo, mientras entraba en la sala de estar, lugar donde se estaba desarrollando la discusión –No te alteres, no queremos que nuestro querido Sherly pase otra temporada en la clínica del pueblo, va a ser muy raro que se "resbale por las escaleras" tan seguido.

Sherrinford chasqueó la lengua y salió del lugar.

El pelirrojo se acercó al pelinegro, se acuclilló en frente de él y con delicadeza le tomo del rostro –Deberías de dejar de hacerlo enojar, odio que te ponga la mano encima y no poder hacer nada para evitarlo –Le dijo mientras revisaba delicadamente su enrojecida mejilla.

-Maldito sea el día en que nuestros padres fallecieron y lo dejaron a él como heredero y dueño de todo, hasta de mi… -Lo último lo murmuro con tristeza –Desearía tanto ser un beta como tú, Mycroft.

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La familia Holmes tenía un largo abolengo en aquel lugar, su riqueza había sido forjada por sus grandes invernaderos de flores, tenían la facultad de cultivar las especies florales más bellas y exóticas de la región, mismas que eran comercializadas en muchas regiones del mundo, además, la familia Holmes se caracterizaba por no poseer entre sus integrantes a ningún omega, hasta que nació Sherlock.

Aquel acontecimiento provocó un fuerte impacto, sin embargo los Holmes contaban con su primogénito alfa y un muy inteligente segundo hijo beta, así que el hecho de que su tercer hijo fuese un omega no les provocaba ningún problema, es más, de cierto modo a su madre le lleno de gozo tener a un tierno omega, pero las cosas fueron muy diferentes a las esperadas, pues el pequeño omega era todo menos tierno y se negaba rotundamente a tomar las clases de etiqueta y de modales que solían ser obligatorias para los omegas de sociedad y más aún se negaba a ser dócil.

Al patriarca Holmes aquello le hizo gracia y le solapo todos y cada uno de los caprichos de su hijo menor, pues su amor de padre le impedía reprenderlo, contrario al carácter duro y estricto que tenía con sus dos hijos mayores.

Sherrinford, como buen heredero y alfa, fue enviado al extranjero para su formación académica desde muy corta edad y volvió a casa a los 29 años, justo en el momento en que recibía la noticia de la muerte de sus padres en un accidente automovilístico.

El primogénito pasó a ser el dueño de todo y a ser el tutor legal de su hermano menor: Sherlock de 17 años de edad. Mycroft, contaba ya con 23 años y al ser el hermano de en medio y ser de clase beta técnicamente era libre de hacer lo que quisiera, sin embargo él fue el primero en notar el desagrado en los ojos de su hermano mayor al ver la forma en que se desenvolvía Sherlock y supo que no podría irse de casa y dejar solo al menor bajo el mismo techo que Sherrinford.

Mycroft, a diferencia de Sherrinford, vio crecer a Sherlock, escucho sus dudas, lo abrazó en las noches de tormentas y limpió sus lágrimas. Él sabía que su hermano menor era libre y salvaje como el viento, también sabía que esas cualidades no eran bien vistas en los omegas de clase alta.

Sus padres nunca se preocuparon por forzarlo a encajar en los parámetros que la sociedad esperaba de él, pues su padre tenía destinado para su hijo menor una dote que le permitiría vivir tranquilamente su vida sin necesidad de acoplarse con un alfa. Su madre supo desde un principio que su pequeño Sherlock sufriría si se unía a un alfa, pues todos son dominantes y controladores, ninguno podría soportar las insolencias de su hijo, mucho menos permitirían verse disminuidos por su increíble intelecto y cortarían las alas de su pequeño ángel al intentar someterle.

Todo eso Mycroft lo sabía y esperaba que Sherrinford siguiera los designios de sus padres, lamentablemente no fue así.

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–Desearía tanto ser un beta como tú, Mycroft.

El pelirrojo solo le sonrió cariñosamente mientras en su mente planeaba la manera de liberarlo de su hermano mayor.

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Aquellos días siguieron pasando al mismo tiempo que la curiosidad de Sherlock por el nuevo vecino crecía, lo veía trabajar en su patio trasero, le observaba llevando pequeñas cajas de madera y colocándolas apiladas una sobre otra y finalmente, a finales de la segunda semana lo vio sacar aquella caja que traía consigo el día que arribó al pueblo y la coloco sobre las demás, creando una columna de 5 cajas, abrió la que colocó hasta arriba y de ella salió una pequeña nube obscura que pronto se dispersó en el aire "¿Qué será eso?" se preguntó, escucho los pasos de alguien acercándose, cerró rápidamente las cortinas de la casa, corrió al sillón y fingió que estaba leyendo, pero en su mente se instalaba una nueva duda.

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Sherlock solo tenía permitido salir a los inmensos jardines e invernaderos que tenían en su propiedad y solo cuando el horario de los trabajadores hubiese concluido y éstos ya se hubiesen marchado, si deseaba salir al pueblo debía de estar acompañado por alguno de sus hermanos, pero éstos siempre estaban muy ocupados, así que sus salidas al pueblo eran más bien escasas.

Greg Lestrade, el chico beta, que les traía las compras era el único con el que charlaba algunas veces, él le contaba sobre los pormenores del pueblo y fue precisamente él quien le dijo que el rubio forastero se llamaba John Watson, que era un alfa muy atento, que sus ojos eran muy serenos y escondían una gran tristeza, que no hablaba mucho y que tenía por oficio la apicultura.