Aqui estamos de nuevo, y que mejor manera que con una historia Clexa. Si alguien de los que me siguen no saben quienes son, ya estan tardando en ver la serie The 100 y quedar totalmente enamoradas.
Aun no tengo mucho escrito pero quería empezar a publicar para asi ponerme las pilas a escribir, así que ya sabeis, comentar mucho para animarme a escribir.
Antes de empezar a leer tengo que aclarar unas cosas de esta historia, espero que todo el mundo lo lea para evitar posibles problemas futuros. No quiero adelantar mucho de la historia pero aqui dejo unos pequeños avisos para que no haya sustos y quien no se sienta comodo no la empiece a leer.
-Relación de Dominación/Sumisión.
-Relaciones sexuales.
-Lenguaje soez y subido de tono.
-Uso de juguetes sexuales.
-Relaciones lesbicas (quizá alguna heterosexual)
-No hay g!p en esta historia (lo siento por los fans de este tipo de relatos)
Creo que por ahora eso es todo. Si surge alguna cosa nueva os avisare con antelación.
Es una historia principalmente sexual, así que no espereis muchas cosas amorosas y esponjosas.
Ahora si, podeis comenzar a leer.
Capítulo 1:
Cualquiera que conociese a Clarke sabría lo impuntual que era siempre, sus amigos ya estaban acostumbrados, de hecho, siempre quedaban media hora antes con ella que con el resto para asegurarse de no tener que esperarla durante mucho tiempo, aunque, aun así, muchas veces aún tenían que esperarla unos minutos. Era algo que no podía evitar. De verdad que intentaba llegar a la hora, o incluso llegar antes de tiempo, pero parecía que su cerebro no calculaba correctamente el tiempo que le llevaba realizar cualquier acción y al final siempre terminaba saliendo de casa corriendo porque se le había echado el tiempo encima.
Esto no era un problema cuando quedaba con sus amigos, o por lo menos no un gran problema, pero ese día en concreto si suponía un gran problema.
Eran apenas las 8:15 de la mañana cuando salía de casa disparada sin apenas tiempo de cerrar la puerta mientras en sus manos intentaba calibrar una gran carpeta, las llaves que milagrosamente se había acordado de coger antes de que la puerta se cerrase, la chaqueta porque estaba empezando a refrescar, el bolso y un café que por suerte había dejado listo el día anterior.
El motivo por el que Clarke tenía prisa ese día era sencillo, era el primer día del resto de su vida, o por lo menos eso esperaba.
Después de dos años de estudiar medicina, que es lo que su madre siempre había querido que hiciese, tomó la decisión de que simplemente ese mundo no le hacía feliz. Le costó mucho tomar esa decisión, no nos engañemos. Decepcionar a un padre siempre es duro, pero llega un momento en el que te tienes que plantear si es mejor vivir una vida infeliz solo por el hecho de hacer lo que quieren que hagas, o ser feliz cueste lo que cueste, aunque tengas que sufrir para conseguirlo.
Y lo que a Clarke le hacía feliz era dibujar. Siempre había amado dibujar, poder plasmar cualquier cosa en un lienzo, darle vida y luz solo con sus propias manos. Eso la llenaba más que cualquier cosa en este mundo.
Así que aquí nos encontramos, con una chica rubia, con los rizos volando al viento y sus azules ojos con un brillo que llevaba mucho tiempo apagado, corriendo por la calle hacía su primera clase de Bellas Artes. A la que llega tarde, por supuesto.
Clarke miró el reloj una última vez mientras corría hacía su coche rezando porque no hubiese ningún atasco por el camino. Eran ya las 8:20 y en menos de 10 minutos empezaría la clase y si no estaba equivocada aun le llevaría unos 15 minutos llegar a su destino.
¿Alguna vez os ha pasado que os dais cuenta realmente el universo está en vuestra contra y que simplemente se divierte viéndoos sufrir? Pues eso justo pensó Clarke cuando casi estaba llegando a su clase después de haber aparcado el coche y de repente, al dar la vuelta a una esquina, todo se volvió negro y lo único que sintió fue un tremendo golpe en su trasero al caer al suelo y sus cosas volando por los aires.
- ¡Tienes que estar de broma! – escuchó que una voz femenina gritaba cerca de ella.
-Au… -se quejó suavemente sobándose el trasero mientras se incorporaba y abría los ojos para saber qué demonios acababa de ocurrir.
Frente a ella se encontró a una chica morena, con el pelo largo y rizoso sujetado en una trenza, de pie y totalmente cubierta del café, que si Clarke esta en lo cierto, es el que tenía ella misma segundos antes en una de sus manos.
El universo había conseguido que llenase de café a una preciosa chica, aparentemente de no muy buen humor, genial.
-Lo siento – farfulló sin saber qué hacer en realidad.
- ¡Lo siento no va a solucionar nada! -gritó la otra chica mientras se miraba a si misma completamente empapada.
-Déjame ayudarte – se ofreció Clarke acercándose a ella e intentando limpiar algo del café que le caía por la camisa.
- ¡No me toques! -volvió a gritar la chica alejándose antes de que si quiera tuviese tiempo de tocarla – Es lo que me faltaba hoy, que una estúpida niñata me lanzase un café encima. Increíble.
Clarke frunció el ceño molesta por la actitud de la otra.
-Ha sido un accidente -protestó- Los accidentes ocurren, ¿Sabes?
La chica fulminó a Clarke con la mirada.
-Seguramente tu tengas muchos accidentes corriendo como una loca por ahí, pero yo no -gruñó.
-Ya te he pedido disculpas -espetó Clarke molesta- No puedo hacer nada más.
-Si puedes hacer algo más, aléjate de mí.
-Perfecto -soltó Clarke mientras recogía sus cosas- Por si no te habías dado cuenta, tengo prisa.
La otra chica frunció el ceño ante el comentario.
-Increíble, absolutamente increíble. – murmuró – Como si fueras la única que tiene cosas que hacer.
Clarke la ignoró y terminó de recoger sus cosas para después comprobar que hora era. Las 8:36.
-Mierda -dijo aferrándose a sus cosas y echando a correr hacia la clase, con la mala suerte de que su hombro chocó ligeramente con el de la otra chica desequilibrándola ligeramente.
Por fortuna pudo mantener el equilibró y ni siquiera se molestó en echar un último vistazo a la otra chica.
- ¡Lo siento! -volvió a gritar.
- ¡Me cago en…! -oyó que decía la otra chica mientras se alejaba.
Bueno, podría haber sido peor, como por ejemplo acabar ella llena de café en vez de la otra, o haber acabado golpeada por aquella chica tan poco comprensiva.
Pero no había tiempo de pensar en esas cosas, así que lo que hizo Clarke fue seguir corriendo hasta su aula, que por supuesto, ya estaba cerrada.
Como decía, el universo estaba en su contra.
Unas cuantas horas después, manchada de pintura, cansada, feliz y algo desilusionada a la vez, Clarke caminaba lentamente hacía su coche deseando llegar a casa y tirarse en el sofá a no hacer nada.
No es que no le gustasen sus nuevas clases, no era eso en absoluto, todo era nuevo, agradable y emocionante. Era darse cuenta de repente de que no era la mejor en ello, no es que antes lo pensase, pero estando en clase, con más compañeros y viendo el gran trabajo que realizaban, la hacían sentir mediocre y ese, no era un sentimiento agradable. Solo esperaba que, con el tiempo, y la comodidad con los compañeros, consiguiese hacerle recuperar la ilusión por aprender.
Dejó caer las cosas en el asiento del copiloto y se sentó con un suspiro mientras miraba el atardecer frente a ella. Era una imagen hermosa, los tonos naranjas y amarillos ocupaban casi la totalidad del cielo cuando el sol chocaba con las pocas nubes que se encontraba en su camino mientras que a lo lejos se podía ver, a contra luz, la oscura silueta de los pocos estudiantes que caminaban en dirección a sus casas.
Clarke se quedó maravillada, ese era uno de esos momentos que le encantaría plasmar en un lienzo para verlo siempre que pudiese, pero eso tendría que ser en otra ocasión, ahora mismo solo quería llegar a casa y descansar.
Distraídamente encendió el motor del coche y con él la radio, comenzando automáticamente a tararear la canción de moda que sonaba en ella. Puso la marcha atrás para salir del aparcamiento y de repente un fuerte golpe la asustó por completo.
Rápidamente miró hacia los lados para ver lo que había ocurrido y al no ver nada salió del coche. En ese momento se dio cuenta de lo que había pasado.
En suelo, justo en la parte de atrás del coche se podía ver una bicicleta tirada y un par de piernas, pertenecientes a alguna persona imaginó, también en el suelo.
Corrió hacia allí sin saber muy bien como había pasado, ¿Cómo había atropellado a un ciclista si apenas iba a 5 Km/h y no había nadie más a su alrededor?
- ¡Oh, dios mío! -exclamó cuando se acercaba- ¿Estas bien?
Dio la vuelta al coche y lo que se encontró allí no era lo que esperaba, o por lo menos no era a quien esperaba.
La misma chica a la que le había tirado el café esa misma mañana se encontraba en esos momentos aun en el suelo con la bicicleta encima de ella intentando inútilmente quitársela de encima. Cabe mencionar que aún se podía apreciar la gran mancha de café en su ropa.
- ¡Tienes que estar de broma! -gruñó la chica al ver a Clarke- Esto es una jodida tomadura de pelo.
- ¡Lo siento! Ha sido un accidente – murmuró Clarke- otra vez…. -dijo esto último en un susurro.
- ¿Qué me quieres matar? ¿Tienes alguna especie de conspiración en mi contra? ¿O es que simplemente agredes a todo el mundo que te encuentras por ahí? -espetó mientras conseguía por fin quitarse la bicicleta encima e incorporarse.
-En serio que lo siento -repitió Clarke- No te había visto…. -se dio cuenta de algo y añadió- otra vez…
- ¿Qué no me habías visto? -exclamó – No hay nadie más aquí – señala a su alrededor- Y voy encima de una bici, por dios, si solo me faltan señales luminosas por todo el cuerpo.
-Quizás ese es el problema, que no llevas ningún tipo de luz y está oscureciendo -argumentó.
- ¿Qué no llevo…? ¿Qué está…? – comenzó a decir exasperada pero no era capaz de terminar las frases- ¡Tú eres un peligro para los demás! ¡No yo!
La chica se pasó las manos por la cara intentando calmarse y se agachó para recuperar su bicicleta, en ese momento se dio cuenta de que el ángulo del cuadro de la bicicleta no era exactamente el mismo que antes del accidente.
-Perfecto, absolutamente perfecto -dijo al darse cuenta de que su bicicleta estaba completamente inservible- ¿Algo más que quieras hacerme hoy? ¿Romperme una pierna? ¿Tortura? ¿Tener que ir desnuda hasta casa? -ironizó fulminando a Clarke con la mirada.
Ante esto último Clarke abrió los ojos de par en par, no pudo evitar imaginarse a la chica que tenía delante de ella totalmente desnuda, y bueno, no era una imagen desagradable exactamente.
Clarke tosió ligeramente desviando la mirada mientras sentía como sus mejillas se volvían de un toco carmesí.
-Yo… -comenzó a decir claramente nerviosa a lo que la otra alzó una ceja observándola con interés- Lo siento muchísimo de verdad -murmuró.
-Sentirlo no soluciona nada -dijo la chica derrotada mientras miraba su bicicleta destrozada.
-Te pagaré la bicicleta -dijo de repente Clarke dándose cuenta de cómo poder solucionarlo- Y la tintorería y te llevo a casa si quieres -dijo ligeramente esperanzada.
De repente la chica comenzó a dar pasos en su dirección haciendo que Clarke abriese los ojos de par en par asustada ante la cercanía.
Al retroceder, Clarke acabó con su espalda chocando contra el coche mientras la otra la acorralaba haciendo que no tuviese posibilidad de moverse mientras la fulminaba con la mirada regresando claramente a un estado de enfado que parecía haber olvidado momentáneamente.
-A pesar de lo que puedan haberte enseñado, niña rica -espetó- No todo se soluciona con dinero y yo en particular no quiero ni un solo dólar de tu parte y mucho menos me voy a subir a un coche contigo, antes prefiero recorrer desnuda toda la ciudad ¿Queda claro, princesita?
Estaban apenas a unos centímetros de distancia y la mirada penetrante de la otra consiguió que las mejillas de Clarke se volvieran aún más rojas y haciendo que desviase la mirada no pudiendo aguantar tanta intensidad.
Solo pudo asentir mientras miraba el suelo que se encontraba a su lado.
-Cuando hago una pregunta espero que me respondan con palabras -dijo la chica con firmeza sin moverse ni un solo centímetro.
Mientras decía eso agarró su barbilla alzándola ligeramente para conseguir que Clarke la mirase a los ojos y provocando un escalofrío que recorrió todo su cuerpo.
Clarke la miró con las pupilas dilatadas y totalmente avergonzada. No entendía cómo podía excitarse en una situación como aquella, pero sintiendo esa mirada penetrante, el calor de su cuerpo a solo unos centímetros del de ella y la absoluta seguridad que irradiaba, la estaba volviendo loca.
La chica alzó una ceja esperando una respuesta.
-Si… si… Claro, lo siento -murmuró.
-Mucho mejor -sonrió ligeramente- Buena chica.
Clarke no creía que su rostro pudiese estar más rojo que hace unos minutos, pero claramente estaba equivocada.
-Gracias… -dijo sin saber muy bien por qué.
La sonrisa de la otra chica se volvió más amplia sabiendo que había ganado esa batalla. Después de aquello se dio la vuelta sin más, cogió la bicicleta como si no pesase nada y se alejó de allí caminando, sin mirar para atrás ni una sola vez.
Mientras tanto Clarke se quedó allí, apoyada en su coche, con miedo de moverse pensando que si lo hacía se daría cuenta de que todo había sido imaginaciones suyas. Observó como aquella misteriosa chica se alejaba hasta que la perdió de vista, en ese momento cogió aire con fuerza, como si necesitase que el oxígeno llegase a su cerebro.
-Dios… -fue lo único que consiguió decir separándose ligeramente del coche sintiendo como las piernas le temblaban ligeramente- Estoy en problemas…
Clarke se metió en el coche y se dirigió a su casa, aun en la nube en la que se había visto envuelta minutos antes y dejando atrás todo el cansancio que había arrastrado durante todo el día. En esos momentos solo quería llegar a casa y liberar toda la tensión que tenía en su interior, concretamente entre sus piernas.
- ¿Qué tal tu primer día de clases? -preguntó su compañera de piso y mejor amiga Raven.
Si había una palabra que definiese a Raven esa era, leal, aunque para ser sinceros, inteligente, impetuosa, impaciente, bromista, habilidosa y sincera también encajaría muy bien en su descripción.
Estaba estudiando ingeniería mecánica en la que por supuesta era la mejor de su clase, aunque a diferencia de Clarke, ella ya estaba en segundo año.
-No te vas a creer lo que me ha pasado -dijo Clarke dejando las cosas que traía en las manos en la entrada para después dejarse caer en el sofá con cansancio.
-Sabía que eras torpe, pero no tanto -dijo Raven entre risas al enterarse de lo ocurrido.
-No ha sido mi mejor día la verdad -suspiró derrotada.
- ¿Y cómo era la chica? A lo mejor la conozco -preguntó Raven de manera curiosa.
-Pues… -meditó la respuesta durante unos segundos reviviendo su imagen en la cabeza- Era un poco más alta que yo, cuerpo atlético, se veía que era fuerte… -siguió pesando- ojos grandes y verdes, mirada penetrante. Tenía el pelo largo y de color marrón sujeto con una trenza. Vestía de manera informal, unos simples pantalones, una camisa y una chaqueta, la cual creo que acabé destrozando con el café -se rascó la cabeza avergonzada.
-Creo que me acordaría de alguien así -dijo Raven mirando de manera cómplice a su amiga aun sonriendo divertida.
-Seguro que si -murmuró Clarke perdida en sus pensamientos relacionados con cierta chica morena.
Raven se rio aún más.
-Así que… -comenzó a decir Raven- no sabía que te iba lo de la dominación -intentó contener la risa sin mucho éxito.
- ¿Dominación? -preguntó Clarke confundida.
-Ya sabes, que una lleve el control y domine mientras la otra se comporta de manera sumisa -le explicó.
Clarke frunció el ceño ligeramente.
-Nunca me había pasado, a lo mejor es solo con ella -razonó- Normalmente soy yo la que lleva el control.
-Cariño, es que con Finn difícilmente él iba a llevar el control de nada -dijo Raven entre risas.
-En eso tienes razón -se rio junto a su amiga.
Finn había sido un novio de Clarke cuando empezó la escuela de medicina. Se habían conocido en clase y habían congeniado casi al instante así que habían comenzado a salir. El problema vino cuando unos meses después apareció Raven, la también novia de Finn que se había mudado desde su ciudad natal para estar con él, destapando toda la mentira en la que habían visto involucradas.
No hay ni que decir que al final se habían unido las dos en contra de Finn vengándose por haberles mentido. Y así era como había comenzado su gran amistad.
- ¿Estas preparada para este fin de semana? -dijo Raven cambiando de tema.
- ¿Qué pasa este fin de semana? -preguntó Clarke confundida.
- ¡Es tu cumpleaños! No pensarías en serio que no íbamos a hacer nada, ¿no? -dijo emocionada.
-Creía que nos quedaríamos en casa viendo una peli o algo así, la verdad -Clarke se rascó la nuca ligeramente avergonzada.
-De eso nada -sentenció Raven- No se cumplen 22 años todos los días. Hay que celebrarlo.
-Está bien… -suspiró ligeramente- Pero nada demasiado loco, que seguramente este agotada por las clases.
-Ya veremos -dijo Raven mientras una sonrisa traviesa se formaba en su rostro.
Definitivamente no iba a ser un cumpleaños tranquilo, de eso estaba segura.
El resto de la semana pasó sin más sobresaltos. Clarke comenzó a sentirse más cómoda con sus compañeros de clase, incluso había hablado largo y tendido con una chica muy divertida llamada Octavia pero por suerte o por desgracia no se había vuelto a encontrar con aquella chica morena.
¿Estudiaría allí? Eso creía, pero no tenía ni idea de que sería lo que estudiaría exactamente una chica como aquella. Lo que si sabía era que no había podido dejar de pensar en esos penetrantes ojos durante todos aquellos días, sobretodo en sus sueños, aunque en estos lo que se imaginaba no eran exactamente sus ojos, pero bueno.
-Necesitas sexo con urgencia -le dijo Raven cuando le contó lo que le ocurría.
Y puede que tuviese razón, quizás solo era que llevaba demasiado tiempo de sequía y las hormonas habían comenzado a rebelarse. Sinceramente que por lo menos, ese fin de semana, le ayudase a olvidarse de aquella chica.
Clarke no sabía cómo había acabado en un club de streaptes un sábado por la noche a las 3 de la mañana, pero conociendo a Raven, debería habérselo esperado.
Habían salido temprano esa noche, fueron a cenar al restaurante favorito de Clarke y después recorrieron unos cuantos bares bailando y bebiendo sin preocupaciones, cuando de repente, cuando no sabían a donde más ir, a Raven se le iluminó el rostro y la arrastró por media ciudad hasta el club de streaptes.
Clarke se quedó mirando la entrada con el ceño fruncido.
-Tienes que estar de broma -sentenció- ¿Qué narices hacemos aquí Raven?
-Pensé que estaba claro -sonrió ampliamente- Ya que estas más salida que el pico de una mesa, vamos a ver si conseguimos calmarte un poco.
- ¿En serio piensas que ver mujeres desnudas bailando va a conseguir que mis hormonas se tranquilicen? -alzó una ceja mirándola.
-No -se rio- Pero por lo menos te alegraras la vista y te olvidaras un rato de cierta morena.
Y sin darle tiempo a decir nada más, la agarró del brazo y se adentraron en aquel lugar.
El sitio era oscuro, con unas pocas luces que iluminaban de manera tenue todo el ambiente, excepto el escenario, donde en esos momentos una chica solo vestida con un pequeño tanga bailaba contra una de las barras.
La verdad es que Clarke se lo había imaginado un poco más siniestro lleno de viejos verdes totalmente salidos. En su lugar se encontró una discoteca normal, excepto por la chica desnuda claro está, con chicos de todas las edades y algún que otro grupo de chicas. El lugar estaba limpio a pesar de todo y Clarke se alegró de no preocuparse de lo que podría encontrarse al sentarse en un sillón cerca del escenario.
Raven se sentó a su lado emocionada mirando para todos los lados.
-Me lo imaginaba más siniestro -murmuró Clarke.
-Y yo -se rio ligeramente- La verdad es que tiene bastante clase este lugar.
-Bueno, clase no es la palabra exacta que yo utilizaría -bromeó Clarke.
-No es un tugurio por lo menos -dijo Raven mirando a su alrededor- Y hay chicas bastante guapas por aquí.
La mirada de Raven se clavó en una chica en concreto. Morena, pelo largo sujeto en una gran trenza, con maquillaje negro en sus ojos haciéndole aspecto de guerrera, vestida con una chaqueta larga de cuero y unas botas altas. Se encontraba en esos momentos apoyada en la barra hablando con otra chica con una indumentaria similar, pero no tan guerrera.
-Espera aquí -dijo Raven levantándose de su asiento.
- ¿A dónde vas? -preguntó Clarke confundida.
-A por tu regalo de cumpleaños -dijo sin más alejándose de ella en dirección al que parecía el encargado del local.
- ¡Raven! ¡Ni se te ocurra! -gritó a su amiga mientras se incorporaba para detenerla, pero fue totalmente ignorada.
Clarke suspiró derrotada y se dejó caer de nuevo en aquel sillón mirando la bailaría que tenía frente a ella sin ningún tipo de emoción.
Vale, la chica tenía buen cuerpo y sabía moverse, pero no excitaba a Clarke lo mas mínimo, quizás era porque sabía que la chica solo lo hacía por trabajo, no porque quisiera de verdad excitarte.
-Buenas noches -escuchó de repente una voz masculina a su lado haciendo que se sobresaltara.
-Buenas noches -respondió lentamente mirando a aquel hombre gigante, vestido de traje y con una gran barba.
- ¿Me puede acompañar por favor? -dijo el hombre amablemente.
Clarke abrió los ojos asustada y miró a su alrededor intentando encontrar a Raven para pedirle ayuda, pero su amiga no estaba por ningún lado.
-Su amiga nos ha dicho que es su cumpleaños y ha pagado por un baile privado para usted – prosiguió aquel hombre- Si me acompaña la llevare a la sala vip.
Clarke solo pudo asentir lentamente mientras se incorporaba de su asiento siguiendo a aquel hombre por un largo pasillo hasta una pequeña habitación.
-Espere ahí dentro, tiene champan si lo desea -señaló el interior y la copa de champan en una pequeña mesa con dos copas al lado- Obsequio de la casa por su cumpleaños.
-Gracias -susurró Clarke entrando en aquella habitación para después sentarse en la única silla que había en el lugar, situada justo en el centro de la estancia.
El hombre cerró la puerta dejándola sola e incómoda. Iba a matar a su mejor amiga, lo tenía decidido.
A los pocos minutos la puerta se abrió de repente haciendo que Clarke automáticamente se enderezase en su asiento mirando con expectación quien era aquella persona.
Una chica cruzó el umbral de la puerta haciendo que Clarke contuviese el aliento. Era increíblemente hermosa, su vista se dirigió a sus altas botas, subiendo por sus largas piernas tapadas ligeramente por una chaqueta larga de cuero hasta llegar a su rostro y en ese momento se congeló.
-Oh dios mío -dijo sin poder evitarlo.
Delante de ella se encontraba la chica morena, su chica morena. No podía ser cierto, tenía que estar soñando, seguro. En unos minutos se despertaría y descubriría que todo había sido un sueño, uno muy caliente para que mentir, pero un sueño, al fin y al cabo.
La chica frente a ella se detuvo en cuanto escuchó lo que decía Clarke claramente reconociéndola. La miró durante unos instantes sin ninguna expresión en su rostro y después se dio la vuelta para dirigirse a alguien en el exterior.
-Puedes irte Gustus, está todo controlado -le dijo, al hombre que había acompañado a Clarke hasta aquella habitación.
- ¿Segura Heda? -preguntó algo confundido el hombre.
¿Heda? Pensó Clarke. Que nombre más raro para una stripper. Su imaginación era una locura.
Heda asintió solamente y después volvió al interior de la habitación cerrando la puerta tras ella. Sin decir una palabra se acercó con rapidez a Clarke empujándola contra la silla impidiendo que se moviese.
- ¿Qué haces tú aquí? -gruñó- ¿Pretendes hacer que me despidan también?
Vale, aquello definitivamente no era un sueño.
Antes de terminar quería dar las gracias a todos los que aun a día de hoy, leen mis historias y me dan a seguir para ver si subo alguna cosa mas. Es bueno saber que despues de tanto tiempo, sigue gustando lo que escribo.
Pronto el segundo capítulo, estad atentos.
