¿Y vivieron Felices para siempre?
By: Yolei
Cabe destacar primeramente que Saint Seiya y sus personajes pertenecen a Masami Kurumada.
Este fic narra como un matrimonio de una pareja que a mi me gusta mucho en lo personal, como son Hyoga y Flare intentan mantener la vida como hasta ahora la conocen, pero saben que estos muchachos no tienen la paz asegurada. Espero que les guste y puedan apreciar este trabajo el cual he modificado para que pueda resultar más agradable. Solamente les pido mucho respeto y no olviden dejar su review.
CAPÍTULO I :La vida de casados
Si en el mar encontrara dos perlas tan hermosas como tus ojos, las devolvería al mar ya que solo tus ojos son lo que yo quiero.
(Colaboración de Orlando Lara)
Nuestra historia comienza, en Asgard, específicamente en el palacio Valhala, donde Lady Flare se encontraba sentada en uno de los salones disfrutando del calor de la chimenea , le parecía increíble poder disfrutar al fin de la paz absoluta de ese momento, tenia al fin todo lo que había querido, pensaba en lo difícil que habían sido todas esas cosas que pasaron antes de obtener su felicidad mientras sus labios tocaban el aromático y tibio te blanco dentro de la taza de porcelana que tenía en sus manos.
—¿Qué está haciendo aquí tan sola linda señorita? — dijo una voz masculina que ella conocía muy bien.
—¿Quiere hacerme compañía? — respondió la rubia dejando la taza en la charola de plata que tenía a su lado.
El hombre de cabello rubio casi melena, complexión delgada pero con varoniles músculos solo pudo abrazar a su esposa por la espalda y plantarle un tierno beso en la mejilla.
—-Eres tan hermosa— pronunció al fin aspirando el aroma de su cabello que naturalmente a él como su marido le parecía encantador.
-Adoro cuando dices eso – respondió Flare calmadamente.
Él se sentó a su lado apisonando los graciosos y pequeños bordes de la alfombra. En realidad Hyoga había cambiado bastante, pues ya no era ese chiquillo frio y arrogante, las guerras pasadas y sobre todo el matrimonio lo habían hecho madurar.
—Al parecer te agradó el suéter que con tanto esfuerzo pude terminar de hacer para ti—dijo ella con sutil orgullo, pues empezaba bien sus sencillas labores de esposa a pesar de haber vivido como una princesa desde su infancia.
El hombre sonrió levemente y llevó su mano hacia el rostro de la princesa acariciando sus labios, contemplándola con detenimiento.
—Bien Señor ¿Por qué me mira tanto? —dijo ella riendo un poco divertida con el gesto tímido que la caracterizaba.
—Está bien, ya no lo haré, pero he de advertirle que si no puedo ver tendré que tocar…—le susurró en el oído a linda joven.
A decir verdad a ella le intimidaban un poco los juegos del lecho a pesar de los seis meses que llevaban de casados habían sido contadas las veces que hacían el amor, cosa que no los enorgullecía, pero eso no resultaba extraño del todo pues Flare aunque educada como toda una dama de buenos sentimientos era también insegura y miedosa.
Y esta vez no sería la excepción pues cuando Hyoga se acercó y la abrazo cálidamente, recorriendo con sus manos su bien "acomodado" cuerpo haciendo gala a la geografía de su mujer con suaves caricias ésta empezó a temblar apenas él decidió levantar un poco el lindo vestido de brocado en rosa muy tenue para moldear las curvas de sus piernas.
—Flare ¿Estas temblado? ¿Porqué?—dijo el caballero algo enternecido.
—No cariño, para nada, estoy tranquila—respondió Flare tratando de aquietar su debilidad.
—Entonces explícame esto— añadió divertido tomando ventaja de la situación alcanzando el broche del vestido haciendo que ella temblara una vez mas.
—Bueno esque yo… —alcanzó a balbucear ella nerviosamente tratando de justificarse.
Él seguía tratando de descubrirla lentamente, desentendiéndose del nerviosismo de su mujer, disfrutaba realmente torturarla así, pues le divertía tanto ver como sus mejillas se llenaban de ese pícaro colorete tan peculiar.
—Para mí eres perfecta —murmuró Hyoga antes de recorrer con sus manos la silueta entera de Flare. Eso era como una señal, ella sabía lo que tenia que hacer, así que quitó lentamente los botones de la camisa de su esposo quien estaba ya muy ansioso por descubrir su desnudez y no se iba a detener por nada, aunque torpe y nerviosa después de un momento de entretenida labor ambos estaban casi desnudos en la intimidad de aquel cuarto.
Él la miro una vez más y empezó a jugar con el encaje de su sujetador dibujando suavemente las líneas de su ropa intima, cosa que a ella enloquecía.
—No tengas miedo, juro que no te haré daño…- murmuró Hyoga
—Eso lo sé… —dijo ella abandonándose en sus brazos
El comprendió entonces que su esposa estaba un poco indispuesta en ese momento, así que decidió abrazarla cálidamente disimulando la frustración que sentía, aunque cada vez era más difícil.
—Perdóname es que… —vaciló ella al contestar
—No digas nada princesa, tranquila, si no quieres nunca te obligaría —respondió Hyoga mientras la tomaba en sus brazos y abría con dificultad la puerta de donde se hallaban para subir hasta su recamara arriesgándose un poco a que alguien del servicio los pudiera ver.
Una vez en la recamara, la recostó con cuidado en la cama acomodándose a su lado dejando que se acurrucara en su pecho.
—¿Recuerdas cuando nos casamos amor?—preguntó ella elevando sus claras pupilas hacia él.
—Si linda, recuerdo perfectamente— respondió acariciando el rostro de su amada
Entonces recordaron aquel día donde todo comenzó…. en ese gran y pulcro salón del palacio, ahí se hallaba Hilda de Polaris sentada como siempre en su lugar favorito, una fina silla con almohadilla de terciopelo, cuando, entró Flare cuidadosamente.
—Hermana— dijo, algo nerviosa
Hilda se levantó de su silla algo molesta:
— Se a lo que vienes Flare pero una vez mas, ¡No! …no puedo aceptar tal relación— respondió Hilda al instante.
—¿Pero olvidas todo lo que hizo por nosotros?— preguntó Flare en tono recriminatorio.
—No, no lo he olvidado—contestó Hilda intentando tranquilizarse —aun así dime ¿Qué clase de vida te espera con él? ¿Qué puede ofrecerte? Tú estás acostumbrada a otra vida Flare, fuiste educada para ser una soberana
—¡Hilda!, Yo sé que él no puede darme lujos, joyas o palacios pero lo amo y estoy decidida a renunciar a todo por él, quise hacerlo de esta forma porque es lo correcto, prometió no dejarme nunca y yo le creo— reclamó la rubia
Hilda se acercó mirando tiernamente a su hermana menor y la sujetó suavemente por los hombros
—Los hombres prometen muchas cosas Flare siempre ha sido así, por favor, se realista no quiero que sufras— respondió con coraje —además ¿Qué tiene Hagen de malo? Después de que nuestro benevolente Odín decidió condecorar la valentía de los Dioses Guerreros mas fieles resucitándolos gracias a mis diarias plegarias, pensé que las cosas entre ustedes se arreglarían.
—No voy a negarte que quiero a Hagen hermana, pero no lo amo, no siento por él lo que siento por Hyoga, él despertó en mí algo que no conocía, y a pesar de todo lo que pasó en aquella batalla no dejó de sentirse culpable un solo día por la muerte de Hagen, pero después de cumplir su deber como caballero de Athena ha tratado de reparar el daño, no puedes obligarme a algo que no deseo —respondió Flare serena impresionando totalmente a Hilda con sus palabras , pues no estaba acostumbrada a que la contradijera .
Las puertas del recinto se abrieron bruscamente y aparecen Hagen y Hyoga forcejeando.
—Perdone señorita Hilda pero le dije que no podía entrar y no quiso hacerme caso— decía Hagen con semblante de odio retirándole de inmediato las manos de encima a Hyoga al estar en presencia de Hilda
—Hilda yo solo quiero hablar un momento contigo—respondió Hyoga
—¡Esto si es una insolencia de tu parte, admito le debemos mucho a tu Diosa y a tus compañeros, pero eso no te da derecho a entrar de esa forma!—exclamó Hilda acercándose alteradamente a los dos hombres.
—Porfavor Hermana—rogó Flare acercándose también.
—Hilda con todo respeto, permíteme hablar— dijo Hyoga tranquilizándose
Pero Hagen, intentaba sujetar a Hyoga y este último al no querer provocar otro enfrentamiento se lo permitió
—Suéltalo Hagen—ordenó la joven de cabellos plateados— bien, habla…
Hyoga se soltó bruscamente de Hagen quien tenia la intención de desobedecer a Hilda, Flare se acercó a el inmediatamente con ademán de abrazarlo pero se abstuvo en cuanto los ojos de Hilda parecieron clavarse en ambos.
—¿Estas bien? —dijo la rubia preocupada y algo avergonzada
—Ahora lo estoy—le respondió Hyoga con ternura—ahora que sé que estas bien
El guerrero de Merack hizo una mueca un tanto desagradable viendo al par de empalagosos.
—Creo que ya te habías enterado de que regrese por varias razones —comenzó Hyoga—al enterarme de que los verdaderos merecedores del título Dioses Guerreros habían sido revividos por Odín quería reparar el daño, otra que no me da miedo admitir es que quería comprobar si realmente Flare se decidía por mí aunque Hagen estuviera vivo, quiero casarme con ella no importa la ceremonia que sea necesaria- añadió
Los ojos de Flare se llenaron de lágrimas…de felicidad
—Hermana, quiero pasar mi vida entera con Hyoga—sollozóFlare con voz débil
Hilda miró con benevolencia los ojos de ambos, había tanta pureza en sus sentimientos, no podría perdonarse privar a su hermana de ser feliz con un hombre que había dicho tales palabras valientemente.
—Si no quisiera algo serio con Flare, ni siquiera estaría aquí ; hubiera bastado con llevármela pero tu hermana es una dama y voy a tratarla como tal— prosiguió
—Como lo hiciste una vez…—murmuró Hagen con coraje, tratando de no abalanzarse sobre el rubio, quizá fue porque sus palabras le destrozaron, todo estaba dicho, Flare lo había elegido a él, hubiera preferido seguir muerto a presenciar ese día tan doloroso
Hilda terminó de reflexionar….
—Si es lo que Flare desea, no me opondré más… — dijo al fin una impaciente Hilda
Ese día que les parecía tan lejano ya había sido el primero de sus logros como pareja.
"Que difícil fue conseguir que tu hermana nos dejara en paz" – bromeó Hyoga desconcentrando a Flare del resto del recuerdo
"Sí, pero finalmente todo terminó bien ¿no lo crees?" – Agregó la princesa – "En verdad recuerdo con lujo de detalles aquel día"
Y una vez más Flare recordó ese día que hasta entonces había descrito como "el más feliz de su vida", el día de la ceremonia cuando se uniría a Hyoga. Su memoria se remontaba al momento previo en su habitación donde se encontraba acompañada de Hilda ayudándole con los últimos detalles…
—Te ves realmente hermosa hoy, tal y como te imagine que serias —sonrió Hilda tratando de ser fuerte.
Y como no valdría ese halago proviniendo de ella , que no daba crédito al ver a su hermana menor; con el vestido completamente blanco, por tradición asgardiana para las doncellas vírgenes, hecho de elegante seda, digno de una princesa, que embonaba perfectamente a la hermosa figura de Flare; la caída del vestido era sencilla, con finos y pequeños brillantes, su rostro irradiaba felicidad pura en unas mejillas cubiertas con ligero rubor rosado como el cerezo y unos labios delicadamente pintados del mismo color, llevaba el cabello acomodado de tal forma que resaltaba su rostro y para finalizar un velo muy delgado que daba un ligero matiz aperlado a su cara.
Cuando estuvo lista, Flare salió del cuarto no sin antes abrazar a su hermana y respirar profundo. Los invitados estaban un poco inquietos cuando del inmenso fondo del pasillo vieron avanzar a una figura femenina envuelta en atuendo angelical. Cuando Hyoga se percató de su presencia se sintió estremecer, era el hombre mas feliz del mundo, mucho mas feliz aun infinitamente que el que se decía el mas feliz, viéndola avanzar hasta quedar a un lado de él.
Ella sentía como todo su cuerpo temblaba y volvió un poco su cabeza hacia atrás, ahí estaba Hagen, anonadado, el chico se quedo realmente atónito, jamás la había visto tan bella en todo el tiempo que la había visto crecer junto a él, al final eso era en lo que se había convertido…en toda una princesa, derramó una sola lagrima, pues, su princesa como tantas veces se la había imaginado, no estaba vestida así para él, como justamente soñó y deseó con todas sus fuerzas durante todo el tiempo que había estado enamorado locamente de ella, si no para el mas cruel , despiadado y odiado enemigo, quien se la había arrebatado sin importarle el amor que sabía que le tenía, en ese momento solo pudo murmurar:
-Adiós princesa…- y se retiró rápidamente del lugar, pues sabía que si se quedaba un minuto más, sería el que provocara una desgracia.
Flare, miró en los ojos de su futuro esposo tratando de no sentirse tan culpable por lo que había visto antes, pero la mirada tierna de él le dio seguridad y pensando en cuanto lo amaba le pareció que aquella celebración duro pocos minutos pues cuando ya se había dado cuenta era su turno para enunciar sus votos. Mientras tanto a él lo invadían las ansias por cumplir el deseo que venía siendo su "obsesión" desde hace tiempo ya, hizo que la ceremonia pareciera durar horas antes de declarar su fidelidad y amor eterno hacia la bella mujer enfrente de él.
Ya estaban casados lucían infinitamente felices, su vida se había completado al fin, al menos eso pensaban….
—Lucias tan bella—dijo el joven acariciando los brazos de su esposa poniéndole fin a ese viaje mental en el tiempo
Ella solo pudo besarlo con sutileza hasta que él la sujetó firmemente y la acaricio con suavidad haciendo más profundo el beso, la frustración de el desaparecía conforme fue despojándola de su ropa intima disfrutando la sensación de la textura cremosa de su piel.
-Vamos, no querrás dejarme así —dijo él divertidamente tratando de no soltar el deseo que tenia de acariciarla mas atrevidamente, pues sabía que solo lograría asustarla mas.
—No lo haré—le respondió ella siguiendo con la única pieza que cubría al hombre. Aun recostados Hyoga decidió posarse sobre ella con movimientos delicados pero sin oprimir su peso en el cuerpo de su princesa, se inclinó un poco para estrecharla firmemente para después hacerlo otro poco más y de un momento a otro besaba su cuello hasta encontrarse devorándolo suavemente, pero el ruido del golpeteo en la puerta interrumpió, obligándolo a detenerse y a apartarse sintiéndose frustrado de nuevo.
—Ya voy— dijo poniéndose su ropa atareado
—Disculpe señorita—dijo una voz exterior, se trataba del mozo
Flare se vistió y se puso encima una bata de dormir, pero Hyoga fue quien salió a atender abriendo la puerta solo un poco.
—¿Qué se te ofrece? — preguntó en tono molesto.
—Perdón, vengo a darle un mensaje a la Señora… —contestó
—¿Y cuál es ese mensaje?— preguntó nuevamente Hyoga, mientras Flare se ponía a su lado.
—Solo venia a hacerles el favor de avisarles que el ama de llaves que buscaban ha llegado por lo del trabajo además también está aquí el General Hagen de Merack quien le manda decir a usted que esté listo para comenzar con el nuevo programa de entrenamiento a la guardia pretoriana
—Dile que enseguida vamos — dijo la princesa – gracias
Hyoga esperó a que su esposa se diera la media vuelta y cerró la puerta casi azotándola , después se acercó abrazando a Flare por la espalda mientras se vestía
—Siento que nos interrumpieran pero sabes que debemos atender esos asuntos—le dijo ella
¿Es tan importante?—rezongó Hyoga como niño mimado besándole el cuello para convencerla
—Si querido—rió ella divertida por las cosquillas—recuerda que llevamos meses tratando de conseguir a alguien
—Entiendo… pero… sabes que no te salvaras de mí—dijo liberándola usando un tono falsamente amenazante.
CONTINUARÁ
"Ufff" no pidan milagros soy principiante, gracias a Claudia por haberme dado consejos para mejorar este capítulo aunque yo sea una cabecita dura.
