Los personajes de Inuyasha no me pertenecen, ni los utilizo con ningun fin de lucro. Son propiedad de Rumiko Takahashi.
Éxtasis
A las 6.30 hs de la mañana, Tokio apenas empezaba a despertar. Los vendedores se daban prisa con todo para no retrasar el pedido y ganar una perdida. Era un día demasiado hermoso para desperdiciarlo. Los coches iniciaban el lento recorrido de una calle abarrotada de ellos cuando debían preocuparse por no hacer enfadar a su jefe.
Las enormes estructuras se erguían orgullosas en medio de tan hermosa ciudad. La más imponente era aquella que portaba las iniciales de SNT. Shikon No Tama, la empresa más prestigiosa del país y muchos más, dirigida por el actual dueño Inu Taisho, y sus hijos, se convirtió en una infraestructura de la que muchos quisieran formar parte. Y aquellos que forman parte de las grandes oficinas corrían de un lado a otro para satisfacer al magnate que gritaba desde su oficina, o bien, para escapar de él. El primogénito del empresario Taisho se encontraba furioso con sus abogados. Dos hombres jóvenes que no se atrevían a levantar la mirada por el temor de ser pulverizados por la de su jefe.
La oficina del gran Sesshomaru Taisho, una muy envidiada por aquellos que no contaban con la ventaja de ser el hijo del dueño de la empresa, se había reducido a un pequeño espacio que sofocaba a dos excelentes abogados, encontrándose en un estado de parálisis ante los constantes gritos, que sonaban a rugidos, del hijo del empresario líder de SNT.
-Son unos ineptos. Ese contrato vale millones y ustedes, inútiles, solo debían firmarlo, no romperlo, doblemente inútiles.
-Señor...
-¡Silencio! Están despedidos. ¡Jacken!
Inmediatamente ingreso el aludido.
-¡Señor!-contesto con un saludo típico de militares.
Jacken no solo era su mano derecha, era su mejor amigo y hermano desde que estudiaban juntos. Otro en su lugar hubiera sido despedido con solo hacer ese gesto.
-Encárgate de que reciban su paga y se retiren del edificio.
Jacken se hiso a un lado y continuo actuando.
-Por aquí señores.
Luego de que los tres hombres se retiraran de la oficina, Sesshomaru tomo asiento ante su escritorio y se masajeo las sienes, demasiado trabajo, demasiados inútiles, demasiado estrés.
Cuando estaba a punto de decidir escapar de aquel lugar, sintió unas manos suaves posarse en sus hombros brindándole un deseado masaje.
-Está demasiado estresado Señor Taisho.-Ese fue el momento exacto en el que Sesshomaru desprecio el masaje- ¿Podría serle de alguna ayuda mi presencia?
-Claro, Kagura.
Esta sonrió con orgullo cuando lo oyó pronunciar su nombre, creyendo ganada la partida, rodeo el asiento y se sentó a horcajadas sobre Sesshomaru, quien, inmediatamente rechazo el beso que ella se proponía darle.
-Serias de gran ayuda quitándome de encima todas las citas pendientes de hoy.
Los ojos rojos de la mujer brillaron al suponer que tendría libre a su jefe, solo para ella.
-Inmediatamente, señor.
-Y asegúrate de que nadie, excepto Jacken, me moleste-dijo esto cuando la mujer estaba de pie, a punto de abandonar la oficina, esta frunció el ceño al oírlo, y molesta, abandono la habitación.
Una vez solo, de nuevo, Sesshomaru se puso de pie y se acercó a la botella de whisky ubicada en un rincón sobre una mesa, se sirvió un trago y se lo bebió de uno solo. Aquello no iba a relajarlo, su humor no se relajaba con bebidas pero los gritos que regalo anteriormente, a sus ex empleados, habían secado su garganta. Se volvió a servir y esta vez, con el vaso aun cargado, tomo asiento cuando el teléfono ante el sonó. De mal humor aun, contesto.
-¿Sesshomaru?
-Padre.
-¿Interrumpo alguna reunión?
-¿Que se te ofrece, Padre?-Sesshomaru pudo oír claramente un suspiro cansado del otro lado del auricular como respuesta a su seca pregunta.
-Demasiado trabajo arruina a cualquiera, descansa un poco hijo.
-¿Que tienes en mente?
-Mañana, en la tarde, se realizara una reunión en la casa, organizada por Izayoi. Están invitados empresarios y sus familias, aunque la reunión no está pensada para hablar de trabajo, estoy seguro que acaban en ese tema. Estas invitado.
-Aun no me has dicho el motivo de la reunión.
-Inuyasha anunciara algo de vital importancia para la familia.
-Sera padre ¿verdad?
Unos segundos de silencio fue la respuesta de Inu Taisho, luego rio resignado y dijo al fin: -Nunca pierdes detalle de nada.
-Es tan predecible tu pequeño hijo.
-Tu pequeño hermano se pondría feliz si asistes.
-Claro, estaré allí-antes de que Inu Taisho pudiera expresar su emoción, ya se había cortado la llamada.
Jacken irrumpió en la oficina cuando se acababa la bebida de Sesshomaru.
-Tendremos una reunión con los inversionistas la próxima semana-ladeo la cabeza observando el cansino rostro de su pálido amigo, que estaba cubierto por una mano que luego dirigió a arreglar su blanca cabellera.-Vete a descansar. Me encargare de todo, y nos veremos el lunes.
-Mañana-corrigió el albino. Ante el rostro confundido de Jacken, continuo.-Izayoi organizo una reunión donde su retoño anunciara su futura paternidad.
-Wow, quien lo diría de Inuyasha, y antes que tu...
Perdió la voz cuando vio la dura mirada que estaba recibiendo. Sesshomaru se puso de pie y al pasar por su lado dijo:-Vendrás con migo a esa reunión.
-Bien. Te veo mañana.
(...)
El inmenso jardín de la Mansión Taisho estaba adornado de manera increíble. Telas blancas colgaban desde las terrazas que daban al patio y se desparramaban en el verde pasto. Las mesas arregladas y cubiertas de exquisitas comidas donde los mozos de impecables trajes se esmeraban en arreglar, se convertirían en el centro de atención de los niños con hambre voraz.
Los pocos invitados que ya habían llegado estaban hablando en un rincón o bebiendo de un vaso de vino, disfrutando la visión de una bella mansión que brillaría en la noche cuando se acostaran a descansar luego de un agotador y largo día. La anfitriona se lució de una manera deslumbrante ante sus invitados, produciendo murmullos y la envidia en los ojos de otras mujeres.
(...)
En la habitación de su lujoso apartamento, ubicado en lo más alto de un edificio, Sesshomaru abotonaba sin demasiadas ganas su camisa blanca, ni siquiera se observaba en el espejo, su mente estaba muy lejos de interesarse en vestirse. Su ceño fruncido, señal de enojo, se acentuaba cada vez más con el correr de los segundos. Con el correr de los minutos, su mente pensaba, y pensar en algo no muy agradable es lo que hacía últimamente.
Luego de abandonar la empresa, el día anterior, había deseado arrojarse en el regazo de alguien y que acariciaran su largo cabello como solo lo hacia su madre cuando niño, una única persona era la permitida de hacerlo actualmente, pero se encontraba lejos y al ingresar en su apartamento lo decepciono hallar una nota sobre la mesa; "Estuve llamándote. No sé cuándo regresare. Cuídate."
Ella. Solo ELLA era la culpable de su mal humor. Despediría a todos sus abogados solo por desahogar ese pésimo sentimiento que le causaba la ausencia de quien lo único que hace es provocarlo para luego siempre acabar desnudos en la cama. Si ella fuera su secretaria, la despediría por no ser la misma que el día anterior se le había insinuado. Pero ella no se insinúa, ella lo provoca y lo obtiene, el día actual él no debería estar de mal humor y no tendría que ir a la fiesta de su pequeño hermano a observar su felicidad y aburrirse con ejecutivos de empresas que intentan ser lo que el logro con SU empresa.
Luego de minutos largos en los que se preocupó más por pensar que por vestirse. Condujo hasta la Mansión de su padre, donde al llegar entrego las llaves de su coche al servicio, todo con demasiado desgano aunque su rostro no mostrara señal alguna de sus sentimientos revueltos, aquellos sentimientos que él no se permitía sentir, pero demasiado tarde los noto. Los deseos de alguien desnuda en su habitación lo despertaban en la noche. Él siempre tiene todo lo que quiere, jamás se le prohibió nada. La furia dentro de sí crecía más con recordar que ella no estaba con él en ese preciso instante, donde debía soportar la cariñosa bienvenida de su padre, pareciera que no lo ve desde hace demasiado tiempo, cuando van a la misma empresa todos los días y sus oficinas se encuentran a metros de distancia. Soportar las atenciones de la madre de su hermano, ella le resultaba demasiado agradable por ser la única que siempre le puso los puntos a Inuyasha y enseñarle que debía obedecerlo a él, su hermano mayor.
Se encontraban en el jardín, hablando con ejecutivos cuando el cielo se nublo y decidieron por seguridad de los invitados mover el brindis al salón interior. El momento, en que el menor de los Taisho anuncio su futura paternidad se convirtió en un cumulo de felicitaciones y buenos deseos para la pareja.
-Felicitaciones Kagome-Fue la seca oración que pronuncio Sesshomaru.
-Muchas gracias cuñado- Ella rio ante la cara de desagrado de ambos hermanos al oírla.
-¿No me felicitaras a mí?
-Solo ella se merece las felicitaciones.
-Yo seré el padre.
-Pero estoy seguro que ella se encargara de criar como un niño decente a mi sobrino, o SO-BRI-NA- El albino pronuncio la última palabra con lentitud, disfrutando del rostro de su pequeño hermano, futuro padre.
-Sera un niño- Respondió Inuyasha, muy seguro.
-¿Significa que si es niña no la querrás?
-¡Inuyasha! ¿Lo que dice tu hermano es verdad?
-¡Claro que no, Kagome!
-Estoy seguro de que será una niña hermosa-Comento Sesshomaru.
-¡Sera un niño!- Volvió a pronunciar Inuyasha.
-¿Y si es una niña?- pregunto su esposa con los brazos cruzados.
El primogénito de la familia, se alejó con una sonrisa en sus ojos dorados. Observo la copa de champán que sostenía aun después del brindis, cuando una mujer lo intercepto.
-Se encuentra demasiado solo Señor Taisho.
Él la observo con cuidado, una rubia alta con un cuerpo demasiado descubierto por un vestido rojo, demasiado sexi y labial rojo. Demasiado para él. Apasionada y lujuriosa. Deseable.
-Y tú, demasiado acompañada Kia.-respondió observando la alianza de matrimonio en el dedo de ella. Esta solo sonrió y comento.
-Un precioso…objeto.
-Tú lo dijiste.
-Estoy algo perdida Sessh.-dijo ella acercándosele sin notar que el rostro se le había crispado al oírla llamarlo de la manera en que más odiaba-¿Me mostrarías donde se encuentra el baño?
Al oírla, se le estrecharon los ojos, pero respondió de la manera más cortes que pudo.
-Por aquí.
Recorrieron unos pasillos donde se encontraban algunas personas hablando con más privacidad, y cuando hallaron el baño el solo se quedó esperando, por petición de ella, junto a la puerta, donde, dentro, pensaba como hacer que el sexi hombre muy cerca de ella ingresara a la misma habitación. Fuera, Sesshomaru bebía de su copa, observaba a una pareja conversando con sonrisas en su rostro, a Izayoi abandonar una habitación cerca, y detrás de ella a una joven mujer morena seguirla, una mujer de cabellos oscuros ondulados que resbalaban sobre su desnuda espalda hasta la estrecha cintura donde el vestido negro no le permitía observar más de lo que le permitió ya, un escote pronunciado y una esbelta pierna descubierta hasta el muslo eran claras invitaciones a perderse en ellas. Despego su espalda de la pared y se alejó olvidando por complejo a su "amiga" en el baño. En el salón la perdió de vista, cuando la vio conversando con su padre, fue Jacken quien le impidió acercársele.
-Tienes demasiada suerte, la oportunidad de recuperar el contrato perdido está aquí.
-Ahora no, Jacken.
-Demasiado tarde, se acercan el Señor Ishiro y esposa.
Sesshomaru solo pudo respirar muy despacio y tratar de acortar la reunión lo más que podía. Con una mujer tan deseable cerca, una rubia desesperante esperándolo en el baño y la hija de un inversionista muy importante para su empresa, que en ese momento parecía ofrecerse a él con los ojos, las punzadas en la cabeza le impedían pensar con claridad. Calma. Sobretodo calma. Organicemos esto. Primero: debía hablar con la bella morena cuyo muslo derecho a la vista le llamaba a gritos a probar con sus manos su suavidad, sentir su aroma de piel, piel que con mucho placer el recorrería palmo a palmo hasta perderse en sus rincones más invisibles. Segundo: debía convencer al Señor Ishiro de la oportunidad pérdida si no se asociaba con su empresa, de lo contrario estarían perdiendo millones por solo un papel roto por sus ineptos abogados. Tercero: impedir que la rubia eche por tierra el contrato, apareciendo en medio de la improvisada reunión dejando al descubierto su pequeña relación de sexo y lujuria en un pasado cuando ahora es una feliz y respetada señora casada. Cuarto: por sobre todas las cosas impedir que Kia se interponga entre la oportunidad de hablar con la hermosa morena que en ese momento saludaba a su padre y se alejaba con una copa de vino rojo, rojo vino como sus rojos y carnosos suaves labios, tentadores, provocativos, y seguramente adictivos si los probara, como ella probaba el vino de la copa.
Mas punzadas de dolor en la cabeza de Sesshomaru, una parte de su cerebro escuchaba la conversación presente, otra sopesaba las opciones ante la situación y sus deseos de acabar con la misma.
(...)
Rin acudió a la reunión por petición de su amiga, además, no todo los días anunciaría que será madre. Sin embargo, estaba completamente segura que el vestido que le propino su amiga con ayuda de su suegra, se trataba de un claro complot para sacarla de trabajo por una noche, distraerse en una fiesta donde los ojos de los invitados no se alejaban de su cuerpo bajo el claro cartel de "DISTRACCION ESTA NOCHE" no le resultaba tarea fácil, claro, podría, tal vez, encontrar a un esbelto y hermoso hombre que la relajara una noche fuera de su apartamento. En ese contexto la idea no sonaba mal.
Bebía una copa de su bebida preferida cuando un joven de contextura atractiva se le acerco, coloco una mano en su estrecha cintura acercándola a él para susurrar en su oído.
-Tal vez no lo notaste, pero atraes todas las miradas.
Ella respondió con una seductora sonrisa y acariciando la roja corbata hablo.
-Jamás lo aria apropósito. Créeme.
Un duelo de miradas se produjo en el instante en que sus ojos se cruzaron.
-Jamás te perdonare…si no aceptas ser la madrina de mi hijo.
-jajá…Inuyasha, ni siquiera sabes si será un niño.
Él la observo con el ceño fruncido.
-Tampoco sabes si Kagome piensa lo mismo…
-Por supuesto que me encantaría que seas la madrina de nuestra hija…o hijo-agrego al contemplar la mirada de su marido.
-¿Inu, por que no vas a conversar con tus amigos, mientras nosotras las mujeres nos encargamos de hablar del futuro miembro de la familia?-Izayoi solo tuvo que sonreír para que su hijo captara la idea de que debía dejarlas. El solo asintió y se retiró luego de besar la mejilla de su esposa.
-Estas preciosa Rin. Realmente el vestido te hace ver deslumbrante y provocadora.
-Te lo dije Kagome, el negro resalta sus ojos.
-Entonces, lo que pensé era verdad. Ustedes lo planearon todo.
-¡Culpable!-confeso la futura madre.
-Debes distraerte y relajarte pequeña. Quisiera que observaras a mi hijastro, se la pasa todo el tiempo trabajando y el estrés es un muy mal compañero. Los dos tienen tanto en común.
Rin observo al hombre más guapo e irresistible que pudo contemplar jamás, Sesshomaru Taisho, quien en ese momento se encontraba buscando a alguien con la mirada cuando una bella mujer morena se le acercó y se apoyó en el hombro del tan bello hombre.
-¿Qué piensas?-pregunto la más joven.
-Yo diría que tan solo no está-comenta a sus acompañantes.
-Patrañas-responde la señora Taisho.
-¿Por qué no vas a saludarlo Rin?
-No quisiera arruinarle la noche. Tal vez más tarde.
-¿Qué aras mientras tanto?
-Iré a…pasear. No se preocupe Señora Taisho, le prometo que lo saludare.
(...)
Sesshomaru estaba furioso, furioso consigo mismo por no negarse a la reunión, furioso con Jacken por retenerlo, con el Señor Ishiro por llegar en el momento más inoportuno, con la hija del matrimonio Ishiro por rodear su brazo con el suyo como si él estuviera complacido con eso, furioso por que la bella morena no estaba en donde el observara. Su padre se encontraba hablando con un par de inversionistas. La noche avanzada no ayudaba a tranquilizarlo. Tal vez la mujer más hermosa que acababa de ver ya no se encontrara en la Mansión Taisho y él se enfurecería aún más por perder la oportunidad de poseer el hermoso cuerpo femenino, porque eso es lo que deseo en el instante en que la vio aparecer.
Observo a la joven Ishiro y se esforzó lo máximo posible por retirar su brazo sin parecer descortés. Se alejó observando su alrededor, descubriendo mas personas desagradables, amigos de su hermano que él ni siquiera sabía que existían, su sonriente cuñada que se acercaba a él.
-Estas muy bien acompañado cuñado.
-¿Algún problema con eso?
Kagome pareció sorprendida en un principio por la respuesta tan brusca, pero rápidamente recupero la sonrisa y dijo:
-Claro que no, puedes hacer lo que quieras. Aprovecha la libertad de esta noche en la que no te acompaña la…
-¿Qué necesitas Kagome?
Ella sabía que Sesshomaru no era precisamente una persona paciente.
-Es que he olvidado una sorpresa para Inuyasha en tu antigua habitación y…
-¿Por qué esta en mi antigua habitación?
-Conoces a mi esposo, si quieres que sea una sorpresa, no existe mejor lugar para esconderlo que tu antigua habitación. El jamás buscaría allí, tiene fobia a tus cosas.
-Pero tú no, por lo visto.
La joven solo sonrió como si no hubiese escuchado nada.
-En fin, ¿la podrías buscar tú?-pidió lo más amablemente que pudo.-Yo no puedo alejarme mucho de mi esposo, sospecharía algo.
-Envía a alguien del servicio.-El albino volteo con deseos de deshacerse en el aire y que nadie lo viera en lo que quedaba de la noche. Pero, una mano en su brazo lo detuvo.
-Imposible, no podrían encontrarlo. Por favor, ve tú. Nadie conoce mejor el lugar.
Sesshomaru la observo con desconfianza, ella ocultaba algo. Pero, quería desaparecer de allí inmediatamente.
-¿Dónde está?
-Muy cerca de la cama, ya verás. Lo reconocerás en cuanto lo veas.
Él sabía que aquello no era normal, sin embargo, los deseos de saber de qué se trataba todo pudieron más y se encamino al segundo piso. Mientras subía los blancos escalones, sus ojos no pudieron evitar buscar a alguien en el piso de abajo. No hallo nada.
La antigua habitación no se diferenciaba mucho de la actual en su lujoso departamento. Muebles finos, objetos ordenados, sábanas blancas.
En cuanto ingreso al cuarto, Sesshomaru reconoció que había algo diferente. Las sabanas no eran blancas, eran brillantes de color rojas, y en ellas pétalos rojos de rosas se dispersaban por todas partes, las sabanas, la cama, el piso, el cuerpo de piel nívea que se estiraba como un gato acomodándose bocabajo, cubriendo su rostro de largos cabellos negros. Los ojos de Sesshomaru brillaron y se encendieron aún más al contemplar las largar piernas bajo las telas, esas telas que el maldecía y odiaba en ese momento. Con la mayor calma posible se acercó sin perder ese ritmo tranquilo al caminar, apoyo las manos a cada lado de la estrecha cintura de quien estaba en su cama y suspiro en su espalda.
-Creí que habías escapado de mí.
-Y yo creí que nunca vendrías.
Él sonrió al comprender que ella estaba impaciente. Acaricio su espalda con sus labios recorriendo centímetro a centímetro la suavidad de aquella piel hasta alcanzar su oreja, luego de morder su cuello susurro.
-Alcanzar el éxtasis es aún más placentero cuando aumentas la espera.
La morena volteo su rostro solo para hallar los labios finos y delicados de Sesshomaru que la quisieron devorar en cuanto los roso, un beso fuerte cargado de deseo y pasión fue lo que la hiso gemir en el mismo momento en que él se apretaba más contra su cuerpo y atrapaba en su boca aquel sonido que le supo a gloria.
Observo su rostro al dejar de besarla y le agrado en demasía lo que vio, ella tenía los ojos cerrados en un claro gesto de satisfacción, sin embargo, lo que más hermoso le supo fue contemplar sus labios rojos e hinchados, tan apetecibles que volvió a rosarlos mientras se sujetaba de ella atrapando entre sus largos dedos sus cabellos negros que acariciaban su tersa piel en su espalda, misma espalda que el no demoro en recorrer con sus labios. Llego a su estrecha cintura y la apretó de ambos lados con sus manos grandes. Lo que podría hacer con esa cintura. Mil ideas recorrían su mente. Pero lo que más se le antojaba en ese preciso momento era deshacerse de esa maldita sabana.
La joven estaba en otro lugar, no podría siquiera acordarse de donde estaba ahora, tampoco le importaba mucho. Solo se concentraba en gozar de esas caricias en su cuerpo, de la caricia que le produjo la sabana al ser removida de su cuerpo y deslizarse sobre sus piernas. Luego de eso se concentró en gozar de ser el mayor objeto de deseo de Sesshomaru. Quien se incorporó en la cama para observar su cuerpo al completo desnudo. Ella volteo a verlo y lo descubrió con los ojos brillantes y suspirando con los labios entreabiertos. Lo vio incorporarse por completo para retirar su saco de sus hombros, continuando con la camisa dejando al descubierto su pecho tan perfecto y marcado. Si pudiera verse ella misma seguramente se vería tontamente por observarlo de una manera tan idiotizada. Pero despertó de su ensoñación al notar que el tomo la hebilla de su cinturón en sus manos, se incorporó rápidamente para detenerlo colocando sus manos sobre las suyas.
Sesshomaru sintió un escalofrió al verla arrodillada en la cama con un rostro tan dulce a punto de desnudarlo por completo. Se veía tan inocente, tan preciosa y apetecible. Le excitaba aún más pensar que solo el podría tocar ese cuerpo de una manera que nadie jamás ha hecho. Entonces ella se mordió el labio inferior mientras desabrochaba la hebilla del cinturón, y el volvió a sentir un escalofrió que le recorrió desde la punta de los pies hasta la cintura. Su pecho se agito y fue difícil respirar por un momento. No podía ser posible que ella le excitara tanto cuando casi ni lo había tocado.
Cerró los ojos por un momento para concentrarse en calmarse, mientras sentía como ella se deshacía de su ropa por completo. No sirvió de mucho el tratar de calmarse pues al abrir los ojos tuvo ante él una imagen aún más erótica que la anterior. Ella observaba su miembro con una clara idea plasmada en su rostro de lo que podría hacer con él, con los labios entreabiertos y suspirando sobre la suave piel de Sesshomaru, ocasionándole estremecimientos en todo su cuerpo, y que apretara fuerte los puños para soportar el fuerte deseo de sujetar de nuevo su cabello y empujarla contra él. Debía calmarse, ella era tan preciosa para tomarla como a una mujer cualquiera, ella debía ser tratada con más delicadeza. Sus preciosos labios rojos debían ser apretados solo para besar otros labios y marcados por solo dientes. Ella volvió a morderse su labio inferior y Sesshomaru envió a la mierda lo que pensaba.
Sujeto su cabello de una manera tan fuerte que ella imagino lo que iba a hacer, notando lo equivocada que estaba al sentir sobre sus labios los de él, apretando, absorbiendo y mordiendo con tanto desenfreno.
-Espera...
-Luego.-El no precisaba de más tiempo para lo que deseaba.
Se apretó sobre ella empujándola con su cuerpo para acostarla de nuevo en la cama. Se esmeró en besar su rostro para luego ir a su cuello, lo mordió y sorbió con la clara intención de marcarla, aunque olvido esa idea cuando presto atención a los gemidos que surgían del cuerpo que se retorcía en sus brazos, y quiso continuar solo para oír mas sonidos como esos.
Sentir los labios y las manos tan hábiles de Sesshomaru en su cuerpo haría perder el control a cualquier mujer como lo hacía con ella. Él estaba en su cuello la última vez que recordaba, en cambio, ahora estaba apretando en una mano su seno derecho mientras mordía y saboreaba su pezón izquierdo. Los cabellos blancos estaban esparcidos sobre su espalda y una porción de ellos evitaba que ella pudiera ver cómo le daba tanto placer con esos labios que deberían estar prohibidos. Tomo en sus manos el cabello blanco de él y pudo ver claramente como con los ojos cerrados recorría su seno con su lengua como si de un postre se tratara. Él se sintió observado y abrió los ojos para encontrarse con unos grises dilatados de puro placer.
-Eres deliciosa.
En un suave y ahogado gemido ella pudo responder.
-Te quiero dentro de mí, ahora.
El rio y se incorporó para tomarla de la cintura y voltearla debajo de él. Recorrió su espalda desde la nuca hasta el final de su columna, sostuvo su cintura con una mano y con el otro tomo su miembro para penetrarla de una sola embestida, ocasionándole a ambos gemidos de placer acumulado en sus cuerpos. Salió de su cuerpo por completo solo para adentrarse de nuevo en ella de otra embestida más fuerte.
-Sessh...-ella gimió y hecho su cabeza hacia atrás.
-Preciosa.
No pudo evitarlo más, ese nombre estaba atrapado en su garganta y en cada estocada al cuerpo femenino avanzaba un poco más a sus labios.
Rin respondió con un gemido. Sus manos se agarraban a las sabanas cada vez que Sesshomaru la penetraba, cada vez que se habría paso en su interior y suspiraba en su oído. Ella sabía que él lo disfrutaba y le agradaba sobretodo saber que solo ella le causaba tanto deseo. Los sonidos escapaban de su boca sin poder controlarlos, se estaba dejando llevar, estaba abandonándose a las sensaciones que le producía el.
Sería difícil para Sesshomaru resistir un poco más dentro de ella, pues su interior era tan estrecho, tan húmedo y caliente a la vez, era como un volcán que lo quería devorar. Toda ella era tan suave y se estremecía en cada tacto suyo que recibía. Una mano suya fue a atrapar una de las manos de Rin para apretarla, quería que ella se sujetara a él, su otra mano se escurrió bajo el cuerpo femenino y abrazo los senos, benditos senos, siempre eran su mayor tentación. Con la mano que sujetaba su seno, la levanto un poco para dejarla apoyada en los codos y su espalda se arqueara un poco más, sus rodillas también se movieron y ella acabo apoyada en rodillas y manos. Sesshomaru bajo un poco más su mano y acaricio el plano vientre, su otra mano fue a sostenerse de la estrecha cintura, aumento el ritmo de penetraciones y los gemidos escapaban sin control, las respiraciones de ambos aumento un poco más, el sudor resbalaba entre ambos cuerpos, estaban tan juntos y Sesshomaru solo quería seguir besándola.
Estaba perdiéndose. Los ojos se le cerraban y sus labios abiertos parecían imposibles de cerrar. Sentía una mano en su vientre y la otra apretaba su cintura, lo hacía con fuerza, sabía que él estaba realizando un doble esfuerzo por controlarse. Lo sentía en su cuerpo, en sus manos, en su respiración entrecortada junto a su oído, en sus labios apretados en su mejilla pidiendo un beso, ella solo giro su rostro y se entregó a él. Sus labios se reclamaban, Sesshomaru acariciaba sus labios con los suyos, los mordía, los soltaba y volvía a acariciarlos, un gemido escapo, uno que no supieron de quien de los dos fue, pero no importo, sus lenguas se enredaron en ese preciso instante, recorriendo el interior de sus bocas mientras las penetraciones no se detenían. Eran casi cortas y secas pero el placer solo iba en aumento. Rin sujeto la mejilla de Sesshomaru, apretó más los labios y sus caderas comenzaron a moverse, fue en ese preciso instante en el que Sesshomaru se detuvo y se retiró de ella, lo que provoco una mirada de odio.
Ambos se observaron, ambos respirando por la boca, el deseándola más, ella con deseo y enojo. El aire se les escapo cuando rompieron esa unión de sus cuerpos. Estaban tan cerca del final. Ella se giró y lo enfrento con lujuria en sus ojos.
-Aun no.
Sesshomaru acaricio su mejilla y la beso con rudeza, pasión, y tanto, tanto deseo de ella. La tumbo en la cama y la cubrió con su cuerpo, sentir sus pieles pegadas era exquisito, necesitaba sentirla pegada a él.
Rin se dejó llevar por aquellos labios y sintió su entrepierna humedecerse aún más, si eso fuera posible. Separo sus piernas dándole la bienvenida a esa mano que se había entrometido entre sus cuerpos. Una caricia, un gemido. Un mordisco a su seno, otro gemido. Sabia por experiencia que ese punto débil de ella era la perdición de ese hombre que apresaba sus senos entre una mano y su golosa boca. Labios tan suaves, tan perfectos que ocultaban solo tentaciones en esa lengua que acariciaba su piel.
No lo resistió más. Atrapo el blanco cabello en un puño y tiro de él hacia arriba, hacia su boca y unió sus labios, enredo sus lenguas y arrastro sus pequeñas manos a su espalda empujando de él hacia ella para que entrara en su interior, que vibraba de deseo, de placer y odio por haberla dejado así, a punto de acabar.
Pero, de nuevo, el cuerpo de su hombre se resistió a complacerla. Entonces ella, realizando un gran esfuerzo, separo sus labios para reclamarle.
-Me haces sufrir.
-Es lo último que querría, mi preciosa.
Era tan difícil resistirse para Sesshomaru. Ella siempre seria su perdición, aunque ella no supiera, pues las palabras tiernas no eran lo suyo y jamás le había confesado que no podría volver a iniciar una vida sin ella desde que ella osara introducirse en su mundo sin avisar, sin advertencia de que pondría su vida al revés por tratarse de una persona tan diferente a él, pero su mundo era tan perfecto ahora porque ella forma parte de él. La misma que ahora lo miraba de forma suplicante y formando un puchero con esos labios tan apetecibles.
-Solo te aprovechas de…-
Ya no pudo continuar con su elaborado discurso de reclamo porque de nuevo él la había hecho callar con uno de esos besos tan apasionados, cargado de deseo y hambre del otro.
Aprovechando ese momento de trance para unirse de nuevo a ella y aumentar el placer de los dos, provocando un gemido simultaneo de ambos. Porque tendrían que ser tan dependientes el uno del otro. No la soltaría jamás. Se lo demostraba en su abrazo posesivo sobre sus caderas, apretando su cuerpo sobre ella, sumergiéndose en ese mar de sensaciones que era su interior alargando ese momento culminante donde perdían la noción de todo, se entregaban a solo sentir placer uno por el otro.
Rin no podía sujetarse más que de la propia piel de la espalda de ese hombre que no le permitía respirar de la forma adecuada apretando sus labios sobre ella como si quisiera devorarla allí mismo, no le importaría mucho a ella que lo hiciera. La penetraba con tanta fuerza, casi de manera animal, golpeando sus caderas en cada envestida. Ella sentía un cumulo de sensaciones en su vientre, se juntaban allí donde ella sentía el miembro de Sesshomaru dentro de ella, donde se abría paso a su interior, cuando primero acariciaba su piel tan sensible al primer tacto y luego empujaba con fuerza para que esta se abriera para recibirlo, solo a él.
Si supiera el que solo él ha sido el que siempre la incitaba a provocarlo, porque el la llama con esos ojos dorados tan brillantes, la atrae con ese cuerpo tan perfecto y la hace adicta a él con esos labios tan suaves. No pueden culparla de nada.
-Rin...me quemas.
-Ahora...seré yo...la culpable-otro gemido interrumpía su protesta.
-Me has hechizado.
Los ojos le brillaron al decir aquello. Ella comprendía que se trataba de un hechizo difícil de deshacer, pues ella sufría del mismo embrujo causado por él.
Sesshomaru apretó aún más su agarre sobre la cintura de ella y se irguió con ella en brazos quedando sentado debajo de ella que a horcajadas sobre el siguió moviendo su cuerpo para terminar con la tortura que sentía palpitar en su centro y el miembro que sentía hincharse más dentro suyo. Arrojo su cabeza hacia atrás como abandonándose ante la perdición y dejando sus senos ante su mayor admirador para que se sirviera de ellos.
No podría describir lo que sentía, estaba perdiendo la poca cordura que le quedaba con ella apretándolo en su interior, y la hermosa visión de esos apetecibles y benditos senos que se encontraban apresados entre sus labios, y el rostro contraído de placer de aquella mujer, SU mujer.
"Mía"
Solo deseaba derramarse dentro de ella y marcarla, que no lo olvidara jamás y no se pudiera apartar de su lado ni siquiera algunas horas.
-¡Mírame!-Demando con la vos ronca.-Mírame...a los ojos. Quiero ver...cuando...termines. Voy a...terminar dentro de ti.
Un gemido surgió de la garganta de Rin. Eso se escuchó tan increíblemente caliente. Se aferró de sus hombros y lo observo a los ojos mientras el la sujetaba de su cadera con una mano y con la otra se sostenía de un muslo para alzarla hasta que casi salía de ella y la dejada caer sobre el de nuevo. Un par de embestidas más fueron suficientes para que sintieran sus vientres tensarse.
Sesshomaru sintió su miembro ser absorbido por las contracciones del interior tan suave y caliente de Rin, y perdió el control de su cuerpo. Se derramo dentro de ella soltando su nombre en un susurro y se dejó caer sobre su cuerpo, cubriéndolo con el suyo propio. Se quedaron tendidos inmóviles mientras sentían aun el palpito de las intimidades de cada uno, intentando recuperar la calma en sus respiraciones. El escondió su rostro en el cuello de ella que lo recibió abrazando su espalda y acariciando sus largos cabellos blancos.
Un suspiro y una mordida en su cuello la hiso sonreír antes de abrir los ojos. Estaba tan cómoda.
-Aún no hemos terminado.
-¿No?-contesto risueña.
-Me debes el día de ayer.
-¿Entonces me aras pagar?-Pregunto en un tono tímido.
Ante la sonrisa tan sexi de Sesshomaru, solo pudo estremecerse. Este susurro en su oído.
-Conocerás el éxtasis.
(... ...)
Un rayo de sol en su rostro le hiso despertar de un sueño tan erótico y delicioso, siempre con la misma protagonista.
"Me has hechizado"
Recordó haberle dicho y comprendió que todo aquello era más que un simple hechizo. La amaba. Todo era tan claro ahora. Sintió un inmenso deseo de abrazarla y de decepción al no encontrarla en su misma cama, entre sus brazos, desnuda. Su seño se frunció y se levantó a vestirse para satisfacer su deseo de apretarla contra sí.
Mientras bajaba las escaleras escucho risas en el comedor y observo su reloj en su muñeca derecha para comprobar que aún era tiempo de desayuno. Ingreso al comedor y su seño se frunció aún más al descubrir a su padre y "adorable" hermano pequeño sentados a ambos lados de Rin.
-Buenos días-no se interesó en disimular su tono osco al saludar.
La única silla vacía estaba a un lado de Jacken y frente a su aún más "adorable" cuñada. Aunque, recordando que ella fue quien lo enviase a su antigua habitación la noche anterior, ella era definitivamente más adorable que su hermano.
Kagome lo observo y le dedico una sonrisa enigmática. Seguramente acababa de pensar lo mismo que él.
-¿Pasaste una buena noche Sesshomaru?-pregunto su madrastra, dedicándole una dulce sonrisa que el no vio por estar concentrado en mirar como su padre tomada la mano de SU Rin.
-Ni te imaginas.-contesto con los dientes apretados. Ahora Inuyasha se acercaba al rostro de ella para susurrarle algo que no pudo escuchar. ¿Acaso Kagome estaba ciega? Su marido estaba a su lado, susurrándole a una hermosa joven vaya a saber quién que cosas, y ella ni siquiera lo ponía en su lugar. Los ojos de Sesshomaru se abrieron aún más al ver como ambos hombres de su familia tomaban entre sus dedos los delicados cabellos de ella. Era el colmo.
-¡Suficiente!-exclamo poniéndose en pie.-Jacken, levántate.
-¿Qué?-todos lo observaban con rostros sorprendidos, excepto Kagome que mordía tranquilamente una tostada con dulce sobre ella.
Sesshomaru no se molestó en contestar, rodeo la mesa, y movió la silla de Rin para que esta se levantara, tomo su mano y la llevo con el deteniéndose ante Jacken esperando que se levantara de su asiento. Este lo hiso al comprender, por el rostro de su jefe, que no estaba de humor. Se vio obligado a incorporarse de la mesa. Claro que con su café en mano y fue a sentarse entre Inuyasha e InuTaisho. Una vez todos sentados de nuevo, el padre de la familia rompió en risas.
-¡Hijo, no seas tan celoso!-Logro pronunciar. Realmente le encantaba hacer enfadar a su primogénito. Quien lo fulmino con una mirada al oírlo.
-No eres su dueño, Sesshomaru. Ella no es un objeto.-Comento Inuyasha.
Su hermano endureció la mirada al escucharlo, pero la suavizo al responder, diciendo como si fuera lo más obvio de todo;
-No. Es mi esposa.
