Temporada 2
prologo
Un año después…
Ya ha pasado un largo tiempo desde que me fui; todo lo que sé es que ya es el momento de regresar.
El resoplar del motor y el brillo del amanecer me despiertan desde mi vagón-dormitorio. Con un bostezo y levantándome, fijé mi mirada a la ventana y al paisaje que se veía. Era espléndido y tranquilo.
Vislumbré el horizonte, acercándonos ya a nuestro destino: el pueblo que dejé atrás hace tiempo, coronando su presencia un espectacular resplandor que no me permitió distinguir qué era, pero lo imagino. Saqué mi cabeza por la ventana y grité a todo pulmón '¡HE VUELTO!' con una gran sonrisa.
Dentro, desperté sin querer a mi acompañante, que dormía plácidamente en su cama.
- Por favor, un poco de silencio hermano- reclama algo enojada y cansada. Me encogí de hombros por molestarla.
- Perdona. Es que estoy muy emocionado por volver, seguro que te encantará- le comenté mientras seguía mirando por la ventana.
Escuché un bufido a mis espaldas que me causó gracia.
Me fui hace tiempo y sé que en el pueblo que conocí han sucedido grandes cambios. Lo único que realmente espero es que ellas no me hubieran olvidado. Nos preparamos para bajar del tren.
Yo, vistiendo la bufanda que tiempo atrás me obsequiaron, escuché el silbato que marcaba nuestra llegada y al conductor gritado '¡ESTACIÓN DE PONYVILLE! ¡TODOS ABAJO!' Bajamos, pues, del tren. Yo, algo emocionado, me adelanté un poco hasta la entrada, viendo mi viejo hogar y lo consideraba como tal.
- ¡Hey! ¡Espérame!- gritó una pequeña voz tras mío. Era mi acompañante.
Bueno, más bien mi hermanita; de tez ceniza, melena celeste y ojos violetas. Me acerqué a ella poniendo mi casco en su cabeza revolviéndole el pelo.
- De acuerdo, vamos Diana- dije sonriente.
Y recogiendo el equipaje, nos dirigimos al ayuntamiento, no sin antes pasarnos a admirar el enorme castillo que adornaba el pueblo como una cereza diamantina al pastel. Miré a mi pequeña hermanita con su rostro muy sorprendido por tan magnífica arquitectura, me miró.
- ¿Viviremos aquí? ¿En serio?- preguntó.
- Sí, mi pequeña- respondí.
La tuve que tomar de la cola y llevarla a rastras, ya que ella se quedó paralizada de la sorpresa. Con todo el equipaje en mano, nos dirigimos a nuestro destino.
