No había dolor, ni sufrimiento o tristeza. Lo que sentían ambos en ese mismo instante, era paz, alivio… regocijo.

Todo lo que ambos habían pasado, parecía que no había sido en vano. Ahora Utsutsu podía estar con su preciada hermana, sin ninguna preocupación.

Todo había valido la pena, ahora era momento de disfrutar, descansar por fin.

Se abrazaron, sonrientes, mientras miles de mariposas salían de ellos. Ya nada importaba; Yume tenía a su personal importante en brazos, al igual que Utsutsu.

Todo acabó.

-Te amo.