Comentarios previos: esta historia se ubica, más o menos, un año después de lo sucedido en la película. Este capítulo es una breve introducción, pero aún así, en total será una historia breve: no más de 2 capítulos, pienso. Está narrada desde la perspectiva de Christian; será algo sentimental, pero sencillo. Se sitúa en la víspera de navidad; ya sé que no estamos en época de fiestas, pero el frío que aquí hace, más otras ideas rondando en mi mente desde hace tiempo, dieron lugar a esta historia. Aquí empieza:

Esa fría tarde del 24 de diciembre, Elías había venido de visita a mi casa. Teníamos planeado pasar la navidad juntos, por nuestro lado. Por primera vez en nuestras vidas, al conocernos, teníamos un amigo confiable, un compinche que acompañaba en las aventuras, y queríamos aprovechar eso. Ambos coincidíamos en que pasar un día festivo en casa nos era aburrido, cada vez más aburrido. Pero el plan (nada concreto más que estar a solas en algún lugar) había sido frustrado, pues a las 8 de la noche, la madre ya había venido a mi casa a recoger a Elías; pretextando que hacía demasiado frío, que estaba oscuro y que era tradición pasar la navidad en familia… Pero, me parece a mí, ella vino como excusa para pasar a darle la "feliz navidad" a mi familia.

Pero antes, una hora antes de que su madre llegara, Elías y yo estábamos en el living, recostados cada uno en unos sillones contiguos. Yo estaba realmente mareado: el alcohol que había probado y el frío me habían postrado en el sillón. Elías, en su lugar, se veía en el mismo estado, pero él, con su eterna sonrisa, lograba mostrarse más lúcido y alegre mientras hablábamos de cualquier cosa… Parecía que la bebida no le afectó tanto como yo lo sentía en ese momento.

Lo que había sucedido fue que mi tío y su hijo, mi primo, habían venido a pasar navidad en mi casa; durante el día, estos ya habían entablado buena amistad con mi mejor amigo; hasta aprobaron nuestra idea de irnos por nuestro lado (al silo, quizás, aunque no lo mencionamos), pero aún faltaba la aprobación de mi padre, o el plan para disuadirlo, pero Claus aún no había llegado a casa del trabajo. Como fuera, eran las 7 de la tarde, mi abuela estaba muy atareada en la cocina, y mi tío y mi primo estaban ya probando las bebidas de la fiesta. Como era de esperar en la actitud despreocupada de ellos, adultos sin niños qué criar, nos ofrecieron probar unas bebidas… Elías y yo probamos un poco de una bebida muy dulce, aunque con fuerte contenido de alcohol. Luego probamos un poco de otra, más suave. Mi padre llegó de repente, así que acomodamos y cerramos presurosamente las botellas y las acomodamos en la mesa del living e incluso volvimos a meterlas en las bolsas del supermercado. Luego de unos rápidos saludos, mi tío y mi primo se llevaron rápidamente a mi padre y salieron a comprar fuegos artificiales. Al salir, parece que se encontraron con la mamá de Elías en la puerta; ella acababa de llegar buscando a su hijo. Luego de algunos amistosos saludos y buenos deseos navideños, Marianne, desde el umbral de la puerta principal, volvió a llamar a Elías, alzando la voz pero sin asomarse al living.

"Elías, vamos. Puedes seguir jugando mañana." Sonaba su voz. Claramente –y afortunadamente- no nos había visto en el estado en que realmente estábamos…

Elías se levantó pesadamente, tomó su chaqueta y empezó a marchar algo desanimado…

Yo cerré los ojos y, resignado al tener que quedarme solo, ni siquiera tuve la fuerza de incorporarme y acompañarlo hasta la puerta, cosa que no era necesaria, de todos modos, pues ya se sentía la presencia de la madre sobre él.

"Hasta mañana… O hasta luego. Quizás me conecte online esta noche." Dije yo en un susurro, hundido en el sillón sin poder incorporarme ni abrir los ojos, siquiera.

"También yo, supongo. Si aún me mantengo lúcido." Respondió él, con tono divertido.

Acto seguido, y antes de salir por la puerta que se encontraba tras el sillón donde yo reposaba, él, desde atrás del respaldo, puso una mano en mi hombro, más como reconfortándome que como despidiéndome. Yo, confundido, aparté mi mano de mis ojos para mirarlo, pero antes de que parpadeara siquiera, Elías se inclinó un poco hacia mí y me dio un beso en mi mejilla sonrojada… Yo abrí los ojos de inmediato, me puse tenso e intenté retenerlo con mi mirada, en busca de una explicación… Pero todo lo que pude ver desde mi lugar fue una tímida sonrisa en su rostro antes de que saliera y se marchara. Así, sin más.

Aquello, su beso, fue tan fugaz que, si yo quisiera, hubiera podido atribuirlo a mi imaginación alterada por el alcohol. Pero no; fue y lo sentí lo suficientemente real, e incluso profundo, como para ponerme lúcido de golpe y dejarme pensando en aquello el resto de la velada.

No recuerdo nada más concreto de esa noche de navidad; estaba despierto, a la mesa con mi familia, todo parecía muy animado e incluso yo reía a veces, pero yo tenía la mente en otro lado. A las 11 de la noche, en lugar de encender la notebook, me acosté y, con la vista clavada en el techo, me quedé una hora pensando… ¿pensando qué? Nada; todo era tan confuso. Sólo me quedé recordando lo mismo una y otra vez. Luego miré la hora: las 12: 20 de la noche. Ya era tarde para conectarme o jugar. Agarré el celular y, luego de escribir y borrar sucesivamente mis mensajes y preguntas, terminé por escribir simplemente "Feliz navidad, Elías. ¿Todo bien?" y lo envié. La respuesta llegó pronto: "Igualmente. Todo bien; me han regalado unos botines nuevos. ¿Y tú?". Yo le respondí: "Bien: me han dado algo extraño."

"Lo importante es si te gustó" dijo él.

"También me han regalado una cámara digital." Dije yo, luego de dos minutos.

"Cool!" respondió él. Ya me imaginaba su rostro sonriéndome y sus ojos iluminados.

"Yeah, ambas cosas fueron buenas." añadí.

Continuará.