Biblioteca
Disclaimer: Todos los personajes y lugares que se puedan reconocer proviene de la magnífica genialidad J. , el resto es cosa mía.
No sabía ni el cómo, ni el cuándo, ni el porqué Rose Weasley había empezado a frecuentar la biblioteca a medianoche. Lo único que sabía era que un día él había llegado, siguiendo la rutina que tenía desde cuarto año, y que ella ya estaba allí con un libro de aspecto pesado sobre la mesa que él solía habitar como si eso fuese algo completamente habitual.
Y lo peor era que había continuado haciéndolo durante el último tiempo haciendo que él se viese obligado a interrumpir sus sesiones nocturnas de biblioteca por miedo a que entre ellos se situara una atmosfera incómoda, como ya le había pasado en ocasiones anteriores con dos personas distintas y que le había impedido concentrarse en lo más mínimo.
Aunque claro, los dos casos de que acaba de mencionar se trataban de su ex novia Lauren Gillian, rubia despampanante y de ojos azules como el cielo que estaban cubiertos de malicia que a él le había costado bastante descubrir, y de la ya consagrada "fácil de Slytherin" April O' Donell que probablemente solo buscaba un revolcón rápido y no se le ocurrió otra mejor idea que ir a buscarlo a él a aquel lugar.
Pero ninguna de las dos había durado más de dos semanas frecuentando la biblioteca, probablemente porque ambas le tenían una especie de alergia al olor al conocimiento, a la lectura o al estudio en general, y definitivamente ninguna había durado tanto como Rose Weasley.
Por ello tercer mes Scorpius Malfoy decidió mandar al carajo todas las razones que lo habían hecho no volver a la biblioteca a medianoche en primer lugar y a medianoche en punto del segundo día de marzo tomó su mochila y partió, en dirección al lugar previamente señalado, con el único pensamiento de que el sitio era suyo a esa hora y nadie se lo arrebataría por muy incómodo que pudiese resultar.
Abrió la biblioteca con un sencillo hechizo y caminó a paso decidido hacia su mesa en el fondo mismo de la biblioteca, prácticamente junto a la sección prohibida, y lanzó un par de libros de historia de la magia sobre la madera haciendo que esta rechinase con fuerza.
Miró su reloj. Doce y cuatro minutos. Weasley no estaba allí.
Scorpius Malfoy sonrió con altanería y tomó uno de los gruesos tomos teniendo cuidado en no levantar demasiado polvo mientras pasaba las páginas. Tenía que escribir tres pergaminos para mañana y suerte la suya que solo le quedaba medio ya que había adelantado en la sala común cuando todo el mundo dormía, había acabado un poco cansado, pero valía la pena el esfuerzo.
No había pasado mucho rato cuando sintió que el desvencijado candado de la biblioteca era forzado nuevamente, para abrirse.
Sonrió nuevamente sintiendo su corazón acelerándose un poco, probablemente por la emoción. Cuanto le gustaría inmortalizar la expresión de Weasley cuando llegase y lo viera allí sentado en el puesto que ella había estado usando en forma continuada durante las últimas noches; se la imaginaba como una mezcla de ira y de confusión. Pero lo que no esperaba era ver la verdadera cara de terror que había puesto la chica cuando llegó a la mesa, un rostro que solo podía ser comparado con una pintura que le habían mostrado en Estudios Muggles que si mal no recordaba se llamaba El Grito.
Weasley tenía la boca abierta y sus ojos parecían a un pelo de salirse de sus cuencas. Scorpius pensó que era hora de decir algo, por lo que la miró con fingida indiferencia y con la sonrisa, que solía poner cuando ganaba un partido de quidditch, plasmada en la cara.
- Buenas noches, Weasley- dijo simplemente, mirándola de arriba abajo. Desearía tener una cámara o algo para sacarle una fotografía a su cara: parecía como si todos los músculos de su rostro se hubiesen quedado estáticos en aquella posición.
Rose Weasley reaccionó inmediatamente. Su rostro cambió de estado y su ceño se frunció de forma tan grave que él pensó que quizá se quedaría así permanentemente.
- ¿Qué haces aquí, Malfoy?- gruñó, tirando los cinco libros, que Scorpius no había notado que tenía entre los brazos, sobre la mesa con tal fuerza que llegaron a rebotar. Él se pregunto si el estruendo abría llegado a despertar a medio castillo y estaba a punto de hacer un comentario sarcástico al respecto cuando ella añadió: -¿Qué haces en mí mesa?
Scorpius Malfoy la miró de tal forma que pudo ver como en sus ojos temblaba aquella seguridad que había mostrado segundos antes.
-¿Mí mesa?- le preguntó él con rostro contraído, haciendo un especial énfasis en el "mi"- ¿Mí mesa?
Rose Weasley se cruzó de brazos, levantó su pequeña nariz de botón y lo taladró con los ojos azules como el mar. El joven Malfoy no se sintió intimidado en lo más mínimo ante aquello y ella pareció molesta por ello.
-Sí, mi mesa, la uso todas las noches. Por lo que te pido que salgas y te busques una propia. Hay treinta y cuatro más en esta habitación, y no creo que te cueste demasiado encontrar otra vacía.
Scorpius intentó no parecer demasiado sorprendido al oír la cantidad de mesas exactas que había en la biblioteca, puesto que él también las había contado en una ocasión, y colocó la mejor cara de pocos amigos que tenía en su repertorio.
-Para tu información, Weasley yo llevo usando esta mesa, a esta misma hora, desde hace años. Lo que la hace de mi propiedad considerando la cantidad de tiempo de uso que el he dado.
La muchachita soltó una carcajada estruendosa.
-¿Años dices? ¿Misma hora? No te he visto ni un día, de los múltiples en los que he venido, con tu sucio trasero en esta mesa ni en ninguna de las colindantes…
- Eso es porque cierta chica lleva los últimos tres meses quedándose en mí mesa a estudiar a en la medianoche, robándome el único tiempo libre que tenía para mi persona y obligándome a quedarme en mi sala común repleta de los seres con capacidad intelectual de una babosa muerta, que se hacen llamar mis compañeros de cuarto.
La mirada de Rose Weasley se ablandó por un milisegundo. Sólo por un milisegundo.
-Lamento haber hecho eso-dijo con sarcasmo- Nunca pensaste en que quizás podrías, no sé, sentarte en otra mesa y estudiar. O venir más temprano que yo. O sentarte al principio de la biblioteca de forma que yo no te viera.
Scorpius Malfoy hiso caso omiso a las palabras de la chica porque de hecho nunca había pensado en aquello. Fingió no haberlo oído, y con el orgullo aún alto le reclamó:
-Es mi mesa búscate la tuya.
-No.
-Weasley hay treinta y cuatro mesas además de esta, tu lo has dicho.
-Quiero esta.
-¿Quién contradice sus palabras ahora?
Rose Weasley no se dio por vencida. Levantó la nariz por segunda vez y se dejó caer en una silla frente a Scorpius Malfoy, quien le lanzaba miradas venenosas.
-¿Qué coño haces?
-Sentarme en mi mesa.
-Weasley sal de mi mesa en este instante.
-Si tú no lo haces, no lo haré yo. Si me disculpas tengo tarea de Historia de la Magia que hacer que es muchísimo más interesante que tus problemas territoriales.
Y Rose cogió uno de los cinco libros que había tirado a la mesa, saco de un bolso, que él no sabía de dónde había salido, la pluma más ridícula que podía existir, color rosa chillón con puntos de corazones, y comenzó a garabatear sobre un pergamino.
Scorpius Malfoy soltó un prolongado suspiro que podría ser considerado dramático entre sus pares e imitó a la chica, continuando su labor, no sin lanzarles cada cinco minutos miradas de recelo y resentimiento que paralizaban el corazón de cualquiera.
Cuando terminó se levantó dignamente y dejando la pluma sin tinta talló en la madera una line que dividía la mesa en dos mitades exactamente iguales. Luego guardó el instrumento en su mochila, lanzó un gruñido y cuando se disponía a marcharse, se acercó por la espalda a la muchacha (no sin notar su enloquecedora fragancia de caoba y miel) y le susurró en la oreja suavemente.
-Pobre de ti que cruces la línea, Weasley.
Rose Weasley habría jurado que lo vio lanzar una sonrisa genuina mientras cerraba el candado de la biblioteca al marcharse y ella se preguntaba cuales serían las consecuencias de cruzarla.
Y de cuan dispuesta estaba ella a descubrirlas.
O.O.O.O
CHAN CHAN.
¡Hola! Segundo One-Shoot a la orden. Sí, he venido aquí a hacer que sufran por las atrocidades que escribo. Espero que les haya gustado (en lo personal me emocionó un poquitito escribir esto)
Me gustaría darle las gracias a las cuatro personitas que comentaron mi primer One "Odio", en serio, mil gracias, las amo de por vida, ustedes saben quienes son c:
¡Mil gracias por leer!
Paz c:
