Juramentos de Lealtad II: El Corazón del Guerrero nunca muere.

Capitulo Primero: En su majestuoso servicio.

Claridad, todo claridad… una extensa y vasta pradera de hierba fresca y suave que apacigua las pasiones e invita a la reflexión. Un cielo azul, puro y sin mancha alguna, un aire fresco y frío que purifica de adentro hacia afuera. En la tranquilidad del paraíso, se levanta una estructura de seis grandes columnas de un blanco purísimo, ellas sostienen una gran cúpula de un blanco igual de puro que sus soportes, y coronando la cúpula se levanta una figura de oro que asemeja la forma de la runa algiz. Dentro de la construcción, simple pero majestuosa, levita la figura de un unicornio, de pelaje negro como la noche, crin lisa de color negro y blanco, y en sus costados la figura de una antigua rueda solar pagana demuestra su talento. Levita en una paz absoluta, concentrado netamente en el hechizo que le permite mantenerse en levitación. Se escuchan unos pasos, Blacksun sonríe un poco y sin acabar con su hechizo, echa unas palabras al aire como conociendo perfectamente a quien se acercaba.

- Pensé que estarías en el Supremo Tribunal.

- En eso estaba, hasta que los dioses me mandaron a buscarte.

- Pues tiene que ser un asunto muy importante como para enviaran a la escogida por sus hijas para buscarme.

- Sólo fue Celestia la que me escogió.

- Pero luego Luna aprobó su decisión, y no hay que olvidar que fue Cadence la que te cuido hasta que tuviste la edad suficiente.

- ¿Y eso me hace ser la escogida de las hijas de los dioses?

- ¿Acaso te parece poco, Twilight?

- Argh… a veces te haces insoportable.

Black se río para sí mismo un poco, abrió sus ojos, dejando ver un color verde acuoso que irradiaba paz espiritual.

- Bueno, bueno… no te enojes Twilight, que te van a salir arrugas.

- Mira… ya casi hablas como Rarity.

- Es normal si he compartido con ustedes seis en el paraíso por más de 2000 años.

- Como vuela el tiempo.

- Y más si eres un espíritu inmortal.

Black deja de conjurar su hechizo y aterriza lentamente en el suelo.

- Bueno… vamos a ver que desean los dioses de mí.

Twilight y Black emprenden el camino hacia un grandioso jardín, con criaturas gloriosas y diversos espíritus que conviven en armonía perfecta. Llegan hasta un claro con una laguna de aguas cristalinas y flores de los más diversos y hermosos colores. En ella, dos figuras de alicornios, pero mucho más gloriosas que las de sus hijas, una que irradia luz y la otra de una oscuridad absoluta, exceptuando sus ojos, de color rojo como fuego ardiente, reposaban tranquilamente. Ambos llegan a su lado, haciendo una profunda reverencia.

- Madre luz, padre oscuridad… acá he traído al que me han pedido que convoque.

- Has hecho bien tu trabajo, Twilight Sparkle, puedes retírate – responde una voz femenina que emana de la figura luminosa – Blacksun, acércate.

Ambos obedecen, Twilight retirándose y Black acercándose con una profunda reverencia de adoración.

- Madre luz, padre oscuridad… me han convocado y he acudido a su llamado. Comunicadme sus palabras y yo las obedeceré.

Ambas figuras se acercan.

- Blacksun – responde una voz masculina, emanada de la figura oscura – en vida fuiste el mejor soldado que ha servido en las filas leales a nuestra hija Luna.

- Es por eso que te hemos convocado para esta misión, hijo mío.

- Ordenen, y yo obedeceré.

- Serás enviado nuevamente a la tierra, resucitando en tu viejo cuerpo y con todos los recuerdos que tienes en tu memoria hasta ahora.

- Disculpe mi señora, pero… ¿será prudente?... es decir… ¿no cree qué será un poco alarmante para los mortales que alguien que se supone muerto desde hace 2000 años ahora este paseando en las calles de Canterlot así como así?

- Si las circunstancias no fueran tan alarmantes como las que ahora se yerguen sobre la tierra que dirigen nuestras hijas, no te llamaríamos.

- Lo siento… no cuestionaré sus decisiones nunca más.

- Está bien hijo mío… no te preocupes… ahora partirás hacía la tierra y poco a poco te iremos revelando tu misión.

Black sintió una fuerza arrasadora que lo empujaba hacia abajo y de la nada, despertó adentro de un estrecho cajón, rápidamente conjuro un hechizo de teletransportación y salió afuera del ataúd, respirando agitadamente y un poco mareado. Levantó la vista y leyó la placa color plata que identificaba su tumba.

Acá yace el cuerpo sin vida de Blacksun Soldier.

Soldado de la Guardia Nocturna.

Comandante Supremo de los ejércitos de la noche.

Líder del los Escuadrones Especiales de la Guardia Nocturna.

Protector de los débiles, amante de la justicia y de la paz, bravo soldado e incondicional camarada.

- ¿Algo más?... poco más les faltó decir que era guapo.

Black sacude un poco la cabeza y comienza a marcharse del panteón destinado a los héroes de guerra. Donde su tumba ocupaba una posición especial. Black sonrió, sabía quién era responsable de este monumento, y aunque deseaba con todas sus fuerzas correr a abrazarla y besarla como antaño, debía mantener la cabeza fría, pues no estaba de turista ni de fiesta, iba en una misión y debía obedecer las órdenes de los dioses. Canterlot estaba cubierto por gruesas nubes que amenazaban con llover. Black sale del cementerio y comienza a recorrer las calles. No ha cambiado mucho desde que murió hace más de dos mil años. La aristocracia se seguía regodeando en sus lujos mientras el pueblo se sostenía a su vez trabajando.

Pero había algo en el aire, una tensión… como si una bomba de tiempo fuese a estallar frente a él en cualquier momento… malditas predicciones.

De un momento a otro, un gran estallido cubrió una de las calles principales de Canterlot, cientos de papeles volaron mientras Black veía como dos pegasos volaban a toda velocidad huyendo del lugar de la explosión. Black quiso seguirlos, pero decidió quedarse al escuchar alaridos de auxilio. Se acercó a toda velocidad y entró al lugar de la explosión, estaba todo destruido y habían muchos aristócratas muertos, despedazados por la fuerza de la explosión o abrazados por el fuego. Entre el panorama tan desolador, una voz dio una esperanza.

- A-ayuda… p-por favor…

- ¡Sigue hablando, por lo qué más quieras no pares de hablar!

Black siguió la voz hasta un montón de escombros, rápidamente comenzó a sacarlos de encima, revelando a un hermosa unicornio, de pelaje blanco, cabello color crema y ojos azules, que vestía un rico vestido que hacía juego con sus cabellos.

- Gra-gracias a los dioses…

- No se preocupe señorita, yo la sacaré de acá.

Rápidamente Black tomó a la malherida unicornio y comenzó a caminar hacia la salida del destruido local, cuando pudo vislumbrar la figura de dos guardias diurnos que se acercaban hacia dónde estaba él. Uno de ellos tomó a la unicornio mientras el otro quedó impasible frente a Black.

- Gracias a los dioses que llegaron… creo que deben haber más sobrevivientes, necesitamos más de ustedes para poder…

Pero no pudo acabar la frase cuando el guardia le propinó un poderoso golpe en el hocico para luego tomarlo de los cabellos y levantarlo hasta su altura.

- ¡¿Dónde está tu identificación?!

- ¿D-de qué está hablando? – dijo Black, sin entender el por qué de la agresión.

- Con que sin identificación ¿eh? – respondió el guardia, propinándole otro golpe a Black, pero esta vez en el estómago.

Luego de la agresión, Black es llevado dónde habían otros guardias junto a una carroza carcelera. Abren la puerta y es arrojado violentamente dentro del transporte destinado para los criminales, ¿había hecho algo malo? – Llévense a este idiota, de seguro debe de ser escoria nocturna.

La puerta se cierra y el carruaje comienza a andar, ¿lo habían llamado escoria nocturna?, ¿qué pasó con la Equestria que él había dejado hace tanto?, ¿cuál es la amenaza que se ha levantado en estas tierras ahora? No tiene tiempo para pensar, rápidamente es tomado por dos guardias que estaban adentro de la carroza, lo esposan y ponen grandes grilletes en sus patas, además de un extraño anillo en su cuerno. Luego lo vuelven a empujar y cae en un rincón de la carroza carcelera. Trata de huir con un poco de su magia, pero no puede, el anillo en su cuerno se lo impide y arroja una luz de color roja. Rápidamente uno de los guardias dentro de la carroza se acerca y comienza a golpearlo sin piedad, rompiéndole la nariz y haciendo que escupa un poco de sangre. La carroza se detiene y Black es jalado de los cabellos hacia afuera, donde es escoltado por otros guardias hacia una gran, oscura, sucia y maloliente celda dentro de una extraña cárcel.

- ¡Acá mereces estar, junto a toda la otra basura separatista! – le dice uno de los guardias, empujándolo dentro de la celda. Definitivamente es mejor estar muerto que tener que soportar todo esto. La celda olía a comida podrida y orines, a suciedad, a hambre, a sufrimiento, a lágrimas y a sangre seca. Black escupe un poco de sangre nuevamente mientras se mantiene impasible en el suelo de la celda. Lentamente una figura se acerca hacia donde él estaba, Black se queda ahí, esperando la agresión. Pero en lugar de un golpe, recibe una caricia, y una voz femenina llena sus oídos.

- Pobrecillo… mira cómo te han dejado esos salvajes de la guardia diurna… ven… levántate.

Black obedece y se levanta, frente a él tiene la figura de una hermosa pony terrestre, de pelaje verde acuoso, crin blanca y ojos verdes.

- Ven, te quitaremos esas cadenas.

Black obedece y sigue a la pony a los lugares más profundos de la celda… es mucho más grande de lo que parecía ser en un principio. Poco a poco, su vista se adecúa a la oscuridad… no eran ellos dos los únicos prisioneros en esa jaula, eran muchos, decenas de ponys de todas las razas, encarcelados, con la esperanza dormida o anhelando el beso de la muerte, con la tristeza a flor de piel y las lágrimas de dolor en los ojos.

- Oye Big, ¿puedes con las cadenas de este chico?

Una tercera figura se une a ellos, un gran pegaso de color azul y crin negra, de aspecto rudo y ojos rojos. Toma las cadenas de los grilletes y da una sonrisa burlona.

- Ja… ¿y creen que nos podrán detener con esto?

El gran pegaso toma con los dos cascos una cadena y con un solo movimiento las rompe como si estuviesen hechas de papel. Hace eso con todas las cadenas y Black queda libre de ellas, pero no de los gruesos grilletes en sus patas

- Gracias… pero debo pensar en cómo sacarme esto del cuerno – responde Black, mientras apunta con su pezuña derecha el anillo que le habían puesto los guardias en el cuerno.

- Tranquilo con eso muchacho, todo a su tiempo, por ahora ve y descansa, que hoy mismo nos vamos a ir todos de acá.

Black obedece y busca un rincón donde acomodarse, aún no entendía bien que ocurría, pero de algo él podía estar seguro.

Fuese lo que fuese…

Definitivamente no era bueno…

Y lo mandaron a combatirlo…

Y triunfaría, costase lo que costase…