¡ACLARO PARA TODO AQUEL AL QUE NO LE GUSTA EL SLASH, PORN, Y TODO ESE TIPO DE TRAVESURAS XD, O SI SE IMPRESIONA CON FACILIDAD Y SE METE AQUI POR ACCIDENTE O CURIOSIDAD, ESTE TEXTO NO ES LO QUE ESTA BUSCANDO! Corresponderia tal vez un M, pero le puse K para que apareciera a la vista de todo aquel que quiera leerlo. ¡ASI QUE ESTAN AVISADOS!
Muchas gracias por las reviews que tuvo The Pretenders. Me pone muy feliz que les haya gustado, asi que para todo aquel que quiera leer mas de estos dos, aqui les traigo algo! Especialmente a Aly22, espero que te guste ;)
Fue el primer fic que escribi de ellos, asi que sepan disculpar, algun error, u horror, o desperfecto. Mmmhh, aclaro que se situa en la cuarta temporada, episodio 24. En cuanto lo vi, mi mente se disparo para cualquier lado, ustedes entenderan :$, y surgio esto.
Espero que lo disfruten! :D Ahora sin mas a leer...
Part I.
Aun recuerdas como si hubiese sido ayer el dia que lo conociste. Te negabas rotundamente a pedirle a tu nuevo vecino, que resulto ser un sensual y carismático moreno, ningún tipo de favor. Odiabas deberle cosas a la gente, pero te encontrabas en una situación sumamente desesperada y la necesidad te urgía al modo tal de hacer incoherencias como aquella. Así que de pronto te viste golpeando la puerta del departamento "del nuevo", perfectamente alineado frente al tuyo, con una taza vacía que si los cálculos no salían mal, algo imposible en ti, pronto estaría llena de ese granuloso y cristalino endulzante que tu necesidad urgía con tanto ímpetu. Porque al final de cuentas, ¿que era para el Dr. Spencer Reid una buena taza de café sin azúcar en grandes cantidades para mantenerse despierto?
Te presentas tímidamente pero con esos aires de tener varios doctorados y él sonríe amable con simpleza, increíblemente encantador, presentándose como Derek Morgan. Un escalofrío te recorre la espina dorsal al oír su voz grave y sensual, mientras una sensación que desconoces te cosquillea en la parte baja del estomago. Atónito lo observas idiotizado, como si fuera una especie de Dios moreno y musculoso extremadamente sexy al que le haces una ofrenda, sin poder creer aun que te ha invitado a ingresar a su departamento siendo un completo desconocido, mientras carga la taza con azúcar que ya tiene bien organizada en la alacena. Cajas de mudanza te rodean y no puedes evitar echar un vistazo; por lo que ves a tu alrededor es muy organizado y ha sido policía en Chicago, pero no quieres hacerle un perfil, no a él. Sientes que es especial sin siquiera conocerlo. A pesar de ser un genio debes admitir que las emociones humanas te superan; hay algunas cosas que jamás comprenderás como por ejemplo eso, sentirlo especial siendo un completo desconocido. Hoy extrañamente tu mente está dispersa, no logras ser frio ni objetivo y sientes que la calidez del lugar te acoge de una manera extraña, familiar.
Se acerca a ti con ojos brillantes, profundos y una expresión curiosa en el rostro, como si disfrutara que observes el departamento y te lleves una buena impresión de él.
-Así que… Doctor- dice observándote fijamente, como si tu edad no fuera la correcta para tener un titulo de ese tipo, mientras te tiende la taza con una mueca divertida.
-Solo Reid. Llámame solo Reid, por favor- dices sintiendo un nudo en la garganta al oír la manera en que ha dicho la palabra "Doctor" y estiras la mano para tomar la taza llena de azúcar y en ese momento ocurre algo inesperado, algo maravilloso ya que sus dedos rozan suavemente, de manera casi imperceptible los tuyos y la sensación que sientes en el cuerpo es indescriptible sumada a la tremenda laguna mental que te provoca. Una descarga eléctrica y cálida al mismo tiempo te recorre el brazo, viaja por tu cuerpo y se muere en tu cerebro estimulando millones de neuronas; intentas no estremecerte pero te es imposible con semejante sensación sacude tu cuerpo y deja en estado de alerta tus sentidos. Pero para tu asombro descubres que a Derek Morgan no le fue ajeno tampoco ese mínimo roce ya que alzas la vista y te topas con la de él, igual de alerta y asombrada que la tuya. ¿Acaso él había sentido lo mismo?
-…Reid- repite con una sonrisa amplia luego de carraspear y sientes como de repente comienzas a sofocarte dentro de esas cuatro paredes que parecen cerrarse encima tuyo, sosteniendo con fuerza la taza para que no se derrame ni un solo preciado grano de azúcar por tus estúpidas manos temblorosas de puro manojo de nervios que eres. Te observa unos minutos en silencio y tú le correspondes la mirada de la misma manera, intentando descifrar que decía la suya. –Veo que es una taza bastante grande, debes consumir mucha azúcar- dice divertido mostrándote todos los dientes y crees que morirás frente a él de solo observarlo sonreír e hiperventilar como una adolescente.
-Si… bueno, es que…- comienzas balbuceando como un tonto, pero no sabes que contestar. Por primera vez en tu vida no eres capaz de responder una sabiondez como las que utilizas en el trabajo para dar estadísticas o datos; a él no deseas mostrarle ese lado, aunque te cueste un trabajo inhumano reprimirlo, no deseas impresionarlo de esa manera… porque sabes que en vez de hacer eso, lo asustaras. Te rindes ante esa contradicción que tu mente genera entre lo que eres y en ese momento realmente sientes, y bajas la vista a la taza colmada de tu necesidad primordial que dice que desaparezcas de allí de inmediato, para contestar finalmente: -Si, consumo mucha azúcar- como un autómata y cuando alzas la vista para observarlo asombrosamente para ti se te ha acercado en silencio, mirándote con una ojos intensos e interesados en ti, y te asusta, mucho. No por él, sino por las incoherencias que tu mente pueda formular y tu boca soltar inconscientemente. -Ehmm, yo debo…- dices perdiéndote en el escote en v de la remera azul y ajustada que lleva puesta el moreno marcando su aparente físico escultural. Tragas en seco con violencia, intentando reacomodar tus pensamientos antes de hablar. –Debo irme. Gracias por el azúcar, Morgan- dices apenas sonriendo, intentando no alzar la vista y desapareces de allí antes de que pueda detenerte o decir palabra alguna.
Está claro que no has pasado una noche tranquila ya que el nuevo vecino, invadiendo cada rincón de tu mente, no te ha permitido pegar un ojo en toda la noche; y lo peor de todo es que tanto JJ como Emily lo notan y no has hecho más que poner un pie en la oficina, que rápidamente comienza la indagatoria. La evitas lo mejor que puedes, avergonzándote por tu actitud infantil y agradeces como nunca a Hotch por aparecerse y citarlos a una reunión en la sala para un nuevo caso donde presentara al nuevo compañero, y como si el insomnio por pensar en cierto moreno no parece haber sido suficiente tortura, se aparece allí mismo con su caminar altanero y relajado, y una sonrisa tatuada en el rostro deslumbrando a todos los presentes. No crees en el destino, por supuesto que no; pero si por alguna casualidad debieras creer, pensarías que esto es obra suya, porque ahora no solo debes cruzártelo lo que suponías, según tus cálculos, escasas veces por el pasillo del edificio donde vivían, sino que le verías el rostro todos los benditos días. No sabes si agradecer tu suerte o maldecirla, porque realmente sientes una sensación extraña en tu cuerpo, una sensación que no comprendes; es como si un gran imán tirara de ti hacia él, cuando Derek Morgan posa su intensa y oscura mirada en ti.
Si te ha costado quitártelo de la cabeza y es por ello que no has dormido; ¿cómo demonios te controlaras si deberás verle la cara todos los días, tenerlo cerca, trabajar con él? Oh, vaya… Crees que tienes una respuesta cuando te saluda posando su mano en tu hombro apretándolo con suavidad, con cierta familiaridad… No te controlaras en absoluto porque lo quieres para ti, esa es tu respuesta final.
Tres años después de aquel primer encuentro, es increíble que sentado a horcajadas encima del moreno en el sillón de su casa, mientras lo besas con una intensa y desesperada pasión, lo recuerdes tan claro como el agua.
-¡Spence!- gime en tu boca ya que el constante roce que hacen tus caderas contra las suyas lo está volviendo loco, eso bien lo sabes pero no puedes detenerte. Ríes maliciosamente satisfecho mientras profundizas mucho más el beso y muerdes superficialmente sus exquisitos labios. Por alguna extraña y milagrosa razón se está dejando hacer, así que le sacas todo el jugo posible a la situación de "Macho Alfa Sumiso". No dejas de frotarte contra él que lo único que puede hacer es responder ferozmente al beso, tironeando con delicadeza tus cabellos entre sus dedos y pasar de acariciar tu torso semidesnudo a tomarte con una fuerza posesiva el trasero, a lo que es tu turno de ronronear en su boca por la sorpresa.
Luego de dos años de lucha, insinuaciones, celos, situaciones extremas en el trabajo y "descontrol" por tu parte, conseguiste que tu compañero se declarara ante ti, pero no fue el tipo de declaración que esperabas ya que no se mencionó nada de amor en las frases incoherentes y subidas de tono que te pronuncio aquel dia, mientras te besaba desesperado en la habitación del hotel donde se hospedaban por un caso, dejando en claro que quería mantenerlo en secreto, completamente sepultado entre ambos. Por lo tanto, los encuentros que tenían lugar la mayoría de las veces en su casa, entiéndase que luego del primer año en la BAU había comprado una casa lejos de tu departamento, eran del estilo "estoy caliente por ti, echémonos un polvo y luego cada uno a su casa". No había nada de amor en aquellos actos puramente carnales y pasionales que realizaban noche de por medio... O al menos eso era lo que creías.
Por lo tanto tus ideales de colegiala enamorada, acerca de un amor profundo, estable y duradero se habían esfumado durante el primer año de tenerlo como compañero de trabajo y vecino. Habías visto desfilar a un centenar de mujeres por el pasillo del piso de tu edificio que venían exclusivamente para cogerse al irresistible Derek Morgan, agente del FBI mientras él te aseguraba que era una fachada, que no significaban nada, pero tu sabias a la perfección que se trataba de su complejo "no puedo declararme aun y prefiero la bisexualidad por el momento". Ahora luego de tres años de esperar a que llegara el dia en el que te dijera "ya estoy seguro de lo que soy", te has insensibilizado, acostumbrándote a quitarle provecho a esos tremendos actos sexuales resignándote a no esperar un "Te amo" o tal vez un "eres importante para mí, no quiero pasar ni un dia mas lejos de ti", a cambio; solo te dedicas a disfrutar de la palpable química que hay entre sus cuerpos.
-¡Spencer… estas volviéndome loco!- jadea debajo de ti ya que tu trabajo se ha vuelto lento y martirizante para el moreno que suele resolver ese tipo de situaciones con prisa debido a la calentura y el deseo desesperado de estar dentro de ti. Vuelves a reír mientras dejas besos húmedos en su cuello y muerdes superficialmente el lóbulo de su oreja izquierda arrancándole un sonoro gemido. Ríes nuevamente y es en ese momento que él nota que lo haces intencionalmente, y es por eso que te toma con firmeza de la cintura y te tumba suavemente en el sofá invirtiendo las posiciones. Ahora es él el que está al mando y una sonrisa de satisfacción y travesura se dibuja en tu rostro ya que ves que está totalmente empalmado por lo que tu trabajo ha sido exitoso. Le acaricias el rostro con suavidad cuando se inclina sobre ti con ojos brillantes y luego tomas el borde inferior de su remera para despojarlo de ella lentamente mientras pones atención en que tus manos rocen todos y cada uno de sus abdominales, suavemente, de una manera lujuriosa y lo observas intensamente a lo que él responde acercándose para besarte con violencia, abriéndose paso a tus labios, recorriendo con su tibia e insistente lengua todos y cada uno de los rincones de tu boca.
Tu camisa yace en el suelo ya que él se ha encargado con un zarpazo de quitártela y de comenzar su labor dejando besos húmedos por tu torso desnudo mientras lame y acaricia tus pezones. Es tu turno de gemir por lo que lo haces en su oído mientras te remueves debajo suyo tomándolo de la nuca, tal y como le gusta a él que no hace otra cosa que intensificar su trabajo mientras busca con sus manos el acceso a tus pantalones, pero tú eres más rápido y cuelas una mano hábil y ansiosa en sus pantalones para llegar a su miembro erecto que esta febril y pide a gritos un poco de atención, y comenzar a masturbarlo lentamente. Un escalofrío descoloca su cuerpo que se estremece sobre el tuyo ante el inesperado y repentino contacto, tomándose con fuerza de los bordes del sillón mientras le es inevitable mover las caderas al compás de tu mano, follándola lentamente y gruñir de satisfacción. Sonríes idiotizado por la mueca de placer que se dibuja en su rostro mientras tiene los ojos fuertemente cerrados y te acercas para besarlo con ansiedad a lo que él responde de la misma manera gimiendo en tu boca por cada movimiento de tu mano. Su cuerpo se estremece nuevamente mientras arquea la espalda involuntariamente y sabes que se correrá en cuanto tu mano vaya a una velocidad más rápida, pero sucede algo que te impide ayudarlo a llegar, ya que el moreno en la inconsciencia o tal vez consciencia del momento, muy cerca de tus labios gime: -Dios… Spence… Cuanto… Te… Amo- dice y te paralizas en el instante mismo que lo sientes pronunciar esas palabras como si te hubiesen arrojado un balde de agua helada, mientras él te acaricia el rostro con dulzura. –…Te amo- dice desesperado siguiendo el solo la labor contra tu mano ya que te detienes y lo miras con ojos abiertos como platos, horrorizado. Quitas tu mano rápidamente, provocando que con ese movimiento y la leve presión que ejerces para poder quitarla de entre sus pantalones, se corra accidentalmente sobre el sillón ya que tú te escurres por debajo de él como el agua, tomas con un manotazo tu camisa del suelo y a la velocidad de la luz te la pones y te alejas lo más que puedes de aquel sillón desde donde el moreno no entiende lo que sucede. ¿Qué demonios acaba de suceder? No puede ser posible que hayas oído eso… que creíste haber oído… no pudo haber salido de sus labios… no de él… no en un momento como aquel…
-¿Chico, pero qué demonios…?- dice entre fastidiado y confundido con la respiración aun agitada, por haberlo dejado en medio de la faena solo, incorporándose mientras te busca con la mirada y te encuentra en el otro extremo de la habitación.
Tu mueca debe mostrar el terror y la perplejidad que sientes ya que los ojos brillantes e intensos de Derek, te observan fijamente confundidos. Intentas recapacitar, analizar con frialdad lo que ha ocurrido, hecho por hecho, palabra por palabra, no darle importancia pero simplemente no puedes; te habías hecho a una idea, no; el te había metido una idea en tu cabeza que con mucho dolor habías aceptado para no perderlo, porque claramente se ha transformado en alguien importante para ti, para tu vida y resulta que ahora te ha estampado una totalmente diferente en el medio de la cara en un momento de calentura. Parece darse cuenta lo que ha dicho por lo que se pone de pie, luego de acomodarse todo en su lugar y te mira con culpa, intentando acercarse, pero retrocedes lo más que puedes hacia la puerta, intentando adherirte a ella. Es lo único que puedes hacer porque tu brillante mente es incapaz de reaccionar para buscarle un sentido a todo eso.
-¿Qué ha sido eso?- sueltas atropelladamente sin pensar, como respuesta a sus movimientos con una mano en el picaporte, pero bien sabes que tu interior desea esperanzado que no se retracte, que se haga responsable de lo que dijo, que no fue solo por la calentura del momento, que él realmente lo siente, y que no tema porque es correspondido, pero:
-Spencer, lo siento- se disculpa, un peso se instala en tu estomago como si hubieras comido plomo y no puedes hacer más que pensar en cómo demonios salir de allí con la esperanza totalmente desecha. Comienzas a necesitar aire ya que sientes que te ahogas allí dentro. Te parece injusto, claro que sí. Él mismo había tenido el descaro en el momento de confesarse de decirte que jamás sería algo romántico, que jamás te amaría; de poner especial énfasis en que no te hagas ilusiones ya que eran nada más que polvos para saciar la pasión que se despertaba en ambos ya que jamás él podría amarte como tú ya lo hacías desde un primer momento.
-Yo… ehmm… será mejor que me vaya- atinas a decir luego del impacto inicial, giras el picaporte de la puerta y desapareces de allí sin darle tiempo para replicar nada, tal cual aquella primera vez en la que se conocieron.
Es cierto el dicho que reza: "Es terrible darse cuenta de que uno tiene algo cuando lo está perdiendo". Sientes que la has cagado; de algún modo debes haberla cagado porque hace días que Reid no te dirige la palabra, ni siquiera te mira cuando le tienes cerca y no tienes ni la más puta idea de que has hecho mal. El caso en el que un sospechoso ha dispersado una espora de ántrax en un parque y ya ha dejado varias víctimas, no ayuda al clima que hay entre los integrantes del equipo y te es imposible acercarte a tu genio para hablarle. Lo buscas con la mirada y no lo encuentras por allí, hasta que notas que ha ingresado al baño, por lo que lo sigues silenciosamente como una sombra y al ingresar tu mirada se cruza con la de él a través del espejo.
-Reid…- lo llamas con voz grave pero no menos dulce, intentando de alguna manera enmendar las cosas y antes de que pueda escapar de allí o alguien ingresar e interrumpir, echas llave a la puerta. Se voltea y te mira con esos ojos caramelo que tanto te gustan ya que son el portal directo a su alma. Él siempre ha sido transparente para ti, sin que tengas ningún impedimento en leerlo, pero aquel dia realmente está dolido y… ¿confundido? Tragas en seco al descubrir aquella mirada herida y te acercas más. –Dime qué pasa, chico lindo- dices con temor a ser rechazado por él, la única persona de la que en el último tiempo te has hecho totalmente dependiente. Y lo logras, retrocede hasta la puerta, irritado sin apartar su mirada de la tuya.
-¿Pasarme?- pregunta sarcástico y sabes que lo que dirá no será nada bueno. –Me dijiste que me amabas cuando estábamos por coger, en un momento de total calentura y luego de eso me pediste disculpas por decirlo. ¿Qué vendrá en la próxima cogida, la propuesta de matrimonio, de la cual te arrepentirás también?- dice incrédulo, como si sonara demasiado inverosímil. Sí, no es bueno. No sabes que decir, sabes que la has cagado, aquella es la confirmación, por eso optas por callarte. –Pero no es solo eso y lo sabes, Derek…- dice con el ceño fruncido, luego de tragar en seco, con una seguridad que nunca viste en él. Adoras que te llame por tu nombre, siempre suena distinto en su boca, con su voz; pero las veces que lo hace cuando está enojado no es nada bueno. -…Estoy harto de tener que ocultarlo, de soportar tus apariencias con mujeres porque "aun no logras decidirte", estoy harto tener que ir a follar a tu casa y luego irme a la mía porque a ti no te gusta despertar con alguien al lado. Harto de seguir dándote tiempo cuando se que nunca lograras decidirte, porque está claro que te encanta tener sexo conmigo, pero jamás abandonaras el porte de macho Alfa con el que te identificas, por alguien como yo. ¡Harto! A mí si me importas, te quiero desde el primer momento que te conocí. Siempre supe que eras especial, una persona maravillosa, que valía la pena conocerte, tenerte cerca, porque eres como una droga para mí, Derek. He intentado dejarte, he querido convencerme de que no era sano para mi, que no me hacia bien, que debía buscar algo más estable, más sincero; alguien que este conmigo porque realmente me quiere y no porque únicamente lo caliento, pero no pude dejarte porque ya era un adicto. Un desquiciado y maldito adicto a ti- dice atropelladamente, nervioso y te mira desesperado, pero no eres capaz de decir nada porque claramente te ha pillado con la guardia baja. Si antes no tenias idea de lo que le ocurría, acabas de descubrirlo en fracción de segundos y no estás seguro de haber querido saberlo de esa manera. –Sabes, ¡me he cuestionado muchas veces si fue lo correcto ir a buscar esa maldita taza de azúcar a tu departamento!- finaliza, le quita la llave a la puerta y se va.
-Reid espera. ¡Spencer!- llamas pero es demasiado tarde.
El clima tenso del caso no ayuda al acercamiento y no tienes tiempo de estar con él para explicarle lo que realmente te sucede. Que no es verdad todo lo que él piensa de ti, que no haber hablado esas cuestiones a tiempo lo llevo a pensar eso ya que lo quieres de verdad, lo necesitas tanto como el aire que respiras aunque él no lo note. Pero cuando piensas que tienen un momento a solas en la casa deshabitada del sospechoso a la que te toca ir con él, notas que tu hermoso genio acaba de cagarla bien cagada ingresando al laboratorio del asesino habiendo una muestra de la espora rota en el suelo y encerrándose solo allí dentro, pidiéndote que te alejes. No tienes tiempo a reaccionar ya que el pánico de perderlo te paraliza invadiendo tu cuerpo, y tu mente desconecta pensando solamente el inevitable desenlace que eso tendrá. Apoyas desesperado una mano en el vidrio y lo observas horrorizado. La frase "Te amo" queda atascada en tu garganta y no puedes decirla debido al pánico que te consume verlo allí dentro, porque sería confirmarlo, claro que sí y no habría problemas con ello, pero también piensas que posiblemente sonara como una despedida y lo último que quieres en ese momento es eso. Es demasiado temprano para que se vaya de tu lado, no puedes permitirte pensar de ese modo.
-Lo siento- se limita a decir a través del vidrio, traspasándote con sus hermosos y redondos ojos asustados, y niegas con la cabeza desesperado sintiendo que todo el mundo comienza a desmoronarse a tu alrededor mientras intentas comunicarle con la mirada todo lo que te ocurre, todo lo que sientes por él. Lo observas con terror, sintiendo como la impotencia te recorre el cuerpo por estar distanciados por un simple y mortal vidrio; impidiéndote salvarlo, tomarlo entre tus brazos y decirle que todo estará bien…
Lo que le sigue es confuso. Todo el equipo está al tanto del peligro que corre Reid e intentas enfocarte en el caso pero te es imposible sabiendo que está allí dentro muriéndose, siendo tu única conexión a él una llamada telefónica que compartes con García donde le brindas fuerzas, donde le pides que no se rinda, que él puede hacerlo, que él es capaz de encontrar la cura, mientras intentas no pensar en el peor desenlace aunque tu mente pesimista ronda la idea con ahínco, como si quisiera mortificarte por todo el tiempo que has ignorado sus sentimientos hacia ti. Le amas, claro que le amas; más que a nada en el mundo, no serias nada sin él, pero si no sale de allí jamás sabrá todas y cada una de las sensaciones extrañas y vibrantes que sentiste por él desde el momento en que tu mano rozo accidentalmente la suya cuando le diste aquella taza de azúcar en el departamento y tu mirada conecto con la suya como nunca antes había conectado con nadie. Claro que le amas, pero no has tenido el suficiente coraje como para mandar todo al diablo y admitirlo, pero ahora sí parece ser una buena idea mientras lo pierdes, mientras sientes que te volverás loco, que no habrá vida si a él le ocurre algo, mientras te das cuenta cuán importante ha sido para ti oír su voz y observar su cara de niño feliz mientras dice estadísticas y datos geográficos todos los días en el trabajo, que aunque te quejes de que es un genio, siempre has admirado cuan brillante e inteligente es y cuanto te atrae que así sea, cuanta ternura sientes cuando hace el adorable mohín al molestarlo y gastarle bromas o como se ruboriza cuando te oye decir comentarios indecentes y provocadores, como sus ojos te miran como si fueras el centro de su universo lleno de matemáticas, estadísticas y psicología, cuanto has deseado en silencio despertar a su lado y observarlo dormir en silencio, como te ama a su manera, como le cuesta demostrar y controlar sus sentimientos, como la verborragia se apodera de él cuando está nervioso… mientras piensas cuan dependiente eres del Doctor Spencer Reid.
Él ya ha encontrado la cura, y lo llevan al hospital en cuanto logra salir de allí, y sientes que no puedes dominarte, que no puedes contigo mismo. ¿En qué momento habías comenzado a descuidarlo? ¿Cómo no te habías dado cuenta de lo que sufría a tu lado por tu maldita indiferencia? ¿Cómo habías podido ser tan egoísta e insensible? ¿Cómo habías llegado a pensar que solo era calentura de ambas partes sin detenerte a pensar solo un momento que tal vez se les había ido de las manos? ¿Cómo no notaste que para él había comenzado a ser algo más? La culpa había subido sus niveles más altos en las últimas horas y la desesperación por verlo bien, por tenerlo cerca en la misma habitación, de poder tocarlo y besarlo, era insoportable. Por lo tanto haces una última locura antes de ir a verlo al hospital y montar guardia a su lado hasta que despierte; una locura que tal vez lo alegre cuando se recupere y puedan hablar de lo que sucede entre los dos.
Lo observas y no te cansas de observarlo en detalle, su rostro pálido, sus espesas pestañas, las ojeras malva debajo de sus ojos, su carnosa e irresistible boca en forma de corazón que tantas veces te ha hecho suspirar, su perfecta nariz, sus cabellos enmarañados sobre la almohada… Te sorprendes al pensar que teniéndolo a tu lado continuamente nunca hayas apreciado cuan perfecto es, cuanto lo amas y lo necesitas. Resulta que solo lo necesitas a él para ser feliz, el único que te entiende, el único que te tiene paciencia, el único que te ama con todo su corazón tal cual eres… tu otra mitad.
Sientes que poco a poco recobras el conocimiento y vaya que sorpresa al encontrarte a tu moreno y sensual compañero sentado junto a la cama devorándose la gelatina que han dejado para ti mientras lee una revista, ceñudo. Observas detenidamente su perfecto rostro, sus labios moverse mientras come la gelatina dándote ganas de besarlo y saborear el gusto a frutilla directamente de su boca, sus marcados músculos en su remera gris y comienzas a incomodarte de que este allí despertando tus pensamientos lascivos, ya que pensaste que preferiría estar alejado de ti luego de lo que le has dicho. ¿Acaso ha estado todo el tiempo que estuviste inconsciente? Te remueves lentamente, pero él parece no notarlo, por lo que decides hablar:
-¿Eso es gelatina?- preguntas con voz ronca, aun soñoliento restregándote los ojos y al oír tu voz gira de repente su cabeza y te observa con su brillante y aliviada mirada intensa. -Hey, chico- saluda sonriente y sientes que te quedas sin aire pero lo disimulas carraspeando, bajando la vista e intentando incorporarte en la cama. Él sonríe ampliamente, aliviado y llama a la doctora para que te examine. Le preguntas si las demás víctimas están bien y te dice que se recuperaran mientras le lanzas miradas furtivas a Morgan que aguarda fuera de la habitación mientras llama al equipo.
-El equipo está en camino- informa cuando ingresa nuevamente, sin poder sostenerte la mirada mucho tiempo y asientes incomodo. –Debo hacer unas cosas, pero vendré para llevarte a casa en cuanto te den el alta- dice con voz suave y dulce pero expresión seria, acercándose a ti para besarte la frente antes de irse sin decir más. Observas como se aleja de allí con una sensación extraña en el estómago. ¿Acaso es miedo a tener que separarte de él? ¿A qué tal vez la relación, si es que eso era una relación, que ni siquiera tenían finalice? No has podido descifrar su mirada intensa, determinada, seria y te asusta lo que pueda pasar en los próximos días, cuando te den el alta…
Cha, cha, cha, channnn! ¿Les gusto?
La verdad no me gusta dejar tanto suspenso, porque como lectora en ese sentido soy muy poco paciente cuando me engancho con algo, pero como quedaba muy largo decidi fragmentarlo, asi que voy a hacer un trueque porque ahora se viene lo mejor :D...
Las reviews son bienvenidas y depende como les haya parecido, subire la otra parte en estos dias, sino, sera dentro de una semana. XD Hasta la proxima!
