El título es una canción de Nujabes (DEP)
Disclaimer: Los personajes de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto.
Hikari
-Luz-
Mientras Konoha dormía una sombra sigilosa de adentraba en la villa sin ser vista ni oída por algún transeúnte trasnochador.
No tenía prisa por llegar a su destino, pero aún así no podía evitar correr como si la vida le fuera en ello. Porque inconscientemente quería llegar cuanto antes, aunque no quisiera admitirlo.
Desde que se marchó de Konoha no había ido a verlo por su aniversario, pero ese día se había sentido más melancólico, más solo y más abandonado que nunca. Esa mañana se levantó con desgana y algo triste, notaba como un vacío en su pecho y no sabía el por qué. No era la primera vez que le pasaba -ni sería la última- , pero ahora era algo distinto; más notorio y más difícil de ignorar. Fue cuando Deidara hizo un comentario sobre Naruto y su bijuu que la respuesta le golpeó de frente y sin avisar: lo necesitaba a él, a Minato.
Por eso se apresuraba prácticamente descuidando cualquier precaución. No podría verlo, pero con sólo saber que estaba allí sabía que eso lo aliviaría aunque fuera un poco.
El rubio y él nunca habían cruzado más de dos frases, pero el moreno siempre había sentido algo por el Yondaime; primero admiración y luego amor. Itachi lo amó en silencio y lo vio morir en silencio, porque no tuvo el valor suficiente para decirle lo que sentía, ni tampoco lo tuvo para interceder ante la locura que Minato estaba a punto de cometer y que acabó con su vida.
Por fin llegó a la piedra que pretendía representar a los caídos en batalla, pero que para Itachi no era más que un pedrusco poco digno para Minato. Lentamente se acercó a ella y por primera vez la miró con algo de temor y respeto.
Y como si tuviera delante al rubio empezó a contarle todo lo que le había sucedido desde que se fuera de la villa, sus miedos, sus sueños, su desagrado hacía sus compañeros... Las palabras salían sin control e Itachi iba soltándolo todo y liberándose. No se avergonzaba por ese arranque de oratoria improvisado, es más, lo agradecía. Ahora más que nunca se sentía cerca de Minato, como si abriéndole su alma se hubiera creado algún tipo de conexión entre los dos. Y podía sentirlo allí, a su lado, dándole el apoyo que jamás nadie le dio y nadie le daría.
Cuando terminó le pidió perdón por haberlo dejado solo durante tantos años. Pero tenía que entenderlo, ahora era un criminal y no podía ir a visitarle como le hubiera gustado.
Itachi suspiró y vio unas flores que crecían cerca. Se acercó a ellas y arrancó unas pocas para luego dejarlas delante de la piedra. Empezaba a amanecer, debía irse antes de que lo descubrieran. Miró por última vez el monumento y se marchó tal y como había llegado; en silencio.
Y mientras corría de vuelta a la cueva con los demás, se dio cuenta de que Minato era su luz, y mientras esa luz estuviera viva en su corazón tendría una pequeña esperanza de no caer completamente en la oscuridad.
