Hola queridos/as!
Les comento. Era el día 1 de Junio del presente año, con Roww estábamos "entusiasmadas" por el partido amistoso a disputarse ese día en la noche entre México y Chile, previo a la Copa América Centenario. Apostamos que si Chile perdía, yo debía escribirle un fic con ciertas reglas a ella, y si México perdía, ella me escribiría uno. Ese día, México ganó 1-0. Lo chistoso es que en el partido oficial de la Copa América, Chile le hizo 7 goles a México xD Y NO APOSTAMOS NADA! Que estúpida :B
Ya sé que ha casado casi un mes y medio desde ese día, y eso que lo empecé a escribir ese mismo día, adelantándome a la idea de que Chile podía perder aquel día xD Pero entre la Universidad, el fútbol y el novio xDDDDDDDD Ok, no :B
Rooooooooww, linda! Más vale tarde que nunca :B Ese es mi mayor lema aquí en FF :B Espero que sea de todo tu agrado, y del de todos/as ustedes también :)
Disclaimer: Digimon y sus personajes no me pertenecen. La idea principal fue sacada de la serie de TV FRIENDS :B
Ebrios de amor
Capítulo I
¡Mierda!
Sentía que la cabeza le iba a estallar en cualquier momento.
Presionó con fuerza sus párpados y luego de a poco comenzó a abrir sus ojos.
Incluso la poca luz que alcanzaba a entrar por las cortinas cerradas de la ventana le estorbaba. Miró hacia el otro lado, escapando lo más posible de aquella molestia.
Fue entonces cuando divisó que no se encontraba en un lugar conocido y —más importante aún—, que no estaba solo.
Contempló una maraña de cabello largo y castaño a su lado, y que esta mañana incluso roncaba —despacio, pero roncaba—.
Olía a alcohol y tabaco en cada rincón de la habitación. Y, sinceramente, no era algo que le molestara, estaba acostumbrado, pero en aquel estado en el que se encontraba, no era muy agradable.
Se incorporó en la cama y llevó su mano derecha hacia su cabeza, frotando las zonas adoloridas de la misma. La intriga de saber el nombre de aquella mata de cabello aún le carcomía por dentro, pero más que todo, saber por qué rayos se encontraba en esa situación.
La resaca había empezado a hacer de las suyas, por lo que se levantó como pudo al baño en busca de agua. Bebió casi directo de la llave y por más que lo hiciera sentía que no saciaba su sed. Escuchó el citófono a un lado de la puerta de la habitación y se apuró en contestar.
¡¿A quién mierda se le ocurre huevea a esta hora?!
—¿Sí?
—¿Señor Ishida?
—Sí…
—Buenos días. Lo llamamos de recepción para confirmar el pago de la habitación.
—¿Habitación?, ¿qué habitación?, ¿qué pago?
—El pago de la habitación que usted y su novia utilizan actualmente.
—¿Novia?
—Disculpe, esposa —corrigió el recepcionista—, usted anoche solicitó la suit de Recién casados. El cargo de la habitación se realiza a las 12:00. Pero si piensa quedarse una noche más no hay ningún problema y el pago por la totalidad será mañana a medio día. ¿Confirma? ¿… Aló? ¿Señor Ishida?
Habitación. Pago. Novia. Recién casados.
¡¿Qué mierda?!
—¡Salud!
Exclamaron al unísono mientras brindaban.
—Y… ¿qué celebramos?
—¡Ya para!
Matt soltó una carcajada para posteriormente beber su cerveza. Ya había perdido la cuenta de cuántas veces había preguntado lo mismo, sólo para molestar a su amigo.
Sabía de sobra que estaban celebrando los últimos días de Taichi en Japón, ya que su actual equipo de fútbol había negociado el pase del moreno para que fuera a jugar a Italia, en la Juventus, por lo que él y Sora se irían a vivir al viejo continente. No era una despedida, sino un "Nos veremos pronto" por parte de sus amigos.
Y qué mejor lugar para celebrarlo que en Shibuya.
—No puedo creer que te vayas al extranjero… —habló Kari con un deje de nostalgia en sus palabras— Te voy a extrañar tanto, hermano.
—Ya era hora de que se fuera. Ahora será problema de los italianos, no más nuestro —rió.
—Tú bebes, y te pones idiota enseguida…
—Yo pienso que Matt tiene razón —habló Daisuke—, futbolísticamente hablando —anticipó ante la mirada fulminante de Tai—, claro… Ya es hora de nuevos desafíos, capitán, es bueno que sigas tu carrera en un país extranjero, y qué mejor si te acompaña tu novia.
—¡Esposa! —corrigió Sora, alzando su mano izquierda y moviendo su dedo anular para hacer notar su anillo.
—Ay, lo siento, como no fui invitado…
—No te preocupes, Davis —habló esta vez Mimi—, no invitaron a NADIE.
—A mi sí…
—Claro que a ti sí, Kari, necesitaban un testigo.
—Eso no es así, necesitaban dos testigos —recalcó—, y por esa razón, yo también fui invitado. —comentó el pelirrojo.
—¡Que boda más aburrida!
—Lo dices sólo porque no te invitaron… —atacó Matt a la castaña.
—A ti tampoco te invitaron, idiota. —contraatacó ella.
—Porque estaba de gira. —volvió a hablar el rubio, esta vez agregando una mueca infantil a final de su diálogo, el cual Mimi respondió mostrándole la lengua.
Habían iniciado una relación y terminado unas tres veces, sin embargo, había pasado mucho agua bajo el puente.
Eran capaces de entablar una conversación, a veces madura, a veces infantil, a veces sutil y otras con dardos, pero conversaciones al fin y al cabo.
O eso creían.
—¿Quién mierda me obligó a ser médico? ¿QUIÉN? —hablaba Jou sin soltar el vaso de vodka y golpeando la mesa.
—Pero toda tu familia se dedica a ello… Tu padre, tus hermanos…
—Sí… Tu mismo, querías convertirte en médico.
—¿Y de qué me sirvió? Esforzándome en la escuela para sacar notas "suficientes", no tuve vida durante años, y sigo sin tenerla… Esta profesión es una mierda. —ultimó el de lentes.
Con ese primer aviso debieron haber dejado de beber, o aunque sea pensar en dejar de hacerlo.
—Mierda… —susurró el moreno.
—¿Qué?
—¡Capitán!
—Ah… —aquel simple calificativo terminó por revelar el cuestionamiento de Izzy.
Los fanáticos lo habían descubierto, y no sólo a él, sino que a Davis también.
Yagami y Motomiya se caracterizaban por ser dos de los mejores jugadores del FC Tokyo. Casi no había lugar en todo Japón que no revelara el paradero que aquellos dos cracks del fútbol japonés. Y este casino en Shibuya no era la excepción.
—¡Una foto! —pidió uno de los hinchas que habían ido a rodear a Tai y a Davis.
Ninguno se negó. Sonrieron felices mientras veían la cámara del celular de uno de los fanáticos.
Luego de un par de autógrafos y una charla corta, ellos se fueron contentos.
—¿No querías convertirte en un jugador famoso?
—Sí, pero… ¡Mierda! —exclamó sacando sus gafas de sol del bolsillo de su chaqueta para luego ponérselos.
—¿Tanto sol lastima tus perlas azules? —se burló Matt soltando una audible carcajada y contagiando a algunos del grupo.
—No, imbécil, no quiero que vengan más personas a tomarme fotos.
—Tranquilo, no eres un huevón tan importante. Descuida.
—Nunca te vi tan reacio en este aspecto, amor.
El moreno guardó silencio. Ajustó sus gafas y recargó su espalda en el respaldo del asiento, cruzándose de brazos.
—No quiero que se caiga mi contratación. ¿Recuerdas lo que pasó con el Manchester?
—¿Qué pasó? —preguntó preocupada Miyako.
—Le tomaron una foto en un bar, bebiendo una cerveza —explicaba Sora— y se cayó su contratación por ello.
—¡Ay! —exclamó ahora enojada— Esos ingleses malditos son tan estrictos…
—Ah, pero si hubieses estado tomando té, te habrían hecho un altar.
Rieron todos.
—¿Crees que ser médico es una mierda? ¡Esto SÍ es una mierda!
Las risas de callaron rápidamente ante aquella polémica frase soltada por el moreno.
¡No lo decía en serio!
—No puedo hacer nada, ¡NADA! Sin que alguien me vea, sin que tomen fotos, sin que me acusen. No puedo salir, no puedo beber cuando quiero, no puedo quedarme durmiendo todo el día, no puedo comer lo que quiera.
Segundo aviso.
—¡No era en serio! —exclamaba Tai casi al borde de las lágrimas mientras abrazaba a la pelirroja. Ella acariciaba con suavidad su espalda y con la otra mano sostenía su vaso de vodka, naranja y granadina.
—Ya amor… Ya…
—En serio… ¡AMO EL FÚTBOL! Me encanta ser futbolista, pero es que a veces es tan difícil…
Tercer aviso.
—Miya… —la chica de anteojos dejó de lado su conversación para prestarle tención a su amiga— ¿Alguna vez has besado a una mujer?
¡CUARTO AVISO!
—La verdad no… —respondió ella como si nada, contrastando con la reacción del grupo de amigos completo— Pero supongo que no debe ser muy distinto de besar a un hombre, ¿no? Digo… Boca es boca… ¿no?, ¿Qué opinas tú, Sora?
—No sé, a mi la verdad me gustan otras cosas.
—¿Cómo qué? —volvió a preguntar Yolei.
—¡Le gusta ESTE! —saltó en seco Taichi, provocando las risas entre los hombres y asco e indignación, principalmente entre Mimi y Kari respectivamente.
Todo era risas y alcohol —mucho alcohol—.
Hikari y Takeru fueron los primeros en irse. Le siguió Jou, quien por más que reclamó en contra de su profesión elegida, se excusó con tener turno temprano al día siguiente pese a que era domingo. Daisuke se fue como pudo del lugar, quedando sólo Tai, Sora, Izzy, Ken, Miyako, Matt y Mimi.
Entonces comenzaron las burlas de Izzy por ser el único sin pareja en el lugar.
—¡No somos pareja! —alegó la castaña ante las bromas de su amigo.
—Quien sabe… Ustedes van y vuelven. Es relativo.
—Hey, más despacio, cerebrito.
—Relativo no es un término científico.
—No hablemos de ciencia ahora, ¡esto es para pasarlo bien! —exclamó la de antojos, que comenzaba a beber de su trago recién pedido— ¡Vamos a bailar!
—Sí, claro… Bailemos… ¿Puedes mantenerte en pie?
—¡Ken, Izzy me está molestando! —reclamó ella haciendo un mohín e implorando la defensa de su novio.
Se envolvieron en una charla que camuflaba una discusión, como todas las comentadas anteriormente. Se molestaban mutuamente y luego reían.
Típico de ellos.
Risas iban y venían.
Habían tenido incontables oportunidades para dejar de beber, pagar la cuenta e irse a casa, pero no. Ya el alcohol había hecho de las suyas sobre todos ellos.
La castaña reía de todo y a la vez de nada, Matt seguía bebiendo y fumando, y era tanta la cantidad de alcohol ingerido por Mimi, que el humo producido por los infinitos cigarrillos que el rubio se había fumado ya no le molestaban. Es más, en un asco de audacia, cogió rápidamente la cajetilla y el encendedor, y llevó uno de los cigarros a sus labios para prenderlo, impactando sobre todo a Sora, que siempre que la veía fumar, le reclamaba.
—¿Estás fumando? —Izzy fue el primero en hablar sobre aquel impacto tan grande—Sí que estás ebria. —rió a carcajadas, contagiando a todos. Incluso a la castaña.
—Un cigarrillo más, uno menos… Hasta marihuana he fumado.
2º impacto.
—Hay que probar de todo en esta vida. —concluyó ella.
—¡Salud por Mimi que prueba de todo! —exclamó el moreno alzando su botella de cerveza.
—¡NO PRUEBO TODO! —gritó esta vez Mimi, cayendo en cuenta que todos volteaban hacia su mesa, sobre todo hombres ansiosos de hacerla pecar con ellos.
Yolei fue la primera en dejar ver los estragos del alcohol en ella.
—Amor, ¿Estás bien?
—¡TE AMO TANTO! —extendió ambos brazos para rodear en un fuerte abrazo a Ken— ¡CÁSATE CONMIGO!
—Pero si nos casaremos pronto, tranquila.
—No, ¡AHORA! Ye tenemos los anillos.
—Claro que sí, porque te lo propuse el mes pasado…
—¡Ay! Por eso te amo… —agregó apoyando su cabeza sobre su hombro— Quiero vomitar… —agregó como si nada.
—¡Que bonito te has de ver todo vomitado! —habló el rubio.
—Pero será un vómito de amor. —agregó esta vez Tai, causando las risas de todos.
Se largaron a reír todos, hasta Miyako logró esbozar una leve sonrisa, su pésimo sentir no le permitía disfrutar con todas las de la ley, sentía que si habría la boca, vomitaría. Tai se recargó sobre la mesa, golpeándola mientras reía y Sora sobre su espalda. Mimi siempre una dama e Izzy se echó hacia atrás,
Él por su parte, no supo qué maniobra había hecho al momento de soltar aquella gran carcajada, sólo fue consiente de que echó su cuerpo para atrás, recargando su espalda sobre el respaldo de la silla, y llevó su brazo hacia su cabeza para cubrir su rostro e intentar amortiguar su risa.
—¡MIERDA!
Exclamó la princesa.
Todos llevaron su vista hacia ella, aún sin poder parar de reír del todo, ahí es cuando lo notaron.
—¿Qué hiciste, por la mierda? —le habló esta vez al único causante de su mal.
Matt, al alzar su brazo había pasado a llevar el champagne de Mimi, haciendo que se derramara todo sobre su blusa.
—Y encima es blanca. —destacó Izzy.
—¡SÍ! Camisetas mojadas. —festejó el moreno empuñando y alzando sus brazos.
Sora no podía pasar de reír. —Oye, Mimi, ¿hace frío? —preguntó extendiendo ambos dedos índices.
—¡Cállate estúpida! —pidió llena de sutileza Mimi, mientras intentaba cubrir su pecho con sus brazos.
—Quiero vomitar.
—OK, vamos a pedirte un café y luego iremos a tomar aire fresco, ¿sí?
—Está bien…
Ken ayudó a Yolei a levantarse de su asiento, ella se apoyó en el para poder caminar hacia la barra.
—¡Ay, adoro esa canción! —exclamó la pelirroja— ¡Vamos a bailar!
Tanto ella como Taichi se levantaron.
—Yo no quiero tocar el violín.
—¡Vamos Izzy! Hay muchas chicas bailando solas. ¿Cómo sabes si alguna de ellas es la indicada?
—Sí, Izzy, anímate —agregó el moreno al notar que su amigo hacía el ademán de levantarse— además, están todas ebrias. Y si eso no es suficiente, yo te enseñaré todas mis técnicas de conquistas.
—Dios, ¡Ampárame!
—Oye, me funcionó con Sora, ¿no?
—¡Vamos Mimi! Vamos a bailar. —pidió la pelirroja.
—¿Estás loca? ¡Mira como estoy!
—Ay, no está del todo mal… Todos los ojos estarán puestos en ellas, digo, ¡En ti!
—Vete a bailar, será mejor.
Y así lo hizo, caminaron los tres hacia la pista de baile en medio de risas.
—¿Te ayudo a secarte?
—¡BAJA ESA SERVILLETA ISHIDA! —exclamó alterada Mimi al ver como Matt acercaba su mano hacia ella sosteniendo una servilleta de género.
—Sólo quería ayudar…
—¡Mierda! Es mi canción favorita y por tu culpa no puedo ir a bailar. ¡TE ODIO!
—Vamos Mimi, no es tan terrible —habló él—. Vamos, casi ni se notan… Nota.
—¿De verdad?
—No… Sí se notan, y bastante… ¡Hola a ustedes dos!
—¡Imbécil! —exclamó para volver a cubrirse.
—¡Vamos Mimi! Que no te importe, si tanto quieres, vamos a bailar.
—Sólo hay una forma de que no me importe la vergüenza de bailar con la blusa toda mojada y enseñar mis lolas.
—¿Cuál?
No debió preguntar.
Tan pronto como lo hizo, Mimi tomó la cerveza que le quedaba a Matt, vaciando el contenido entero sobre sus pantalones, más precisamente, en su entrepierna.
—¡Mierda! ¡¿Estás loca?!
—¡Listo! —exclamó sonriente— ¡A BAILAR! —dijo levantándose de la silla y tomando la mano del rubio para guiarlo hasta la pista de baile.
Matt la maldecía a regañadientes.
Bendito día había elegido para usar jeans claros.
Siempre usaba negros, pero hoy no. Tenía que ir con unos claros.
Y la gente lo hacía notar. Veían babosos a Mimi y luego lo veían a él y reían.
—Uy, mamacita… —habló un tipo con un tono desagradable. Luego observó al rubio y rió a carcajadas— ¡SE MEÓ!
Finalmente Mimi pudo darse el gusto de bailar su canción favorita —o lo que quedaba de ella—, pero quedó feliz, y siguieron bailando por mucho tiempo más.
Reían, se burlaban de cuan borracho estaba el otro, de cuan borrachos estaban los demás…
Se miraban, se observaban.
La distancia entre ellos cada vez era más corta, pese a que las canciones no lo requerían.
Se sentían cómodos… Demasiado.
—Ya se enfrío mi café… —se quejó ella.
—Primero decías que estaba muy caliente.
Miyako restregó sus ojos con su mano libre, pasando a llevar sus anteojos, pero ni siquiera lo notó.
Volteó hacia su novio. —Amor, casémonos —exigió una vez más.
—Nos vamos a casar. Fijamos la fecha para dentro de un mes y medio, ¿recuerdas?
—¡Pero casémonos ahora!
—Yolei, ¿dónde encontraremos un lugar pasa casarnos a las 3:00?
—¡AQUÍ! Es un casino estilo Las Vegas, y en Las Vegas, la gente se casa borracha a toda hora. ¡Vamos! —animó ella— Tiene que haber una capilla o algo en este lugar. Por favor, amor… Casémonos.
—¿Quieres casarte así de borracha?
—¡No estoy borrrracha! —se defendió ella— Estoy… ¡Feliz!
Ken suspiró.
—Por favor, amor… ¿Me amas?
—Claro que sí.
—¿Mucho?
—Sí —reafirmó—, te amo demasiado. Y sí me quiero casar contigo, de hecho, nos vamos a casar, pero nosotros mismos fijamos la fecha para dentro de un mes y medio. ¿Para qué apurarlo?
—¿Y para qué retrasarlo?
Buen punto.
Ebria y todo, Miyako tenía razón.
Ella lo amaba. Él la amaba. ¿Para qué retrasarlo?
Si de todos modos, ellos dos se iban a casar.
En un mes y medio más, tres años más, ahora mismo, ¡¿Qué importaba?! Ellos se iban a seguir amando de todas formas. Y seguirían estando juntos y queriéndose como el primer día en que empezaron con aquella hermosa relación.
Suspiró nuevamente.
Las cosas que hago por amor…
—Está bien…
—¿Qué?
—Hagámoslo…
—¿De verdad? —preguntó Yolei emocionada.
—Sí… Casémonos.
Ella, aún con sus anteojos disparejos, no pudo más de alegría.
Lanzó al aire el café que le quedaba y alzó sus brazos para colgarse de su novio en un abrazo efusivo.
—Bien… Vamos a ver si hay una capilla en este lugar, o un juez para que nos case…
—¡Síiiiiiii! —festejó ella feliz, al mismo tiempo que saltaba y abrazada a su novio.
Podía estar ebria, pero no inconsciente ni mucho menos loca.
Se casarían.
Porque ellos se amaban, y un par de meses más no harían la diferencia.
El tiempo es relativo.
No importaba cuando, lo importante es que unirían sus vidas, para siempre.
¡Porque se aman!
—Bien —finalizó su celebración—, necesitamos algo nuevo, algo usado, algo prestado y algo azul.
—¿Y para qué?
—Para la buena suerte de la novia. No querrás que nos invada la mala suerte en nuestro matrimonio, ¿o sí?
Suspiró.
Bueno… Ya se había metido en esta locura, ¿no?
Ken tomó la mano de Miyako y la guió nuevamente al interior del casino, en busca del lugar que sería testigo de su fugaz matrimonio.
Y, efectivamente, tal y como dijo ella, al ser un casino estilo Las Vegas, había un lugar, no una capilla, pero sí una habitación adornada y con un funcionario dispuesto para toda clase de bodas locas e improvisadas.
Empuñó su mano con decisión.
—Algo nuevo… —pensó— ¡Mis anteojos! Son nuevos, los fui a buscar esta mañana —habló—. Ahora, mi ropa es usada… Bastante, creo que necesito comprar ropa nueva, pero servirá. Algo prestado… prestado… ¡Préstame algo!
—Eh… ¡Sí!
Ken comenzó a palpar los bolsillos de su pantalón. Finalmente introdujo su mano en su chaqueta y del bolsillo interior sacó su billetera.
—Ten —dijo extendiéndole una de sus tarjetas—, es algo prestado y azul —mencionó.
—Aww… Eres tan eficiente. Una de las razones por la cual te amo.
Recibió dicha tarjeta y la guardó en sus propios bolsillos.
—Listo… Estamos listos para casarnos. ¿Estás nervioso?
—Algo… Aún sigo creyendo que es una locura, pero te amo. Y lo íbamos a hacer de todos modos.
Ella mordió sus labios en un acto de nerviosismo. Sintió nuevamente la mano de Ken entrelazarse con la suya, volteó su mirada y se encontró con aquellos lindos ojos azules de su novio que tanto le gustaban.
Le sonrió, y ella de vuelta.
Ambos suspiraron y emprendieron camino hacia el salón.
Yolei se detuvo justo frente a la puerta al escuchar unas risas.
Frunció el ceño.
Las puertas se abrieron y ambos dieron un paso atrás para posteriormente ver a la feliz pareja que se había casado antes que ellos.
—¡¿QUÉ?!
La pareja salió del gran salón tomados del brazo y no paraban de reír a carcajadas.
—No lo puedo creer…
Carcajadas y más carcajadas.
—¡Felicidades, señora Ishida!
—¡Felicidades para ti también, señor Tachikawa! —le deseó esta vez Mimi y Matt.
Ambos se arrojaban flores y granos de arroz en símbolo de la celebración de su reciente boda.
Ken y Miyako observaban incrédulos aquella escena.
¿En serio esos dos se habían casado?
¡Estaban más borrados que ella!
—¡A celebrar! —gritaron ambos al unísono para luego correr y perderse por los pasillos, dejando aún más atónitos a la ÚNICA pareja que —hasta hace poco— estaba por casarse.
—¡Ay! Mi cabeza… —se quejó la castaña arqueando su espalda y sosteniéndose con sus brazos, recién despertando —¡¿Y tú qué haces aquí?!
—Creo que dormimos juntos.
—¡¿QUÉ?! ¡NO! No me digas que…
—¿Qué?
—Nosotros no… ESO, ¿o sí?
—No. Por favor, que tonta.
—Entonces, ¿por qué dormimos juntos?
—Qué se yo. Vístete y larguémonos de aquí. Ya pagué la habitación, me debes ¥7.800.
—¿POR QUÉ?
—Porque esta puta habitación cuesta ¥15.400, y lo tuve que pagar para que no nos cargaran otro día más.
—Tengo hambre. —se quejó ella, importándole un comino la explicación del rubio.
—Tai me habló hace un rato, está desayunando con los demás.
Y no tuvo que decir más.
Mimi se dio una ducha rápida, se vistió y en pocos minutos ya estaba lista y digna para ir a desayunar con sus amigos.
—¡Hola chicos! —saludó con entusiasmo cuando llegaron a la mesa del restaurante.
Todos respondieron de igual forma aquel saludo, excepto su amiga.
—Miya, ¿estás bien?
—Sí… ¿Y tú?
—Ay, siento que mi cabeza va a explotar.
—Ah… —respondió con simpleza— ¿Y tu anillo?
—¿Qué anillo?
Ella no usaba.
—Sabes que el hecho de que no lo uses, no significa que no haya pasado, ¿cierto?
—¿De qué hablas? ¿Estás molesta por algo?
—No… ¿por qué tendría que estar molesta? Simplemente queríamos casarnos con Ken y no pudimos.
—¿Qué? —saltó Sora— ¿Se iban a casar sin decirle a nadie?
—¿Y qué tiene de malo, Sora? Creí que era la moda… Digo, tú y Tai lo hicieron, Mimi y Matt también, ¿qué tiene de malo?
—¡¿QUÉ?!
—¿Sigues ebria? —preguntó la castaña sonriendo— Parece que en serio se te pasaron las copas.
—A ti también.
Mimi volteó a verlo con los ojos entrecerrados. —¿Y a ti no?
—Es sabido que yo tengo más resistencia al alcohol que tú.
—Sí, claro… —ironizó la de anteojos.
Esta vez los ojos de ambos se situaban en los de ella, en tanto, Taichi, Ken y Sora permanecían callados observando toda la situación cargada de tensión que protagonizaban sus amigos.
De la nada, la tensión pasó a segundo plano luego del estruendoso grito generado por Mimi.
—¡¿Qué pasa?! —preguntó alterada Sora tomando el hombro de su amiga.
—Lo recuerdo… —dijo ella sin más.
—¿Recuerdas qué?
Yolei sonrió al fin.
Ya no iba a quedar como una loca delante de todos, aquella tropa de incrédulos que no le creen nada, y es que ella no hablaba por hablar solamente. Tanto ella como Ken habían sido testigos de aquel promiscuo acto que habían llevado a cabo Mimi y Yamato.
—No… Es decir, sí, lo hicimos… Pero era sólo un juego.
—¿Hicieron qué?, ¿Tuvieron sexo? —Tai chasqueó la lengua— Eso ya no es novedad, no debería ser algo para alterarse.
—No. Se casaron.
—¡No nos casamos! Fue sólo un juego… Estábamos ebrios, y lo hicimos sólo por jugar. La gente aquí se casa porque sí… Pero eso no quiere decir que es legal. ¿O sí?
—La verdad —habló Ken—, este lugar sí está habilitado para realizar matrimonios. Hay un juez civil siempre, de punto fijo. Igual que en Las Vegas. —explicaba.
—No…
Tanto el rubio como Mimi aún se encontraban en la fase de negación.
—No… ¡No! No puede ser que me haya casado… ¡Borracha! Y… y… ¡¿Y con MATT?!
Por un momento, el indignado fue él. Lo decía como si fuese una mierda de persona con la que se había "casado".
—Relájate, mujer… No estamos casados, no es para tanto… Sólo nos emborrachamos e hicimos cosas estúpidas, es normal cuando bebes de más. Sólo hicimos como que nos hubiésemos casado, fue una estupidez, un juego. No te alteres…
—¿Y si no?
—¡No nos casamos!
—Sí se casaron… —habló esta vez Ken.
Ya nada más ganaban con seguir negándolo.
Aquí concluye el primer capítulo.
Espero no tardarme un mes y medio más en tener la continuación, aunque un mes y medio sería un record para mi en estos momentos xD
Que lo disfruten :D
*Len~
