Amor Eterno
Eran fines de septiembre cuando lo conocí. Mis padres decidieron que era hora de buscar un prometido para mí, ya que mi matrimonio no había sido planeado, como se acostumbraba en esta época. Mis progenitores pensaban que era algo egoísta, lo que obviamente estaba mal visto por el resto de la sociedad.
Estaba en la fiesta de cumpleaños de mi amiga Rosalie, que iba a ser presentada ante la sociedad. La reunión era demasiado aburrida para mi gusto, en realidad casi todas me parecían de lo mismo, fingir ser algo que no somos.
Entonces decidí ir a dar un paseo, cuando ví a alguien que se dirigía al bosque, situado al lado de la mansión. Seguí el prolijo sendero hasta la entrada del bosque. Nunca tuve la oportunidad de explorarlo y adentrarme en él profundamente, por lo que no lo conocía bien. Los árboles eran altísimos y estaban unos al lado del otro, como un regimiento de soldados. Sus hojas eran diminutas, del tamaño de una pequeña palma y se veían tan delicadas como el terciopelo. Estaban esparcidas de forma irregular por todas las ramas. El color predominante del follaje era verde, propio de la estación, con pequeños tintes de verde esmeralda. Los rayos de luz, oportunos del mediodía, iluminaban el lugar de tal forma que parecía mágico, sacado de en cuento de princesas. Sobre el piso la hierba florecía y se confundía con el hermoso vestido que llevaba puesto.
Por su parte, él se encontraba sentado en una piedra cuando se percató de que lo estaba observando. En ese momento me miró. Su semblante era de preocupación pero al verme, cambio totalmente a admiración. Sus preciosos ojos expresaban un amor repentino y un cariño absoluto. Se acercó lentamente hacia donde yo me encontraba, y junto nuestras frentes. Yo por mi parte, absolutamente deslumbrada atiné a unir nuestras manos.
-Si el amor a primer avista existiera, estaría contigo todo lo que dure la eternidad- y me besó. Ese beso fue maravilloso y era del hombre apuesto que acababa de conocer y al cual mi corazón le pertenecía perpetuamente.
-¡Bella!- llamó mi padre desde la distancia.
-Me tengo que ir- susurré- Lo siento- traté de zafarme de su poderoso brazo mientras las lágrimas corrían como un río sin fin sobre mis mejillas, por la repentina tristeza que me embargaba.
-Mi estación favorita es la primavera, pero mi corazón estará congelado en el invierno hasta que lo descongeles de vuelta- musitó con su sutil voz.
Diez Meses después
Estaba en el jardín de mi casa, mi madre había encontrado el prometido "perfecto", según ella. Claro, que sin mi consentimiento, ya que desde septiembre mi comportamiento no había sido el mejor.
Estaba a punto de tomar mi té cuando mi madre irrumpió el silencio, con su ruidoso caminar y sus aplausos.
-¡Bella, Bella!- gritaba- Es él, tu prometido y vino a conocerte antes de la boda.
En ese momento él entro por la puerta, con una sonrisa extremadamente feliz.
-Edward, ella es Bella, mi hija, tu futura esposa.
-Mucho gusto, Bella.-Dijo besando mi mano, para luego reunirnos en un amoroso abrazo y en una mirada cargada de amor eterno.
-Si el amor a primera vista existiera, estaría contigo todo lo que dure la eternidad.
