Harry Potter, el niño que vivió caminaba por un parque en Nueva York. Le gustaba pasar por ahí de vez en cuando, los muggles no sabían su nombre, no lo volteaban a ver y no era detenido cada 2 minutos siendo abrazado por alguien o siendo acosado por mujeres

-Puff! Si supieran... —Murmuró—

Se sentía raro con la inexplicable sensación de tranquilidad que recorría su cuerpo, la guerra contra Voldemort había finalizado. Él había ganado. El bien había ganado. Sus amigos Ron y Hermione seguían con él. El término de tranquilidad era nuevo en su sistema.

Nadie quién me quiera matar, nadie quién me quiera hacer daño. —Pensó—

De un momento a otro ese pensamiento fue corrompido ya que dirigió su mente a otro lugar, las muertes que habían dejado la guerra. Fred Weasley murió. Molly estaba destrozada y George permanecía ahí. Guardando silencio viendo el cuerpo de su hermano. Espero estés bien, George. —Pensó. — Compañeros de clases. La esposa de Lupin había muerto; Nymphadora Tonks, dejando a su hijo huerfano de madre y a un viudo... El pequeño estaba en buenas manos pensó. Lupin es un extraordinario padre y sé que lo llenará de historias sobre su mamá.

Después imaginó todas las locuras que Sirius le enseñaria a Teddy. Una delicada sonrisa se formó sobre sus labios.

-Me encantará ver eso. —Pensó.—

Él no había podido visitarlos pues sólo habían pasado unos meses y prefirió simplemente alejarse, olvidar en sus vacaciones que era el Gran Harry Potter el-niño-que-vivió y casi lo olvidaba... Ahora el nuevo nombre como el-salvador-del-mundo-mágico.

-¿Por qué rayos los magos y brujas insisten con esos absurdos nombres? Sólo quiero terminar mi último año con esta tranquilidad que no sabía que podía sentir. Con ningún otro sentimiento más. No quiero.

Toda esa tarde se la pasó viendo niños y familias jugando en el parque. Pero una pareja llamó su atención. Eran dos hombres, iban tomados de la mano. El mayor le susurraba algo al oído al otro. Sonreían como si sólo existieran ellos dos. Y sus sentimientos fueron transformados hacía la muerte de Severus Snape. Él fue la última persona que observó a Snape a los ojos. La última persona que lo observó llorar. Cuando él miró aquéllos ojos negros pudo sentir el dolor.

-¿Por qué pienso en Severus? ¿Por qué no sales de mi maldita mente, Snape? ¿Por qué tuviste que morir? Y definitivamente aclaró sus dudas y esa era la razón del porqué evitaba pensar en Severus Snape.

Él no asistió al funeral de éste. Se sentía un poco mal por ello. Hermione y Ron me quisieron hablar sobre el tema pero yo ya no quería saber más de ello. Estaba agobiado. Ya no quería enterrar a nadie más.

-Ni siquiera a Severus Snape. —Susurró—