Hola chicas. Aquí estamos de nuevo con otro fic francés. Su título es Protection rapproché y si autora es MissLow, la misma de Operación True Love. Se trata de un fic AU de temática que se acerca a la policiaca. Espero que os guste.
Gran susto
Érase una vez, en la bella ciudad de San Francisco, durante una noche ya avanzada, y con un viento suave y ligero, fiel al verano que sus habitantes esperaban, donde el silencio y la calma eran los dueños de ese barrio residencial, probablemente el más distinguido en cuanto a aglomeración, que lo improbable se produjo.
Un hombre, completamente vestido de negro, con un pasamontañas del mismo color cubriéndole el rostro, se introdujo, como una anguila, silenciosamente, en la inmensa mansión que era su objetivo. Subió las escaleras, pasó por delante de una puerta y se detuvo. La abrió sin hacer ruido, pasó su cabeza, inspeccionó el sitio con la mirada, sacó la cabeza y volvió a cerrar la puerta.
Buscando, visiblemente, algo en concreto, continuó su camino, y abrió todas las puertas que se le presentaron hasta llegar a LA habitación que buscaba. Entró en ella, redoblando esfuerzos por hacer el menor ruido posible, avanzó hasta la gran cama que solo estaba a algunos metros de él, la rodeó y se colocó a 30 centímetros de ella.
«Nada mal…» pensó. Se quedó observando a esa mujer que dormía apaciblemente, soñando sin duda, a continuación elevó lentamente una mano hacia su dirección. Le apartó un mechón de cabello que ocultaba un poco su rostro y se lo puso tras la oreja. Ella era aún más bella, la luna que iluminaba con sus escasa luz la habitación, le proporcionaba una tez perfecta.
«Y además adoro a las morenas…» se puso a acariciarle la mejilla lentamente para despertarla. Y al cabo de algunos segundos, la morena comenzó a protestar, a mover ligeramente su rostro, después, llevó una mano a su mejilla como para espantar a un mosquito que la estuviera molestando en su sueño…
Y entonces, ella la sintió. Esa mano que la acariciaba. Y como un clic, abrió los ojos, totalmente despierta y en pánico, quiso gritar al divisar a ese hombre que estaba de pie, a su lado, pero no pudo porque él colocó su otra mano en su boca, ahogando sus gritos.
«Shuuuttt…no sirve de nada…No voy a hacerte daño…Solo deseo que nos divirtamos los dos…»
Pasó una de sus piernas por encima del cuerpo echado en la cama y se inclinó para besar su clavícula.
«Adoro los picardías…puedo quitarlos en nada de tiempo…» dijo él agarrando el tejido a la altura de los muslos de la morena.
La joven intentó luchar mientras continuaba gritando, pero nada resultaba, el hombre era definitivamente más fuerte que ella. Él se enderezó y clavó su mirada en los ojos aterrorizados de su víctima.
«Cuanto más luches, más tiempo me tomaré…además, estoy seguro que te va a encantar…»
Las lágrimas aparecían en sus ojos, impotente, ella no podía hacer nada. Y cuando ya creía que toda esperanza se había evaporado, tuvo una idea.
Dejó de moverse y de gritar contra la palma de la mano de su agresor. Inerte, miraba el techo. El hombre, intrigado, se enderezó. Preguntándose que ocurría, colocó su oreja sobre el generoso pecho de la morena para comprobar si tenía pulso, entonces, sintió un peso caer sobre la parte posterior de su cráneo, rodó sobre la cama, y quiso incorporarse para agarrar a la mujer que, sin duda alguna, era la responsable de ese golpe. Y cuando se iba a lanzar sobre ella, esta le vació un frasco de desodorante sobre la cara. Los ojos le quemaban, le era imposible ver nada. La morena aprovechó para salir corriendo a refugiarse al cuarto de baño que estaba a tres metros detrás de su agresor. Cuando escuchó el cerrojo de la puerta, él se dio la vuelta, confiando en su oído, caminó hacia allí, intentó abrirla, en vano. La puerta estaba trancada. Retrocedió un poco, alzo su pierna y derrumbó la puerta con un estruendo terrible, la morena emitió un grito de pavor, lo que la guio hasta ella. Consiguió agarrarla por la muñeca, mientras iba recuperando poco a poco la vista.
«Me las vas a pagar, pedazo de…»
Él alzó su rostro y vio, en lo borroso, que un objeto se acercaba a toda velocidad hacia su cara. La morena había cogido la primera "arma" que encontró a mano, un secador de pelo, y se había abalanzado sobre el hombre para que la soltara.
Con golpes bastante precisos, la morena dejó K.O al hombre, que cayó al suelo de la estancia.
Con el corazón desbocado, sus ideas se mezclaban en su cabeza, ¿qué hacer? ¿Qué hacer? Entonces escuchó pequeños pasos en el pasillo, y comenzó a temblar al imaginarse que ese hombre no pudiera estar solo.
«¿Mamá?»
Aliviada de que se tratase de un pequeño, se dio prisa en salir de la habitación, cogió a su hijo en brazos y lo apretó con todo su amor.
«Oh, Henry, ¿no te ha pasado nada?» dijo ella con voz temblorosa
«No, ¿qué pasa, mamá?» preguntó a su vez asustado, comprendiendo que algo pasaba.
«Ven, vamos a hacer una llamada»
Ella lo cogió en brazos, y bajó las escaleras, se dirigió a su estudio y cerró la puerta con doble vuelta de llave, dejó a su hijo en el sillón y se encaminó hacia el teléfono. Lo tomó, tecleó y se lo llevó a su oído, se dio la vuelta hacia su hijo que se agarraba a su cintura hundiendo su rostro en su abdomen mientras una voz se escuchaba al otro lado de la línea.
«Oficina de la Policía Federal de San Francisco, ¿en qué puedo ayudarle? »
«¡Sí, señora! ¡Ayúdeme, por favor!»
«Muy bien, señora, cálmese, dígame su nombre y lo que ocurre» respondió la mujer para tranquilizarla.
La morena puso una mano en la oreja de su hijo para que no la escuchara.
«Soy Regina Mills, un hombre ha entrado en mi casa, he logrado escapar de él, está en la planta de arriba, inconsciente»
«Muy bien, señora, deme su dirección, le envío una patrulla »
«108, Mifflin Street»
«Muy bien, no se vaya»
La morena esperó unos segundos, después escuchó de nuevo a la otra mujer al teléfono.
«Señora, una patrulla está por su zona y debería llegar en pocos minutos. ¿Está usted sola?»
«No, estoy con mi hijo de ocho años que está a mi lado»
«¿Algún otro miembro de la familia se encuentra en la casa?»
«No, solo somos nosotros dos»
«¿Dónde se encuentra?»
«En mi despacho»
«¿Tiene la puerta cerrada con doble llave?»
«Sí»
«¿Hay algún modo de bloquear la puerta? ¿Una silla, un mueble…cualquier cosa?»
«Sí, tengo una cómoda que podría funcionar»
«Entonces, vaya a bloquearla y espere la llegada de mis compañeros. Ellos llamaron a su puerta y se identificarán para que usted sepa que son ellos. ¿De acuerdo?»
«Muy bien. Gracias»
Colgó, corrió hacia el pequeño mueble y, como pudo, lo movió para colocarlo delante de la puerta.
Volvió al lado de su hijo, lo tomó en sus brazos y se sentó en su mesa, comenzó a acunar al pequeño para tranquilizarlo y que perdiera el miedo.
Algunos minutos más tarde, escuchó las sirenas de la policía, los coches se detuvieron delante de su casa, a través de la ventana del despacho vio cómo los faros iluminaban el césped que había fuera de la casa. Escuchó pasos silenciosos aventurarse en el interior de su casa, subir las escaleras, y algunos segundos más tarde, volver a bajar.
«¿Señora Mills? Policía Federal, está a salvo, puede abrir»
La morena puso de pie a su hijo, después se levantó y se dirigió a la puerta. Movió el mueble otra vez, y la abrió.
«¿Está herida?»
Cegada por la linterna que el funcionario apuntaba en su dirección, colocó su mano delante de su rostro para proteger su vista y movió negativamente la cabeza.
«No, estoy bien…»
Notó cómo su hijo se agarraba a su camisón desde atrás. Puso una mano sobre su cabeza para que él se adelantara un poco, y lo cogió en brazos.
«¿Y su hijo?» preguntó de nuevo el policía
«Tampoco tiene nada»
«Bien, el hombre ha desaparecido, pero hemos confirmado las señales de lucha, ¿quiere hacer una denuncia?»
«Sí»
«En ese caso, le voy a pedir que nos acompañe a comisaría para que allí haga el parte»
«Muy bien. ¿Me permite que me cambie?»
«Sí, por supuesto» respondió con educada sonrisa
El hombre retrocedió para dejarlos pasar, después ella se dirigió hacia los escalones de madera que llevaban a la planta de arriba.
Después de haber vestido a su hijo y ella misma, bajaron y se dirigieron a la entrada. Hizo comprender a los agentes que prefería llevar su coche y seguirlos, y estos no vieron objeción alguna.
Al llegar a comisaría, los dos agentes los condujeron hacia un despacho y les pidieron que se sentaran. La morena así lo hizo, y subió a su hijo en su regazo, y este se pegó a ella.
«Mi compañero no tardará…»
«Bien, gracias»
Echó un vistazo a la estancia y vio a un hombre de unos treinta años avanzar hacia ellos.
«Señora Mills, buenas noches. Soy el inspector Graham» dijo él extendiéndole su mano que ella estrechó brevemente «¿Desea un café antes de comenzar? ¿O un refresco para su hijo?»
«Sí, un café estaría muy bien. Y para mi hijo, mejor un vaso de agua. Gracias»
El hombre asintió y salió de la estancia, a la que regresó varios minutos después. Colocó los dos vasos sobre el escritorio, dio la vuelta y se sentó en su silla.
«Bien, tiene toda mi atención»
Ella se enderezó, hizo beber a su hijo, y volvió a poner el vaso de agua sobre la mesa.
«Henry, ve a preguntarle a un policía si puede decirte dónde se encuentra la máquina de agua, ¿de acuerdo, cariño?»
El pequeño no se hizo de rogar, obedeció a su madre y salió del despacho. La morena centró su atención en el inspector y le narró los acontecimientos que se habían producido hacía una hora escasa.
El policía transcribió los hechos en su ordenador, mientras iba haciendo sus preguntas, de la forma más profesional, a la mujer que se encontraba delante de él. Cuando hubieron acabado, imprimió la denuncia e hizo que la morena la firmara.
«Bien. Señora Alcaldesa, no le voy a ocultar que no tengo ninguna prueba, y que me es imposible establecer el perfil del sospechoso. Sin embargo, por su seguridad y la de su hijo, puedo pedirle a dos agentes que vigilen su casa. Y si su agresor vuelve a aparecer, porque siempre vuelven sobre sus pasos, sobre todo cuando no…han obtenido lo que querían, podremos pillarlo con las manos en la masa y ponerlo tras los barrotes. ¿Qué me dice?»
«Sí, acepto. Gracias»
«Muy bien, en ese caso, voy a hacer que los acompañen, y dos agentes permanecerán cerca de su casa, no tenga miedo, nosotros estaremos ahí»
«Gracias, inspector Graham»
Ella se levantó y tendió su mano que él estrechó de nuevo antes de invitarla a salir de su despacho. Cogió a su hijo en brazos y se dirigió hacia la salida mientras el inspector pedía a dos agentes que la siguieran y la acompañaran a su casa.
Al día siguiente por la mañana, Regina Mills se dirigió a la escuela de su hijo, lo dejó allí y a continuación se encaminó hacia el coche de policía que se había detenido a algunos metros. Les pidió que vigilaran a su hijo antes de seguirla a ella, después siguió su camino hasta su lugar de trabajo.
Una vez llegó, se encaminó hacia su despacho privado, seguida de su asistente que le llevó su café como cada mañana.
«Ruby, cierre la puerta, por favor»
«Sí, señora»
La joven así lo hizo mientras su jefa se sentaba en su sitio, los codos apoyados en la mesa de madera, y utilizando sus manos como apoyo para su mentón.
«Ruby, voy a pedirle una cosa bastante especial y le pediría la mayor discreción posible»
«Por supuesto, señora»
«Necesito que me encuentre la mejor agencia de guardaespaldas de San Francisco, que contacte con ellos y que me manden a su mejor agente»
«Bien, señora»
«Ahora puede retirarse. Nos vemos en una hora para la reunión sobre los presupuestos, cuento con usted para que en ese momento me dé resultados»
«Entendido, señora»
La secretaria salió del despacho y cerró la puerta tras ella, dejando a la morena, más mal que bien, hundirse en su trabajo.
Llegada la hora de la reunión, la morena se dirigió hacia la sala prevista a tal efecto y se sentó en la cabecera mientras sus consejeros y suplentes ya estaban ahí.
«Señora Alcaldesa» dijeron todos cuando ella les hizo una señal con la cabeza para saludarlos a todos
«Bien, comencemos. O'Bryan»
Un hombre se levantó, y se dirigió hacia la pared frente a la morena, al otro lado de la mesa, y comenzó a exponer su plan sobre la reducción de producción de bolsas de plástico en los supermercados.
Todos estaban prestando atención a su alocución cuando Ruby, la secretaria, entró discretamente en la sala, se posicionó detrás de su jefa, se inclinó hacia ella para decirle al oído que al finalizar la jornada tenía una reunión con un agente de seguridad personal, como había pedido. La morena no respondió, sino que continuó con la reunión.
Al cabo de cuatro horas, la reunión se suspendió para que todos pudieran ir a comer, y seguirían media hora más tarde hasta alrededor de las 15:45. Una vez acabada la reunión, la Alcaldesa se dirigió a su despacho y su secretaria le señaló que su cita ya estaba ahí.
Cuando entró, se sorprendió al ver a una rubia sentada en una de las sillas delante de su escritorio. Cuando la joven en cuestión escuchó que alguien había entrado, se puso de pie y avanzó hacia la morena para presentarse.
«Señora Mills, encantada. Emma Swan»
«¿Quién es usted?»
«Bueno, la guardaespaldas que usted ha pedido»
La morena la miró de pies a cabeza, con una ceja arqueada, después comenzó a caminar hacia su mesa.
«Creo que debe hacer un error»
«¿Perdón?»
«Había pedido ver al mejor. Y sin querer ofenderla…Miss Swan…» dijo ella escrutándola una vez más «…usted no parece ser lo que necesito»
«¿Es porque soy una mujer, verdad? Tiene miedo por su seguridad, y contrariamente a lo que pueda pensar, YO soy la mejor. No se lo tome a mal Señora Mills, pero valgo más de lo que usted cree»
«¿Ah sí, de verdad?»
«Sí. Es más, le he traído un informe detallado de mis éxitos pasados. Échele un vistazo» dijo ella señalando con la mirada el dossier dejado sobre la mesa
La morena se sentó en su silla, tomó el dossier en las manos y lo ojeó.
«¿Ha estado en el ejército?»
«Tres años, señora»
«Sin embargo, no tiene pinta de soldado…»
«Y usted, por lo que parece, tiene muchos preconceptos sobre mí»
La morena no contestó y volvió a hundir la nariz en el informe, y leyó las pocas líneas que explicaban el pasado profesional de la rubia que aún estaba de pie frente a ella. Algunos minutos más tarde, cerró el informe y lo dejó sobre la mesa.
«Bien, tome asiento» dijo ella señalando con su mano una silla para que la rubia se sentara «Debo confesar que su recorrido la honra, Miss Swan»
«Se lo agradezco»
«Sin embargo, no sé si estará a la altura de lo que espero de usted»
«Diga y lo veremos»
«La pasada noche, un hombre entró en mi casa. No robó nada, sino que se dirigió directamente a mi habitación»
Al ver el rostro de la rubia descomponerse al imaginarse el calvario que podía haber sufrido la morena, esta continuó
«No tuvo tiempo…» dijo ella como si respondiera a las preguntas de su interlocutora. «Por fortuna, pude salir indemne. Yo, y mi hijo»
«Ha tenido suerte, sí, afortunadamente…»
«Sí, y es por eso que no puedo permitirme dormir una noche más sin protección»
«¿No tiene un sistema de alarma?»
«Por supuesto que sí…solo que, y no sé cómo, logró neutralizarlo»
«¿Entonces necesita que alguien los proteja cuando estén en casa?»
«Es eso»
«Bien, puedo hacerlo. Yo puedo protegerlos»
Ante la mirada determinada de la joven, la morena se dijo que podría darle una oportunidad.
«Bien, en ese caso, me gustaría que comenzara desde hoy»
«Muy bien. Estará allí a las 18:00»
«Perfecto. Su habitación estará lista»
La rubia creyó alucinar y la morena no comprendió su comportamiento
«¿Algún problema?»
«No, no, ninguno…solo que pensaba hacer mi trabajo desde mi coche»
«Escuche, dos agentes de policía vigilaron mi casa el resto de la noche, es decir, tres horas, y cuando me dirigí a ellos por la mañana, parecían totalmente cansados. No es eso lo que necesito. Si por casualidad se hubieran dejado dormir, no habrían podido intervenir. Así que me gustaría que se instalara en mi casa, así estaría más cómoda y sobre todo más cerca si…»
La rubia pareció reflexionar algunos segundos, después se enderezó
«Muy bien»
«¿Acepta? Bien, esta es mi dirección» dijo ella mientras escribía en un trozo de papel que extendió después a la rubia «Nos vemos entonces a las seis»
La rubia cogió el papel entre sus dedos, y asintió.
«Hasta esta tarde, señora alcaldesa»
«Hasta luego»
La rubia se despidió y salió del despacho de la morena. Se encaminó hacia su coche para llegar a casa y coger algunas cosas.
