Un día arduo de trabajo había ocasionado que la trabajadora coneja, quedara rendida en el suelo donde había múltiples carpetas y hojas desparramadas por el suelo. Cuando su compañero, Nick iba a despertarla ofreciéndole un café, esta sorpresivamente tomó su cola con sus patas y la apresó contra su pecho.
Convirtiéndole en una almohada.
Nick suspiró y se sentó a su lado. Se veía tan tierna que en su mente decidió dejarla dormir un rato más, usando su propia cola como almohada mientras bebía el café que en primer lugar le iba a ofrecer a la coneja.
Pero en medio de beber el líquido. Las patas superiores se envuelven con más presión alrededor de ese suave y mullido elemento. La sensación de la textura peluda contra su cara le fascinaba, tanto que la apretó más fuerte contra ella, provocándole un quejido al susodicho que hizo el esfuerzo de reprimir mientras sentía como esta misma se empapaba de un líquido y no era el café que derramo sobre su pelaje levemente ante esa impresión ¡Judy la estaba babeando!
Cerró los ojos, tratando de calmarse, pero cuando sintió como sus dientes la mordían. ¡No pudo más! ¡Le dolía! ¡Era sensible su cola!
—Judy —la llamó sin importar si la despertaba. Lo tierna que se veía abrazando su cola se había esfumado, cuando comenzó a ahorcarla, babearla y morderla. Dejó su café en el suelo y la zarandeó.
Ella hizo un sonido como exasperándose, hundiendo su hocico en su pelaje.
—¿Estas cómoda? —preguntó al rato, sus dientes se encontraban apretados resistiendo el dolor, ella asintió y realizo un "Si" agudo. Para luego morderla levemente.
—¿Sabe bien?
—Shi —Pronunció con su boca llena de pelos.
—Así que es muy deliciosa mi cola ¿Zanahorias?
—Si —vuelve a decir.
En ese momento, se percató ¿Cola? ¿Había dicho cola?
Se mueve un poco más y sus parpados se abren donde sus ojos violetas ven que está abrazando con fuerza la cola de Nick ¿No era una almohada? Se apartó ruborizada hasta las orejas. Su pelaje grisáceo se volvió rojizo ¡Ni siquiera puede mirarlo a la cara! Mientras con sus orejas se tapaba su rostro.
—¡Lo siento! —se disculpó profundamente avergonzada.
—Me estuviste mordiendo por un buen rato, Pelusa —repuso acariciando su maltratada cola— Un "lo siento" no compensa.
—¿Qué quieres?
—Antes de decírtelo... respóndeme, supongo que soy muy sabroso ¿Tanto me quieres comer?
Sus ojos se clavan en lo de su compañero. Las orejas de Judy se ponen derechas y tiesas: ¡Claro que no!
—Debí suponer, las conejas son vegetarianas...
El individuo, entrecerró sus ojos sin apartarlos de la indefensa coneja.
—Pero yo no.
La coneja retrocede pasos por instinto. El mismo que le gritaba "Huye"
—Es un dato interesante, Nick —espetó— Pero ya lo sabía —aun retrocediendo, la puerta no estaba muy lejos.
—No huyas —objetó— Antes me tienes que compensar.
—¿Cómo? —preguntó. Una parte de ella lo quería saber, otra sola quería escapar.
—¡Déjame morder tu cola, Zanahorias! —sonriendo de una forma que sus colmillos se vislumbraban. Las palabras sonaban alegre como si lo dicho no era una total demencia, faltando la moral.
—¿Eh? ¡No! —yéndose hacia la puerta, despavorida.
¡Estaba loco!
—¡No te voy a compensar así!
—¿Por qué no? Eso se llama equidad —dijo calmadamente— Solo una mordida, Tesoro —pidió.
Judy sacudió la cabeza, entretanto despavorida empezó a correr huyendo de Nick, quien estaba en la persecución de atrapar con sus dientes el rabo blanco de la coneja.
