La noche veraniega era refrescante.Sentía la tenue brisa,ni muy fría ni muy calida.Las luces salpicaban el cielo con las que podía jugar a unir los puntos con mi imaginación formando siluetas.La luna,por su parte, se hacia apreciar en todo su explendor mostrando toda su circunferencia.
Sentí también en una de mis palmas la cerámica de las tejas,cálida aun por su larga exposición al sol durante el sofocante día,la otra sujetaba gentilmente una mano pálida como la nieve y de tacto suave.Era pequeña a comparación de la mía y era tan fría como la nieve a la que semejaba.Pero lo que más me llamaba la atención era ese alguien a quien no podía ver pero se acurrucaba en mi hombro creando en mi un sentimiento de placer o satisfacción de tener ese contacto tierno con el que yo creia,que era mi ser amado.Esa tranquilidad de estar en un lugar tan hermoso compartiendo el momento con tu amor me complacía y sedaba lentamente,arrullandome como una dulce nana que acabó por volverlo todo negro.
Era de día y me desperté de un sueño muy cómodo para mi gusto,no recuerdo quien era esa persona,pero si recuerdo un color azul intenso q se distinguía entre una negra penumbra,una penumbra oscura pero a la vez brillante.
