Skip Beat no me pertenece.


Él lo sabía.


¿Qué si él le quería? Claro que lo hacía.

Ella era una de las razones por las que él seguía de pie. Ella era aquella persona que muchas veces le sacaba de su oscuridad.

De a poco, a base de sus sonrojos, su espontaneidad, sus sonrisas, su mezcla de dulzura con sus toques de agresividad. Su determinación, su fuerza, toda ella.

Pero aunque le amara, aunque era capaz de bajar cada estrella del cielo solo por ella, no estaba en el momento indicado ni el era el hombre adecuado.

Bien sabía que le había ocultado cosas, muchas cosas. No solo de si mismo, había cosas que ella desconocía. Ella a su lado sufriría, sin proponerse-lo la lastimaría. Había alimentado un sueño en su niñez, una ilusión, un absurdo cuento de hadas y si ella se enteraba de la verdad pensaría que era igual a él, igual a Fuwa.

Sabia también que él no se merecía de ninguna forma a tan encantadora muchacha y que para ser digno debería renacer tantas veces como estrellas se podían contar en el firmamento, pero simplemente no podía alejarse de ella.

Sabía que se había convertido en un adicto y la necesitaba.

Necesitaba todo de ella y era lo suficientemente egoísta para no alejarse de ella.

Aunque aun no fuera el momento de Indicado para actuar y tuviera que -tan solo de momento- contentarse con observarla desde la distancia y la oscuridad.

Le observaba a diario.

Sabia a la perfección-gracias a ciertos actos de una cucaracha-que cualquier movimiento serio que hiciera en eso momentos sólo asustaría a su preciada Kyoko-chan.

Perfecta pero un poco verde.

Tenía que demostrarle confianza y cariño.

Necesitaba crecer y volver a abrir su corazón a la posibilidad de amar.

Odiaba a aquellos dos insoportables cantantes de pacotilla, odiaba a los actores que trabajaban con ella y querían conquistarla.

Pero sabía que al final, ella sería suya.

Lo sabía y esperaría a momento que por fin ella estuviese lista para amar.

Hasta que llegue ese momento, el exorcizaría sus propios demonios y estaría cerca de ella ahuyentando a todo hombre que pusiera sus ojos en ella como algo más que una buena amiga.

Él sabía que ese momento llegaría.