Notas:
Dedicado a Damu por su cumpleaños.
Drabbles ABO
Disclaimer:
Katekyo Hitman Reborn! no me pertenece.
Gokudera no era un omega normal y eso no era algo que podía decir cualquiera. No cuando su biología no podía determinarse a primera vista. Omegas sumisos, dulces, amables, escondidos bajo un estereotipo para jugar su propio juego, escabullirse tras puertas, sentarse en faldas ajenas, besar y tomar lo que deseaban y Yamamoto lo sabía bien, con omegas en los camarines, sentándose en sus piernas sin ropa interior, con sonrisas de papel, con el aliento sobre su rostro impregnado en hormonas.
Un mundo donde la biología clamaba poder, cada quien armaba un rol y si se le permitía, se tomaba lo que se deseaba. Yacer bajo alfas era lo que la biología Omega pedía ¿Por qué no dárselo? Y se armaba el juego de dar y recibir entre omegas y alfas, cuya biología pedía aparear como un animal, cada quien tomaba el juego bajo sus propias reglas. No era obligación seguir la naturaleza, simplemente nacía. Omegas siendo omegas, rindiéndose a sus instintos y siguiendo con sus vidas. No podía juzgarse bajo techo de vidrio.
Para Yamamoto, Gokudera era especial, oculto bajo el aroma a humo, pólvora y colonia —sin intención, solo por coincidencia—, yacía su biología omega en un omega que no lo aparentaba siquiera, que no jugaba a ser dulce a pesar de que muy en el interior se ocultaba alguien capaz de dar su vida por quien le importaba.
La playa había sido su primera vez comprobando su esencia, bañada en sal de mar y sudor. Y la verdad le había golpeado como una explosión, no por shock, más bien por sorpresa. Gokudera era un omega peculiar, como su aroma, ese que se obtiene tras una ventana abierta en medio de una tormenta salvaje, ruidosa y peligrosamente hermosa; de esas donde hasta la calmada lluvia, cedía a los impulsos y no se despegaba, hasta que tormenta y lluvia eran uno.
Con una simple mente como la suya había logrado entender la vida del peliplata, por eso seguía a su lado.
Con una mente simple como la suya había aprendido que contra la biología era mejor no pelear. Con una mente simple como la suya había entendido en un segundo lo que significaba que Gokudera tuviera el olor de otra persona encima. Biología antes que el racionamiento.
Así que con una mente simple como la suya no había entendido porque de su boca salían las palabras "Hueles a Tsuna" de forma tan hiriente. No había logrado entender su propia conducta en ese momento, ahí ante la puerta de su amigo, con un Gokudera cubierto en sudor y aroma a otro chico, pero si había logrado comprender en el instante que la furia que creía merecer no había estallado en su cara y en vez de eso había recibido de respuesta las esmeraldas mas grandes y asustadas que hubiera visto en su vida, con labios apretados tan finos como una línea. Gokudera tenía el derecho a hacer lo que quisiera y aun así estaba ahí, desprendiendo decepción sobre si mismo como si se tratara de una nueva colonia. El peliplata había callado sus propios instintos a favor de una admiración ardiente al dueño de la casa que huía como si no pasara nada, como si su cuerpo no quemara de pies a cabeza, como si su cerebro no le hubiera gritado desenfrenadamente que usara al alfa que tanto cariño y lealtad profesaba para callar su deseo, como si su cuerpo no temblara desesperadamente ¿Cómo no oler a su amigo? cuando de seguro Tsuna le había preguntado qué le sucedía, le había olido y había intentado ayudarle.
En ese segundo, cualquiera habría confundido las lágrimas y los débiles sollozos producto de un inesperado celo. El podía distinguir el dolor por una traición. Aquel día la biología había traicionado no solo al omega, lo supo en cuanto el "lo siento" se le escapaba en un susurro.
Gokudera no era como cualquier otro omega, su aroma no era dulce, ni lo mostraba ser. Cualquier otro omega habría aprovechado lo que tenia, un celo imprevisto, un alfa disponible y cero remordimientos. En lugar de eso, el simplemente había callado.
Su primera vez había sido entre sabanas blancas, bajo el sol de la tarde, entre lágrimas, lágrimas, lágrimas…Yamamoto solo lograba recordar un cuello pálido decorado en sudor y una tormenta tropical inundando su habitación.
Su primera vez no había sido la última.
Con una mente simple como la suya, no había entendido aquel día hasta el futuro, cuando esa vez era duro por las razones correctas, cuando esa vez no podía permitirse perder a ese lobo solitario y no por razones egoístas. Tras aquella batalla recordaba perfectamente haber pensado "No quiero que huelas a nadie más, solo a mi".
Tras haber visto una verdad dicha por alguien tan oscuro como la mafia misma que quizás no le permitiría sonreír más, su verdad parecía fácilmente confesable. Para alguien que siguió sonriendo, protegiendo y amando luego de un camino difícil de tomar, su verdad le hacia ver como un cobarde.
"¿Puedes ser mío, Gokudera?"
"Quién sabe, idiota…"
Gokudera del futuro, Tsuna le había dicho con una sonrisa una vez, olía a pólvora, colonia, humo…y a lluvia de verano.
