Disclaimer: Todo pertenece al sensei Kurumada, excepto esta historia, claro.

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Alguien alguna vez me dijo, que los Monstruos no tienen emociones. No estoy seguro si fue el Patriarca, o una sombra escurridiza.

Bueno, era tan pequeño que nunca pensé en ello realmente.

Cuando lo hice, ya me había convertido en un Monstruo. Verás, fue demasiado tarde. La sombra escurridiza tenía razón, o el Patriarca.

Saga era como yo.

Un diamante en bruto a punto de romperse. Se supone que los diamantes no se rompen, que son indestructibles, pero él parecía propenso a sufrirlo.

Era débil, más que esta sombra.

A él le quería todo el mundo, la vida se le mostraba agradable, sin obstáculos. Pequeño y admirable desde el comienzo. Supongo que le tuve envidia. Él estaba en las luces, yo en las tinieblas.

De mí ni siquiera sabían que existía, ¿Así nacimos, verdad?

Pero era un Monstruo, como yo.
Aunque uno muy diferente.

Sí, un Monstruo con sentimientos pese a tanta agonía. Buenos sentimientos, de hecho.

Te odié, Saga, te odié por ello. Te odié porque esos sentimientos fueron los que te mataron.

Porque diste tu vida a la causa. Porque todo fue por Athena y esos Caballeros. Dime, ¿en tu corazón había espacio para mí? ¿Al menos quedaba un poco?

Tal vez al principio, en los muchos prólogos de nuestra desafortunada tragedia. Luego, mi cara pasó a ser tu mal sueño, el martirizante reflejo de aquella condena Inhumana.

Al final no eras un Monstruo, como yo esperaba.

Te fuiste.

Sí, en ese momento lloré por primera vez en años cuando nadie miraba. También me odié por ser tan débil, porque los Monstruos no deben padecer tales mundanas emociones.

No hay excepciones.

Pero te recordaba y me dolía. Dolía tanto o peor que antes. Me habías dejado de nuevo, como siempre. ¿Nunca has sentido tal agonía, hermano? No un dolor físico. Ese se va con el tiempo si sobrevives a la batalla.

Me refiero al que sientes cuando crees mutilada una parte de ti. Algo sustancial, importante, como cenizas al océano. No puedes unir las cenizas, ni aunque lo intentes.

Eras como esas cenizas, inalcanzable.

¿Piensas regresar?

En verdad que lo dudo, ahora estás muerto y no habrá diferencia si digo lo contrario. Intenté olvidarte, pero sólo consigo recordar lo que pudimos haber sido.

Lo que seremos.

Quiero creer que soy un Monstruo, lo malo es que sigo sintiendo. Los Monstruos no sienten, y me duele. Yo quería a tus demonios, los aceptaba, pero nunca te aferraste a la oscuridad.

Mi oscuridad.

Tú como el demonio, y yo su constante tiniebla. Éramos el infierno perfecto.

Oye, dime una cosa, ¿Seguimos siendo Monstruos, o realmente nunca lo fuimos?

Bueno, no existen los Monstruos sin un infierno.

Dá igual.

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