Disclaimer: Nada del potterverso me pertenece, todo es de J.K Rowling.
Este fic participa en el reto temático de septiembre "Cartas de Hogwarts" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black".
¿ES QUE NADIE PIENSA EN NOSOTRAS?
Todos los años junto a mis hermanas, éramos manoseadas, pinchadas con algo afilado y dobladas.
Todos los años hacíamos el mismo viaje con el mismo objetivo. Cada una de nosotras siendo abusadas y rotas, sin compasión.
Todos los años era la misma historia. Sin que nadie reparase en que podíamos sentir todo lo que nos hacían. Sin que nadie pensase mínimamente en el daño que nos podían estar haciendo.
Todos los años veíamos como el director del colegio se dedicaba a ver cómo escribían sobre nosotras, sin mostrar culpabilidad en el rostro por la tortura que llevaba a cabo.
Todos los años nos metían a la fuerza en la pata de una lechuza y dejaban que volásemos, a la intemperie, con el frío de septiembre calando hasta nuestros nervios –porque sí, teníamos nervios- sin nada más que otro familiar cubriéndonos.
Todos los años daba igual que lloviera, tronara o nevase, debíamos llegar puntuales a nuestro destino.
Todos los años mocosos rompían nuestra ropa sin misericordia y nos violaban, abriéndonos sin consentimiento, para ver lo que guardábamos en nuestro interior.
Todos los años intentábamos oponernos, intentar buscar otro devenir para nuestros hijos, pero daba igual cuantas veces nos arrugáramos o evitásemos que la tinta calara en nuestra piel, terminaban por doblegarnos, aunque nos resistiéramos con todas nuestras fuerzas.
Todos los años escuchábamos los llantos de los pequeños, que no sabían qué les ocurría y por qué estaban allí, por qué partes de su cuerpo habían sido mutiladas.
Todos los años éramos taladas, procesadas hasta que eliminaban todo aquello que no necesitaban, y nos convertíamos en una superficie fina sobre la que poder escribir.
Todos los años teníamos que someternos a los cánones de belleza de la sociedad, debíamos ser finas y blancas, sin una sola mancha.
Todos los años escuchábamos a nuestras pequeñas hijas admirar la delgadez que ellas pronto experimentarían.
Todos los años nos imponían un destino que ninguna de nosotras queríamos aceptar, pero que no podíamos evitar.
Todos los años abandonábamos nuestro hogar, siendo mutiladas, e íbamos a parar a un lugar desconocido donde nos convertían en lo que necesitaban.
Todos los años dejábamos de escuchar el canto de los pájaros y de sentir la humedad de la tierra, para ser amontonadas unas con otras, esperando a que nos escriban.
Todos los años esperábamos el momento en el que volviéramos a salir al exterior con ilusión y miedo. Ilusión porque volveríamos a sentir el canto de las estrellas. Miedo porque eso significaba en muchos casos nuestra muerte.
Todos los años un nombre nos era asignado, y él era nuestro objetivo.
Todos los años nadie nos agradecía nada.
Todos los años nos enfrentábamos cara a cara con la muerte, algunas lograban sortearla y eran relegadas a un cajón como recuerdo, marchitándose poco a poco.
Pero otras, todos los años, morían consumidas por las brasas de la chimenea mientras el niño que cometía el asesinato celebraba su admisión en el colegio. Y sus risas eran lo último que escuchábamos mientras ardíamos.
FIN
Nota de la autora: 500 palabras justas. Me ha costado que cuadraran, pero quería hacer algo cortito, impactante (no creo que lograra esto) y que quedara en un número de palabras redondo. Espero que os guste. ¡Nos leemos!
