Los personajes de Vampire Knight son propiedad de Matsuri Hino

Capítulo 1. La noche de los vampiros

La Academia Cross es un prestigioso colegio privado en donde todos los estudiantes viven internos en él. Su fama se debe, en gran parte, al renombre adquirido en los pocos años que lleva funcionando.

Los estudiantes se dividen en dos grupos; la clase diurna y la nocturna. Ambas clases comparten el uso de las instalaciones por turnos, pero cuando las clases se cambian en las tardes siempre es un completo caos.

-¡Todas atrás, por favor! ¡Hay toque de queda para la clase diurna! Regresen a sus dormitorios –la voz de la prefecta se alzaba por sobre las demás, para ser tan pequeña tenía una gran voz.

-Dices eso porque quieres quedarte con todos los de la clase nocturna para ti sola, ¿no, Cross-san? No es justo, solo porque seas la hija del Director. – era lo mismo todos los días, nunca le harían caso.

Y la razón de que los estudiantes diurnos siempre se amontonen por las tardes, es que la clase nocturna está conformada por un grupo élite de estudiantes…

-¡La puerta! – gritó alguna de las chicas cuando el sonido de ésta abriéndose llamó la atención de todas.

Y todos son hermosos.

La prefecta se hizo a un lado, cediéndole el paso a los recién llegados. La clase nocturna empezó a avanzar con un rubio de ojos azules al frente.

-¡Buenos días señoritas! ¡Hoy se ven tan lindas como siempre! – saludo sin parar de caminar.

Con esa frase bastó para que las chicas los rodearan y gritaran emocionadas sus nombres, impidiéndoles avanzar.

-¡Aidou-sempai! ¡Kain-sempai!

La prefecta intentaba en vano hacerlas retroceder.

A unos metros se encontraba una chica con el uniforme de la clase diurna, se resguardaba de los últimos rayos de sol bajo un árbol mientras miraba con un poco de lástima a la hija del director.

-¡Llegué! – dio un pequeño salto al oír que alguien gritaba a su lado.

-Midori-chan, no me asustes así – regañó mirando a la recién llegada quien simplemente sonrió apenada - ¿Por qué tardaste tanto? Normalmente eres una de las primeras en llegar.

-Fui a pedirle a Sayori-san sus apuntes de historia. ¿Por qué Cross-san está gritando?

-¿Ves aquello de color blanco en medio de todas las chicas?

-Sí.

-Es el uniforme de la clase nocturna.

-¡La clase nocturna!- gritó nuevamente olvidando que había alguien a su derecha.

Observó como su compañera rubia corría hacia las demás chicas y empezaba a abrirse paso a la fuerza. En el proceso empujó a la prefecta, mandándola al suelo.

-Yuuki… - la voz del joven de cabellos castaños atrajo rápidamente la atención - ¿Estás bien? – estaba de rodillas frente a la prefecta, apoyando una de sus manos en su hombro.

-¡Kaname-sempai!- exclamó la prefecta sorprendida.

-Gracias por trabajar tan duro – le sonrió levemente.

Kaname Kuran es el presidente de la clase nocturna y el líder del dormitorio de la luna, pero también

Un escalofrío recorrió el cuerpo de la chica y se puso de pie rápidamente, nerviosa por las miradas que le dirigían las demás a sus espaldas.

es alguien bastante misterioso.

-¡Es mi deber como prefecta!- intentó arreglar la situación.

-No seas tan formal conmigo – pidió ignorando el hecho de estar empeorando la situación – Me hace sentir solo.

-¡E-Es porque me salvaste la vida! –se excusó nerviosa.

-Ya no te preocupes por eso – le acarició el cabello castaño – Fue hace mucho tiempo.

La escena se vio interrumpida cuando un estudiante con el uniforme de color negro apartó bruscamente la mano de Kaname de la cabeza de la joven.

-Las clases están por empezar, Kuran-sempai – informó secamente.

-Sí que das miedo – dijo soltándose y empezando a caminar nuevamente –… Prefecto.

Kiryuu Zero es el otro prefecto de la clase diurna.

-¡Kaname-sempai!- llamó una chica corriendo hacia él - ¡Por favor… acepta esto!- pidió extendiéndole una rosa y un sobre.

-Gracias – respondió aceptándolos.

-¡Ustedes!- gritó el prefecto hacia las chicas- ¡Vuelvan a sus dormitorios!

A diferencia de su compañera, Kiryuu es bastante bueno ahuyentando a las personas.

Midori se acercó nuevamente al árbol donde la joven seguía observando cómo ambos prefectos parecían discutir algo.

-Kiryuu es un amargado – se quejaba la rubia.

-Camina – dijo empezando la marcha hacia los dormitorios del sol - ¿Ahora por qué te estás quejando de él? – preguntó cuando su compañera llegó a su lado.

-¿No viste como nos echó? ¡Yo quería verlos un poco más!

-Primero, ellos tiene clases ahora, no los podrías ver de todas maneras. Segundo, es su trabajo.

-¡No lo defiendas Tsuki-chan!

-No lo defiendo, solo estoy exponiendo un hecho.

-No es justo – se quejó cruzándose de brazos y frunciendo el ceño.

-Nadie te mando fijarte en Kaname Kuran – sonrió al ver el pequeño sonrojo su rostro.

-¡Es muy lindo! – se defendió.

-Yo no digo que sea feo. ¿Cuándo tienes que devolver los apuntes a Wakaba-san? – era mejor cambiar de tema antes de empezar a discutir.

El aula apenas era iluminada por unas velas y por la luz de la luna que se colaba por las grandes ventanas. Los estudiantes, todos con el uniforme impecablemente blanco, estaban esparcidos por el lugar, apenas poniendo atención al profesor.

-El hecho de que nuestra clase nocturna esté probando estas nuevas tabletas de sangre ha sido noticia en todo el mundo – decía el profesor, obviamente consciente del poco interés de sus alumnos - ¡Ustedes no solo son el orgullo de este colegio, sino de toda la raza vampírica!

-Tampoco es para tanto, solo somos un grupo de estudio – habló Ruka Souen para luego girarse hacia su compañero de ojos azules quien estaba quejándose en voz baja.

La joven se acercó y le arrebató el cuaderno en donde estaba escribiendo.

-¿Qué es eso? Haciendo esto de la impresión de que estés enamorado de él – se burló al ver que había un dibujo del prefecto.

-¿Qué dices? ¡Si pudiera me gustaría enterrarlo con mis propias manos! ¡Ese imbécil! – se defendió enojado.

-¿Pero no te parece que la chica se ve deliciosa?- pregunto un pelirrojo.

El ambiente se puso tenso y varios soltaron pequeñas exclamaciones de sorpresa.

-Shiki…- reprendió Takuma mirando a su amigo

-Aquí – le llamó Rima – Come – le lanzó un pedazo de chocolate que el chico atrapó al vuelo con la boca.

-Parece que ella te agrada mucho, Kaname-sama – dijo Ruka con algo de celos.

-Así es – contestó Kuran ignorando el creciente enfado de la chica.

Aidou dio un grito cuando su cuaderno cayó sobre sus dedos, golpeándolo.

-¡Ruka! ¡Eso duele!- se quejó.

-Las nubes… están cubriendo a la luna – la voz suave de Kaname interrumpió al rubio.

-Asi parece. Nuestro momento comienza ahora – apoyó Takuma.

-La noche de los vampiros…

Apenas esas palabras terminaron de salir de los labios del presidente todos dejaron ver unos ojos rojos. Solo una persona permaneció con los ojos cerrados, una joven sentada en el rincón más apartado, donde nadie podía molestarla.

Akatsuki Kain, Hanabusa Aidou, Ruka Souen, Senri Shiki, Rima Tohya y Takuma Ichijo son los miembros más cercanos al presidente de la clase, el último también es su mejor amigo. Y a pesar de que Seiren lleva el uniforme de la clase nocturna, es la guardaespaldas de Kaname.

El secreto que guarda la Academia Cross tan celosamente es que los estudiantes de la clase nocturna no solo son estudiantes de élite, sino que además… todos son vampiros…

El hecho de cada día se acercaban más los exámenes no parecía afectar a los profesores. A esas alturas, cualquiera esperaría que se dieran cuenta del cansancio de sus alumnos y decidieran ir un poco más lento para que todos pudieran comprenderlos perfectamente. Pero estos seguían impartiendo sus clases con aquel inhumano ritmo.

-¿Cross…?- llamó el profesor al percatarse de que una de sus alumnas estaba durmiendo - ¡Cross!

Los más afectados por el ritmo de las clases son ambos prefectos. Tener que hacer guardia por las noches les roba mucho tiempo de descanso, lo que provoca que constantemente los pillen durmiendo en clases.

-¿Oyeron? Los prefectos están castigados – susurró una chica a sus compañeras.

-Sí, eso significa que no irán a recibir a la clase nocturna – contestó alguien desde unos asientos más adelante pero sin levantar la voz.

-Kiryuu-kun nunca cumple con los castigos, va a estar allí de todas formas.

-¿Realmente crees eso Tsuki-san?- preguntó una pelirroja sentada detrás.

La mencionada se encogió de hombros y siguió escribiendo en su cuaderno. Después de todo, ella no era nadie para deprimirlas a tan tempranas horas de la mañana.

Que se vea lindo no significa que sea cómodo, eso Midori lo tenía aprendido.

Cuando era pequeña se había enamorado de un gorro con orejas de gato y no había parado de insistir hasta que se lo compraron, lo malo es que el material del que estaba hecho le daba comezón y apenas si podía tenerlo unos minutos en su cabeza. Años más tarde había exigido a su padre que le compre unos zapatos negros que le encantaron desde la primera vez que los vio, pero al caminar lastimaba sus pies y tenía que quedarse de pie en un solo lugar.

Cuando sus padres le anunciaron que asistiría a la Academia Cross se emociono ante la idea de usar ese uniforme que siempre le había gustado, pero la falda y el saco limitaban demasiado sus movimientos.

Le encantaba llevar su cabello suelto, le gustaba que al mirarse en el espejo podía ver cómo caía por su espalda en perfectas ondas rubias hasta llegar a su cadera, le gustaba también que resaltara el intenso color azul de sus ojos. Pero era bastante incomodo en momentos como ese, cuando tenía que moverse entre los árboles e inevitablemente algunos largos mechones se enganchaban a las ramas.

El quejido de una de sus acompañantes llamó su atención, logrando que dejara de maldecir internamente a los árboles y se girara a mirarla.

-¿Estás bien Ami-chan?- preguntó al verla en el suelo.

-Sí, no es nada…

-¡Pero estás sangrando! – exclamó su otra compañera arrodillándose a su lado.

-Kaoru-chan, intenta detener el sangrado con esto – le ofreció un pañuelo de color blanco con una pequeña M bordada – Vuelvo enseguida – avisó volviendo sobre sus pasos.

-¿A dónde vas Midori-chan?- preguntó la chica desde el suelo.

La rubia sonrió nerviosamente antes de contestar.

-Se me cayó la cámara. Iré a buscarla y vuelvo enseguida – dijo antes de que la regañaran y volvió a meterse entre los árboles.

Apenas había avanzado unos metros cuando escuchó la voz de la prefecta regañando a sus compañeras. No había sido tan malo el que se le cayera la cámara, la cual acababa de encontrar unos pasos al frente.

-¡¿Quién está ahí?! – el grito de la prefecta logró que volviera a voltearse, asustada por la posibilidad de haber sido descubierta.

Soltó el aire que inconscientemente había retenido cuando fueron Aidou y Kain los que salieron al encuentro de las chicas. No era extraño que estuvieran ahí, era su turno de ocupar las instalaciones después de todo. De hecho tenía un muy buen ángulo para una foto. Sin embargo, tomar la foto significaría revelar su posición y arriesgarse a recibir un castigo.

Se estremeció al ver como los ojos de Aidou, normalmente de un azul más claro que el suyo propio, se coloreaban con un tono rojizo y como unos colmillos empezaban a sobresalir de su boca.

-¡V-Vampiro!- el grito de Kaoru antes de desmayarse fue como si hubiera sido el propio.

Lentamente retrocedió y, aprovechando el momento en que la prefecta comenzó a gritar, empezó a correr lo más rápido que podía para alejarse de allí.

La razón por la que los estudiantes de la clase diurna no conocen el secreto de la escuela, es porque el director rompió deliberadamente el contacto entre ambas clases. El deber de los prefectos es proteger ese secreto.

Casqueó la lengua con molestia. No, no le molestaba el hecho de estar caminando entre los árboles a las tres de la mañana en uno de los días más fríos del otoño, le molestaba saber que su compañera de cuarto podría estar por allí.

Esa noche no había luna, por lo que todo estaba casi en completa oscuridad. Aún así seguía caminando, guiándose por la costumbre. Se detuvo cuando pudo ver el lago a unos metros más adelante. Aquél lugar era hermoso, pero era aún mejor en las noches de luna llena.

Miró hacia arriba al escuchar las hojas agitarse. Justo sobre su cabeza, podía ver un par de brillantes ojos rojos.

-Hola- saludo después de unos segundos.

-Hola- contestó la voz de una chica.

-¿Te sientes alta?- se burló sabiendo que ese un punto débil de su interlocutora.

Al segundo, bajó del árbol dejando ver a una joven vestida con el uniforme de la clase nocturna. Su cabello era negro y le llegaba hasta por encima de los hombros, sus ojos habían pasado de ser escarlatas a ser cafés y ahora la miraban con cierto reproche.

-No molestes

-De acuerdo, no te molestaré por tu estatura.- la verdad apenas había diferencia entre las alturas de ambas pero el resto de la clase nocturna eran más altos, por lo menos por una cabeza.

-¿No puedes dejar de molestar por una noche?- suspiró al ver que la otra negaba

-Sabes que si no te molestara no sería yo, Kurenai – la sonrisa que tenía hasta ese momento fue desapareciendo mientras recordaba algo.

-¿Qué pasa?

-¿No viste a Midori-chan cuando venías?

La vampiresa frunció el ceño al escuchar aquello. La chica rubia debería estar durmiendo en su habitación a esas horas.

-Tsuki, se supone que ella debería estar en su cama.

-No estaba cuando me desperté. La busqué por el dormitorio y no la encontré en ningún lado.

-Es decir, que puede estar en alguna parte del bosque – aquello no era bueno, nada bueno.

Tsuki sintió su preocupación crecer al ver el mismo sentimiento reflejado en el rostro de la vampiresa. Ambas eran conscientes del peligro que representaba para las estudiantes de la clase diurna estar afuera de los dormitorios a estas horas, aún si una de ellas pertenecía a esa clase. Ambas sabían, también, que el peligro era mucho mayor tratándose de Midori.

-Sangre- murmuró Kurenai, sus ojos nuevamente rojos – Tranquila, no es de Midori-chan – explicó cuando el pánico empezó a aparecer en los ojos, de un color café idéntico a los propios, de la otra chica.

-¿Entones, de quién?-ladeó la cabeza logrando que un mechón de pelo oscuro le cubriera parte del ojo izquierdo.

-No lo sé. También huelo sangre de la prefecta – aspiró un poco más – Me gustaría probarla.

Los vampiros son bestias disfrazadas que beben sangre humana.

El sonido de un disparo sobresaltó a ambas chicas. Al parecer, Kiryuu ya se había enterado del incidente, cualquiera que éste fuera.

Aquel sonido no las dejó escuchar unos pasos acercándose rápidamente entre los árboles.

-¡Kurenai-chan! ¡Tsuki-chan!

Los humanos no deben acercarse a los vampiros.

-Midori-chan – inmediatamente voltearon, olvidando que los ojos de la vampiresa aún estaban rojos.

-Kurenai-chan… tus ojos…

La rubia miraba incrédula como esos ojos brillaban de forma aterradoramente similar a los de las criaturas de quienes se alejaban. Pequeñas lágrimas escaparon de sus ojos, la mezcla de emociones era demasiado para ella.

-¿Acaso tú…eres…?- no se sentía capaz de completar la pregunta.

-Sí, lo soy – intencionalmente dejó que viera sus colmillos mientras hablaba.

Aquello era demasiado. Las piernas de Midori no pudieron sostenerla por más tiempo. Hubiera caído al suelo si dos pares de brazos no la hubieran sostenido. Y aún con todo lo sucedido, con todo lo que descubrió esa noche, se vio incapaz de apartarse de aquellas manos que la sostenían.

La existencia de los vampiros… no es el único secreto en la Academia Cross.