El correcaminos
Autor del Fanfic: Gale el Remolino.
Autor del anime: Masashi Kishimoto.
Anime/Manga: Naruto.
Aviso: Número de capítulos sin definir.
Disclaimer:Los personajes, espacios y demás elementos de Naruto no me pertenecen. Por ello, no cobro por hacer esta historia, si no que escribo para el disfrute propio y ajeno.
Comentarios del autor:
Resumen: Kushina, 7 años. Su primera carrera de atletismo en Konoha, segundo puesto. Kushina, 9 años. Participa en las olimpiadas para niños del colegio en carreras con relevos de 400 metros, sin embargo sufre un ataque durante la carrera y deben llevarla al hospital. Kushina cumple 10 años en el quirófano de un hospital. Diagnosticada de insuficiencia cardíaca.
Y ahora, sin más que añadir…
Capítulo 1
Kushina, 7 años. Su primera carrera de atletismo en Konoha, segundo puesto. Kushina, 9 años. Participa en las olimpiadas para niños del colegio en carreras con relevos de 400 metros, sin embargo sufre un ataque durante la carrera y deben llevarla al hospital. Kushina cumple 10 años en el quirófano de un hospital. Diagnosticada de insuficiencia cardíaca.
Kushina, 14 años. Matriculada en el instituto de Konoha.
-Kushina, pásame la cacerola que tienes a tu izquierda, por favor. –Pidió Inoichi amablemente.
Kushina se enjuagó las manos enjabonadas en el agua e hizo lo que le pidieron. A Kushina no le agradaba mucho la idea de apuntarse a un club de cocina. Ella era más de gastar energía a base de ejercicio extremo, bueno, todo el que su cuerpo le dejaba. No obstante y dado la insistencia de su amigo Inoichi Yamanaka, decidió darle una oportunidad.
-Prueba. –Le dijo Kushina a su compañero, tendiéndole un pequeño platillo de caldo.
-Mmm. –Inoichi se quedó degustando el caldo un rato. –Le falta un poco de sal. –Añadió tras tragar el líquido.
-Lo sabía. –Se quejó la pelirroja. –¡Es horrible! –Se refirió, con esto, al plato.
-Siempre dices que es horrible y siempre te sale tan bueno como siempre. –Reveló Inoichi en una sonrisa mientras ponía a hervir la cacerola con leche y mantequilla.
-¿Qué estás preparando? –Preguntó curiosa Kushina.
Inoichi la miró con perplejidad:
-El pastel para el equipo de fútbol americano. Hoy es el cumpleaños de los gemelos. Además, ahora que van a comenzar las olimpiadas deberíamos aumentar el ánimo de todos los equipos de deportes posibles.
-¿Cómo? –Kushina seguía sin enterarse. -¿Olimpiadas? –Si ella recordaba bien. Por aquellas fechas su madre siempre la apuntaba a las olimpiadas de atletismo. –No lo recordaba.
-Sí. Los miembros del club de cocina nos hemos repartido la tarea entre todos. –Explicó Inoichi. –Veamos. Mikoto se encarga de hacerle el almuerzo al club de atletismo. Shibi dijo que se encargaría del club de natación. Choza fue asignado al club de baloncesto. Yo me encargaré del club de fútbol.
-Ya veo. –Dijo Kushina. ¿Y yo?
Inoichi la miró con una sonrisa.
-Tú te encargarás del club de fútbol americano.
Kushina estuvo a punto de escupir el caldo recién tragado. Se colocó la mano delante para impedir, a su parecer, una tragedia.
-¡¿Pero de eso no te encargabas tú?!
-Yo he dicho que me encargaría del club de fútbol, no del de fútbol americano.
-¡¿Y… Y la tarta?!
-¡Se la entregarás tú! –Gritó lleno de alegría, y complicidad, su amigo.
Y así es como Kushina fue obligada a cocinar para el equipo de fútbol americano. Aunque ella no creía que fuese tan malo. Entonces llegó al campo y los chicos empezaron a ligar con ella o a burlarse con descaro. A Kushina le explotó la vena de la paciencia, les tiró la tarta en la cabeza y los gemelos se quedaron sin pastel de cumpleaños. Se lo merecían. Los miembros del club de fútbol americano pecaban de soberbia todos. ¿Por qué no la asignarían al club de baloncesto? Ellos eran más modestos.
El caso es que Kushina a punto estuvo de abandonar el club de cocina. Pero Mikoto la propuso un trato. Las dos intercambiarían las asignaciones del club. Mientras que Mikoto se encargaba del club de fútbol americano, Kushina haría lo mismo con el club de atletismo. Era una buena oferta. A Kushina le apetecía ver correr de nuevo a sus compañeros. Aun que eso al principio, y debido a su enfermedad, no siempre fue así. Pero corregir los defectos de los corredores y ayudarlos a avanzar se acabó convirtiendo en algo gratificante. A veces, cuando los veía correr se veía a ella misma reflejada en aquellos cuerpos que aceleraban con velocidad, llegaban a un límite y se detenían, fatigados y realizados.
Kushina recordaba la fatiga como algo verdaderamente placentero una vez dado su máximo esfuerzo en la carrera. Su padre decía que cuanto más sudor tenía, más se había esforzado, y cuanto menos, porque era tan buena que no necesitaba esforzarse. Eso a Kushina siempre la había sacado una sonrisa, pero ella siempre daba su máximo potencial. Con insuficiencia cardíaca o sin ella, nunca se rendía y lo daba todo de sí, siempre.
-¡Uah! –Se quejó un chico mientras bebía su botella de agua, sentado en el banco donde se encontraba la chica. –No importa cuánto lo intente. Siempre que intento coger más velocidad mis piernas ceden y me doy de morros contra el suelo. –Explicó dirigiéndose a la pelirroja. El club de atletismo, al contrario que el de fútbol americano, tenía en muy buena estima a su cocinera. Kushina daba consejos muy buenos y conocía la mayoría de los ejercicios necesarios para fortalecer diferentes tipos de musculatura en las piernas.
-¿Has corrido suave antes? –Preguntó.
-Sí.
-¿Qué estiramientos has hecho?
-Pues… –El chico se piso a pensar. –He estirado los gemelos, el psoas, el tensor de la fascia lata, el recto anterior… –Al final acabó nombrando todos los estiramientos habidos y por haber. Total, que a Kushina, al ver que lo había hecho todo bien, se le ocurrió otra idea.
-Corre. –Le dijo. –Hasta que yo te diga.
El chico se puso a correr tal y como ella le había encomendado. Tras diez minutos corriendo, Kushina le dijo que parase y descansase. El chico vio que se había quedado sin agua y se la pidió al atleta estrella del club, Minato. El rubio accedió y se sentó en el banco al lado s¡de su amigo, sudado y fatigado.
-Creo que ya sé que es lo que te ocurre. –Dijo Kushina.
-¡En serio! ¡¿El qué?! –Quiso saber el muchacho.
-Lo que pasa es que tus fibras están acostumbradas a almacenar grandes reservas de oxígeno. Pero no cuentan con la potencia suficiente como para llevar a cabo una carrera de intensidad. –Explicó.
-¿Y eso es malo? –Interrogó de nuevo el chico.
-¿Malo? Has estado corriendo durante diez minutos seguidos sin pararte. ¡Eso es casi un Cooper!
-¿Cooper? –Volvió a preguntar.
-Un Cooper es una prueba de resistencia que se basa en recorrer la mayor distancia posible en un tiempo límite de doce minutos. –Esta vez fue Minato el que entró en la conversación, sorprendiendo a los dos chicos. –Los corredores con fibras rojas son los más aptos para este tipo de carrera.
-¿Por qué? –Estaba claro que el chico era nuevo. Pero a Kushina le gustaba mostrar sus conocimientos ante los nuevos. Se sentía verdaderamente realizada.
-Las fibras rojas son especializadas en aprovechar el oxígeno de forma lenta y duradera. Es el tipo de fibra más resistente al tener vasos sanguíneos por donde pasa el oxígeno y mitocondrias. Pero su debilidad es que no están capacitadas para aguantar grandes intensidades y ceden ante una gran presión. Es por eso que siempre te caes cuando intentas coger más velocidad. Tus piernas son resistentes, pero no son capaces de aguantar todo el peso de una aceleración continua. –Explicó Kushina.
-Pero yo quiero correr como Minato. –El chico se dirigió al rubio.
-Yo soy capaz de correr de forma explosiva, pero no tengo tu misma resistencia y me canso enseguida. –Dijo Minato. –Mis fibras son fibras blancas. Son las más rápidas y explosivas, pero duran poco. –Minato hizo una breve explicación, pero el muchacho pareció entenderlo. –Digamos que son lo contrario a las fibras rojas.
-Vale. Probaré con carreras de resistencia a partir de ahora. –Concluyó el chico. El club de atletismo estaba recogiendo ya para ir a casa. Por lo que el novato agarró las manos de Minato y Kushina y los arrastró consigo.
-¡Me tengo que ir a casa ya…! –Dijo entusiasta el muchacho.
-¡Espera! –Gritó Kushina intentando zafarse del agarre. No le gustaba correr a pesar de todo.
-¡…pero mañana vuelve a vernos, Kushina! –Terminó de decir el novato para soltar las manos de sus compañeros e irse corriendo.
Minato no se paró y siguió al chico hacia la entrada. Pensaba irse a casa corriendo él también. Entonces lo notó, la chica del banco no lo seguía. Se había sentado a varios metros lejos de él, toma bocanadas de aire con insistencia y espumaba por la boca brevemente. Esto a Minato le llamó mucho la atención. Volvió en sus pasos y cogió a la chica por los hombros.
-¡Oye! ¡¿Estás bien?! ¡¿Tienes ganas de vomitar?! –Preguntó. Entonces se fijó en una cosa muy extraña. Colocó dos dedos en el cuello de la chica. Para la poca distancia que habían recorrido, la frecuencia cardíaca de la joven había aumentado considerablemente. La sostuvo en sus brazos y la ayudó a levantarse. –Kushina. Tú tienes…
-Estoy bien. –Kushina se apartó de Minato y comenzó a caminar despacio. Esa era la velocidad a la que se atrevía a ir en aquella situación.
-¡Kushina! –La llamó Minato.
-Estoy bien. –Contestó.
-Si tienes algún problema no deberías ocultarlo. Nadie puede ayudarte si no sabe lo que te pasa. –Minato corrió hasta situarse delante de la chica.
-Apártate.- Ordenó Kushina. Estaba enfadada. La enfadaba hablar sobre su enfermedad. Para ella, reconocer que tenía insuficiencia cardíaca era reconocer que era débil. –Estoy bien. Minato no dijo nada y se apartó. La chica siguió su camino hacia su casa. Espera, algo andaba mal. Kushina, a medio camino de su casa, se dio media vuelta. Minato la había seguido todo el camino. El sigilo era lo suyo, de eso estaba segura. Seguramente en tiempos pasados era un ninja o algo parecido. –¿Me has seguido todo el camino? –Dijo atónita.
-Por supuesto. –Contestó Minato, como si fuera la respuesta más obvia del mundo.
-¿Qué? ¿Por qué?
-¿Qué pasaría si durante el camino vomitas o te desmayas, o algo parecido? –Cuestionó Minato. –Tú puedes rechazar mi ayuda. Eso no significa que yo no pueda ayudarte.
Kushina gruñó por lo bajo:
-Tienes una filosofía muy altruista. –Comentó con desagrado. Minato solo sonrió.
Tal y como he explicado en el aviso de esta historia, "El Correcaminos" no tendrá un número definido de capítulos por ahora. Intentaré publicar una vez a la semana y avisar en los momentos en los que incumpla esa regla.
Nada más que añadir sobre la historia. Si os ha gustado mi historia darle like... (¡Hay no! ¡Que esto no tiene like!) Lo que quería decir es que dejarais un comentario si os a gustado mucho mucho MUCHO lo que he escrito. Si escribís vuestras dudas también las responderé.
Bueno, nada más. ¡Hasta luego! :)
